
CAPÍTULO 15
«——————————»
CAPÍTULO 15
«——————————»
.
«—-—-—-—-—-DM—-—-—-—-—-»
—Tienes que perdonarme algún día —dijo Astoria, trotando para seguirle el ritmo mientras caminaba por un pasillo con Potter a su lado.
—No todavía. Suplica más —dijo Draco.
—Tenía que hacerse —dijo Astoria— La gente pensaba que estabas amargado por perder.
—Estoy amargado por perder —dijo Draco— Potter, ¿La hechizarás por mí?
—No soy tu guardaespaldas —dijo Potter.
—Solo mi guardia. Entiendo —dijo Draco. Potter se burló, pero no lo negó.
—Bien —dijo Astoria— Bésame.
Draco se detuvo, puso los ojos en blanco y la besó en los labios. A decir verdad, ya ni siquiera estaba enojado con ella. Era el tipo de traición a la que estaba acostumbrado; personas que lo manipulaban porque lo amaban y pensaban que sabían más. El amor era manipulador, tal vez. Y no iba a recibir una mejor oferta por el resto de su vida que casarse con Astoria.
—Eres un horror —dijo.
—Mirth te echa de menos —dijo— ¿Cuándo volverás a comer con nosotras?
—El próximo siglo —dijo Draco. Potter, se dio cuenta, se había detenido cuando Draco besó a Astoria. Se paró pacientemente al lado de Draco, con la mano en la correa del hombro de su bolso, con los ojos bajos.
—¿Te importaría que no coma contigo? —preguntó, más tarde, en pociones.
—¿Por qué importaría, si no lo hicieras? —preguntó Potter— Pásame el cuerno de narval triturado, ¿Quieres?
—Potter, tonto, todavía no lo hemos revuelto diez veces en el sentido contrario del reloj.
Potter realmente era pésimo en pociones. Si no fuera por la ayuda de Draco, ya habría hecho llorar a Slughorn. Parecía tan brillante, en sexto año, aunque Draco estaba 90% seguro de que había estado haciendo trampa.
Potter revolvió el caldero diez veces en el sentido contrario a las manecillas del reloj y luego Draco añadió el cuerno de narval.
—Importaría —dijo Draco, como si no hubiera pasado tiempo— Sabes que lo haría.
El rostro de Harry parecía extrañamente frío.
—Porque me lo debes —dijo.
—Si —dijo Draco.
—No me importa con quién comes, Malfoy.
Así que Draco comió su siguiente comida con Mirth y Astoria, no porque quisiera, sino porque no quería quedarse más tiempo de lo esperado.
Habían sido agradables, los Gryffindors. Tenía que concedérselo a Astoria. Desde la fiesta, todo el mundo había sido perfectamente encantador con él. Algo condescendiente, como la simpatía suave y agresiva de Parvati, pero algo era simplemente… agradable. Dean se sentó en su cama durante media hora una noche, explicándole las reglas de un juego muggle llamado futbol. Draco había comenzado a jugar ajedrez con Weasley un par de veces a la semana, lo cual era surrealista. Pero a Draco le gustaban estas maneras de hablar sin hablar. También le gustaba, aunque lo llenaba de profunda humillación, la determinación de Hermione de conseguirle “ayuda”.
—No lo haré, Granger. Es una causa perdida.
Hermione lo miró por encima de su taza de té. Iban a acostarse temprano. Té y galletas en la sala común. Draco nunca habría soñado que disfrutaría algo como el té y las galletas de la tarde con Weasley, Potter y Granger, pero aquí estaba. Tampoco había pensado que sería huérfano y casi indigente a los dieciocho años. “Sic transit gloria mundi”, como le gustaba decir a Astoria. “Entonces la gloria del mundo”.
—No hay vergüenza en…
—No se trata de vergüenza —dijo Draco, aunque definitivamente lo era, en parte— No voy a ir con Madam Promfey y decirle que mi cabeza está arruinada.
