
CAPÍTULO 18
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CAPÍTULO 18
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Esa noche, Draco se metió en la cama con Harry en el momento en que se sintió razonablemente seguro de que todos los demás estaban dormidos.
Una parte de él estaba empezando a rebatir toda la teoría de que “Potter sólo pasaba tiempo con él para vigilar los malvados planes de Draco”. Una parte de él comenzaba a preguntarse si él y Harry eran realmente amigos. Pero cada vez que pensaba en ello, lo asaltaban recuerdos virulentos de Vince y Greg, y descartaba la teoría de la amistad entre Harry y Draco. Draco no era una buena persona para ser su amigo, así que Harry, quien era bueno, no podía ser su amigo.
Aun así, quería vigilar a Draco, y Draco no estaba por encima de ponérselo fácil. Aunque era raro, definitivamente raro, pasar tanto tiempo en la cama con él. Pero Draco no podía pensar en eso.
Harry parecía haberlo esperado.
—Cuéntame sobre tu cuarto año —dijo Draco.
—¿No estás aburrido?
—No —dijo Draco.
—Bien. ¿Recuerdas la Copa Mundial de Quidditch? —comenzó Harry.
Harry contó la primera parte del año con bastante facilidad; las dos primeras pruebas. Pero cuando llegó a la tercera prueba, disminuyo la velocidad.
—¿Cansado? —preguntó Draco.
—No, es… —Harry arrugó su rostro. Sus ojos estaban libres de sus anteojos.
—Todo se pone un poco serio después de esto —adivinó Draco.
—Sí. Y tu papá estaba allí, yo solo…
Draco se giró sobre su espalda.
—No tengo eso en tu contra —dijo Harry suavemente— Solo quise decir… es difícil contarte todo.
—Así que Viktor Krum te atacó en el laberinto —incitó Draco.
Harry suspiró y continuó con la historia. Su voz se quebró cuando llegó al cementerio— “¡Mata al otro!” —y Draco tentativamente puso su mano en el cabello oscuro de Harry. Harry movió su cabeza contra él, por lo que Draco supo que no le importaba. Siguió acariciando a Harry mientras le contaba sobre la lucha contra Voldemort, sobre llevar el cuerpo de Cedric de vuelta a Hogwarts.
—Fue tan estruendoso —dijo Harry— Estaba tan confundido. ¿Fue así? ¿Para ti?
Se refería a cuando murió la madre de Draco. Era extraño que lo mencionara, pero por alguna razón, a Draco no le importaba.
—Sí —dijo Draco— Sí, no se sentía real.
—Exactamente. De todos modos. Entonces, Ojoloco Moody vino por mí…
Cuando Harry terminó de hablar, cerró los ojos con fuerza.
—No pienso en estas cosas —dijo.
—Yo —dijo Draco— Disculpa por traerlo a colación.
—No, está bien —dijo Harry— Fue algo catártico, en realidad.
—Solo tres años más para contarme —dijo Draco— Y son los más fáciles.
Harry se rio en su almohada. Entonces su rostro se puso serio.
—¿Cómo está Goyle?
—Me da contexto, cuando me cuentas tu versión de la historia —dijo Draco— Me ayuda a ver todas las cosas en las que me equivoque.
—Esa no es la razón por la que yo… no te lo digo para que puedas sentirte más mierda contigo mismo.
—Sé que no lo haces. Sin embargo, es un buen tipo de mierda.
—¿Y eso que significa?
Draco pasó su mano por un lado del rostro de Hary, sintiendo la barba a lo largo de su mandíbula.
—Como… aprender —dijo— Como llenar huecos. Hay muchas cosas que pensé que entendía, pero simplemente no las entendí.
—No tuviste oportunidad —dijo Harry— Tu familia…
—Sirius Black estuvo en mi familia —interrumpió Draco— Él lo descubrió —Draco apartó la mano del rostro de Harry— Goyle está bien. Me jode que él esté en Azkaban y yo no.
—Ninguno de ustedes debería estar ahí —dijo Harry.
—Sí, bueno.
—Hablare con Shacklebolt de nuevo. Era un menor…
—Sé que estás tratando de ayudar, pero hablar de esto me pone saltarín —dijo Draco.
Sorprendentemente, Harry se rio.
—Ese es el eufemismo más lindo para el suicidio que he escuchado.
Draco frunció el ceño.
—No es lindo.
Harry se rio de nuevo.
—Lo siento —dijo— No quise decir lindo. Quise decir varonil.
—Oh, vete a la mierda —dijo Draco, y Harry sonrió. Aunque Draco todavía se sentía cansado hasta los huesos, le devolvió la sonrisa.
—Duermo mejor cuando estás aquí —dijo Harry, y la sonrisa de Draco desapareció. “Correcto”, pensó. Estaba allí porque Potter extrañaba dormir en una tienda de campaña con Ron y Hermione. Estaba allí porque Potter tenía cosas que resolver y Draco estaba disponible. Estaba allí por todo tipo de razones misteriosas e incompresibles, ninguna de las cuales sugería que Draco fuera realmente importante para él.
