El proceso para estar marchito

Harry Potter - J. K. Rowling
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El proceso para estar marchito
Note
Este capítulo contiene una larga escena de incesto padre/hijo no consensuado con un menor de edadEmpieza cuando veas ―――――― y finaliza cuando veas nuevamente la líneaMás detalles en las notas del final para las personas que no quieren leer esa parte
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1

POV de Draco

 

Adoro el callejón Diagon, me agrada mucho más que el callejón Knockturn, al cual mi padre suele preferir ir. Ese es oscuro y no me deja mucho alejarme de él porque hay magos y objetos peligrosos. No es un lugar para niños; sin embargo, llevo yendo ahí desde los 8 años. Estoy acompañado de mi madre, ella me deja explorar los locales con más libertad. Cuando vengo con ella, las compras suelen ser más libres. Disfruto de ir con ella a cualquier sitio, pero sobre todo cuando estamos a solas. 

 

Nos dirigimos a madame Malkin, tras pasar por Ollivander. Mi varita no fue nada del otro mundo, pero es mía y me eligió tanto a mí como yo a ella, así que la aprecio bastante. Conozco la tienda de madame como la palma de mi mano; hemos venido tantas veces que mis padres ya conocen a la dueña, a pesar de que la considero agradable y siempre que vengo me ofrece dulces, cosa que no me permiten comer muy seguido, entonces estoy obligado a negarme. Tal vez algún día los acepte, no hoy.

 

Me subo a la tarima y encuentro un chico a mi lado. Bastante bajo, pelo negro desordenado, mucho más de lo aceptable, y cuando se voltea hacia mí veo unos ojos verdes tras un par de lentes redondos que están extrañamente rotos. El verde de sus ojos es más que potente, no había visto tal intensidad de color en otros ojos. Tiene la ropa desgastada y es varias tallas más grande, eso se puede ver a simple vista; sin embargo, omito esos detalles, por alguna razón. 

 

-Hola, ¿también vas a Hogwarts?- Suponía que así era, pero no podía estar seguro, noté que el chico dudaba sobre si responderme o no. 

-Sí- no era una respuesta muy amigable, pero no parecía enojado. 

-Mi madre está en la calle de al lado comprando mis libros- estaba bastante aburrido en la tienda, sin embargo, conversar con el niño me estaba entreteniendo -Luego voy a arrastrarla a mirar escobas de carrera, no sé por qué los de primer año no pueden tener escoba propia. Creo que voy a pedirle a mi madre que me compre una y la meteré de contrabando- no iba a hacer eso, claro que no lo iba a hacer, mi padre me mataría.

 

No me respondió así que apunté a continuar yo mismo -¿Tú tienes escoba propia?- Improbable pero no pierdo nada con preguntarle. 

-No- Otro monosílabo -¿Por lo menos juegas quidditch?- me mira con una cara de estupidez que me es difícil de creer que puede sostenerla en su lugar -No- ...¿Es que acaso solo tiene dos respuestas para todo? ¡por qué me esfuerzo siquiera en seguir esta conversación! -Yo sí...- creo que la estupidez es contagiosa porque aún así le sigo respondiendo -Mi padre dice que sería un crimen si no me eligen para jugar por mi casa, y debo decir que estoy de acuerdo. ¿Ya sabes en qué casa vas a estar?- Mi casa estaba muy clara, tampoco es como si pudiera ir a otra -No- ¡¿Cómo no va a tener ni una idea de en qué casa estará?! Todos los niños antes de entrar a Hogwarts empiezan con las suposiciones, a veces aciertan a veces no, ¡pero no es el punto! -Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos ahí- Intento encontrar algo de donde agarrarme de la poca respuesta del niño, es verdad, nadie sabe a qué casa irá ¿no? -Pero yo sé que seré Slytherin, porque toda mi familia fue de allí- Papá, el abuelo, mamá y prácticamente todos los Black, bueno los que no están desterrados del árbol genealógico -¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece?- Repito las palabras escuchadas por mi padre. Los Hufflepuff son unos drogadictos que venden su mercancía en el invernadero, también me dice que tengo que ser su amigo para ser el siguiente gran capo Malfoy. Bueno, no exactamente eso, pero si aprovecharme de cada oportunidad que se me presente para elevar aún más a la familia en la escala social -Mmmm- ¡¿Enserio?! Cómo es que logra hablar incluso menos, esta vez ni una palabra salió de su boca, no creo que sepa quien soy.

