
Chapter 14
El bosque era todo igual. Árboles, árboles y más árboles, alineados como soldados. A veces había más sonidos, los pájaros cantando desde algún rincón oculto, el suave sonido de los arbustos moviéndose —por presencia del viento o algún animal pequeño—, pero por suerte no se habían encontrado más de esas horribles criaturas.
Harry no soltaba la mano de Laurie mientras seguían caminando. Todo estaba muy callado, pero su cabeza no paraba. Era como si estuviera armando un rompecabezas, tratando de entender lo que había pasado antes.
Laurie no era normal.
Le tomó muy poco tiempo darse cuenta que ella era como él. Capaz de hacer cosas extravagantes y anormales. Pero no lo menciono, Laurie tampoco lo había hecho; como si supiera que él no iba a molestarse por eso.
Pero llegó un momento, mientras el cielo se tenía de anaranjado que no pudo soportarlo más. La sensación le pesaba en su interior, casi como preocupación. Había experimentado la preocupación antes, pero en esta ocasión, no sabía el por qué del sentimiento.
Laurie se detuvo. En consecuencia, Harry miró hacia donde ella. A lo lejos, podía divisarse entre algunos árboles, pedazos de una autopista, no era tan cerca, pero podrían llegar allí si seguían caminando. No había nada allí, pero al otro lado se hacía un descampado por lo poco que se veía.
Harry no sabía si seguían estando en el mismo lugar que antes o si acaso la autopista formaba parte de la que había andado con aquellos hombres. Lo único que habían hecho era caminar y caminar sin aparente rumbo fijo.
Harry la miró, viendo la resistencia detrás de los ojos bicolores de la chica.
—¿Vamos a ir por la autopista?
Sin embargo, Laurie negó.
—No. Aún no. —Ella suspiró suavemente, antes de mirar a su alrededor— Vamos a establecernos aquí por unos días, luego seguiremos.
Harry no la cuestionó y Laurie sacó de su bolsillo aquella cosa mini que antes había sido la tienda. Con cuidado, la dejo en el suelo, y luego la toco con la punta de un dedo, habiéndose puesto de cuclillas. Luego, por arte de magia, la tienda comenzó a crecer, lo hizo a ritmo vorazmente rápido. Al momento siguiente estaba armada, como si siempre lo hubiese estado.
Laurie sacó de su brazo ese palito de madera y con un movimiento, de su bolso salieron nuevamente las trampas; estás serpentearon, haciendo sonidos al chocar entre si, y luego cada una se ato en un lugar correspondiente. Laurie sonrió satisfecha y luego lo miró.
—¿Es asombroso, no? —Preguntó ella con diversión, antes de hacerle un gesto a la carpa. Ella volvió a mover la varita y está vez la tienda pareció desaparecer. No estaba allí.
Harry abrió la boca, incrédulo. Hablo antes de siquiera pensarlo: —..¿Qué... qué hiciste con la tienda?
Laurie, no obstante, lo miro. Tan confundida como él.
—Le coloqué un hechizo de desilusión, ¿Por qué?
—¿Un.. qué?
Harry observó los rasgos de la chica. Ella pareció confundida de que no estuviera comprendiendo la, incluso tras nombrar una palabra asi después de "hechizo".
Laurie mantuvo su mirada sobre él.
—¿Tu familia no usaba hechizos de desilusión en sus tiendas? —pregunto ella suavemente, mientras le hacia un gesto, moviendo una de las lengüetas de la tienda; el interior existía, igual que antes. Harry se acercó, sus pasos lentos, casi tímidos. Pero finalmente entró, ella detrás de él, cerrando la tienda que se cerró por si sola, sin dejar un solo espacio abierto. Por arte de magia.
Tragó saliva.
—Mis...parientes no, no hacen estás cosas— confesó Harry, suavemente —. Soy...soy el único que puede hacer...hacer cosas extrañas.
Laurie, que no había dejado de perseguirlo con la mirada, se sentó en uno de los sofas de color mostaza, él, en cambio, se sentó en un sillón individual a su costado, demasiado pequeño para la cosa enorme.
Algo de repente ilumino los ojos de la chica, y al segundo, se cubrió la boca con las dos manos.
—No me digas...
Harry ladeó la cabeza, frunciendo las cejas.
—¿Decir qué?
Laurie se puso contenta. De la nada. Tenía una sonrisa enorme, ella se paró, o bueno, se acercó hasta él, poniéndose de rodillas frente a él y antes de siquiera preguntarle, puso sus manos en sus rodillas huesudas.
—Me dijiste que tienes diez años, y que vives en Inglaterra. ¿Y tus parientes no pueden hacer esto, no?—ella le contó a él, como si no fuera una obviedad, pero Harry asintió lentamente—. Eso significa que no sabes nada de Hogwarts, ¿Verdad?
No. Harry no sabía nada de ese tal Hogwarts. En su mirada se notó y entonces Laurie avanzó con la explicación de algo que le traía entusiasmada.
—¿Qué cosas raras puedes hacer, Harry?
Su ceño fruncido se agudizó más, pero por alguna extraña razón, no se prohibió a sí mismo hablar sobre el tema. Quizás era por la emoción desinhibida que traía la chica frente a él, como una maestra de prescolar cuando un niño pequeño lograba un avance significativo.
—Bueno... puedo hacer que mi pelo crezca, incluso si me lo cortan. Una vez cambié el color del pelo de mi maestro... sin querer. —Harry habló en voz baja, pero Laurie lo miraba con tanta atención que se atrevió a seguir—. Una vez, cuando unos chicos me molestaron, aparecí en el techo de la escuela. No sé cómo lo hice... solo pasó."
