
Chapter 3
Capítulo 3
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POV Sakura
Llegamos al lugar donde ahora se encontraba el resto, habían varios grupos de conversación, nosotros tres fuimos directo al que estaba compuesto por el emperador Fugaku, mi tío abuelo Hashirama, mis padres e Itachi. No quisimos interrumpir, por lo que solo nos quedamos de pie muy cerca de ellos mientras esperábamos las carretas y caballos que nos llevarían a la plaza donde se llevaría a cabo una celebración con el pueblo. Otra de las tantas tradiciones, claro, esta surgió en un momento de paz; por un tiempo las asignaciones a general se hacían de manera más discreta debido a los tiempos de guerra de antaño, no había tiempo ni ánimos para algo como esto.
No le tomo importancia a la conversación, tengo algo más importante ahora, no era tan habitual tener a Sasuke de visita en nuestro país, así que volteo a verlo, me es tan difícil disimular pero nadie está pendiente de mis acciones, debo aprovechar. Sin embargo, al verlo noto en su rostro algo, una sombra, algo le pasa. Llevo mi vista hacia el lugar que él mira con tanto, no lo se, sino fuera Sasuke diría que odio y rencor... pero no, no lo creo, Sasuke suele ser muy frío y reservado pero es una buena persona, dudo que su corazón guarde todo eso que parece expresar. Al voltear la vista veo a su padre. Efectivamente, solo es mi imaginación ¿por qué odiaría a su padre?
Dejo de lado mis pensamientos por un momento al escuchar con más atención la conversación que he estado obviando desde que llegamos con ellos, no sé en qué momento pasé a ser parte de esta.
—Claro que en ningún momento llegué a dudar de su capacidad para hacerse con la victoria, sino no hubiese secundado a Sakura— quien habló fue mi madre respondiendo a una pregunta del emperador del vecino país. Por lo que veo están hablando sobre el asunto que orquesté sin querer hace un rato. Me empiezo a avergonzar un poco al notar algunas miradas ahora puestas en mí.
—Entonces Sakura tampoco dudó en que ganaría si tuvo la osadía de proponer aquello— apoyó mi tío, ahora Itachi también me miraba.
—Ah... yo... solo fui un poco impulsiva, no pensé en mis palabras y las consecuencias que pudieron haber provocado. Lo siento mucho, Itachi, no consideré tu sentir sobre hacer aquello — me rasqué la nariz avergonzada.
Itachi negó con la cabeza —fue una orden más, no había nada que yo debiera objetar.
—Ya veo...— la verdad su respuesta no me hizo sentir mejor, de la vergüenza pasé a la incomodidad. A veces me molesta tanto lo serio que es. Sasori debería aprender un poco, parece más un príncipe que él. Al ver a mi hermano lo veo bostezar sin ningún tipo de reparo en las personas a su alrededor.
—Con permiso altezas, Itachi, digo, general ¿puede acompañarme? — un joven escudero llegó a rescatar del momento evidentemente incómodo que estaba teniendo el poco conversador pelinegro. El asintió y luego de solicitar retirarse, se marchó con el joven.
El emperador tomó la palabra una vez se alejaron —fue una batalla memorable. Sus habilidades en batalla son superiores a cualquiera que haya visto antes, lamento si sueno exagerado.
—En lo absoluto, desde el principio fue un joven muy hábil, como si hubiese nacido para ser un guerrero— acotó mi tío Hashirama, quien había entrenado por varios años a Itachi junto a muchos otros aspirantes a caballeros en su juventud.
—Sin embargo no solo en batalla es asombroso. Es obvio que no dejariamos a cargo de un ejército a alguien que sea únicamente buen guerrero— dijo mi padre, quien se había mantenido un poco fuera del intercambio de comentarios —tiene madera de líder, cada contienda que ha comandado ha tenido resultados satisfactorios, y la cantidad de bajas y hombres heridos han sido mínimas. Todos los que han estado bajo su mando coinciden en que ha sido gracias a sus decisiones.
Fugaku lanzó de la nada una risa que no pude descifrar, ¿que le había hecho gracia? o ¿había algo más que no entendí? —eso demuestra que no solo es suficiente con provenir de un linaje noble. No todos poseen ese tipo de virtudes.
En ese momento anunciaron que todo estaba listo para partir, todos iniciamos a caminar, todos a excepción de él —hmm Sasuke-kun ¿ocurre algo?— él se limitó a empezar a caminar y alcanzar a su padre en una de las carrozas de su familia.