 

-¡Oye, mira a ese hombre!- Tras la vitrina veo a un hombre gigante, tal vez demasiado. Tiene mucho pelo y está todo desaliñado, también su ropa está roída y su barba sucia. No parece alguien muy pulcro sin embargo noto que al niño sin nombre le entrega de inmediato toda su atención a la imagen del hombre. -¡Ese es Hagrid!- Parecía emocionado de hablar del gran mago, la primera vez que hablaba de manera correcta en la conversación y era por la "aparición" de otra persona, sin embargo me gusta oír que por fin está hablando conmigo, ya se estaba tardado -Trabaja en Hogwarts- Oh, parece que lo conoce y creo que yo también lo hago...ah, ya sé quién es y porqué me sonaba tan familiar el nombre -He oído hablar de él, es una especie de sirviente ¿no?- Voltea la cabeza y me mira con desagrado, ¿acaso dije algo erróneo? - Es el guardabosques- No es un trabajo de buena clase, o al menos no uno de los posibles trabajos que me han comentado mis padres. No debe estar bien pagado juzgando por sus atuendos -Sí, claro. He oído decir que es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha. Trata de hacer magia y termina prendiendo fuego su cama- Mi padre siempre me comenta de la cantidad de ineptos que hay trabajando en Hogwarts y este es uno de los principales, ¿Cómo sería vivir en una cabaña en Hogwarts lejos de su familia? No sé muy bien cómo se sentía el guardabosques

 

pero si tenía que recurrir al alcohol no la estaba pasando de lo mejor en absoluto. Aunque mi padre toma y tiene una buena vida -Yo creo que es estupendo- ¿Por qué le defiende? Es solo un gigante de clase baja, no hay nada que rescatar de él, no entiendo a este chico -¿Eso crees?- siento mi cara hacer una mueca casi instintivamente, a mi padre no le gusta que las haga, pero muchas veces no puedo evitarlo -¿Por qué está aquí contigo? ¿Dónde están tus padres?-

 

-Están muertos- El niño era huérfano, está bien tampoco es algo muy extraño. Es más normal que los niños solo tengan un padre por la guerra pero perder a los dos tampoco era algo tan extraño. ¿Sus papás habían participado en la guerra? ¿se habrán enterado de la guerra? y si acaso este niño era hijo de muggles? Eso explicaría porque parecía no saber qué decir y venía acompañado por un empleado de Hogwarts, quizá debería dejar de hablarle si es así -Oh, lo siento- No sé muy bien porque me disculpo pero sé que es lo socialmente correcto hacerlo, mi madre siempre me regaña porque no suelo disculparme con la misma frecuencia que la mayoría de la gente ¿Por qué me disculparía por algo que yo no cause? -Pero eran de nuestra clase, ¿no?- me mira unos segundos sin expresión específica aunque creo que no lo hace de una manera muy amigable -Eran un mago y una hechicera, si es eso a lo que te refieres- ¿A qué más me voy a poder estar refiriendo? Este chico es raro, pero por lo menos viene de una familia aceptable -Realmente creo que no deberían dejar entrar a los otros, ¿no te parece? No son como nosotros, no los educaron para conocer nuestras costumbres. Algunos nunca habían oído hablar de Hogwarts hasta que recibieron una carta, ya te imaginarás. Yo creo que debería quedar todo en las familias de antiguos magos. Y a propósito, ¿cuál es tu apellido?- debí hacer esa pregunta desde el principio, mi padre siempre me lo repite, tengo que agarrar esa costumbre.

 

-Ya está listo lo tuyo, guapo- El chico se va sin despedirse y dejándome las palabras para presentarme en la boca, eso fue bastante maleducado ni siquiera saludó. De cualquier manera supongo que le volveré a ver en Hogwarts. 

 

Después de unos minutos de llevarse al chico Madame Malkin vuelve conmigo y me entrega mi ropa. Para cuando salgo mi madre ya está afuera esperándome, detrás suyo puedo ver a un elfo doméstico llevando los libros recién comprados. Tengo todo para iniciar Hogwarts.

