
Una visita al pasado
Dos semanas después de que me salvara de una muerte segura, empecé a preguntarme si Kushina-san sabía adónde iba o si solo inventaba sobre la marcha.
La primera noche, después de que recobre la conciencia, Kushina-san me explico que tenía que hacer algo y me prometió que una vez que terminara me regresaría a mi aldea. Le pregunté si podía escribirles a mis compañeros para que supieran que sobreviví y me contesto que ya le había escrito al Hokage explicándole todo y que él se encargaría de avisarles. Teniendo en cuenta que no podía mover ni un dedo, mucho menos caminar, no me quedo otra que creerle.
Al día siguiente, después de tratar mis heridas me llevo hasta un pueblo cercano para conseguir algunas cosas que nos harían falta. Dije ‘conseguir’ en vez de ‘comprar’ porque no creo que haya pagado nada, excepto quizás un poco de ropa para mí ya que la que tenía estaba toda ensangrentada. Era casi igual a la que tenía antes, solo que no tenía el símbolo de mi clan en la espalda. Una vez resuelto esto salimos de ese lugar lo más rápido posible y no paramos hasta la hora del almuerzo. Después de comer Kushina-san realizo 4 Kage bushin para que, junto con el que había realizado con anterioridad para que me cargara, la ayudaran a aplicarme ninjutsu medico en distintas partes del cuerpo a la vez. Algo bastante ingenioso, pero cuando le pregunte desde cuando lo hacía me contesto que era la primera vez que lo probaba en un humano.
“Ni mi sensei ni mis amigos me dejan usar esta técnica porque dicen que, como no tengo el control suficiente de chacra corro el riesgo de causar todavía más daño”. Explicó sin asomo de vergüenza. “Pero tu estado era tan lamentable que olvidé sus advertencias y me concentré en hacer todo lo posible para sanarte ¡Menos mal que en esto se equivocaron!”
En otras palabras me uso como conejillo de indias, pensé cerrando los ojos. Si no estuviera tan cansado la golpearía.
Debí quedarme dormido porque cuando desperté ya era de noche y nos encontrábamos en medio del bosque. Ya no estaba tan adolorido y podía moverme un poco sin ayuda. Kushina-san estaba frente al fuego revisando un mapa; creo haberla oído murmurar algo como:
“El camino más corto seria derecho hasta la próxima aldea. Si voy por allí podría llegar en tres días”.
Pero al amanecer me dijo que iríamos por el bosque hasta atravesar un puente, parando cuantas veces fuera necesario. Seguiríamos siempre evitando los caminos principales y al atardecer buscaríamos donde acampar. Como todavía nos encontrábamos en el país de la hierba pensé que lo hacía para evitar cruzarnos con posibles enemigos. Sin embargo, eso pasaba todo el tiempo. Cuando anochecía revisaba un mapa (que por cierto nunca me dejaba ver) decidía la ruta más corta y al amanecer tomábamos la que parecía la más larga.
Yo me estaba recuperando rápidamente y al cabo de una semana ya podía caminar distancias cortas, aunque eso significo más descansos y que tuviera que empezar a ayudarla con cosas como llevar la bolsa en la que estaban la ropa y casi todo lo que yo usaba o juntando leña.
Pero lo peor era la comida, ya que Kushina-san debía ser la única persona en el mundo que podía superar a Minato sensei en su amor por el ramen; él por lo menos nos dejaba comer otra cosa cuando estábamos de misión, ahora mi desayuno, almuerzo y cena consistía en dicho plato.
Los últimos 2 días estuvimos dando vueltas alrededor de una colina y esta tarde paramos en unas aguas termales al aire libre. Debido a mis heridas no puedo mojarme, así que Kushina-san me dijo que hiciera guardia mientras se bañaba y que si se me ocurría espiarla me dejaría en peor estado del que me encontró.
Mientras esperaba decidí aprovechar para averiguar a donde me llevaba. Cuidándome de no ser visto me acerque a su mochila y saque el mapa, pero además agarre otra cosa: una banda con el símbolo de Iwa. Conmocionado abrí el mapa y vi que tenía señalado un lugar en el país de la tierra.
“No deberías revisar las cosas de una mujer sin su permiso”. Dijo poniéndome un kunai en la garganta. “Pero lo dejare pasar esta vez si te comportas y haces exactamente lo que te diga”.
“Creí que eras un Ninja del Remolino”. Dije con un hilo de voz.