—Todo está bien— me sonrió de lado luego de subir a la carroza. Eso me tranquiliza pero a la vez, es como si le pasara algo que no llego a entender, eso o tal vez le estoy dando vueltas a algo que solo estoy imaginando.
Soy guiada a una carreta detrás de la que ocupan Sasuke y su padre. Si se preguntan dónde está el idiota de Sasori, está aquí conmigo siendo tan pesado como siempre. A ese tarado no le bastó estar junto a mi nueve meses completos en el útero de mamá. Se cree mi siamés.
Suspiro hondo mirando por la ventana, me hubiese encantado ir con Sasuke-kun, suspiro más profundo aún ignorando que Sasori subió las piernas al costado de mi asiento. En ese momento Itachi pasó por mi lado en su caballo, no pude evitar mirarlo, era tan sobresaliente, ese porte tan sofisticado. Recuerdo el intercambio de palabras anterior, realmente él es alguien sorprendente. Si no lo conociera diría que ese hombre pertenece a la nobleza, y no cualquiera, como mínimo a la realeza. Él es tan...
—¡Sakura!
—¡¿Qué?!— dejo mis pensamientos de lado volteando a ver a mi estúpido hermano.
—Apostaria mi cena a que estás pensando en Sasuke, esa cara de estúpida es la muestra— el guardia que nos escolta trata de disimular la risa que oculta al girarse a otro lado.
—¡Claro que no! espera ¿¡qué cara de estúpida!? ¡imbécil!— empieza una pelea en el vehículo que provoca que empiece a moverse desde afuera.
—Altezas por favor controlense— el hombre sudó frío cuando ahora nuestras miradas son puestas en él —lo...lo lamento no quise...
La cortina de la carreta se levantó, ahora Sasori y yo sudamos frío y nos comportamos, no sin antes, yo darle una patada en el estómago a mi amado hermano mayor —todo bien por aquí, maestro— ambos tenemos una risa nerviosa que Sasori trata de mantener luego de tal golpe que le saco el aire.
—Todo bien— replica con su mano en el estómago.
El peliblanco no dice nada y deja caer la cortina que cubre el vidrio de la puerta y sigue su recorrido en su caballo muy cerca de nosotros. Tobirama Senju podría ser tan o más tenebroso que nuestra madre. Siquiera tuvo que pronunciar palabras para causarnos terror.
Fin Pov
Habían organizado todo un desfile, las calles estaban incluso decoradas. Los soldados y guardias reales se distribuyeron de tal manera que no hubiera ningún tipo de desorden y todos los civiles que se habían agrupado hace rato felicitandolos y vitoreando desde el palacio, habían abandonado el camino que conducía directamente a la plaza. Itachi miró a su alrededor en su caballo, era el centro de atención, y las miradas y gritos de alegría presentes cuando pasaba eran prueba indiscutible de ello. Por suerte, la plaza circular donde se llevarían a cabo las festividades no estaba lejos del castillo, y la vista de la enorme fuente de agua era la evidencia de que ya estaban allí. El lugar estaba lleno de gente, había música y muchos puestos y espectáculos, todo les recordaba demasiado a una fiesta de año nuevo.
Todos los que habían salido del palacio se bajaron de sus caballos y/o carretas. Sakura y Sasori salieron de la carreta acomodando sus cabellos disimulado totalmente su pleito anterior mientras se unían a Sasuke, quien parecía no muy contento a pesar de toda la alegría que se respiraba en el ambiente.
Los cinco generales también estaban muy cerca uno del otro, algunos con cara de alegría total (Mei y Obito), otros con cara neutral pero obviamente orgullosos de la situación (Itachi y Kurenai), y un último con cara de fastidio, pero no estaba enojado ya que su rostro usualmente era así (Ibiki).
Los cinco fueron el centro de muchos saludos tanto por parte de los civiles que se acercaron a ellos como de los demás soldados a sus órdenes, incluso los niños se acercaron con total entusiasmo y admiración —esto se siente tan extraño— comentó la pelinegra en voz baja.
—Pero admite que es genial, Kurenai, ahora somos como la realeza, somos algo así como estrellas de cine— sus compañeros miraron al dueño de estas palabras —¿qué es una estrella de cine, por cierto?— se preguntó a sí mismo haciendo que una gota de sudor se asentara en las temples de los otros cuatro nuevos generales. A veces Obito salía con tonterías que ni él entendía.
—¿Hijo?
—¿Mi amor?
Escucharon detrás de ellos y encontraron a dos mujeres, una con cabello negro de unos 40 años y la otra con cabello castaño, solo un poco mayor que Itachi. Esta última se arrojó a los brazos de Obito, plantandole un beso en los labios que ninguno de los presentes esperaba, o tal vez sí, después de todo, ella era su esposa.
