
CAPÍTULO 7
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CAPÍTULO 7
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Draco fue arrancado de su sueño por una explosión ensordecedora. Se sentó de golpe en la cama, el terror surgiendo a través de él como una corriente eléctrica.
Todo estaba en silencio. Podía escuchar los sonidos de los Gryffindors durmiendo. El corazón le latía con fuerza en la cabeza y le temblaba la mano cuando se la llevó al cuello para comprobar el pulso.
Sabía que el sonido había estado en su cabeza. Era casi seguro que solo era su marca particular de locura sin diversión. Pero estaba en una habitación desconocida, con gente desconocida, en Hogwarts, donde les sucedieron cosas malas a los Malfoy.
Se levantó de la cama y fue a la sala común.
—Misty —dijo, y ella apareció con un fuerte crujido que lo hizo agradecer no haberla llamado en el dormitorio.
—Señor —dijo ella, claramente todavía medio dormida— ¿Desea algo?
—Yo… ¿Escuchaste un ruido?
La mirada que ella le dirigió estaba llena de decepción.
—No señor.
—Tal vez… tal vez no pudiste escucharlo, desde donde estabas —dijo.
—Espere aquí, señor —dijo Misty.
—No te vayas —dijo Draco, pero ella ya se había ido. Trató de estabilizar su respiración. Todo su cuerpo se estremeció con pequeños temblores.
—“Sé sensato” —se dijo a sí mismo— “¿Qué haría una persona sensata? Probablemente se sentarían ¿No?”
En cambio, fue a la ventana y la abrió de par en par. La Torre del octavo año estaba tan alta; segundo en altura sólo después de la Torre de Astronomía. Sacó la cabeza. El viento punzante azotó su cabello lejos de su cabeza. Hacía un frío espantoso, pero se sentía bien. Pensó que se sentiría aún mejor si tuviera el viento en todo el cuerpo; nadando en este.
—Té —dijo Misty, reapareciendo.
Draco echó la cabeza lentamente hacia atrás en la habitación y cerró la ventana. Se sintió más tranquilo. Misty dejó una bandeja sobre la mesa de café con una taza de té rojo y unas galletas de jengibre.
—¿No puedo dormir… donde tú lo haces? —preguntó Draco.
Misty negó con la cabeza.
—No es correcto, señor —dijo.
—Lamento haberte despertado.
—No está siendo un problema, señor —pero ella se quedó inmóvil ansiosamente mientras él sorbía su té. Parecía tan cansada. Intentó disminuir el temblor de sus manos.
—Me estoy cansando —mintió— Podría irme a la cama, ahora.
—Estoy feliz de quedarme despierta con usted, señor.
Draco bostezó.
—No, de verdad —dijo— Terminaré estas galletas y volveré a dormir.
—¿Usted…?... ¿Está seguro, Señor?
—Seguro como la orilla del mar. Lo siento por despertarte; nuevo lugar, eso es todo. Dormiré mejor mañana.
—Bueno… buenas noches, entonces, señor —dijo Misty.
—Buenas noches —dijo Draco, con lo que esperaba que fuera una sonrisa relajada, feliz y totalmente bien. Misty le devolvió la sonrisa y desapareció.
Draco miró las galletas y consideró comerse una, pero el proceso de masticar y tragar parecía francamente, un poco complicado. Como lo parecía todo. Todas las opciones, excepto el viento fuera de la ventana.
Soltó una risa repentina, sorprendiéndose a sí mismo. Ventana furtiva, actuando toda inocente y haciendo señas. Draco no iba a caer en la trampa. No iba a caer en absoluto.
Apuró su té y regresó a la cama.
Astoria le había guardado un lugar en el desayuno. Junto a ella había una chica de rostro hosco.
—Mirth —la presentó.
—Bueno, no puedo esperar hasta que todos seamos los mejores amigos —dijo Draco, con su mejor acento.
—Trata de no ser un idiota —dijo Astoria.