 

____________________

 

Mi mente se concentró prácticamente todo el resto del día recordando la bastante extraña interacción que tuve con aquel chico, me frustra un poco no haber podido saber su nombre. El pensamiento se mantiene incluso durante la noche. Ahora ya he hecho mi rutina nocturna, incluso con los ojos esmeralda de ese chico acechándome, siempre sigo mi rutina sin falta. No podría dormir sin cumplir todos y cada uno de los pasos en el orden correcto, aunque no es como si ahora pudiera ir a dormir tampoco, lo único que puede alterar mi rutina y generalmente lo hace es mi padre. Tanto es así que su recurrente intromisión se volvió más rutinaria que lo que se supone que debe ser mi seguimiento usual.

 

Estoy sentado en la cama esperando, no pasa todos los días pero como ya dije sé ha vuelto en la regla más que en la excepción. Mi padre abre la puerta, lo miro, nos miramos -Buenas noches Draco-

― ― ― ― ― ―

-Buenas noches, papá- mis manos se dirigieron sin pensarlo ni dos veces a los botones de mi atuendo de dormir, empecé a desabotonarlos y mi padre empezó a acercarse, ya no me sorprendía. Me sacó la camisa con rapidez producto de mi práctica consecuencia de la repetición y me acomodé mejor en la cama, es mejor hacerlo por mi cuenta que dejarle a él ponerme en posición. Voy bajando mis pantalones intentando apurarme, puedo ver en la mirada de mi padre su avidez especial por esta noche. Es la última noche que estaré en casa por varios meses, iré a Hogwarts lejos de él por primera vez en muchos años.

 

Se acerca a la cama y también se arranca sus prendas, toma mi mejilla, lo cual no era lo común, pero no lo rechazo, no creo poder hacerlo. Me mira a la cara, el contacto visual nunca falla para ponerme incómodo, es difícil de mantener pero debo hacerlo. Me he vuelto bueno en fingir que esa incomodidad no existe -Mañana te irás por mucho tiempo Draco- así es me iré y mi rutina dejará de ser interrumpida por este tipo de visitas -Te extrañaré- extrañará mi cuerpo -Es solo justo que aproveche tu último día antes de marchar- Marcharé, sin embargo a pesar de estar en Hogwarts no estaré lejos de su influencia.

 

Me besó con suavidad, una que no es muy común en nuestras noches. Respondo el beso sin otra opción, los besos son lo más difícil de responder, puedo soportar algo dentro, sonar justo como papá quiere que suene, chupar y lamer como sea que él me lo solicite, pero es simplemente tan complicado complacerlo con un beso. Por qué necesita besarme cuando ya obtiene todo lo que necesita de mí cuando y como quiera. Me pone una mano en el pelo y lo acaricia amablemente, no puedo dejar pasar una leve mueca. Me da una cachetada -¿Así le respondes al cariño de tu padre?- No contesto, nada que diga va a remendar mi error -Te agrada cuando no soy amable contigo, ¿no hijo?- Me fuerza a mirarle a la cara y me vuelve a besar, esta vez no es suave lo que ayuda, algo. Empieza a recorrer mi cuerpo con sus manos, acaricia cada pedazo de piel posible, como si con sus manos pudiera probar cada parte de mí y tragarla sin pedirme permiso. Muerde mi labio firmemente, aunque lo suelta pocos segundos después. Separa sus labios de los míos y empieza a bajar por mi cuello lamiendo ocasionalmente, me repugna la sensación de su lengua contra mi piel, pero esta vez no hago ninguna reacción, me fuerzo a no moverme y quedarme completamente quieto mientras ocupa mi cuerpo a su antojo, para eso estoy, para complacer.

 

-Draco- me llama, su aliento chocando contra mi abdomen, su rostro y mi cuerpo comienzan a tomar distancia. Lo veo parado enfrente mío, su mano se pasa por mi nuca y me empuja hacia abajo, aunque sin ser precisamente violento. Bajo de la cama y prácticamente caigo de rodillas, sacó la lengua y empiezo a dar lamidas pequeñas y desagradables. El sabor me repugna y el olor también lo hace, es demasiado salado para mi gusto y el olor es tan intenso que las primeras veces me daban arcadas. Claro que ya no lo hacen, a mi padre no le agradaban, así que tuve que corregirlas. Empiezo a chupar la punta mientras siento cómo su cuerpo tiembla, siente placer y eso complace a un pequeño pedazo de mí. Lo meto más hondo y succiono repetidas veces, mis movimientos están automatizados por la costumbre, sé lo que más le place sentir, así que eso hago. Su mano se dirige a mi cabeza y la empuja haciendo que más de sí esté dentro mío, no es raro que haga eso, pero la repentina intromisión no deja de generarme pequeñas lágrimas que nunca llegan a salir. Cuando meto solo un poco más, siento que amenaza mi garganta y sé que ese es mi límite; sin embargo, muchas veces mi padre no parece importarle mucho y embiste contra mi garganta, esta es una de esas ocasiones. Puedo sentirlo una y otra vez contra mí, llegando lo más hondo que su anatomía le permite. Sus pelos me hacen cosquillas, supongo, no puedo sentirlas correctamente, las otras sensaciones me abruman demasiado, pero sé que eso es lo que se supone que debería sentir.

