Traducción: "Adventures Of A Suicidal Gentleman" de GallaPlacidia

Harry Potter - J. K. Rowling
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Traducción: "Adventures Of A Suicidal Gentleman" de GallaPlacidia
Summary
Draco quiere suicidarse, pero está tratando de no ser dramático al respecto. Harry quiere acostarse con Draco, pero está tratando de no ser muy obvio al respecto. ¡Malentendidos! ¡Anhelo! ¡Dolor! Desprecio por uno mismo, pero ¿De una manera encantadora?Con Misty, la elfa doméstica que no acepta una mierda de nadie, una Astoria que tiene sus propios objetivos misteriosos, un Draco que está decidido a usar el humor para superar las cosas, y un Harry que no sabe lo que quiere, excepto tal vez tocar el lindo rostro de Draco.
Note
IMPORTANTE: La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia “ADVENTURES OF A SUICIDAL GENTLEMAN” . Quien ha eliminado su cuenta en esta plataforma, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo. Nota de GallaPlacidia en la versión original: ¡Únanse a mi boletín de newsletter.gallapod.com! Notas de la traductora: Enlaces de contacto a Gallaplacidia: Gallapod.podbean Y newsletter.gallapod Fanfics de Gallaplacidia Descargados La Portada utilizada en esta historia es una edición hecha por mí, utilizando una variedad de imágenes de internet. LA UTILIZACIÓN DE CADA IMAGEN ES SIN FINES DE LUCRO.
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CAPÍTULO 9

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CAPÍTULO 9

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Cuando Harry le sonrió a Draco a la mañana siguiente en el desayuno, Draco no le devolvió la sonrisa. Él solo hizo una especie de mueca burlona y confundida y desvió la mirada. Pero Harry no se desanimó. El hecho era que Draco había estado defendiendo a un elfo doméstico. Y se había disculpado con Harry.

 

Fue agradable pensar que la gente podía ser dimida. Le dio a Harry una sensación cálida y brillante. Aunque la mayoría de las cosas le daban esa sensación, ahora: una sensación de novedad, de primavera, de despertar.

 

Sin embargo, cuando quiso juntarse con Draco en Defensa Contra las Artes Oscuras, descubrió que Parvati Patil se le había adelantado.

 

   —Trabajare contigo, Harry —dijo Padma. Pasó los primeros diez minutos de la lección enviando miradas encubiertas a Draco y Parvati.

 

Cuando Harry trató de lanzarle Legeremens a ella, ella simplemente apartó la cabeza, suspirando.

 

   —Él es tan melancólico —dijo.

 

   —¿Quién? —preguntó Harry, aunque estaba bastante seguro de que lo sabía.

 

   —Draco, por supuesto —dijo Padma— Él está tan roto y con problemas. ¿No crees?

 

Harry, que pasaba la mitad de sus noches mirando el nombre de Draco en el Mapa del Merodeador mientras Draco languidecía en ese nicho en el sexto piso, no tenía muchas ganas de hablar sobre los pensamientos de Draco.

 

   —No realmente —dijo.

 

   —Chicos —dijo Padma, desdeñosamente. Miró a Draco y suspiró de nuevo— Desearía que no estuviera con Astoria.

 

   —¿Ellos están saliendo? —preguntó Harry. Padma asintió con tristeza.

 

   —Seamus los vio besándose detrás de la estatua de Julian de Norwich13 en la Torre Este.

 

   —No significa que estén saliendo —dijo Harry, dándose la vuelta para mirar al mismo Draco. Los labios de Draco estaban dibujados en una línea dura. Parecían completamente intocables y, sin embargo, Astoria Greengrass los había besado.

 

   —¡Legeremens! —dijo Padma, y Harry se agachó. Todavía no podía hacer ni una mierda de Oclumancia.

 


 

Draco salió de Defensa con un humor imponente.

 

   —¿Qué sucedió? —Padma le preguntó a Parvati, quien se acercó a donde Harry estaba guardando sus libros de texto muy lentamente para poder escuchar lo que Parvati tenía que decir.

 

   —Pobre chico —dijo Parvati— Lo golpeé con Legeremens y surgieron todos estos recuerdos de su madre, así que le pregunté si la extrañaba y realmente creo que quería llorar, ¡Pero se detuvo porque no quería ser vulnerable!

 

   —No le preguntes cosas así —dijo Harry— ¿No puedes ver que está tratando de mantener la compostura?

 

Padma y Parvati se derritieron.

 

   —Ohhhh —dijeron.