—Ese no es el término clínico —dijo Hermione.
—Escucha. Entiendo que algunas personas tienen una gran vida en la que todo va bien, y de repente la depresión desciende sobre ellos como una gran nube negra, y es necesario llamar sanadores para reparar el equilibrio. Pero este no es el caso, ¿Cierto? Tengo muy buenas razones para querer suicidarme. Si fuéramos romanos, ya me habrías pasado el cuchillo.
—¡Ah! —dijo Hermione, como si acabara de probar su punto— Pero no es un cuchillo lo que usarías, ¿Cierto? Saltarías.
Harry estaba junto a Draco en el sofá junto al fuego. Sus muslos se tocaban. Le costaba concentrarse, porque cada vez que Harry movía la pierna, todo el cerebro de Draco se concentraba en el movimiento.
—¿De qué hablaban antes de la Operación Rescatar a Draco? —preguntó Draco.
—Aun de ti principalmente, siendo sincero —dijo Ron— Solo que era Harry, diciéndonos que estabas tramando algo.
—Cállate —dijo Potter, alejando bruscamente su pierna de la de Draco. Draco sintió que su corazón se contraía. ¿Potter seguía pensando realmente que estaba planeando algún tipo de maldad?
Por supuesto que sí.
—He obtenido permiso para que te conviertas en un Animago —dijo Hermione, entregándole a Draco un formulario elaborado.
—¿Disculpa qué?
—Un pájaro Animago. No especifiqué qué tipo de ave. Pero puedes decidir eso más tarde.
—¿Está ebria? —Draco le preguntó a Ron.
—Es simplemente ella siendo ella —dijo Ron, quien claramente pensó que estaba siendo sutil sobre la mano que tenía en el muslo de Hermione.
—Si eres un ave Animago, siempre puedes salvarte a ti mismo —dijo Hermione— Sería como una red de seguridad.
—Lo consideraré —dijo Draco para hacerla callar. Era una idea ridícula. Aparte de cualquier otra cosa, sospechaba que funcionaría, y no le gustó cómo sonaba eso. Si iba a suicidarse, no quería darse opciones de retractarse.
—Quiero que lo hagas —dijo Potter, de repente. Estaba mirando el fuego. Cuando sintió que Draco lo miraba, giró la cabeza.
—Bueno, entonces —dijo Draco, después de una larga e incómoda pausa— Lo que el salvador quiera, el salvador lo consigue. Me convertiré en un Animago.
Hermione estaba evidentemente sorprendida por esta declaración abrupta.
—Maravilloso —dijo ella— Ya he sacado algunos libros de la biblioteca para empezar. Por supuesto, no debes contárselo a nadie. Sería preferible que la prensa no se enterara.
—¿Cómo conseguiste que el Ministerio me diera permiso? —preguntó Draco.
—No fue un problema —dijo Hermione alegremente— Simplemente no alardees al respecto. Y empieza a pensar en que ave te gustaría ser.
—No digas pavo real —dijo Potter.
Una imagen brilló ante Draco de los pavos reales muertos en su césped y se estremeció.
—No iba a hacerlo —dijo. La pierna de Potter cayó contra la suya de una manera que parecía bastante conciliadora— Me gustan las golondrinas —dijo Draco.
—¿Golondrinas? —dijo Hermione.
Draco dejó que sus ojos se dirigieran a la ventana de la sala común.
—Son rápidas —dijo.
—De acuerdo. Bueno, es bueno que ya sepas lo que quieres. Harry, Ron, será mejor que se pongan a pensar en sus animales.
—¿Qué? —dijo Ron, pareciendo despertar del estupor en el que se había hundido, viendo hablar a Hermione.
—Todos lo haremos —dijo Hermione— También podemos. Creo que es mejor si todos elegimos pájaros. Elegí un cisne, porque puede ser una ventaja saber nadar.