 

Mi padre volvió a ir lento conmigo, dejó de forzar mi garganta a aceptarlo con tal rapidez y es más, sacó su miembro por completo de mi boca, lo que acabó haciendo un sonido de 'pop' que fue, como la mayoría de cosas, desagradable. -Vuelve a lamerla, hazlo por toda la longitud, no olvides mi sabor- Saqué la lengua nuevamente y fui desde el glande hasta casi llegar a sus testículos varias veces hasta que mi padre volvió a agarrar mi cabeza, ahora incluso tirando un poco mis pelos. Se introdujo despacio a mi boca, creo que así era peor, sentía más próxima una arcada de esa manera. Nuevamente, me hizo tomarlo hasta que mi nariz chocara con su abdomen bajo -Memoriza la sensación, la longitud, el grosor y el olor - No creo que me sea posible olvidarlo, con el paso de los años había memorizado partes del cuerpo de mi padre que un hijo no debería de siquiera conocer; sin embargo, ese claramente no era mi caso. Seguí succionando y "saboreando", me negaba a abrir los ojos, nunca lo hacía. Prefería no ver lo que estaba pasando, mis sentidos ya me daban la información suficiente para saber qué estaba sucediendo. Para cuando me quise dar cuenta sentí a mi padre correrse en mi boca, amargo. Después de un escalofrío y movimiento de caderas suyo, mi boca estaba llena de su esperma. Abrí los ojos y le mire sabiendo lo que quería que yo hiciera, después de verle asentir me trague el líquido en mi boca sin dejar un solo rastro. Él sonrió. Está complacido.

 

Se sentó en la cama e hizo un gesto para que me sentara en su regazo, sin intentar negarme, me levanté lentamente. Las rodillas me duelen, suelen tener moretones, pero no es nada relevante para que me vaya a detener de cumplir lo deseado por mi padre. No es una posición muy usual en la que solemos hacerlo. Cuando me posicioné sobre mi padre, él no se dio ni un momento para agarrarme por las caderas, empezando a rozar la punta de su miembro contra mí. Sentí un escalofrío. -Ahora, siente bien como voy a entrar dentro de ti. Extrañarás la sensación- Él lo hará.

 

Tomó su miembro y me lo metió más lentamente que de costumbre, di un suspiro. -Empieza a bajar lento Draco- Apoyo mis manos sobre él y a suspiros voy acatando la orden de ir lento, no es como prefería estos momentos. No es una sensación que busque, la del pene de mi padre abriéndome, pero es una sensación que él parece necesitar y yo debo satisfacer esa necesidad. Cuando no puedo bajar me quedo ahí unos segundos intentando acostumbrarme al tamaño hasta que él me mira fijamente, tengo que moverme, ya no es suficiente. Me levanto poco a poco, no es algo del todo fácil de hacer, duele más que una posición normal. Todo el peso de mi cuerpo está en el glande de mi padre y llega a más profundidad, siempre a mucha más profundidad porque nunca es suficiente para él. Aunque sus genitales estén tocándome en profundidad el placer de mi padre, siempre buscará llegar a más y más, no se saciará hasta estirarme lo máximo posible, parece disfrutar eso en especial.

 

Con una mirada suya me dejo caer, a pesar de no soltar el peso de mi cuerpo completamente ya siento el dolor. Escucho a mi padre gemir y me empiezo a mover en círculos alrededor suyo, apretándolo por todos lados, haciendo lo necesario para que disfrute. Es doloroso hacerlo en esta posición, cuando era pequeño mi padre solía entrar en mí de esta manera y debía mantenerme quieto allí, decía que era para acostumbrarme a su grosor. Una vez se cansaba de simplemente tenerme encima de él, me tomaba de las caderas y me movía él mismo sobre él; sin embargo, desde hace ya un tiempo que él deseaba más que eso, deseaba más de mí. Así que le daba más, era espantoso, pero al menos en el primer par de minutos de aquellos momentos tenía un mínimo de decisión, pero siendo sincero no sé si eso me agrada. Cuando no tengo decisión, al menos no tengo que pensar en lo que está sucediendo.