 


 

   —Sí, he notado que ha habido un cambio de opinión sobre él —dijo Hermione, esa noche en la cena— A la mitad de la escuela les fascina él, ahora.

 

Ron parecía indignado.

 

   —¡¿Por qué no le fascina Harry?!

 

   —La otra mitad sí —dijo Hermione— Hasta donde puedo decir, eliges un bando. O quieres que un héroe valiente te rescate… te estás sonrojando, Harry… o quieres a un chico malo destrozado y con problemas que reparar.

 

   —Draco no necesita arreglos —dijo Harry, su mirada vagando hacia la mesa de Slytherin. Draco se estaba riendo de algo que Mirth había dicho, aunque parecía enojado por eso. Astoria lo miraba con expresión calculadora.

 

   —Dime que todavía no te gusta —dijo Ron.

 

   —No —dijo Harry— Definitivamente no.

 

   —Porque todavía es un imbécil —dijo Ron.

 

   —No sé; se disculpó —dijo Harry. Draco se apartó el cabello rubio de los ojos. Al otro lado de la mesa, Harry escuchó a Parvati suspirar ruidosamente.

 

   —Él no se disculpó conmigo —dijo Ron— ¡Yo soy al que él envenenó! Todavía no te puede gustar, Harry.

 

   —No —dijo Harry— Me excita su cuerpo sexy y me intriga su carácter cambiante.

 

Ron gimió.

 

   —Harry… ¿Estás pensando en salir con él? —preguntó Hermione.

 

Draco pareció sentir de repente los ojos de Harry sobre él. Miró hacia arriba. Harry apartó rápidamente la mirada.

 

   —Está saliendo con Astoria Greengrass —dijo— Ni siquiera sé si le gustan los chicos.

 

Hermione lo estaba observando con algo cercano a la lástima.

 

   —Realmente te gusta él —dijo ella.

 

   —No más que a todos los demás, aparentemente —dijo Harry, sintiéndose repentinamente desesperado. Literalmente no tenía ninguna razón para creer que Draco lo veía como algo más que un doloroso recuerdo de su angustioso pasado— Escucha, ¿Podemos no hablar más de eso?

 

   —Amigo, tú lo mencionaste —dijo Ron.

 


 

Draco se apresuró al lado de Harry en Transformaciones.

 

   —Trabaja conmigo —dijo, sus ojos recorriendo la habitación. Parvati se dirigía directamente hacia él.

 

   —Claro —dijo Harry— ¿No la pasaste bien con Parvati en Defensa esta mañana?

 

Draco resopló.

 

   —No sé cómo lidiaste con eso, todos esos años —dijo, en voz baja— Un chico de cuarto año me invitó a salir en las duchas esta mañana. Él toco la puerta para preguntar.

 

   —¿Vaya? ¿Y qué le dijiste tú? —preguntó Harry inocentemente.

 

   —Le dije que se perdiera, obviamente. Tenía catorce años.

 

   —Y un chico —dijo Harry.

 

   —Eso era lo único que tenía a su favor —dijo Draco, luego se congeló, luciendo como si deseara poder retractarse de las palabras.

 

Mientras tanto, Harry había transfigurado accidentalmente a su gatito en un hurón.

 

   —Bueno, eso parece personal —dijo Draco, transfigurándolo de nuevo— Y si recuerdas, estamos tratando de envejecer al gato, no de cambiarlo.

 

   —Lo siento. Eh… ¿Te gustan los chicos?

 

Draco no respondió por unos minutos. Logró prenderles fuego a los bigotes de su gatito.

 

   —Shhhh —dijo, acercando la diminuta y maullante criatura a su barbilla— Pobrecito. Vas a estar golpeándote con cosas durante semanas, ¿No?

 

La vista de Draco Malfoy, homosexual potencial, abrazando a un gatito y susurrando consuelo en su pelaje, estaba haciendo cosas malas en el cerebro de Harry.

 

   —Sí —dijo Draco, volviendo a colocar al gatito en su escritorio— Respondiendo a tu pregunta.

 

Harry sonrió.

 

   —Oh, genial, yo también —dijo.

 

   —¿Tú qué? —dijo Draco.

 

   —Uh, bueno, me gustan los ambos.

 

Pero entonces la Profesora McGonagall empezó a hablar, y ninguno de los dos habló por el resto de la clase.

 


 

Pasó una semana en la que Harry tenía tanta tarea que no había tiempo para pensar en Draco y su sexualidad.

 

   —Es una locura. Acabamos de ganar una guerra —dijo Ron— Uno pensaría que nos dejarían holgazanear un poco.