—Mirth le tendió la mano y Draco la sacudió torpemente sobre el pecho de Astoria.
—Soy nacida de muggles —dijo.
—Entonces tendré que matarte —dijo Draco con seriedad.
—Gracioso —dijo Mirth— Supongo que estamos atrapados con ese comediante, Astoria —Mirth miró a Draco con desagrado mal disimulado— Astoria tiene una erección por arreglar a la gente.
Draco frunció el ceño.
—No necesito arreglos.
—Esa no es la razón por la que estoy adquiriendo a este, en realidad —dijo Astoria suavemente.
—… ¡¿Adquirir?! —dijo Draco.
—Entonces, ¿Para qué lo quieres? —preguntó Mirth. Astoria miró a Draco de arriba abajo.
—Aún no lo he decidido —revolvió el cabello de Draco. Estaba tan asombrado que se olvidó de protestar— Supongo que hay algo fascinante en un ángel caído.
—No soy…
—Tú padre era un imbécil malvado —dijo Mirth. Astoria hizo un sonido de desaprobación.
Draco apartó la mirada de ellas, hacia la mesa de Gryffindor. Potter estaba untando mantequilla en una tostada con dedos seguros y fuertes. Su cabello era exactamente el mismo de siempre, negro azabache y desaliñado. Miró a Draco, y Draco desvió rápidamente la mirada.
—¿No estás de acuerdo? —preguntó Mirth.
Draco fingió, solo por un segundo, que era Harry Potter y no tenía mil cosas de las que avergonzarse. Solo estaba tratando de formular una respuesta audaz, al estilo de Potter, cuando habló Astoria.
—Me preguntó Mirth —dijo, más bien soñadoramente— Sí dentro de veinte años recordarás este momento y te alegrarás de haber aprovechado esta oportunidad para ser cruel.
Mirth se sonrojó furiosamente, miró su plato y murmuró:
—Lo siento, Draco.
Draco volvió en sí.
—¿Qué? ¿Por decirme que odia a mi familia? No te disculpes por eso —dijo Draco, consciente de que su voz sonaba débil e inestable. Estás en muy buena compañía. Algunas de las mejores personas de Gran Bretaña me han deseado la muerte.
Mirth se mordió el labio.
—Mi primo… he sido un poco idiota desde que lo mataron —dijo— Lo siento.
Draco captó su mirada y la sostuvo.
—Me identifico, con eso —dijo.
—Delineador de ojos —dijo Astoria.
—¿Qué? —preguntó Draco.
—Delineador de ojos. Te quedaría bien.
—Ohhh, sí —dijo Mirth— Vuélvete completamente gótico.
Draco miró a Astoria alarmado. Para su alivio, ella negó con la cabeza.
—No, no gótico —apartó el cabello de Draco de su rostro. Tocó su barbilla, sus pómulos, sus párpados. Cuando los abrió, vio a Potter observándolos, aunque al instante se giró y fingió estar muy interesado en algo que Longbottom estaba diciendo. Draco volvió a posar su mirada en Astoria, quien lo miraba con intensa concentración, tocándolo como él si fuera arcilla que ella quisiera moldear— No gótico —dijo Astoria de nuevo, tomando la barbilla de Draco en su mano y moviendo su cara de lado a lado— Byroniano9.
—Salud —dijo Draco. Astoria se rio.
—Es un poeta muggle. Oscuro, inquietante, problemático.
—No soy problemático —dijo Draco automáticamente.
Astoria soltó su rostro y volvió a su bebida.
—Vergonzosos secretos. Remordimiento. Depresión. Es muy sexy —dijo.
—No tengo vergonzosos…
—Yo estaría de acuerdo, si fuera tú —dijo Mirth— Si alguien puede cambiar tu reputación, es Astoria. ¿Recuerdas a Wanky10 Franky?
Para su sorpresa, Draco descubrió que sí recordaba. Wanky Franky era un desafortunado quinto año que era un poco raro. Su destino se había sellado cuando alguien declaró que siempre olía como si acabara de masturbarse.
