La voz del ángel
La voz del ángel
Harry vivía en oscuridad desde hacía dos años cuando en un partido de quidditch había caído de su escoba sin que nadie pudiese detenerlo a tiempo. Había perdido todo lo que amaba, la sonrisa de sus amigos, el viento contra su cara el surcar el cielo y su magia, porque aunque la poseía no le permitían utilizarla no fuese que se dañase a sí mismo.
No soportaba escuchar a sus amigos hablar de los campos cubiertos de nieve, del color del atardecer, de los partidos de quidditch, del color de los adornos de Navidad, del nuevo traje que se habían comprado. Nada podía ver de todo aquello y lejos de alegrase al escucharlo de labios de otros, le martirizaba. Le habían retenido en La Madriguera pese a su deseo de marcharse, no necesitaba que nadie le cuidase, él aprendía rápido a moverse por cada nuevo lugar y tenía un elfo doméstico que cocinase y limpiase, no necesitaba más. Al final habían colmado su paciencia y su inutilizada magia escapó de su cuerpo en un arranque de ira.
Así habían aceptado ayudarle en su traslado a una pequeña casita en el campo y poco a poco se había ido alejando de todo y de todos. Su única compañía era la radio o así había sido hasta tres meses atrás cuando el Ministerio había impuesto un nuevo programa de ayuda a discapacitados y desde entonces un chico iba cada día a leerle.
Había intentado negarse a aceptar esa ayuda, pero después de escucharle leer por primera vez no había vuelto a insistir. Esa voz había caldeado su solitaria casa y acariciado su alma rota.
La voz le resultaba conocida, pero el joven mago se había negado a decirle su nombre, no necesitaba saberlo, le había dicho, aunque podía intentar adivinarlo.
Cuando un mes después descubrió que se trataba de Draco Malfoy ya estaba enamorado de él. Su corazón se había apretado en ese momento esperando las burlas en aquella voz que amaba ahora que podía dejar de fingir, pero no había sido así. Draco había continuado yendo y desde entonces no sólo a leer sino que también hablaban del mundo, de los colores que no podía ver, del pasado, y a diferencia de cómo había pasado con sus amigos no le irritaba sino que atesoraba cada retazo del cuadro que componía el mundo que Draco dibujaba para él.
No se atrevió a decirle que le amaba, pues ¿quién querría estar con un héroe acabado como él? Pero no hizo falta, un día sintió unos suaves labios presionando los suyos y desde entonces se sintió la persona más afortunada del mundo, porque nunca más volvió a estar sólo, Draco estuvo siempre con él, amándole, un ángel que no sabía cómo había llegado hasta él, pero que agradecía a todas las deidades por haberle llevado ante él para que pudiese amarle desde la primera vez que le había escuchado como no había sido capaz de hacerlo con sus ojos.
Fin