Feel like a brand new person

Harry Potter - J. K. Rowling Fear the Walking Dead (TV) The Walking Dead (Comics)
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Feel like a brand new person
Summary
𖹭 Sin la certeza de nada y con pocas cosas a las que aferrarse, Harry Potter, abandonado en un pueblo fantasma, se embarca a los nuevos desafíos que el mundo apocalíptico pone en su camino.
Note
He decidido hacer de este fic dos series, la primera parte, ya finalizada, "As long as I can" ; que cuenta como nuestro protagonista, Harry Potter, de diez años, lleva adelante su vida después de ser envuelto en los inicios de un apocalipsis zombie. Lo que se ubicaría antes y durante el tiempo en el que Rick está en coma (seis semanas).De aquí en adelante, pienso llevar el fic hasta el final, así que no habrá interrupciones con respecto a series. Datos (ir)relevantes:• "As long as I can (Move On)" es la línea de una canción de Tame Impala que estaba escuchado cuando se me ocurrió la premisa del fic (One more Hour). Tal como el título de esta serie, también pertenece a una de sus canciones (New Person, Same Old Mistakes).• Harry paso alrededor de tres semanas solo. Porque el apocalipsis comienza, en este fic, en principios de agosto (el día nueve específicamente). Actualmente está transcurriendo principios de septiembre.
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Chapter 15

 

 

Laurie pasó gran parte de la mañana hablándole a Harry sobre los magos y las brujas, la educación básica que debían recibir y las distintas escuelas mágicas en el mundo. Ahora sabía que ella había asistido a una escuela de magia llamada Ilvermorny . —Él habría ido a Hogwarts , otra escuela de magia ubicada en Escocia, si el mundo no estuviera en esta situación— le había dicho Laurie.  

También le mencionó la razón por la que no estaba dentro de ese mundo mágico del que hablaba. Harry le preguntó:  

—Si los magos y... muggles —la palabra aún le resultaba extraña— están divididos, ¿por qué no estás con ellos?  

Laurie estaba abriendo unas latas para que ambos comieran cuando Harry hizo la pregunta. No levantó la mirada, concentrada en girar las abrelatas sobre la solapa de metal.  

—En el mundo mágico también hay... personas de mierda, Harry —dijo en una exhalación tranquila, demasiado tranquila. Acercándose a la mesa, dejó la lata abierta frente a él y se detuvo un momento, apretando los labios entre sí, como si estuviera considerando sus palabras—. Creen que los que tenemos relación con los no mágicos, los muggles, podemos esparcir lo que sea que hace que las personas vuelvan de entre los muertos. Así que no nos permiten vivir con ellos.  

Laurie abrió la boca para decir algo más, pero la cerró al instante, apretando los labios nuevamente, como si contuvieran una confesión amarga.  

Harry podía ver el ojo en sus gestos, aunque su rostro intentara ocultarlo. Decidió no insistir y en su lugar tomó la lata, envolviendo sus dedos alrededor del metal como una araña torpe. Con la otra mano agarró la cuchara de plástico y, en medio del silencio, se dio cuenta de que era atún. Hundió la cuchara blanca en la masa de color carne, olfatándola brevemente antes de llevarla a la boca. Hizo un leve gesto de desagrado con la nariz, arrugándola apenas. Comió pequeños bocados. Laurie hizo lo mismo, sentada a su costado en el sofá grande.  

La tienda seguía cerrada y Harry no había explorado mucho más. Pero eso no es difícil.  

 

Cuando terminaron de comer, Laurie se levantó y caminó hacia otra de las divisiones dentro de la tienda mágica —sí, esa era la explicación más sencilla—. Harry la siguió con la mirada y entonces notó una mesa de madera pegada contra la pared de tela: parecía una especie de híbrido entre cocina y mesa de trabajo. Sobre ella había hierbas secas colgadas, frascos con líquidos de distintos colores y un pequeño caldero negro.  

Laurie volvió con una sonrisa suave en los labios al acercarse a él.  

—¿Te parece si comenzamos con tu entrenamiento mágico, Harry?  

Él no dudó en asentir.  

Laurie hizo un gesto con la cabeza señalando el exterior de la tienda, y Harry le siguió. Pero al ponerse de pie, las dudas comenzaron a surgir. ¿Podré hacerlo? ¿Y por qué afuera?

Mordió su labio inferior mientras pasaba detrás de Laurie hacia la salida. El entretejido de los árboles lo recibió con una cálida bienvenida, sus ramas rozando su rostro. Estar afuera le llenaba de una sensación extraña, como cosquillas en el cuerpo. Un instinto primario le advertía que debía estar listo para correr en cualquier momento.  

Laurie miró a su alrededor y luego lo miró a él, sus ojos bicolores encontrándose con los verdes de Harry.  

Aún no le había preguntado sobre su cicatriz, lo cual le resultaba extraño. ¿ Por qué no dijo nada sobre algo tan obvio como la marca que manchaba gran parte del lado izquierdo de su rostro ? Harry solo se volvió consciente de ella cuando Laurie lo miró. Como si el verdadero accesorio fuera su cicatriz y no el anillo de triple grabado en una de sus manos.  

Harry rascó la piel marcada debajo del ojo con tres de sus dedos sin darse cuenta. Solo notó el gesto cuando ya estaba completamente fuera de la tienda.  

Y entonces, fue cuando se percató de la diferencia.  

El aire era distinto. Afuera estaba fresco, el viento soplaba entre las copas de los árboles, pero dentro de la tienda ni siquiera había notado el cambio de temperatura. Había algo más… una sensación de seguridad dentro de la tienda, como si fuera un refugio verdadero.  

No. Un hogar, no.

