CAPÍTULO 11
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CAPÍTULO 11
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—¡Draco! —dijo Harry, el alivio lo recorrió. Draco no estaba en el mapa, así que Harry había ido a buscar en la Sala de Menesteres. Incluso con su nueva tranquilidad, a Harry le había desconcertado poner su mano en la pared que solía revelar la habitación y sentir que todavía estaba caliente.
Draco estaba con los ojos muy abiertos y despeinado.
—Te he estado buscando —dijo Harry— Queremos jugar un juego de Quidditch, y a los Hufflepuff les falta un Buscador.
—Gracias por hablar en su juicio —dijo Draco.
—Eh, ¿De quién?
Draco parpadeó varias veces, rápido.
—Lo siento —dijo— Greg. Goyle, quiero decir. Gracias. No tenías que hacerlo. ¿Por qué lo hiciste? Porque eres bueno, espero. Tengo que irme.
—¡Draco!
Harry puso una mano en el brazo de Draco. Draco dejó de intentar escapar, aunque todavía se veía pálido y con pánico.
Las piezas encajaron en su lugar en la mente de Harry: El hecho de que Draco había desaparecido del mapa. Su clara angustia. Goyle y el juicio.
—Acabas de regresar de visitarlo —supuso. Draco asintió.
—¿Cómo estaba? —preguntó Harry.
—No estaba en muy buen estado, si soy honesto contigo —dijo Draco, tratando de alejar su brazo del agarre de Harry. Pero Harry se aferró más fuerte.
—Ven a jugar quidditch —dijo— Deja de pensar en eso. Dejaré que me ganes.
Algo chisporroteó en los ojos de Draco, como Harry sabía que sucedería.
—¿Dejarme ganar?
—Vamos —dijo Harry— Nos falta un Buscador. Hanna Abbott jugara si no lo haces.
—Eso es una burla —dijo Draco débilmente.
—Lo es. ¿Jugaras? Será divertido.
Draco parecía desconcertado. Miró por encima del hombro.
—Yo… yo tenía… planes —dijo.
—Dile a Astoria que venga a mirar —dijo Harry, negándose a dejar que la decepción tiñera su voz.
—¿Astoria…? No, eso… —Draco miró por encima del hombro de nuevo, hacia la ventana. Afuera había un cielo azul hermoso y fresco, con la mitad de las torres de Hogwarts dibujadas en él— … ¿Ahora? —preguntó Draco, un poco desesperado.
—Ahora. Vamos, todos están esperando en los vestuarios.
Draco soltó una risa repentina, ligeramente maníaca.
—Está bien —dijo— ¿Por qué no?
Harry sonrió.
—Excelente. Y me retracto de dejarte ganar. Te voy a aplastar.
—Sigue soñando, Potter —dijo Draco, pero su corazón no estaba en eso.
—¿Estás bien? —preguntó Harry, cuando se acercaban a los vestidores. Draco sonrió de manera poco convincente.
—Mejor que nunca.
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Fue evidente para Draco en el instante en que llegaron que había sido idea de Harry que Draco se uniera al equipo de Hufflepuff. Los Hufflepuff lo miraron y no lo dejaron unirse en su grupo.
Draco apenas se dio cuenta. Su cabeza daba vueltas. Dio una patada desde el suelo y sintió el viento a su alrededor, vio cómo el suelo se alejaba. Estaba seguro en su escoba, tan seguro que no podía caerse sin que alguien se diera cuenta de que lo estaba haciendo a propósito, lo que de alguna manera le pareció desagradable. Así que simplemente voló más alto y más alto, disfrutando de lo frío que se volvía el aire mientras subía. Potter estaba muy por debajo de él, y probablemente haciendo un mejor trabajo buscando la snitch. Tenía que estarlo, dado que Draco no estaba buscando en absoluto. Solo se preguntaba si Misty lo perdonaría. ¿Lo habría perdonado? Todavía no había decidido si su intento había sido cancelado o pospuesto.
Potter se veía bien en su escoba. Potter se veía bien todo el tiempo. Potter era bueno. Qué alegría debe ser, pensó Draco, saber que añadiste valor al mundo.
“Antes era más divertido”, reflexionó.
Vio a Smith hacerlo. Vio a Smith mirarlo, apuntar y golpear la bludger directamente hacia él. Vio la bludger venir desde millas de distancia. Habría sido fácil esquivarlo. Instintivo, incluso.
En cambio, se armó de valor, quitó las manos del mango de la escoba y dejó que la bludger lo derribara.
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...CONTINUARÁ...