La poción estaba casi lista cuando Draco se dio cuenta de que no podía casarse con Astoria.
Habían pasado varias semanas desde que Draco había visitado a Goyle. Alarmado por lo tentador que era pensar en Harry como un amigo, Draco se alejó. Harry, receptivo como siempre, reaccionó volviéndose distante. Draco todavía se metía en la cama con él cuando lo despertaba una explosión, pero no volvieron a tocarse ni a hablar.
Pero la mente de Draco continuó distorsionándose. Algunos días, sus nervios estaban tan alertas y tensos que bastaba la más mínima cosa para llevarlo al punto de ruptura.
Estaban en el baño. La poción estaba en sus etapas finales. Ron la olió.
—Huele asqueroso —dijo— Casi tan malo como el Multijugos con cabello de Crabbe.
Draco, que había estado soportando inquietamente las oleadas de dolor todo el día, se sintió abrumado por sollozos secos y agitados, instantáneos e inoportunos.
—Joder —dijo Ron— Draco, lo siento, amigo.
Draco no pudo pronunciar las palabras. Estaba mortificado. Hizo lo único sensato que se le ocurrió, que fue tropezar ruidosamente fuera del baño. El corredor afuera hervía de gente que iba a clase, y Draco necesitaba estar solo.
—Por aquí —dijo Harry, repentinamente a su lado. Puso una mano en el codo de Draco y lo llevó detrás de un tapiz, a través de un pasadizo secreto que Draco no sabía que existía. Salieron a un largo pasillo de aulas vacías. Harry lo llevó a uno y cerró la puerta. Draco fue al fondo del salón de clases y se sentó en el piso, poniendo su cabeza entre sus rodillas.
Sintió a Harry sentarse a su lado.
—Ron no quiso decir… —comenzó Harry.
—Lo sé —dijo Draco— No es su culpa.
—¿Hay algo que pueda hacer?
—Quinto año —jadeó Draco— Cuéntame sobre el quinto año.
Harry vaciló.
—No quiero molestarte —dijo.
—Por favor —dijo Draco.
Así que Harry se acomodó mejor y comenzó a hablar. Contó lo furioso que había estado ese verano sobre tener sueños constantes sobre Cedric. Habló sobre sentirse como si estuviera siendo poseído, sobre Umbridge haciéndole grabar “No debo decir mentiras” en su mano, sobre el ED.
Pero como antes, cuando llegó al final del año, disminuyó la velocidad. Describió haber soñado con Sirius torturado y estar convencido de que realmente estaba sucediendo. Describió haber ido al Departamento de Misterios y el horror de darse cuenta de que se había equivocado.
—Y luego apareció tu padre —dijo, haciendo una pausa.
—Continua —dijo Draco.
Harry describió la pelea. La llegada de los miembros de la Orden del Fénix. Sirius combatiendo contra Bellatrix Lestrange. Sirius cayendo hacia atrás a través de un velo susurrante.
Harry se detuvo.
—Lo siento —dijo Draco.
—Fue mi culpa —dijo Harry— Quiero decir, sé que fue Bellatrix. Pero si no hubiera…
—Lo entiendo —dijo Draco— Es lo que siento por Crabbe. Responsable indirecto.
—Correcto —dijo Harry.
—Lo siento —dijo Draco, de nuevo.
—Como ya he dicho. Realmente no pienso en estas cosas.
—Sin embargo, probablemente sea bueno airearlo de vez en cuando —dijo Draco. Harry cerró los ojos e inclino la cabeza contra la pared.
—No me importa hablar de eso contigo —dijo.
Draco reprimió su respuesta burlona, “Que conmovedor”, porque estaba más conmovido. Él estaba enamorado.
Draco no había estado enamorado antes. Era una sensación contundente, como un martillo. Era una nueva forma desastrosa de dolor. Había pensado que podría casarse con Astoria para tener una vida de compañerismo, pero mientras observaba el hermoso perfil tallado de Harry en un salón de clases vacío, supo que incluso una superficial simulación de matrimonio sería demasiado para él.
—No puedo casarme contigo —le dijo esa noche.
La había llevado a un lado para hablar con ella a solas. Estaban detrás de la estatua de Julian de Norwich en la Torre Este.
—¿Por qué no? —preguntó ella, con calma.
Draco tuvo suficiente sentido común para no decirle la verdad.
—Simplemente no puedo. Soy gay, por ejemplo.
Astoria se encogió de hombros.
—Eso no es un problema. Tal vez no te hayas dado cuenta, pero no me muero de lujuria por ti.
—Es un problema para mí —dijo Draco.
—No me importa con quién te acuestas, siempre y cuando seas discreto.
—Astoria. Esto es ridículo. No somos nuestros padres.
—¿Qué significa eso? —preguntó Astoria cortésmente, como si Draco acabara de usar una palabra desconocida.
