Feel like a brand new person

Harry Potter - J. K. Rowling Fear the Walking Dead (TV) The Walking Dead (Comics)
F/M
M/M
Multi
G
Feel like a brand new person
Summary
𖹭 Sin la certeza de nada y con pocas cosas a las que aferrarse, Harry Potter, abandonado en un pueblo fantasma, se embarca a los nuevos desafíos que el mundo apocalíptico pone en su camino.
Note
He decidido hacer de este fic dos series, la primera parte, ya finalizada, "As long as I can" ; que cuenta como nuestro protagonista, Harry Potter, de diez años, lleva adelante su vida después de ser envuelto en los inicios de un apocalipsis zombie. Lo que se ubicaría antes y durante el tiempo en el que Rick está en coma (seis semanas).De aquí en adelante, pienso llevar el fic hasta el final, así que no habrá interrupciones con respecto a series. Datos (ir)relevantes:• "As long as I can (Move On)" es la línea de una canción de Tame Impala que estaba escuchado cuando se me ocurrió la premisa del fic (One more Hour). Tal como el título de esta serie, también pertenece a una de sus canciones (New Person, Same Old Mistakes).• Harry paso alrededor de tres semanas solo. Porque el apocalipsis comienza, en este fic, en principios de agosto (el día nueve específicamente). Actualmente está transcurriendo principios de septiembre.
All Chapters Forward

Chapter 3

 

Fue el primero en verlo. 

Estaba riéndose del rostro malhumorado de Jereth, mientras acomodaba las cajas en el maletero. Su mente vagando alrededor de la figura de su, alguna vez, compañero de trabajo; Jereth, un tipo peculiar, un tipo raro. Con su pelo largo como un hippie, mismo cabello que ahora había tomado un aspecto grasiento, ante la falta de agua para darse una ducha por supuesto. Se veía, ante los ojos de Travis que eso era una de las causas de su molestia. ¿Que otra cosa podía ser? Jereth andaba tan berrinchudo como una mujer.

Como una mujer

Eso aumento la risita de Travis mientras cerraba el maletero con ambas manos, sus manos tatuadas constratando contra el color vivo de la camioneta.

¿Hacia cuánto que no había visto a una mujer? ¿Un mes? No, había comenzado antes. Pero definitivamente fue desde hace algunas semanas que comenzaron a desaparecer los rastros de otras personas, especialmente de mujeres. El nuevo mundo parecía habérselas tragado, o quizás las había escondido para que solo los fuertes llegarán a ellas, como un premio a su grandeza. Que cosa rara la naturaleza, pero sabia. ¿No era esa la ley de la masculinidad? 

Sí. El pensamiento hizo que Travis se pasará la lengua por los labios resecos, sus ojos miraron a Jereth, aunque frunció el labio con desagrado mientras veía al hombre de complexión media entrar al auto. Los musculos del otro flexionandose debajo de la musculosa blanca. Sin pechos.

Jereth tenía solamente el pelo largo de una mujer. 

No era nada como una. Jereth tenía un rostro serio y cansado, un cuello tan ancho como sus hombros. Era tres veces más alto que él, y su mirada era tan agresiva como la de un cuervo. 

Ugh. No, él no llegaba a completar ni la mitad para satisfacer sus fantasias ante este tiempo de soledad. 

Nada como las bellezas que Travis había visto en el trabajo, a las que les llevaba sus paquetes. Oh, Travis podía llorar producto de la melancolía, en esos buenos días, dónde podía extenderle los paquetes a las mujeres, mirando como las remeras les marcaba los pechos, algunos más grandes que otros, otros más pequeños.

 ¿Pero que importaba? Eran tetas. 

El negó con la cabeza, aburrido y con un suspiro en los labios. Su mirada de fijó en Clive, el líder natural; 

Nada como Jereth, que descansaba en el auto fumando un cigarrillo con la ventilla media abierta. La masculinidad estaba en cada parte de Clive, desde sus hombros anchos, su cabello marrón y la barba conectada al bigote e incluso en las ligeras marcas debajo de sus ojos por el estrés. 