—¿Sí? —dijo Draco.
—Está allí —dijo Mirth, señalando discretamente hacia abajo de la mesa, hacia donde una multitud de quinto año se reía a carcajadas por algo que acababa de decir un chico arrogante. Era Frank, se dio cuenta Draco. Wanky Franky, dirigiendo la corte.
—¿Cómo hiciste…? —le preguntó a Astoria.
—Fue un proceso de cuatro pasos —dijo Astoria— No es muy difícil.
—Se las arregló para que todos comenzaran a llamarlo El Enorme Frank, en lugar de Wanky —dijo Mirth.
—Lo siento, déjame aclarar esto —dijo Draco— ¿Quieres hacer… relaciones públicas para mí?
Astoria sonrió, mostrando todos su dientes perfectos y poco fiables.
—Oh, no —dijo ella— Solo quiero que la gente te entienda.
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—Es repugnante lo feliz que te ves ahora —dijo Ron. Harry sonrió.
—¡Ensayos! ¿Sabes cuántas veces el año pasado pensé que nunca viviría para escribir otro ensayo? —preguntó Harry. Estaban trabajando juntos en la biblioteca durante un tiempo libre.
—Sí —dijo Ron— Lo sé. Fue el lado positivo de morir joven.
Harry sonrió ante su libro de texto de Defensa contra las Artes Oscura. No pudo evitarlo. Estar de regreso en Hogwarts, combinado con saber que no tendría que tener algún tipo de enfrentamiento mortal al final del año, lo estaba poniendo profunda y fundamentalmente contento.
—Nadie está tratando de matarme —dijo Harry— Escribiré tantos ensayos como ellos quieran. Tengo tiempo.
—Malfoy todavía quiere matarte —dijo Ron, buscando una maldición en el índice de “Maleficios dolorosos para lastimar a tu ex”.
La sonrisa de Harry se marchitó.
—Sí, pero él no va a hacerlo —dijo.
Debido a que Ron y Hermione estaban terriblemente enamorados, ahora siempre hacían pareja en las lecciones. Ocurrió por primera vez en Pociones. En cuestión de segundos, todos los Gryffindors se emparejaron, dejando a Harry sin pareja. Draco se acercó a su lado, el único Slytherin, y fue a buscar los ingredientes de la poción sin más comentarios.
—Gracias —dijo Harry. Draco asintió lacónicamente. No habló en toda la clase. O cualquiera de las clases. Cada vez que Ron y Hermione formaban pareja, Harry encontraba a Draco a su lado, silencioso y taciturno. No parecía que Draco quisiera estar emparejado con él. De hecho, parecía como si lo resintiera amargamente. Pero cuando Harry mencionó esto, «“Sabes, nunca te pedí que fueras mi compañero. No tienes que ser tan idiota”», Draco solo puso los ojos en blanco y parecía estar sufriendo.
Draco había desarrollado una muy buena cara de sufrimiento. La usaba todo el tiempo que estaba con Astoria, lo que Harry no pudo evitar notar que era mucho. Draco también había desarrollado un método infalible para tratar con personas que lo atacaban, físicamente o de otra manera: fingía (al menos, Harry pensó que estaba fingiendo) que eso lo excitaba.
—Mmm… ahhhh —gimió, cuando un estudiante de quinto año lo hizo tropezar en las escaleras. La amiga de Astoria, Mirth, lo ayudó a levantarse.
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—“Por supuesto que sé su nombre” —protestó Harry, cuando Ron lo mencionó.
—“¡Soy un miembro obediente de la comunidad de Hogwarts!”.
—“¿Ah, sí?” —Ron había dicho— “¿Quién es ese, entonces?”
—Eh, ese es… Berk… lingham. De cuarto —inventó Harry.
—Admítelo. Te has aprendido los nombres de todos sus amigos.