—¿Podrían dejar de comer frente a los hambrientos?— se quejó Mei.
Rin se alejó de Obito, ambos sonrojados —lo siento— dijo ella mientras el moreno se rascaba la nuca con una sonrisa mientras su esposa más bajita lo envolvía por la cintura.
—¿Hambrientos? tu te comes al bagre más crudo Mei— atacó Kurenai.
—Envidia le llaman, querida— contestó.
—¿Sera que sabes que se te ha ido el tren y le entras a todo lo que venga?— Ibiki estaba en medio de ambas mujeres. Sorprendido de la cantidad de idiotas que ese dia habian sido nombrados como generales, asegurando que si el resto supiera realmente cómo eran cuando no estaban cumpliendo su deber, definitivamente no hubiesen obtenido tal ascenso.
—¿Qué haces aquí, madre?— cuestionó Itachi a la pelinegra ignorando a sus compañeras.
—Cuando te fuiste esta mañana llegó un mensajero del viejo Homura diciéndome que teníamos que venir a la capital a organizar una comida para la fiesta de los generales esta noche. Mi sorpresa fue demasiada cuando escuché que tú…— no pudo continuar cuando las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos negros, lágrimas que cayeron sobre el torso del nuevo general cuando él la envolvió en un abrazo. Todos miraron la escena con ternura, incluso Ibiki, aunque lo disimulaba viendo hacia otro lado.
El momento se rompió cuando cuatro personas se acercaron al lugar —majestades— saludó Ibiki haciendo que los demás se dieran la vuelta. Mikoto soltó a su hijo y se secó las lágrimas, su majestad, mis príncipes, y...
—Él es el príncipe de Kumo, Sasuke Uchiha— presentó Tsunade. Mikoto abrió los ojos sorprendida para luego junto con Rin hacer una reverencia, que fue respondida con una sonrisa.
Pov Itachi
—Perdón por interrumpir tan hermoso momento— se disculpó la reina. Siento sobre mí la mirada del príncipe imperial, no sé por qué siento cierta tensión al tenerlo cerca, nuestras miradas chocan y la apartamos inmediatamente.
—Su majestad no tiene nada de qué disculparse, yo...— mi madre se detiene por unos instantes con su vista sobre Sasuke Uchiha pero rápidamente vuelve a enfocarse, me parece extraña su reacción pero no es momento de hacer preguntas —...aún no puedo creer que mi hijo sea uno de los cinco generales, fue una verdadera sorpresa — casi pude ver que las lágrimas amenazaban con brotar nuevamente de sus ojos, así que la acerqué a mí, no quería que se volviera a quebrar. Ella me sonríe.
—Para él también fue una sorpresa, creame— contestó ella con una sonrisa entretenida. Al final no fue casualidad, tenían planificado sorprenderme de esa manera, no fue divertido, no para mi.
—Igual para esos idiotas que no estaban de acuerdo con su ascenso— vi como la princesa cambiaba su semblante a uno de enojo. Mi madre la miró sin comprender, a lo que ella se cubrió con sus manos la boca al darse cuenta de que el comentario solo haría que el tema volviera a surgir.
Sasori tomó la palabra dando con lujo de detalles todo lo ocurrido en el salón del palacio, al principio hubo un silencio algo incomodo cuando terminó su narración que incluyó mi batalla y, según él, humillante derrota de Gotta y la expulsión de su padre. Creo que la reina quiso mandarlo a volar por la precisión de todos los detalles innecesarios que ofreció.
—Itachi... ¿todo eso es cierto? ahm... Siento mucho los problemas que haya causado todo eso.
—Jaja, no se excuse señora, los que deben hacerlo son los idiotas esos— Tsunade chocó sus puños —mire que casi se me olvida que debo comportarme como reina— el ambiente cambió de nostalgia a humor.
—Muchas gracias por defender y confiar en mi hijo, majestad.
—Mejor agradezcale a ella, sino fuera por Sakura quien se lanzó a defenderlo sin pensarlo, yo tal vez no hubiese llegado tan lejos.
La joven miró a mi madre evidentemente apenada ante el agradecimiento que ahora iba dirigido a ella. Ella divagó un poco antes de responder —no, no es la gran cosa, no creo que sea algo por lo que estar agradecida.