“Entonces debes ser realmente malo en historia”. Comento burlona. “Uzushiogakure fue destruido cuando tenía 10 años”. Aclaró.
“¿Entonces que, te convertiste en shinobi de Iwa? ¿Le diste la espalda a tu gente para poder sobrevivir?”. Al estar de espaldas no pude ver la furia que cruzo por sus ojos, pero si sentí como apretaba más el kunai contra mi cuello haciendo manar un hilito de sangre.
“¿Si te dijera que no, me creerías?” Preguntó soltando el kunai y alejándose. “No soy tu enemiga Obito, si quisiera matarte lo habría hecho hace mucho. Prometí que te llevaría a Konoha y lo haré, pero para eso necesito mi mapa”. Añadió cansada.
Siguiendo un impulso, use una bola de fuego para quemar el mapa. De repente me quede sin fuerzas y todo se volvió oscuro.
“Ya sabía que me causarías problemas”. Dijo Kushina cargándolo para seguir avanzando hasta su destino. “Solo espero que Takiko-sama no se moleste al verme llegar contigo así”.
Al despertar me encontré acostado sobre un futón en una pequeña cabaña. A mi lado estaba una anciana leyendo un libro. Se oía el ruido de una ligera llovizna.
“¿Qué fue lo que paso?” Pregunté aun medio dormido.
“Lo que paso fue que cometiste la estupidez de realizar un jutsu nivel jounin cuando apenas y puedes caminar derecho”. Contesto la anciana dejando de leer. “Al hacerlo consumiste todo tu chacra, que en verdad es muy poco debido a tu estado de salud, y por eso te desmayaste. Por suerte esa chica fue lo bastante lista como para llegar hasta aquí y dejarte conmigo hasta que despertaras. Aunque claro, no habría hecho falta si hubiera bajado su cabeza de las nubes el tiempo suficiente para explicarte todo”.
“¿Explicármelo todo?” Justo en ese momento me gruñó con fuerza el estómago.
“Primero la comida, después las respuestas”. Dijo la anciana dirigiéndose a la cocina. “Espero que te guste el sashimi, aunque conociendo los gustos de esa chica supongo que me aceptarías cualquier cosa que no sea ramen”.
Efectivamente, apenas me sirvió devoré todo lo que me ofrecía. Cinco platos después yo estaba lleno y comenzó a explicarme.
“Permíteme presentarme, me llamo Takiko Suzuhara y como sabrás, te encuentras en las ruinas de Uzushiogakure”.
“¿Estoy en las ruinas de QUE?”
“Ya sabía que era demasiado pedir que lo supieras”. Se lamentó Takiko-sama. “Supongo que tendré que empezar desde el principio, es una historia un poco larga, así que por favor ten algo de paciencia”.
“Kushina Uzumaki nació hace casi 23 años en esta aldea. Apenas aprendió a caminar se esforzó por demostrarles a sus hermanos, Arashi y Kaseiyo, que podía hacer todo lo que ellos hacían. Sus padres murieron poco después de su nacimiento, así que entre los tres se cuidaban entre sí, haciendo de su niñez lo más tranquila posible dada la época.
Debido a la gran cantidad de muertos en combate, nuestro líder ordeno enviar a los niños a la academia 2 años antes, con el fin de que estuvieran mejor preparados cuando se graduaran. Aprobar era mucho más difícil: no bastaba con un Bushin no jutsu, tenían que realizar un Kage Bushin o alguna otra técnica de alto nivel, y aunque lo lograran en su primer año, como era el caso de unos pocos, tenías que saber al menos lo básico en rastreo, interrogatorio y tratamiento de heridas.
En otras palabras los genin recién graduados solían estar a la altura de los chunnin de otras aldeas ninjas. Sin embargo no se podía escapar a la realidad, Iwa atacaba constantemente y nuestro hogar era demasiado pequeño para defenderse de todos los ataques. El fin estaba cerca”. Takiko-sama hizo una pausa, dándome tiempo de asimilar lo que me contaba. “Una noche, en medio de un ataque me pareció ver a los Uzumaki discutiendo entre sí, pero como era algo común en esos días no les hice caso. Cuando hubo una pausa noté que ni Kushina ni Kaseiyo estaban. En medio de la confusión, Arashi les había ordenado escapar de la aldea, no quería que nada les pasara. Les hizo jurar que no volverían a Uzushiogakure hasta que su hogar estuviera a salvo. Kaseiyo volvió pocas semanas después sin que su hermana lo acompañara. Dijo que había entendido.