 

   —No tenías que volver —dijo Hermione pasándose una mano por su cabello revuelto— ¡Estamos aquí para trabajar, después de todo!

 

A Harry no le importaba el trabajo. A Harry no le importaba nada. Harry estaba allí solo para el viaje, y se lo estaba pasando en grande.

 


 

Se despertó con un sonido familiar: Draco jadeando para despertarse. Hacía esto unas cuantas veces a la semana. Harry esperó y escuchó. Escuchó a Draco quedarse quieto por un minuto, luego levantarse de la cama y salir del dormitorio.

 

“Probablemente quiera estar solo”, pensó Harry. “Definitivamente no quiere hablar conmigo”.

 

Pero luego pensó en esa disculpa. Apenas habían hablado desde entonces. Había algo bastante frágil en Draco esa noche; algo delicado en sus bromas y miradas rápidas.

 

Harry se levantó de la cama y se dirigió al nicho del sexto piso.

 

Draco estaba inclinado hacia afuera de la ventana que Harry tuvo que controlar su instinto para arrastrarlo hacia atrás por el cuello de su pijama de manga larga.

 

   —Te caerás si no tienes cuidado —dijo, quitándose su capa de invisibilidad.

 

Draco sacudió su cabeza hacia adentro.

 

   —¡Salazar! —él dijo. Luego, cuando vio quién era— Claro que estás aquí.

 

   —Puedo irme —dijo Harry.

 

   —No, está bien —dijo Draco. Sus manos temblaban ligeramente mientras se echaba el cabello hacia atrás. Su cara estaba mojada por la lluvia— Solo estaba siendo un idiota miserable.

 

   —¿Por qué vienes aquí? —preguntó Harry, acercándose. Draco se hizo a un lado y le hizo un gesto a Harry para que mirara por la ventana. Allí, seis pisos más abajo, estaban los Claustros.

 

   —Oh —dijo Harry.

 

   —Es lo más cerca que puedo estar.

 

   —Quieres decir… ¿Que no vas a los Claustros, en caso de que la gente descubra que está enterrada allí?

 

   —Me gustaría que tú y yo pudiéramos tener una sola conversación que no fuera sobre algo horrible —dijo Draco, deslizándose hasta el suelo— Sí. No visito la tumba de mi madre para que la multitud de personas que me odian por los crímenes de guerra que cometí se venguen con sus restos.

 

   —Realmente no pienso en la guerra —dijo Harry, sentándose también— Pienso en Quidditch, principalmente.

 

Draco estiró sus largas piernas frente a él.

 

   —¿Quidditch? —preguntó. Había alrededor de un pie entre ellos. Hacia muchísimo frío.

 

   —Sí —dijo Harry— Pienso en jugar, después de Hogwarts. Los Tornados me han ofrecido…

 

   —¿Lo hicieron? Son buenos —dijo Draco.

 

   —Sí, no, estoy realmente halagado. Pero la formación del equipo; han estado en las mismas posiciones durante una década.

 

Draco asintió.

 

   —También tienen un gran Buscador con Midwich —dijo— Grandes zapatos que llenar.

 

   —Sí, exactamente —dijo Harry— Y entre tú y yo, Midwich podría volver. Solo se retiró porque quería pasar tiempo con sus hijos.

 

   —Estúpido de su parte —dijo Draco.

 

Harry se rio.

 

   —Así que también estoy considerando a los Cawdors14. ¿En Inverness15?

 

   —Esas son las ligas menores, Potter.

 

   —Sí, lo sé, pero tendría más posibilidades de influir en el equipo.

 

Draco sonrió.

 

   —Eres un tirano, Potter. Has probado el poder como capitán y no quieres renunciar a él.

 

   —Sí, tal vez —se rio Harry— No sé. Realmente no me importa dónde termine. Será bueno, donde sea.

 

Draco se movió incómodo contra el frío suelo de piedra.

 

   —“¿Será bueno, donde sea?” —él repitió.

 

   —Oh. Sí. Estoy teniendo una especie de... Felicidad Renacida.

 

Draco lo miró como si estuviera tratando de abrir a Harry.

 

   —¿Cómo?

 

   —Eh… supongo que he estado preocupado por lo mismo desde que tenía once años. Y ahora no lo estoy. Y cada vez que recuerdo que ha terminado, me llena una intensa oleada de gratitud… lo siento, estoy divagando.

 

   —Está bien —dijo Draco rápidamente.

 

   —A veces me siento culpable, pero principalmente estoy tan aliviado. Todo es fácil, en comparación con antes.