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—Arde tan bien —dijo Draco, cuando un Hufflepuff lleno de maleza le lanzó una maldición de quemadura— Hazlo otra vez, ¡Me quitaré la camisa!
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Y una vez, memorablemente, un Ravenclaw de séptimo año lo sostuvo contra una pared en las mazmorras y lo golpeó. No llegaron muy lejos. El orgasmo que Draco reprodujo fue tan fuerte que Harry lo escuchó en el Gran Comedor. Para cuando llegó a las mazmorras, los Ravenclaw estaban parados en un incómodo semicírculo alrededor de Draco, quien se retorcía de éxtasis, diciendo cosas como:
—“Ohhhhhhhhhh, golpéame más fuerte, bebé”.
Tenía los ojos negros. Dejó de gemir cuando vio a Harry, volviéndose silencioso y cauteloso.
Harry golpeó a los Ravenclaws y los ató mientras se reunía una multitud.
—No es que Malfoy no pueda cuidar de sí mismo —dijo Harry en voz alta— Pero si descubro que alguien más lo ataco, tendrán que responder ante mí.
Draco se rio.
—Nadie lastima al némesis de Potter excepto el propio Potter, ¿Entendido? —dijo, en lo que Harry sospechó que pretendía ser una imitación de su voz.
—Vete a la mierda —dijo Harry.
Astoria pasó al frente de la multitud. Harry no estaba seguro de cómo lo había hecho con tanta gracia. Ella flotó hacia Draco y apartó su cabello de sus ojos, acercando su cara a la luz para que los moretones fueran repentinamente visibles para los estudiantes reunidos.
“Siempre está tocando a Draco”.
—Estás herido —dijo ella, en voz baja pero contundente.
—Estoy bien —dijo Draco, moviendo la cabeza con impaciencia lejos de sus manos.
—Déjame llevarte a la enfermería —dijo.
—Estoy bien —dijo de nuevo— Lo arreglaré yo mismo.
—Has tenido mucha experiencia curando tus propias heridas, ¿Verdad Draco? —preguntó ella, su voz llena de tristeza. Harry podría sentir la simpatía creciendo en él como si Astoria estuviera lanzando un hechizo. Pero para su sorpresa, Draco parecía totalmente impasible.
—Sí, sí, trágico y malvado niño huérfano. ¿Podemos almorzar?
Astoria le dedicó una valiente sonrisa. Harry podía escuchar a la gente murmurando en la multitud, palabras como “Desagradable” y “¡Él también es una víctima de la guerra!”.
Draco pasó junto a ellos, su túnica ondeando detrás de él.
Eso era otra cosa: La túnica de Draco. Harry estaba casi seguro de que eran nuevas. Eran el uniforme escolar, por supuesto, pero había algo diferente en la forma en que habían sido confeccionados, todas… abullonadas11 en las muñecas, ceñidos en la cintura y flotando por todas partes. Le daban a Draco el aire de alguien parado con nostalgia en un páramo barrido por el viento.
—¿Por qué no le preguntas por ellas? —dijo Hermione, sin levantar la vista de su tarea de Runas. Harry puso los ojos en blanco.
—Sí, eso resultaría genial. Actúa como si lo estuviera acorralando cada vez que me cruzo con él en el pasillo. Probablemente me golpearía si tratara de preguntarle sobre su ropa.
—Simplemente me parece ropa, amigo —dijo Ron, que miraba fijamente el cuello de Hermione.
—Escucha, no importa —dijo Harry— Solo pensé que Hermione podría saber algo al respecto porque…
—… ¿Soy una chica? —terminó Hermione con acidez.
—No —dijo Harry— Porque eres Hermione. Se supone que debes saberlo todo.
—Si me preguntas Harry, este enamoramiento ha durado demasiado. Creo que deberías invitar a salir a alguien más. Sabes que estás perdiendo el tiempo con Malfoy.
—Sí —dijo Harry miserablemente— Lo sé.
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...CONTINUARÁ...