Negó internamente. No era un hogar . Solo que estar afuera lo ponía inquieto. Ahora oía todo con más claridad: el viento deslizándose entre las hojas, el murmullo de las ramas secas caídas en el suelo.  

Siempre alerta.  

Laurie se acercó más a él.  

—Harry —su voz se filtró en su mente.  

Él la miró rápidamente. Estaba más cerca, pero no lo suficiente como para alojarlo.  

—¿Empezamos?  

Harry asintió.  

—Bien, primero vamos a comenzar con el hechizo que te mencioné antes.  

Harry frunció el ceño, intentando recordar. Solo se acordaba de «leviosa».

Por suerte, Laurie lo repitió, con una risa suave:  —Es Wingardium Leviosa. Puede costar un poco la pronunciación, pero nada que no se resuelva con práctica.  

Laurie se dispuso a enseñarle. No sacó su varita.  

Para sorpresa de Harry, usamos solo su mano.  

Hizo un pequeño movimiento de muñeca, una "L" elegante pero acostada. Apuntó a un montón de hojas naranjas en el suelo, y estas se elevaron en el aire con gracia. Luego las dejó caer suavemente de nuevo.  

Laurie rodó los ojos hacia él con diversión.  

—Copia el movimiento con tu mano, Harry.  

Harry lo intentó. Pero no salió tan elegante.  

—Parezco un robot…  

Laurie soltó una risa estruendosa, pero cálida.  

—No te preocupes, a mí tampoco me salía al principio.  

Harry lo intentó de nuevo. Esta vez el movimiento fue demasiado grande, exagerado. Tensó los labios, frustrado.  

No había manera de hacerlo con la misma naturalidad que Laurie.

  

Lo intentó otra vez. Y otra.  

Le tomó más de cuatro intentos realizar el movimiento correctamente. Y eso solo para empezar.  

Laurie lo observó con paciencia desde donde estaba sentada sobre una gran roca, despellejando un conejo con una navaja. Harry desvió la mirada, arrugando el labio superior sin darse cuenta. Podía oir el sonido fantasmal del animal muerto. 

—Ahora, junto con el movimiento, pronuncia el hechizo en tu mente —dijo Laurie, inclinándose a un lado para recoger una pequeña piedra. Se la lanzó con un movimiento suave y Harry la atrapó en el aire.  

—¡Buena esa, Harry! — ella dijo, con una risa brotando de sus labios.  

Harry sintió calor en su pecho. Una sonrisa tímida apareció en sus labios pálidos. Fingió que el leve rubor en su rostro no existía.  

—Vamos, Harry, inténtalo —dijo Laurie, concentrándose en su tarea.  

Harry asintió.  

 


 

Si lograr el movimiento fue complicado, realizar el hechizo fue difícil. 

El cielo estaba madurando sus colores mientras Laurie trozaba la carne del animal con precisión, manchándose las manos —estaba vez sin los guantes de tela— con la sangre del conejo. Y Harry no había logrado más avance que hacer temblar la pequeña piedra, que había colocado en el suelo, unos cuatro pies delante de sí mismo.

Suspiros, uno detrás del otro era lo que más escapaba de la boca de Harry. Su mano estaba entumecida de estar tan rígida, con los dedos quietos como ramitas de un árbol. 

Repetía el hechizo una vez y otra vez en su mente, « Wingardium Leviosa », « Wingardium Leviosa» , « Wingardium Leviosa », pero la piedra, con suerte, temblaba. Nada más. Había pasado más de una hora, pero Harry no estaba cerca de hacerlo sentido. No, estaba demasiado concentrado en la piedra.

Harry dejó de intentarlo. Golpeando su mano contra su pierna. Un sonido frustrado escapando de sus labios. Laurie, al mismo tiempo, levantó la cabeza. 

—¿Está todo bien, Harry? 

El tono de Laurie era gentil. Harry nisiquera quería saber si su mirada era igual. 

—Quizá no soy tan especial como crees... —murmuró, mirando el suelo.

Laurie estaba dispuesta a responder cuando un suave batir de alas interrumpió sus pensamientos. Ambas miradas se alzaron al mismo tiempo. 

Una lechuza blanca se posa sobre la rama más baja de un árbol cercano. Ojos ambarinos mirando directamente al más pequeño de las dos figuras.

—Lirio...— Harry dejó escapar en un susurro, sus ojos abriéndose más, mirando directamente hacia donde ella estaba. 

 Era indudablemente su amiga. Idéntica al primer día. 

El ave blanca, Lirio, ululó. Fue el único aviso que los dos recibieron antes de que ella descendiera de la rama, extendiendo sus alas blancas sin mancha alguna para alcanzar el hombro de Harry. Ella se acomodó allí, sus patas agarrando el hombro con una gentileza que Laurie no había visto antes en otras lechuzas. 

Las comisuras de la boca de Harry se levantaron, el dedo con el anillo acaricio debajo del pico de la ave. Lirio no había dejado de ser suave. Ella picoteo su dedo con sonidos suaves, dejando que le acariciara. 

Laurie sentada aún en su lugar, dejó los trozos de conejo en un tupper que había traído desde el interior de la tienda. Estaba lleno de una arena blanca que Harry supuso que no debía ser otra cosa que sal. Cuando Laurie terminó, ella se levantó con él tupper en una de sus manos, mirando atentamente a la lechuza en su hombro. 

Ella lo miró al casi al instante. Había una expresión en su rostro que indicaba la sorpresa que sentía la chica. 

—Es la primera vez que veo a un mago tan joven con un familiar. 

—¿Qué te parece?

Harry estaba tan confundido como Laurie de explicar. 

—Es como...—Laurie dió una pausa, pensando —, como una mascota con la que tiene un lazo más profundo. 

Harry parpadeó. La idea nisiquera se le había ocurrido, pero quería saber más.

 

 

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