—Bien, amigo, eso es todo— le dijo Clive, interrumpiendo sus pensamientos mientras se arremangaba las mangas hasta los codos. El calor se estaba haciendo cada vez más presente.

Travis sonrió con dientes. 

—Por supuesto, —respondió a su líder, alejándose para abrir la otra puerta de la camioneta— ¿Nos va...

Los ojos de Travis se encontraron más allá de la camioneta. Sus ojos negros se abrieron de sobremanera, fue eso que justamente atrajo la mirada de Clive hacia su rostro: las ojos del hombre más bajo parecían querer salirse de sus cuencas, quizás lo único que lo detenía era la firmeza cuando la que estaban pegados al pequeño espectro la calle. 

La piel estaba teñido de un blanco puro y enfermizo, como si ni la mínima mancha de suciedad pudiera impregnar en esa piel de aspecto terso, casi tanto como el rostro que estaba abandonando los rasgos de bebé, siendo reemplazados por una suavidad antinatural.

 

Y esos ojos. Verdes, y tan expresivos como los de un ciervo pequeño.

 

¿Eso...era un niño? 

 

¿Un varón...? 

 

A Travis se le congeló la piel ante la figura del niño que parecía irradiar inocencia, con sus grandes ojos pegados a él como un ciervo asustado. Era como un fantasma, como un ángel impune a la corrupción de su alrededor, pero...¿Por qué tenía ese aire tenso a su alrededor? ¿Por qué parecía que la muerte estuviera poniendo sus manos esqueléticas sobre los hombros del niño, y haciéndolo como si misma?

El escalofrío le recorrió al mismo tiempo que parpadeó. Apenas alcanzando a ver cuándo el niño comenzó a correr hacia abajo, aferrado a la mochila azul que le colgaba en la espalda.

Debía ser real. Sí.

—C-clive...¿Lo viste?—llamó Travis, apoyando su mano en el borde de la puerta. Queriendo saber que alguien más lo había visto, al niño, que no era un efecto de su mente. El otro lo miro con la misma mirada perpleja, casi ido, pero logro salir más rápido de su estupor con un movimiento de cabeza antes de meterse en el auto con una agilidad practicada. Jereth, sin embargo, parecía el único en su mundo, exhalando el humo del cigarrillo contra la pequeña abertura de la ventana y haciéndole caso omiso a las palabras titubeantes de Travis. 

—Cuando aprendas a hablar tendremos una conversación, analfabeta—fue la única respuesta de Jereth, vaga como su comportamiento en el asiento de atrás.

Travis apretó los dientes y se metió al asiento copiloto, cerrando la puerta con una fuerza que hizo que Clive le dedicara una mirada.

—¿Qué haremos con el niño?— preguntó el más bajo de los tres, Travis, pero buscando los ojos negros de Clive—¿Deberíamos seguirlo? Ya sabes, es peligroso que este solo en este lugar. Está abandonado.

Clive lo miró con expectativa antes de que una pequeña sonrisa se curvara en sus labios, tan minúscula que Jereth solo la pudo notar cuando Travis reflejó el gesto. Jereth se movió incómodo ante la mirada compartida de los dos hombres. Sus dedos se apretaron alrededor del cigarrillo.

—¿Para que quieren a un mocoso?—preguntó duramente el tercero, tirando la colilla del cigarrillo por la ventana con facilidad—es una boca más que alimentar y yo no voy a arriesgar mi pellejo por un mocoso que no es mío. 

Clive se movió en el asiento, apoyando su hombro en el respaldar; dándole a Jereth una mirada compasiva. 

—Pense que eras más inteligente, Jereth—y ante aquello el mencionado no pudo evitar apretar la mandíbula, como un perro absteniéndose a morder, pero Clive lo paso por desapercibido o le resto importancia:—si el niño sobrevivió solo en este lugar por si mismo, incluso si no hay tantas de esas porquerías, significa que es autosuficiente. ¿Sabes cuánto lo mucho que ganaríamos teniendo una criatura que luce así en Atlanta? Es básicamente un premio, para él y para nosostros.

—¡Con razón no quedaban más botellas de agua! 

