
Nada va acorde al plan
Una semana sin clases para dedicarse enteramente al cuidado de esos muñecos le había parecido exagerado a Aleah, pero ella no pensaba cuestionarlo ni mucho menos quejarse. Le darían puntos extra solo por vigilar estas cosas y jugar a la familia con Lily, mientras disfrutaba de unas pequeñas vacaciones. Era casi DEMASIADO bueno para ser verdad.
Y efectivamente, tan solo a dos horas de llegar de clase con esos muñecos, ya descubrió que quizá las cosas no serían tan fáciles como esperó.
Uno comenzó a llorar, lo arrulló como había visto a sus madres hacerlo con otros bebés antes, funcionó, pero al instante los otros dos comenzaron a llorar al mismo tiempo, y esta vez, solo arrullarlos no servía.
—Deberías revisar si no tienen hambre o si necesitan que los cambies. —sugirió Claire, asomándose en la sala tras escuchar el incesante llanto durante diez minutos. Su expresión era la de alguien que claramente no pensaba acercarse a los muñecos.
—¿Necesitan eso? —preguntó Aleah confundida, pero al ver el ceño fruncido de Claire, rápidamente agregó con una sonrisa forzada:—Ah, sí, claro, ¡eso nos lo explicaron en clase! Estaba muy atenta, obviamente. Gracias por el recordatorio, querida madre.
Aleah decidió fingir que simplemente había estado "distraída". Pero tan pronto como Claire salió de la sala, salió disparada hacia el cuarto de su gemela, abriendo la puerta de un golpe.
—¡¿Cómo que estas cosas necesitan comer y cambiarse?!
—También bañarse, y otras cosas más. En realidad, es un fastidio. ¿Por qué crees que la explicación duró tanto? —May respondió sin abrir los ojos, recostada en su cama y con una tranquilidad que irritaba a Aleah.
—¡¿Y qué hago ahora?!
May soltó un gruñido de molestia, mientras el llanto de los muñecos seguía taladrándole los oídos.
Con un hechizo, hizo levitar su mochila hacia ella y, sin moverse de la cama, buscó algo en su interior.
—Tienes suerte de que te conozca lo suficiente para haber adivinado que estabas en las nubes durante toda la clase. —May sacó un folleto y lo agitó en el aire antes de lanzárselo a Aleah. —Aquí tienes. Todo lo que necesitas saber sobre las necesidades de esos engendros... quiero decir, muñecos. También hay reglas del programa. Léelo. O no, me da igual.
Aleah atrapó el folleto tras una breve maniobra torpe que casi le hizo tirar a uno de los muñecos al suelo.
—Gracias, pero oye, ¿no piensas ayudarme? —preguntó, ya con un tono entre esperanzado y desesperado.
May, finalmente, abrió un ojo y miró a los muñecos en los brazos de su hermana.
—Esos bebés no son míos. Te ayudaré un poco con nuestro muñeco, pero tus bastardos son tu problema.
—¿Mis qué? Oye, May, ¿estás bien? Estás actuando un poco rara…
Pero antes de que pudiera terminar, May cerró la puerta de un golpe con sus poderes, dejándola fuera con sus muñecos aún llorando como si los estuvieran torturando.
Sin tiempo para quejas, Aleah abrió el folleto con la esperanza de descubrir cómo calmar a esas criaturas mágicas antes de volverse loca. Mientras leía, no podía dejar de pensar que Lily no llegaba lo suficientemente rápido. Tiempo con Lily sería su única forma de consolarse por haberse metido en este desastre.
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—Tuvo hambre a las dos de la tarde, y no lo alimentaste hasta las cuatro. Necesitaba cambiarse a las tres, y no lo hiciste hasta las seis y media. —Lily sacudió la cabeza mientras revisaba el registro mágico del muñeco como si estuviera narrando un juicio.