 

Empiezo a subir y bajar repetidamente mientras que mi padre me agarra de las caderas y acompaña el compás de mis movimientos haciendo fuerza en ellas, no puedo evitar soltar un par de gemidos haciendo que mi padre se ría de mí y me empuje con más fuerza hasta que él también empieza a gemir. No puedo evitar que eso me asquee. Me asquea saber que mi padre me genera este tipo de sonidos, también me asquea que mientras mis gemidos suenan más bien como pequeñas quejas de dolor, los suyos son de éxtasis, son llenos de aire, son roncos, simplemente sonidos puros de gran placer.

 

Mi padre me agarra de una manera desagradable, aprieta mis piernas con fuerza hasta llegar a mis glúteos, los cuales separa con el afán de llegar más profundo dentro mío como si siquiera fuera posible. Odio que esto esté durando más de lo usual, lo odio.

 

Estoy prácticamente saltando encima de él sin parar, arde. Puedo escuchar sus gemidos, sus respiraciones, sentir su sudor y el mío propio haciendo que nuestros cuerpos resbalen más de lo normal. Tras varios minutos de eso por fin termina, aunque yo lo hago antes. Me corro y mi líquido se esparce a lo largo de su estómago. Él lo mira fijamente y empieza a reír de nuevo, disfruta que yo no pueda controlar las reacciones de mi cuerpo. Pone su mano en él y recoge un poco entre sus dedos, empieza a moverlos haciendo notar el líquido blanco, viscoso, pegado entre ellos, una arcada amenaza con salir, pero la controlo y solo suelto un leve suspiro de aire. Acerca sus dedos a mi cara y apoya su pulgar en mi labio inferior, ejerce una leve presión haciendo que yo sepa lo que tengo que hacer. Abro la boca poco a poco y en el momento en que hago una pequeña "o" con mi boca ingresa dos de sus dedos, los empieza a pasar por las paredes de mi boca y roza un par de dientes queriendo conscientemente que los chupe, y eso hago. Empiezo a succionar mi propia semilla de los dedos de mi padre sin dejar el menor rastro. Me sonríe e ingresa otros dos repitiendo el proceso. En unos minutos ya "limpié" toda la mano de mi padre y él se ve conforme. Eso es lo que me importa.

 

Mi padre hace un gesto y rápidamente empiezo a levantarme sacándome su miembro de mi interior. Otra de las cosas más asqueantes de estos momentos era sin duda sentir el esperma de mi padre allí dentro. 

― ― ― ― ― ―

Ya es tarde, no hay tiempo para un baño, mucho menos cuando mañana comienzo a atender a Hogwarts. Recojo mi varita del velador y con un rápido movimiento vertical ya estoy limpio, mi padre me enseñó el hechizo cuando cumplí los nueve. Se supone que los magos consiguen varita a los once, así que me dio una provisional para aprender hechizos de limpieza o cualquier magia que le pudiera ayudar. Es de las primeras veces que me limpio con mi varita, se siente más asqueroso e incorrecto de lo normal, como si ella no se sintiera cómoda haciendo eso, yo tampoco lo hago, pero qué otra opción tenemos, ella se acata a mis hechizos y yo a los deseos de mi padre.

 

Al voltear él también está limpio e incluso con su ropa ya puesta cosa que a mí aún me falta. -Draco- Me llama, su voz con un tono más oscuro de lo usual casi parece que sus siguientes palabras podían llegar a hervirle la sangre. -Pronto tendrás que tener toda tu energía concentrada en Hogwarts, por lo que he decidido ayudarte. Ya debes ser más independiente de mí- tomo aire ante el nerviosismo que este tono y la mirada de mi padre me está causando. -Este ha sido el último de nuestros encuentros-...¿Estaba diciendo la verdad? Mi padre no haría eso, ¿verdad? Al parecer lo haría, ahora mismo lo estaba haciendo, me estaba dando la libertad como una prenda a un elfo doméstico, y yo la quería, ¡por Merlín que sí lo hacía! Quería no volver a tener que pasar una noche así de nuevo, no tener que volver a pensar en que se le ocurriría hacer el día de hoy, no tener que dejarme hacer y deshacer.