Clive rió ante la exclamación astuta de Travis, que sonreía con diversión que no llegaba a sus ojos teñidos de una mirada que Jereth conocía bien: la había visto en mucho hombres, generalmente en esos viejos que deberían estar en geriátricos en vez de intentando ver debajo de las faldas de las jovencitas. La imagen de su pequeña sobrina de manos temblorosas llegó a su mente y fue así como se impuso hacía adelante, casi chocando contra la nariz de Clive.

—No me importa un carajo lo que él niño haya o no hecho para sobrevivir, Bale—casi rugió Jereth, con los ojos apagados encontrándose con la mirada divertida del otro—. Déjalo que muera aquí, no necesitamos jugar a la familia en este mundo de mierda. ¿Qué te hace pensar que nos necesita? Deja de jugar al superhéroe.

Travis pareció encogerse en su lugar, pero Clive, Clive pareció hacerse más grande. Él le dió una palmadita en el hombro a Jereth antes de voltearse y poner las manos en el volante, como si su opinión no fuera relevante. 

Y, si, se lo hizo saber.

—Que sentido del humor, Jereth. ¿Lo tenías escondido, no? —Clive hizo una pausa, mientras ponía la camioneta en marcha, dándole una sonrisa burlesca a Jereth desde el espejo retrovisor—. La mayoría toma las decisiones, tú eres el único pobre diablo que no quiere acoger al niño. 

Travis le sonrió a Clive, casi gentilmente.

—¡Si, tiene razón! —exclamó con diversión Travis, mirando a Jereth, que se acomodaba en su lugar, cruzandose de brazos—. ¿Pero qué podríamos esperar de ti? Si cuando empezó esto corriste como un cobarde a intentar matarte, sin dudas no podrías cuidar a un niño. Pero no preocupes, Clive y yo lo haremos mejor.

 

 


 

 

Jereth se mordió la lengua para no protestar. El tema había terminado, se notaba en la expresión concentrada de Clive. Y no iba a agarrar al dragón por la cola cuando era obvio que estaba durmiendo, así que hizo lo único humano que podía hacer en una situación como está: se tiró hacia atrás, dejando que su cabeza diera vuelta alrededor de la decisión de ambos hombres, fingiendo que era lo suficientemente corajudo como para protestar. Se sorprendió bastante asimismo repitiendo la pregunta del más bajo de los tres; 

 

"¿Pero qué podríamos esperar de ti?"

¿Qué podría esperar de ambos? Se preguntó, mirando con ojos fijos el perfil de Clive, pasando a los de Travis después. Pero ambos estaban concentrados en mantener una charla sorda a sus oídos.

Unos imbéciles.

Ambos tenían la costumbre de...tomar las decisiones sobre la vida de los demás. Tal como cuando, hace unas cuatro semanas, consideraron que era mejor arrastrarlo hacia la aventura estúpida de sobrevivir en un mundo donde las personas se levantaban después de perder los órganos vitales, convirtiéndose en bestias necesitadas de carne. 

¿Por qué eran tan idiotas?  

No había posibilidades en este mundo, reafirmó en su interior, apretando la mandíbula. Sus ojos trayendo la imagen de todos los muertos que había visto incorporarse desde entonces.¿Qué hacían aquí, esperando a terminar como los muertos veía todos los días - a veces en la calle, otras como recuerdos adheridos a su mente-? ¿No era más fácil pegarse un tiro en la sien y disfrutar de la vida eterna, en otro maldito lugar mejor? 

Definitivamente lo era.

Pero aquí estaban, siendo unos malditos egoístas buscando a un pobre mocoso para arrastrarlo a la misma condena.

¿Qué motivaba a estos hombres a alargar su muerte de esta manera estúpida ?

 Jereth no los entendía, no podía malditamente comprender la manera en la que funcionaba el cerebro de sus compañeros de trabajo trastornados. Todos los días notaba el complejo de alfa lo suficientemente grande de ambos machos, quizás eso era lo que los motivaba a pretender que podrían agruparse nuevamente a humanidad, haciendo sus vidas de nuevo, fingiendo que todo estaba bien ahora que iban a Atlanta.

 

Forward
Sign in to leave a review.