—Lo sabes perfectamente bien. Significa que no tenemos que ver el matrimonio como una transacción comercial.
Astoria frunció el ceño, el delicado pliegue entre sus cejas solo resaltaba su suave piel. Ella era muy bella. Draco sabía que no podía casarse con ella, pero también sabía que no casarse con ella era aceptar una vida de soledad.
—¿Es así como lo ves? —ella preguntó— ¿Una transacción comercial?
—Astoria… ambos estamos enamorados de otras personas.
Su ceño se profundizó.
—No estoy enamorada de nadie más —dijo.
Draco inclinó la cabeza hacia arriba con frustración.
—No se lo voy a decir, Astoria.
—No tengo idea de lo estás hablando. Estoy enamorada de ti.
—¿Ah, de verdad? No te importa si follo a otras personas, pero ¿Estás enamorada de mí?
—No seas mezquino. Es posible —dijo Astoria.
—Estás en negación —dijo Draco— Dios, pensé que lo tenías todo resuelto, pero estás tan hundida como todos los demás.
—¿En negación de qué?
—Mirth.
Astoria inhaló profundamente.
—No estoy enamorada de ella.
—Está bien —dijo Draco— Aun no nos vamos a casar.
—No lo estoy —dijo Astoria.
—Sí, bueno, estoy enamorado de Harry Potter —dijo Draco, como un idiota.
Los ojos de Astoria se agrandaron.
—¿De… Potter?
—Astoria. Por favor. Por el amor de Dios. No empieces a maquinar.
Astoria se llevó la mano a la cabeza, aparentemente tratando de estabilizarse.
—Pero él… él te odia, pensé. Dijiste que te odia —dijo.
—No lo sé —dijo Draco— Ciertamente no me corresponde. Pero ese no es el punto…
Pero Astoria ya estaba calculando. Mirando a lo lejos, como si estuviera contando ejércitos invisibles.
—¿Tienes alguna idea de lo que significaría para la reconciliación de la posguerra si ustedes dos salieran? —ella dijo.
—No lo pensé —dijo Draco— No quiero volver a hablar de eso nunca más. No debí decírtelo.
—Necesitamos averiguar cuáles serían sus objeciones para salir contigo y luego eliminarlas —dijo— ¿Podemos hacer que te quiten la Marca?
—No —dijo Draco con gravedad.
Astoria golpeo sus uñas largas y pulidas contra su mentón.
—Intentaremos disimularlo con maquillaje —dijo.
—Así que no estás enojada porque rompamos —dijo Draco.
—¿Hmm? Oh, no, estoy muy enojada. Hay algo que quiero que hagas a cambio.
Draco se rio.
—Por supuesto que lo hay. ¿Qué es?
—Hay una chica de quinto año que está siendo molestada. Estoy en el proceso de… renovar su imagen. Debes llevarla a dar un paseo largo y muy visible por los terrenos y decirles a tres personas diferentes en voz alta en la sala común de Slytherin que crees que es bonita.
“Podría haber sido peor”, reflexionó Draco, mientras él y la niña de quinto año caminaban alrededor del lago. La chica, Michelle, era increíblemente torpe. Miró con avidez a Draco durante toda la hora que pasaron juntos. Pero Astoria había evaluado correctamente el impacto que tendría en el estatus de Michelle. Al final de la semana, Michelle estaba de vuelta en el redil, ya no era una paria.
No mencionó la ruptura a Harry, Ron y Hermione. Le preocupaba que preguntaran por qué. Le preocupaba decir por qué.
Mientras tanto, Astoria no perdió tiempo en decirle a Mirth que Draco estaba enamorado de Harry.
—Pero te odia —dijo Mirth.
—Sí, gracias, Mirth —dijo Draco.
—Pasa mucho tiempo contigo —dijo Astoria. Estaban en la biblioteca, pero Draco había lanzado el ingenioso hechizo de privacidad que Harry siempre usaba.
—Él sabe cómo me siento —dijo Draco— Lo besé, después de la fiesta del octavo año.
Astoria hizo un sonido de desaprobación entre dientes.
—Eso no lo puedes saber —dijo.
—No, lo deduje, nena —dijo Draco.
Mirth se rio. Mirth seguía riéndose. Desde que Draco le dijo que él y Astoria habían terminado, había estado de un humor maravillosamente alegre.
—¿No vas a elaborar un plan extravagante para atrapar a Potter? —preguntó Draco. Astoria lo inspeccionó pensativamente.
—No —dijo ella— Sigue haciendo lo que estás haciendo —ella sonrió, mostrando todos su dientes blancos y limpios— Mirth y yo no volveremos a mencionarlo, ya que te hace sentir muy incómodo.
—¿No lo haremos? —preguntó Mirth.
—No —dijo Astoria— Estamos respetando la privacidad de Draco.
Draco la fulminó con la mirada.
—No confío en ti sobre nada, lo sabes.
—Eso parece muy injusto —dijo Astoria suavemente.
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...CONTINUARÁ...