 

Se va de mi habitación y cierra la puerta tras de sí, me quedo mirándola un par de segundos para seguir con mi rutina. Me empiezo a cambiar y paso las manos levemente por mi torso desnudo que él no volverá a tocar, sonrió. Me coloco el resto de las prendas, mi cuerpo ya limpio, entro debajo de las sábanas y cierro los ojos. Vuelvo a sonreír y la sonrisa realmente no quiere borrarse, sonrió tan fuerte que mis pómulos duelen y empiezo a rodar levemente sobre mi cama. Mi cama que guarda tantos de mis gritos, de mis súplicas, llantos y gemidos, ahora es testigo de mi reír, mi reír hasta las lágrimas, lágrimas causadas por el alivio. Mis ojos se abren de nuevo, miro el techo de mi habitación y tras un suspiro limpio las leves lágrimas que rodaron desde mis ojos. Será una buena noche.

 

____________________

 

Siento un suave toque de una mano en el hombro, abro los ojos inmediatamente y me encuentro con el mismo elfo doméstico que me despierta todos los días. Sus inmensos ojos me miran con tranquilidad -Sus padres le llaman a desayunar pequeño amo Malfoy, desean que se cambie por adelantado- Tras decir eso sale de mi habitación. Me acerco a mi armario y encuentro un atuendo "casual", casual para los Malfoy sin dudar. Me cambio con la rapidez esperada, si se me llama a desayunar he de bajar lo antes posible, ya me dieron un aviso y me toca a mí cumplir con los cometidos de este.

 

Una vez cambiado bajo al comedor y mi rutina matutina sigue como de costumbre, nada que se altere en absoluto. En un abrir y cerrar de ojos no solo había terminado mi desayuno, sino que ya había salido de casa junto a mis padres en dirección a la estación de trenes. Puedo sentirme más que nervioso, estaba emocionado y ansioso, conocer gente nueva, gente tan diferente a quien generalmente me rodea.

 

Pasamos King Cross sin problemas y la pared de 9/¾ no fue ninguna complicación, a diferencia de otros niños que le temían a la idea de chocar contra ella yo tenía la seguridad que ningún golpe que me diera podía doler más que 

todo lo que mi padre me hizo soportar. Recuerdo ahora de nuevo que aquello ha acabado, sonrió, sonrió porque no me sería posible de ninguna manera no estar feliz ante eso.

 

Detrás de los ladrillos estaba la verdadera estación, llena de magos y magia, llena de personas como mi familia y como yo. Hay demasiado ruido, sin embargo, no es nada que pueda detener, escucho a cada niño gritar y cada lechuza ulular, pero respiro y me concentro en subir al tren lo más rápido posible. Me doy la vuelta viendo a mis padres. Mamá me está sonriendo, abre sus brazos para darme un leve abrazo, nada muy efusivo considerando que estamos en público. Al lado de ella está, papá, resto y no pareciendo muy contento de estar aquí, sin embargo, ese suele ser su rostro habitual al estar en espacios muy concurridos, así que no me preocupo, nunca más lo haré. Él solo me asiente y aprieta levemente mis hombros en señal de apoyo. Los dos me pasan mi equipaje y empiezo a caminar hacia el tren, me despido con la mano por última vez, no los volveré a ver hasta dentro de poco más de tres meses, y por alguna razón eso me emociona, más por mi padre que por mi madre, sé que a ella la extrañaré.

 

Veo pasar los vagones mientras camino, sé a donde me tengo que dirigir. Camino hasta el fondo del tren donde se encuentra la zona de los Slytherin. Mientras camino veo pasar capas con escudos de distintos colores, intento evitar a los de rojo y amarillo. Una cabeza rubia no es difícil de reconocer, sobre todo si es hija de uno de los políticos Slytherin más influyentes del país.

 

Tras andar por unos minutos por fin veo los escudos cambiar, los colores rojo, azul y amarillo se transforman en verde y plata poco a poco hasta que son todo lo que veo. Por fin llego a los vagones Slytherin. Unos metros más adelante veo una mano saludándome, ahí están mis amigos...Uhm bueno, los que deben ser mis amigos.

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