—Seremos como los Merodeadores —dijo Harry, su voz bajando. Draco no tenía idea de lo que estaba hablando— Pero en el cielo.
—Sí —dijo Hermione en voz baja— Yo también pensé eso —ella y Potter compartieron un momento intenso e impenetrable. Draco se compadecía de quienquiera con quien terminara Potter: ¿Cómo conseguiría ser más que un extraño?
Él sabía qué ave sería Potter.
Había mirlos en el árbol fuera de su dormitorio en la Mansión. Antes de que el Señor Oscuro se mudara, lo despertaban todas las mañanas con su alegre canto. Dejaron de venir cuando Draco se convirtió en mortífago, casi como si supieran. Su ausencia marcó el final de todo. Nunca volvieron.
—No quiero ser un pájaro —se quejó Ron— ¿No puedo ser, como, un león, o algo así?
—Muy discreto —dijo Hermione— Estoy segura de que nadie se dará cuenta si un león comienza a deambular en el Callejón Diagon.
—Te sentirás excluido, si todos podemos volar y tú no —señalo Harry. Draco se tambaleó ante la idea de él siendo parte de ese “todos”.
—Será mucho trabajo —dijo Draco.
—Te las arreglarás —dijo Hermione alegremente— Esta bien. Ahora que está resuelto, creo que deberíamos acostarnos temprano. Comenzaremos mañana por la mañana en nuestro periodo libre.
Ron gimió.
—¡Pero es nuestro tiempo libre!, Hermione, ¡Para no hacer nada!
—Hay placer en el trabajo. ¡Buenas noches! —dijo Hermione, besando a Ron firmemente en la boca. Harry, Ron y Draco subieron a su dormitorio, Ron y Harry caminaron dos pasos delante de él. Draco se contuvo un poco; no quería sentirse “de trop17”. Pero Ron se dio la vuelta cuando llegaron a la puerta del dormitorio y puso su brazo alrededor de los hombros de Draco.
—Espero que me den algo de crédito por no hacer bromas sobre hurones antes —dijo.
—Parece como si estuvieras tratando de decir una ahora —dijo Draco, alejándose del agarre de Ron, aunque le agradaba bastante (era increíble lo vacío que te sentías, después de que no te habían abrazado por un tiempo; Draco a veces se preguntaba cómo había logrado Potter pasar toda una infancia llena de ese sentimiento vacío).
—Sí, pero le prometí a Hermione que no haría nada frente a ella —dijo Ron— Y fue malditamente difícil.
Draco conjuró una pequeña estrella dorada y se la entregó.
—Gracias —dijo Ron, y se metió en la cama.
«—-—-—-—-—-HP—-—-—-—-—-»
.
Era la primera vez que Harry lo escuchaba desde que Draco confesó tener pensamientos suicidas en la fiesta. El jadeo que atravesó el arrullador silencio de cinco chicos durmiendo. Harry despertó. Tenía el sueño ligero, desde esos meses acampando.
Espero. Draco siempre hacía lo mismo. Calmaba su respiración, se levantaba de la cama y salía de la habitación.
Excepto que, esta vez, no lo hizo. En su lugar, se acercó a la cama de Harry y abrió las cortinas de la cama.
—Sé que estás despierto —dijo.
—No, no lo estoy —dijo Harry, estúpidamente.
—¿Y bien? ¿No vas a seguirme?
Estaba delineado por la luz de la luna, pero Harry no podría ver su rostro.
—Hace frío, Draco. ¿No puedes simplemente…? —Harry movió las sábanas y se acercó.
Draco estaba muy quieto.
—¿Quieres que me acueste contigo? —preguntó.
—Jesús, Malfoy. No así —dijo Harry, aunque su pene definitivamente lo decía así, exactamente así.
Draco vaciló, luego, como un milagro, o un universo paralelo, se metió debajo de las sábanas.
