Zorro y conejo
Zorro y conejo
La lluvia arreciaba en el bosque. Un conejito negro buscaba refugio saltando tan rápido como sus cortas patas se lo permitían, Harry deseó que su forma animaga hubiese sido al menos una libre o se cogería un gran constipado.
A unos metros divisó una madriguera, esperaba que estuviera vacía, aunque el agujero de entrada era demasiado grande para ser de un roedor. Se aventuró a asomar la cabeza y por un milímetro no fue cogido por una oreja entre las fauces de un zorro. Salió corriendo, como si la vida le fuese en ello, de hecho así era.
Había un agujero a un salto de él, dio un gran salto para meterse de cabeza, pero el zorro lo cogió en el aire por una pata. Encontró los ojos grises del zorro a centímetros de su cara y pese al miedo fue consciente de lo extraño que resultaba que se tratase de un zorro ártico.
Iba a ser comido, pero justo a tiempo recordó que era un mago y se transformó en humano. El zorro se quedó mirándole quieto durante un momento hasta que él mismo cambió hasta convertirse en un chico desnudo, pálido y rubio y Harry volvió a ser aplastado contra el terreno.
–Sí que eres escurridizo, Potter. Llevo tres días esperando poder atraparte, en el Cuartel de Aurores te están buscando y te juzgarán por desacato a los normas –dijo Draco–. No que sea algo sorprendente viviendo de ti, se veía venir.
–Hice lo que debía, no podía dejar morir a esa gente y salió bien –protestó Harry retorciéndose bajo el cuerpo del otro–. ¡Suéltame!
Draco gimió sorpresivamente al sentir el frote del cuerpo del otro contra el suyo, sus desnudos penes rozándose y estimulándose bajo la lluvia, expandiendo el calor por su cuerpo que tanto necesitaba. Ignoró la orden y se frotó contra él, ya que se había esforzado tanto y se estaba congelando el culo al menos obtendría algo.
Se movió apretando su erección contra el cuerpo bajo él una y otra vez, al principio el moreno intentaba apartarle luego acompañaba sus movimientos, le besa, acariciaba sus espalda y apretaba su culo entre sus manos con la misma pasión que él mordía su cuello y pecho.
Cuando se corrieron entre sus cuerpos la lluvia había parado y Draco había olvidado por qué estaba en aquel bosque, sólo sabía que quería más de eso. Quizás ser un zorro y un conejo en ese lugar no era tan malo, mejor que esperar las dos semanas que Potter pasaría en el calabozo para volver a tenerle bajo él.
Fin...