
Lunares
Lunares
Harry estaba de rodillas sobre la cama apoyado sobre sus codos. Draco estaba tras él con dos dedos torturando lentamente su culo y haciendo que gimiese sin parar. Lo quería ya dentro de él, le rogaba una y otra vez que lo hiciese pero el rubio estaba demasiado distraído.
Draco observaba la espalda del moreno milímetro a milímetro. Con un dedo acariciaba la piel que su mirada recorría. En un primer vistazo había pensado que eran tres lunares los que había decorando la piel, conforme había comenzado a morder y lamer la espalda mientras metía un dedo en el ano del gryffindor hasta que había encontrado otro lunar. Desconcertado había vuelto a contar: eran cinco. Revisó y satisfecho con su tarea accedió a las demandas del chico bajo él que pedía más introduciendo un nuevo dedo. Entonces su mirada se había desviado a sus brazos y piernas. Ahí había más puntitos oscuros. Había vuelto a contar, pero con el vaivén de Harry se perdía y tenía que volver a contar.
–Siete, ocho, nueve... diez... –contó en susurros.
Harry se giró protestando.
–¿Quieres dejar mis lunares y...mmm... follarme de una vez? –dijo enfadado.
–Lo haré cuando termine, y deja de moverte, ya me perdí otra vez –le regañó empujando la cabeza morena para que volviese a quedar clavada sobre la almohada y así comenzar a contar de nuevo mientras distraídamente introducía un tercer dedo.
Harry lloriqueó maldiciendo al rubio y a sus lunares, la culpa la tenía su trabajo como criador de caballos por mantenerle mucho tiempo al Sol.
–...y diecinueve –dijo Draco triunfante–. ¿Ves como no era tan difícil estarse un ratito quieto? –bromeó posicionándose en la entrada más que preparada.
La protesta de Harry murió en un largo gemido cuando fue penetrado de una sola vez y sin dilación volvió a ser embestido una y otra vez, fuerte, profundo, rápido, como le gustaba. Jodidos lunares lo que le habían hecho sufrir, pero gracias a esa larga espera pudo correrse tan fuerte que quedó durante unos segundos inconsciente.
Cuando abrió los ojos Draco estaba tumbado a su lado, inclinado sobre su espalda murmurando números. Harry suspiró rendido e ignoró la locura de su novio dejándose caer en brazos de Morfeo.
Fin