—¡Mierda! ¡No me toques con los pies! —dijo Harry. Draco los presionó más firmemente contra las pantorrillas de Harry.
—Estás caliente —dijo.
—Son como el hielo —dijo Harry, tratando de escapar. Pero no sirvió de nada y, de todos modos, el hecho de que lo estuvieran congelando apenas pesaba contra el hecho de que eran de Draco.
Draco apoyó la cabeza en la almohada de Harry y se subió el edredón hasta la barbilla. Los ojos de Harry se habían acostumbrado a la luz, y ahora podía distinguirlo más claramente.
—¿Cómo supiste que estaba despierto? —preguntó.
—Tú respiras diferente cuando estás dormido —dijo Draco. Cerró los ojos— Quiero decir, uno. Uno respira diferente. No tú, específicamente.
—No duermo tan profundamente desde el año pasado —dijo Harry.
—Ah. Así que te afecto, después de todo.
Harry se erizó.
—Por supuesto que malditamente me afectó. Morí.
Draco puso una mano ligera sobre su hombro y luego la retiró rápidamente.
—No quise decir eso —dijo— Solo que tienes, realmente tienes tu mierda resuelta.
Harry se rio.
—Realmente no es cierto.
Se quedaron en silencio por un minuto. Draco parecía estar tratando de calmar su respiración, todavía.
—¿Fue una explosión, otra vez? —preguntó Harry.
—Sí —dijo Draco.
—¿Quieres, eh, hablar de eso?
—Preferiría morir —Draco se rio— Aunque eso no es decir mucho.
Harry pensó que era mejor distraerlo de ese tren de pensamientos.
—¿Qué crees que harás después de Hogwarts? —preguntó.
Draco rodó sobre su espalda. Sus pies se alejaron de las pantorrillas de Harry.
—No lo sé —dijo— Me imagino que Astoria tiene un plan para mí.
—¿Y simplemente lo seguirás?
Draco lo miró.
—Soy un seguidor nato —dijo.
—¿Qué quieres hacer, sin embargo? —preguntó Harry.
Draco parpadeó varias veces hacia el dosel.
—Igual que tú —dijo, finalmente— Volar.
Harry sonrió.
—Así que ven a volar por los Cawdors conmigo. Están buscando un nuevo cazador.
Draco se giró lentamente para mirarlo. Había algo cautelosamente esperanzado en su expresión.
—¿Qué? —preguntó.
—No he decidido con certeza a dónde quiero ir, pero si te reclutan y quieres ir, hace que todo sea más fácil, ¿No?
La expresión de Draco cambió.
—Supongo que sería más conveniente —dijo.
—¿Sí? —dijo Harry— Por supuesto. Sería bueno para nosotros volar en el mismo equipo, por una vez.
Draco le dio una sonrisa tensa.
—Hablaré con Astoria —dijo.
—Sí, hazlo —dijo Harry, preguntándose qué estaba haciendo exactamente. Era un comportamiento masoquista conseguir un trabajo en el que estaría obligado a suspirar por su colega que pronto se casaría.
Aun así, él no era ignorante. Sabía que dificultades enfrentaría Draco para encontrar empleo después de Hogwarts. Si Harry pudiera conseguirle su primer trabajo, toda su carrera sería más fácil. Harry siempre podría dejar a los Cawdor. Él solo quería ayudar. Y estar cerca de Draco. Y volar con él. Y besarlo, carajo.
—Me iré a la cama —dijo Draco, comenzando a sentarse. Harry lo detuvo de la muñeca.
—Duerme aquí —ordenó. Draco le dio una mirada inescrutable, asintió y se acostó. Harry soltó su muñeca.
—Buenas noches, entonces —dijo Draco.
—Buenas noches —dijo Harry.
Ninguno de los dos durmió durante mucho tiempo, ambos se mantuvieron en silencio en la oscuridad.
.
.
.
...CONTINUARÁ...