Para cuando Uzushiogakure fue destruido más de la mitad de nuestros shinobi, entre ellos Arashi, habían muerto. Del resto solo unos pocos pudimos evitar el castigo de servir a los responsables. Kaseiyo no tuvo mi suerte, fue forzado a convertirse en shinobi de Iwa.
Kushina creció y se convirtió en una kunoichi de otra aldea, yendo más allá de sus límites para poder protegerla. Sin embargo nunca olvido la promesa que hizo: Regresar a Uzushiogakure una vez que su hogar estuviera a salvo. Ella lo recordaba pero aún no lo entendía.
Me contó que finalmente lo entendió en medio de una batalla en la que casi muere. Ella no arriesgaba su vida por una aldea, estaba dispuesta a morir por proteger esa aldea.
Ahora que la guerra finalmente término y su hogar está a salvo, ella le pidió permiso al Kage de esa aldea para que la dejara volver aquí. El aceptó, pero antes quiso saber qué es lo que haría cuando llegara a Uzushiogakure”.
“¿Qué fue lo que le dijo?” Pregunte aun algo desconfiando. Eso explicaba lo del mapa para llegar, pero no la banda de Iwa si ella escapó antes de que su aldea fuera destruida. Además todavía no sabía de qué aldea se volvió shinobi.
“Eso es algo que tendrás que preguntarle a ella”. Dijo la anciana volviendo a leer. “Ella se fue hacia el mirador unos 5 minutos antes de que despertaras. Me pidió que te mandara con ella después de comer, pero tenía que explicarte lo que ocurría”.
“Muchas gracias por todo”. Dije minutos después. La lluvia había cesado.
“Solo una cosa más”. Contestó sin dejar de leer. “Kushina dijo que el hogar es donde está tu corazón. También me dijo que este lugar siempre estará en su corazón no importa qué”.
‘No sé cómo debo tomar eso’. Pensé al salir de la cabaña para ir hasta el mirador. Siempre pensé que una aldea en ruinas sería algo horrible, incluso espeluznante, pero al parecer me equivoque. El paso del tiempo había borrado las señales de la lucha, dándole al lugar una extraña calma y tristeza. Era como si nadie hubiera vivido allí nunca.
Kushina-san estaba de espaldas a aquella vista, mirando una roca el doble de grande que ella con nombres grabados. Las bandas de Uzu y de Iwa estaban en el suelo, junto con un ramo de flores. Ella sujetaba una tercera banda contra su pecho. Estaba llorando.
No entendí lo que pasaba hasta que me acerque lo suficiente como para leer los nombres. Encima de la banda de Uzushiogakure estaba escrito “Uzumaki Arashi” y encima de la banda de Iwa estaba escrito “Uzumaki Kaseiyo”.
Sus hermanos, de eso se trataba todo. Vino a visitar sus tumbas.
“Siempre estuviste allí cuando te necesite”. Decía tocando el nombre de Arashi. “Sin importar lo que hiciera sabía que podía contar contigo”. Le dio un golpecito al nombre de Kaseiyo. “En cambio tu eras un idiota, me enseñaste más bromas de las que puedo recordar, aunque gracias a eso puedo mirar a la gente a la cara sin miedo a que me juzguen”. Apretó con más fuerza la banda que tenía sujeta. “Tienes derecho a estar aquí. Aunque te hayas visto obligado a servir a los de Iwa fuiste shinobi de Uzushiogakure hasta el final, protegiendo tu hogar hasta el día de tu muerte. Los shinobi luchan por proteger su hogar y el hogar es donde está tu corazón. El hogar es donde está tu corazón”. Repitió con firmeza. “Los amo chicos y siempre los recordaré. Ustedes y toda la aldea siempre estarán en mi corazón. Pero ahora es aquí donde está mi corazón”. Dijo señalando la banda que tenía sujeta. “Esta aldea es donde pertenezco, es el lugar donde quiero estar. Este es mi hogar y estoy dispuesta a dar mi vida para protegerla”.
Lentamente se dio la vuelta, ajustándose esa banda a la frente. Cuando me vio esbozó una sonrisa, y yo que me había quedado quieto escuchando, se la devolví al ver el símbolo de Konoha. El símbolo de nuestro hogar.
“Vamos para Konoha Obito. Es hora de volver a casa”.