Green Desire

Harry Potter - J. K. Rowling
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Green Desire
Note
Me ha dado por publicar todo lo que he encontrado en la app de notas de cuando tenía 15.

La mansión Malfoy había sido testigo de dolorosas torturas durante toda aquella semana de verano.

Lucius Malfoy había estado "educando a su hijo" mediante unas cuantas maldiciones y maleficios. Nadie podía saber si aquello realmente provocaría algo en el primogénito de la familia, sin embargo y como era de suponer, nadie se había metido. ¿Quién lo haría? ¿Narcissa? No, desgraciadamente la mujer Malfoy —antes Black— había partido aquella semana para atender unos cuantos asuntos, y ya que estaba, visitar a su hermana Bella en Azkaban. ¿Los elfos domésticos? No, definitivamente, no. Solo estarían firmando un contrato con la muerte.

Draco no tenía nadie que pudiera salvarlo, y probablemente seguiría así durante toda su vida, y eso le dió un horripilante escalofrío.

— Muy bien Draco. Ponte en situación, estamos en una cena importante con alguno de mis amigos. Él y yo hablamos de temas relevantes que tal vez te llamen la atención—. Lucius le miró estando a punto de preguntar, sabiendo que su hijo de cinco años respondería inadecuadamente y preparándose para darle su castigo. Se había cansado de los maleficios—. ¿Qué haces tú?

—Tal vez... Preguntar sobre lo que me interesa exactamente...

—Incorrecto—. Sin esperar más clavo un trozo de manzana verde, por supuesto no podría ser roja ni amarilla, en su cuchillo y lo metió a la fuerza en la boca de Draco sin dejar que se lo sacara. Draco no podía respirar, estaba muy asustado, cuando comenzó a ponerse rojo le sacó el trozo de la boca.

Pero Draco cometió un error al dejar escapar una queja.

—Pero si me interesa...— Susurró.

—INCORRECTO—. La manzana volvió a su boca.

•••

Draco recordaba aquellos días perfectamente, recordaba que estuvieron todo el día así. Hasta que, casi llegada la medianoche, consiguió responder una sola pregunta bien. Su padre le dejó ir, y recordaba que había corrido como alma que lleva a Voldemort hasta el baño y había vomitado muchísimo.

Des de aquel día le había cogido un asco supremo a las manzanas y no comería una ni aunque le amenazaran de muerte. Pero los planes que hacemos no suelen hacernos caso y las situaciones cambian.

•••

Ese día de septiembre, los alumnos y alumnas de tercer año de Gryffindor y Slytherin tenían Cuidado de criaturas mágicas. Draco se dirigió al lugar dónde se daba la clase, esta vez sin su séquito de "amigos".

Cuando caminaba por debajo de unos manzaneros, sin reparar en lo que eran, le cayó una manzana verde brillante en la cabeza. Si hubiera conocido al científico muggle al que le ocurrió eso, a lo mejor se habría reído. En cambio, refunfuñó que el mundo lo odiaba y que gracias al desgraciado fruto o lo que fuera que le hubiera caído en la cabeza, ahora le dolía. Se sentó contra el árbol y descansó para quitarse un poco el dolor y el susto.

Abrió los ojos después de que la cabeza dejará de molestarle, le dió un repaso al cielo y luego fue bajando la mirada hasta encontrarse con su archienemiga, la manzana. Y la asesinó a cuchilladas con la mirada, como si la pobre fruta se las pudiese devolver.

De tanto observar la recién caída fruta acabó por fijarse en lo brillante que era y que se veía apetecible. Se asustó y negó con la cabeza, intentado espantar la mosca del pensamiento, pero llegó entonces la duda. ¿Y si estaba buena? ¿Y si se había privado de una delicia terrenal como esa, solo por su padre? ¿Y si así, de alguna manera, podía vengarse de su padre por hacerlo sufrir aquel día? Dejar claro que sus acciones no influían en lo que le gustaba o le dejaba de gustar. Eso lo descolocó, le encantaba la idea. Su padre se lo merecía, aunque realmente nunca fuera a descubrirlo. Podría vengarse, y si la manzana sabía bien, su venganza sería aún mejor porque tendría más de un beneficio para él.

Lo haría. Extendió su mano en busca de la preciosa manzana verde lima, notó que le temblaba pero no podía echarse atrás, la decisión estaba tomada. La sujetó entre sus dedos, pero no se atrevió a morderla. Vio en aquel momento más alumnos camino a la clase. Por ello, pospuso la primera mordida que le daría a una manzana desde hacía 8 años.

Estuvo toda la clase mirando si prestar atención realmente, fingía interés en los gusarajos mientras se convencía interiormente a morder la manzana después. No sería tan difícil, solo era una manzana, no estiércol de mooncalf ni nada parecido. Debía cumplir su venganza y lo conseguiría aunque tuviera que estar todo el día auto-animándose.

•••
En la cena, sería entonces.

La manzana todavía estaba intacta entre sus manos. Era ahora o nunca, lo haría sí o sí.

—Draco, ¿te vas a comer esa manzana? Porque me está llamando con la mirada—. Sabía que Theodore era raro, pero no tanto. Una manzana no podía estar haciendo eso.

Y en el momento que vió la mano de Theo extendiéndose para capturar a su manzana supo que jamás tendría otra oportunidad, tendría que echarle valor por una vez. Y lo hizo, mordió la manzana mirando complacido la cara sorprendida y triste de Theo.

Por Merlín, no sabía porque se había prohibido esa fruta por tanto tiempo. Comerla era como alcanzar el mismísimo cielo, nunca había sentido un placer tan grande por una comida. Amaría a aquella manzana verde por y para siempre. Cogió el bol de manzanas, descartando en el proceso las rojas y amarillas ni los leones ni los tejones tenían cabida en la vida de Draco Malfoy, y se lo llevó entre los brazos hacía la sala común de Slytherin. Antes de salir por las puertas del Gran Comedor, Theodore le echó una mirada confusa y le dijo a los demás:

—Creía que odiaba las manzanas.

•••

En su dormitorio, degustó y degustó aquel manjar. Y sin siquiera darse cuenta su manzana había desaparecido.

Entonces Draco, se dió cuenta de que aquel amor prometido a la manzana había estado mal, pues solo la terminaría y la tiraría. Y lo mismo sucedería con todas. No quería engañar descaradamente a sus preciosas manzanas verdes como había hecho con la primera, no las quería herir.

Así que pasó los siguientes diez minutos explicándoles sus divagaciones y conclusiones. Dejándoles claro que no las usaría, que les iría con la verdad todo el tiempo, pero que aún así les tendría un precioso y grande afecto a todas ellas. Las manzanas que le habían dado placer y felicidad.

Su venganza había sido exitosa pero había ganado algo mejor que eso, sus manzanas, les mando un beso volador a todas y durmió esperando poder probar otra al día siguiente.

Theodore y Blaise lo miraron confundidos y con sorpresa desde la puerta, habían visto todo. Rieron y volvieron al Gran Comedor.