 

Draco lo miraba con expresión feroz y hambrienta.

 

   —Eh —dijo Harry, mirándose las rodillas— Lo siento. No necesitabas oír hablar de toda mi vida anterior.

 

   —Yo pregunté.

 

Harry volvió a mirarlo. Sus ojos se encontraron. Harry deseaba no seguir encontrándose con Draco cuando Draco estaba húmedo. Todavía había gotas de lluvia goteando de su cabello rubio helado sobre la fina tela de su pijama.

 

   —Escucha —dijo Harry— Podríamos hacer todo, yo acechándote. O podríamos simplemente, ya sabes… pasar el rato de vez en cuando.

 

   —¿Pasar el rato? —preguntó Draco, sin comprender.

 

   —Tengo curiosidad sobre ti —dijo Harry.

 

Draco apartó la cabeza. Su nariz era larga y delgada. Terminaba en una punta.

 

   —Lo que creas que es más fácil —dijo.

 

   —No tenemos que hacerlo —dijo Harry, mortificado— ¿Si no quieres?

 

   —No estoy tramando nada, Potter. Sé que no tienes motivos para creerme, pero en realidad no lo hago.

 

   —¡No dije que lo hicieras!

 

Draco suspiró y se llevó las manos a los ojos.

 

   —¿Cómo es que tú y Ginny rompieron? —preguntó.

 

   —¿Qué?

 

   —Estamos pasando el rato, pensé —dijo Draco— ¿O es algo unilateral? Ya te he dicho que responderé a todas tus preguntas. Pero no estás pidiendo nada.

 

   —No, no es unilateral, puedes preguntar cosas. Eh, ella está enamorada de Neville.

 

   —¿Longbotton?

 

   —Sí —dijo Harry.

 

   —¿En lugar de ti?

 

   —Aparentemente —dijo Harry, su corazón acelerado ante la clara indignación en la voz de Draco.

 

Draco torció la boca.

 

   —Bueno, supongo que se hizo valer después de la pubertad —dijo, inseguro— Aun así, es un extraño giro de los acontecimientos.

 

   —No me importa —dijo Harry.

 

Draco le dio una mirada que Harry casi podría haber llamado afectuosa.

 

   —De acuerdo. No te importa nada —dijo.

 

   —Me importan algunas cosas —dijo Harry. Dejó que sus ojos se posaran en los labios de Draco.

 

Pero Draco no vio. Había cerrado los ojos, apoyando la cabeza contra la pared y llevando las rodillas al pecho.

 

   —¿Estás bien? —preguntó Harry. Las cejas de Draco se juntaron solo una fracción, pero el efecto fue de una tristeza profunda y desgarradora.

 

Draco abrió los ojos.

 

   —Solo me preguntaba qué habrá para el almuerzo mañana —dijo a la ligera. El viento que entraba por la ventana le revolvía el cabello empapado; el viento que soplaba sobre los Claustros.

 

   —¿Por qué no tomas prestada mi capa? —dijo Harry.

 

   —¿Tu capa?

 

Harry le pasó la capa de invisibilidad.

 

   —Entonces podrías ir a los Claustros, y nadie te vería —explicó. Draco se puso de pie lentamente, desplegando con reverencia los resbaladizos pliegues de la capa de invisibilidad.

 

   —Pero… ¿Cómo sabrás si estoy preparado para…? —respiró hondo— El mapa. Todavía tendrás el mapa.

 

Harry no tenía idea de lo que estaba hablando.

 

   —Pruébala —dijo. Draco le lanzó una mirada extraña e ilegible, luego se cubrió con la capa, volviéndose repentinamente invisible, excepto por sus pies. Era demasiado alto.

 

   —Wow —respiró— ¿Y no puedes verme?

 

   —Tus pies —dijo Harry— Tendrás que agacharte.

 

Los pies de Draco desaparecieron. Entonces todo él reapareció mientras se quitaba la capa.

 

   —¿Por qué me la prestas? —preguntó.

 

Harry se encogió de hombros y trató de sonar casual.

 

   —Se la prestó a mis amigos —dijo.

 

Para su sorpresa Draco no reaccionó a esa declaración como si fuera la innovadora rama de olivo que Harry sintió que era. En cambio, sus labios se afinaron y asintió concisamente.

 

   —Entendido —dijo— Gracias.

 

   —Hace frío —dijo Harry, después de una pausa incómoda.

 

   —Sí. Me estoy congelando las bolas. Volvamos a la cama —dijo Draco.

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...CONTINUARÁ...

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