Laurie le dió una enorme sonrisa. Sus manos se envolvieron alrededor de las rodillas de Harry.
—¿Sabes lo que eso significa, Harry?
Harry negó con la cabeza.
—¡Eres un mago, Harry!
La incredulidad dió paso en el rostro de Harry. Su boca de novio, con independencia. Sus ojos verdes enfocando el rostro de Laurie.
—.¿Qué... qué quieres decir? —se atrevió a articular Harry, buscando la mentira. Mentira que no encontró. Nisiquera una sonrisa burlona.
Laurie humedeció su labio inferior, dándose tiempo antes de hablar. Ella no dió una respuesta, como habría esperado, sino que le soltó las rodillas y en cambio saco de su brazo aquel palito de madera.
—Esto, Harry, es una varita —, ella se la mostró: Harry la miró detenidamente. Antes no había notado que no era como un palo normal. Tenía cierto grabado en su superficie, además, Harry no podía explicarlo, pero tenerla tan cerca, le hacía sentir como si la varita estuviera cargada. Si se esforzaba podía ver algo rodeando todo el objeto, como se ven las ondas en los días calurosos. Era parecido.
Laurie lo miraba con esos ojos brillosos, casi como dándole un regalo de cumpleaños. Ella se apresuró a un costado, incluso sin levantarse, estiro el brazo hacía la mesita detrás de ella, entre los dos sillones y agarro de ahí su propia taza que había quedado.
Ella sostuvo la taza, mostrandosela Harry.
—Mira. Ambos podemos, como magos, hacer muchas cosas que escapan de la normalidad —Laurie le dió una sonrisa pícara, aceptando de una manera profunda su anormalidad, algo que Harry no esperaba ver en nadie más. Laurie continuo —: una taza como está —dijo, haciendo mover el objeto— puede cambiar de color, forma, tamaño y hasta de función si así lo queremos... Por ejemplo, podemos hacerla encoger —y como muestra de aquello, ella sin tocar la taza con la varita, hizo que la primera se convirtiera rápidamente en una versión en miniatura. Harry estaba sorprendido, con él corazón martillado en el interior. ¿Él también era capaz de hacer eso...esa magia?
Harry relamio sus labios, aún mirando la taza mini. Luego la varita de Laurie.
—¿Necesito...una varita?
Claro, él había hecho cosas extrañas, magia, antes. Pero todo era casi sin su control consciente.
Laurie devolvió la taza a su tamaño original. Todavía sin soltarla.
—Bueno, normalmente usarías una si fueras a una escuela de magia—ella explicó, dejando la taza detrás de ella en la mesita nuevamente. Se levantó fácilmente de dónde estaba y se sentó nuevamente en el sofá—, pero no es estrictamente necesario. Generalmente se utilizan varitas para ayudar al mago o bruja que está aprendiendo a gestionar su magia, a la larga, usar una varita es cuestion de costumbre. Pero existe la magia sin varita, suele ser difícil solo porque manejar una varita es un hábito; y un hábito es difícil de romper si lo desarollas casi toda tu vida—Laurie dió una pausa, moviendo sus ojos hacia un costado. Abrió la boca, y más emocionada se reclinó contra el reposabrazos del sillon—. Sucede lo mismo con la magia no verbal.
Harry frunció las cejas. Su mente absorbiendo cada una de las palabras de Laurie, que estaba intentando mantener un ritmo tranquilo en su explicación. Al parecer encontrar niños mágicos no era algo común.
—¿Magia no verbal?
Laurie asintió. Y luego apunto con su varita la taza, está comenzó a levitar unos poco centímetros sobre la mesa. Ella hizo poco esfuerzo por mirar el objeto.
—Magia sin palabras. La mayoría del mundo mágico utiliza magia que corresponde a palabras. Por ejemplo, ese hechizo —dijo ella, señalando la taza flotando estable sobre la mesa—, se llama "Wingardium Leviosa". Uno tiene que hacer cierto movimiento y pum, tu magia viaja a través de la varita que canaliza la energía, y luego se produce la levitación.
Harry trato de conectar los puntos de la explicación.
—¿Cómo puedo hacer magia, entonces?
Laurie tarareo un segundo. Pareció prenderse una lamparita encima de su cabeza, una sonrisa enorme, otra de esas sonrisa con dientes, apareció en sus labios.
—Tú ya haces magia, Harry— le dijo Laurie, como si lo explicará todo con esa frase.
—¿Magia? —repitió Harry, mirando sus manos y luego a Laurie. No podía ser cierto... ¿o sí? —¿Yo hago magia?"
—Los niños mágicos, como tú, tienden a realizar exposiciones de magia todo el tiempo, solo con sus emociones. Lo único que necesitas, es....aprender a gestionarla. Si aprendes a gestionar tu magia, puedes hacer magia sin varita y hasta no verbal.
—Pero...¿No es eso difícil?
Laurie asintió.
—Es difícil. Pero es más fácil que lo aprendas si eres un niño. —Laurie obvio el hecho de que el sistema educativo mágico no enseña eso a los niños porque hay un paradigma enorme sobre lo que un niño mágico puede o no hacer con su propia magia—: Dado que nunca has usado una varita, tienes la ventaja.
Harry sonrió suavemente. Era la primera vez que oía que tenía la ventaja en algo, más en algo tan... importante como esto. Por alguna razón se sentía inexplicablemente emocionado. Podía sentir algo, más ligero que el agua moverse hacia sus manos, acumulándose cálidamente contra su piel.