Aleah, que ya había pasado buena parte de la tarde caminando de un lado a otro con los muñecos en brazos y peleando con el manual que May le había dado, sintió una mezcla de vergüenza y resignación.
—E-estaba ocupada lidiando con los otros dos —respondió, intentando sonar inocente. —¡P-pero ahora usted está aquí! Cuidaremos juntas todo el día a nuestro bebé, ¿no es así?
Lily arqueó una ceja y soltó un suspiro largo y dramático.
—Lily no puede quedarse toda la semana, Aleah. Lily vendrá día de por medio.
—¿Qué? ¿Cómo que día de por medio? ¡Somos una pareja! —protestó Aleah, tan indignada que el muñeco en sus brazos pareció estremecerse ligeramente.
—¿Ubicas cómo funcionan las parejas divorciadas? Bueno, algo así…
—¡¿Pero por qué?! Si es por madre Claire, no hay problema, ya le dije que-
—A-Aleah —Lily la interrumpió con suavidad—, Lily tiene cosas que hacer aparte de los estudios... por eso no tenía en mente participar del programa en un principio.
Por primera vez, Aleah se detuvo a pensar seriamente. Lily era una adulta con responsabilidades. Claro, pasa mucho tiempo en la Academia, pero también tiene trabajo en la iglesia, y eso no es poca cosa. Aleah ni siquiera había considerado ese detalle al arrastrarla a este proyecto.
—Señorita Lily... lo lamento, debí preguntarle antes. —admitió Aleah, bajando la cabeza en un gesto poco habitual en ella. —Ahora quizá afecte sus calificaciones... yo de verdad no quise perjudicarla.
El inusual momento sensato de la rubia dejó a Lily momentáneamente sorprendida, pero no pudo evitar sonreír con ternura.
—A-ah, n-no te preocupes, Aleah. Lily no está molesta contigo. —dijo con un tono tranquilizador—. Solo es un proyecto.
—¿Sabes que si reprobamos perderemos puntos, verdad? —preguntó Aleah.
—Los puntos extra son solo para quienes los necesitan, y Lily no los necesita. Lily tampoco hubiera aceptado algo que la perjudicara.
Por supuesto, Lily era una de las mejores estudiantes de la Academia. ¿Porqué necesitaría ella puntos extra?
Aleah sintió que su orgullo se desplomaba un poco, pero al menos no había puesto en peligro a Lily.
—En ese caso, si a usted no le afecta de ninguna manera, no tiene por qué molestarse en ayudarme, Señorita Lily. De verdad no quería molestarla, yo solo... solo quería...hmm…
Aleah tragó saliva, evitando la mirada de Lily. La peligris la observó por un momento, y una vez más no pudo evitar sonreír con algo de ternura.
Con su personalidad ruidosa, fuerte y segura de sí misma, es fácil olvidar que Aleah sigue siendo una adolescente. Una adolescente que solo buscar llamar la atención y pasar tiempo con la persona que le gusta.
Lily puede identificarse tanto con eso, ¿Quizá Rae la veía de esta misma forma en su momento?
Lily evitó esos pensamientos y finalmente se puso de puntillas para dar un par de suaves palmaditas en la cabeza de Aleah.
—No digas eso, Lily aceptó ser tu pareja de trabajo, así que Lily cumplirá su parte, lo promete. —La sonrisa de Lily era tan dulce que Aleah sintió que todos sus problemas se desvanecían momentáneamente.
—Está bien, día de por medio será. —aceptó Aleah, suspirando resignada pero feliz.
Nada estaba saliendo como esperaba, pero al menos recordó cuánto se preocupaba Lily por ella.
Antes de irse, Lily decidió llevarse a su muñeco por esa noche, dejando a Aleah sola con el de May y Simone. Aleah agradeció el gesto, aunque se quedó reflexionando mientras se preparaba para dormir.
"No era obligatorio... y no hay puntos extra para quienes no los necesitan…" pensaba Aleah, rascándose la cabeza.