—Si lo es, defendiste a alguien que era atacado injustamente, fue un acto valeroso— esas palabras salieron del príncipe quien le sonrió levemente a la pelirosa que parecía no terminar de asimilar esas palabras mientras lo miraba con un sonrojo en las mejillas. Involuntariamente uno de mis puños se apretó con fuerza, detalle que no se le escapó a mi madre.
—¿Valeroso? una manera muy linda de decir lo gruñona y enojona que es — las risas no tardaron. La verdad el príncipe Sasori tenía razón, la princesa a veces no controlaba su actitud, incluso en ese momento lo expresaba cruzándose de brazos y resoplando sus mejillas sonrosadas mientras se quejaba con su hermano en una divertida escena que nos hizo olvidar a todos que los protagonistas eran nuestros líderes.
Hasta ese momento no había notado lo linda que se veía... no noté que me había quedado viéndola hasta que alguien me sacó de mis cavilaciones confusas. Mi madre me acarició el brazo con una mirada de curiosidad, como si hubiera visto algo o estuviera tratando de hacerlo —¿qué?— pregunté. Sin embargo, mi pregunta quedó sin respuesta ya que cuando la risa se desvaneció, giramos nuestra mirada hacia donde estaban viendo los demás. Pude notar como el rostro de mi madre cambió repentinamente y sus palabras transmitieron una urgencia que no existía segundos antes.
—Me tengo que ir, Rin, el viejo Homura pregunta por nosotras— no escuché nada, y la mirada confundida de Rin me confirmó que ella tampoco. Sin embargo, luego de que ambas se despidieron respetuosamente, se perdieron entre la gran cantidad de personas dispersas en la plaza.
—Así que aquí estaban— era el Rey Dan junto con el Emperador Fugaku quienes acababan de llegar. Traté de asomarme para ver si podía ver a mi madre, pero fue en vano.
—Las celebridades locales— escuché decir al emperador.
—Para nada, su mera presencia nos eclipsa a todos, su majestad— Mei era buena halagando, especialmente si era a un hombre. Si no la conociera diría que estaba coqueteando con el emperador, el caso es que la conozco y eso es exactamente lo que hace.
—Tú debes ser Mei Terumi, a la que llaman el diamante carmesí— vi como la chica parecía demasiado complacida con esas palabras mientras el Emperador besaba el dorso de su mano.
—Eso es lo que dicen, lo del diamante porque soy fuerte y hermosa al mismo tiempo, lo del carmesí tampoco es difícil de determinar —refiriéndose a su cabello rojo. No puedo creer que en algún momento me sentí atraído por los encantos de esta mujer que casi me dobla la edad.
—Te queda perfecto, sabía que empezaste tus estudios de magia en Kumo, ni siquiera me extraña que hoy hayas ascendido a este puesto, humildad aparte, pero ni los asesinos de Suna nos plantan cara— la verdad es que había tres reinos famosos por sus usuarios de magia, Kumo, Kiri y Suna, cada uno especializado en un tipo de magia; Magia oscura, Magia de luz y Magia elemental respectivamente. Continuó halagando al emperador después de estas palabras, la atmósfera ya comenzaba a sentirse incómoda hasta que terminó su pequeña reunión y el emperador pasó a saludar a Kurenai sin mucho de qué hablar, aparte de sus increíbles habilidades con el arco y las ballestas.
Luego pasó a saludar a Ibiki más casualmente —es un placer volver a verte Ibiki, no me extraña que se hayan valorado tus acciones— por el saludo que el mayor de nosotros devolvió al rey nos dejó claro que ellos ya eran viejos conocidos. Después de unas palabras más, saludó a Obito, reconociendo sus grandes habilidades como paladín y un típico Obito haciendo una de sus tantas bromas al respecto. Al menos ayudó a mejorar el ambiente al generar algunas risas genuinas.
—Y finalmente el General Itachi, el más joven de los Generales— en el palacio habíamos intercambiado algunas palabras, ya no era necesario presentarme o ser nuevamente el centro de conversación, gracias al cielo, al menos eso pensé antes de que el continuara hablando —estoy seguro de que tu padre está muy orgulloso de tus logros.
—Solo somos mi madre y yo.
—Entonces ella ha de estarlo.
—Si, lo está.
—Ella se acaba de ir, por cierto— comentó la reina —era una mujer muy dulce.
—Oh, es una lastima...
La conversación se expandió sólo un poco más cuando todos nos dispersamos por la plaza, quería ver a mi madre y preguntarle el por qué pareciera haber huido del lugar tan repentinamente ante la llegada del rey Dan, no, ante la llegada del emperador Fugaku y el cómo actuó con su hijo, no podía ser una coincidencia.