"¿Entonces por qué May…?"
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—¿Se puede saber qué haces en mi cama? —preguntó Aleah, mirando a su gemela cómodamente acomodada entre sus sábanas.
May, tranquila como si fuera la dueña del lugar respondió:
—Ocupo mi lugar como esposa, ¿Qué más?
—...sal de mi cama.
Aleah ya no estaba para los chistes de su hermana.
—Es lógico, hermana. Si dormimos juntas, será más fácil cuidar a nuestro bebé. Por algo los esposos lo hacen, ¿no? —May suspiró, como si estuviera explicando algo muy obvio a un niño pequeño. —Solo es por cuestiones de eficiencia en el trabajo en equipo.
Aleah la miró fijamente durante unos segundos, considerando si tirarla al suelo, pero estaba tan agotada después de una tarde lidiando con los muñecos que, para su desgracia, lo que May decía empezaba a sonar razonable.
—Bueno… supongo que tiene sentido… —murmuró, lanzándose al lado de May con un suspiro de resignación. —Si intentas algo raro te pateo. —advirtió antes de cerrar los ojos.
—Como crees. —May sonrió con la autosuficiencia de alguien que ha conseguido exactamente lo que quería, para luego cerrar los ojos también.
En cuestión de segundos, ambas estaban profundamente dormidas. Pero la paz no duró mucho.
A mitad de la madrugada, un sonido insistente comenzó a colarse en sus sueños. Era un llanto suave, apenas un sollozo, pero lo suficiente para molestarla. —May...el bebé está llorando. —murmuró medio dormida. No hubo respuesta. Aleah abrió un ojo, al tratar de moverse se encontró con su gemela aferrada a ella como koala, sin prestarle mucha atención y queriendo volver a dormir solo la empujó suavemente.
—May, levántate. Es tu turno.
Nada. May seguía inmóvil como una roca.
El llanto se hizo más fuerte, y como si fuera un efecto dominó, el otro muñeco comenzó a llorar también. Aleah apretó los dientes y empujó a May con más fuerza.
—¡May! ¡Te estoy hablando!
Silencio.
—¿Será posible que…? —Aleah se incorporó lentamente, mirando a su hermana con sospecha. May parecía demasiado tranquila, incluso para ella.
Antes de que pudiera revisar más, un grito resonó desde el otro lado de la casa.
—¡MAY, ALEAH! ¡HAGAN SU TRABAJO Y DÉJENNOS DORMIR! —La voz de Claire atravesó las paredes como un trueno.
Aleah gruñó, levantándose de mala gana.
—Y cuando ellas no dejan dormir a nadie, nadie les dice nada… —refunfuñó, caminando hacia la cuna improvisada que armó y recogiendo a ambos muñecos para tratar de calmarlos, balanceándolos torpemente
Caminó de un lado a otro por la habitación, susurrando palabras de consuelo a los muñecos como había visto hacer a sus madres en el pasado. Después de varios minutos sin resultados, volvió a acercarse a su hermana, con la intensión de lanzarle uno de los bebés para que despierte.
Pero entonces lo notó: un leve destello bajo la almohada.
—No puede ser… —murmuró Aleah, metiendo la mano y sacando una varita. La examinó y rápidamente se dio cuenta de lo que era. —¡¿TE LANZASTE UN HECHIZO DE SUEÑO!
May seguía profundamente dormida, ajena a todo el caos.
—¡ERES UNA TERRIBLE ESPOSA Y MADRE! ¡¿LO SABES?!
Por supuesto, May no respondió. Solo se dio la vuelta, murmurando algo ininteligible en sueños. Aleah la miró con frustración, casi decidida a tirarle uno de los muñecos. Pero al final, solo suspiró, resignada.
De esta experiencia definitivamente aprendería a escuchar explicaciones y leer la letra chica de los folletos.