El proceso para estar marchito

Harry Potter - J. K. Rowling
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El proceso para estar marchito
Note
Este capítulo contiene una larga escena de incesto padre/hijo no consensuado con un menor de edadEmpieza cuando veas ―――――― y finaliza cuando veas nuevamente la líneaMás detalles en las notas del final para las personas que no quieren leer esa parte
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Prólogo

Los cumpleaños de los Malfoy, en especial los de Lucius Malfoy, eran una celebración que nunca pasaba desapercibida. Todos los magos sangre pura o influyentes eran invitados, y claro, nadie osaba rechazar una invitación tan prestigiosa. Era el evento social del mes, por lo menos en el hogar Malfoy.

Narcissa siempre se encargaba de decorar y planear la mayor parte de estos eventos. Claro que Lucius estaba enterado de todo lo que Narcissa pudiera hacer. No había evento del cual él no supiera cada detalle. Él sabía todo lo que pasaba en la mansión Malfoy.

Este año, Lucius sabía exactamente qué regalo quería recibir. Se haría un pequeño regalo a sí mismo.

Draco se estaba arreglando para bajar. Su madre había seleccionado la ropa para que los tres estuvieran a juego. La familia Malfoy siempre debía de verse perfecta en público, tan perfecta como lo era en privado, ¿no es así?

Draco se quejó a la vez que su madre le ponía gel en el pelo y le limpiaba la cara. Apenas terminara de hacerlo, iban a bajar junto con su padre. Era el primer cumpleaños en donde iba a poder quedarse hasta el final de la fiesta. Ya tenía siete años, todo un hombrecito. Draco lo sabía, se sentía orgulloso de aquello. Su madre le repetía aquel título de "caballerito" desde la mañana de aquel día. Lucius confiaba en que con su edad ya no iba a hacer ninguna tontería, y él mismo se iba a encargar de que fuera así. Siempre lo mantenía todo bajo control.

Narcissa terminó de arreglar a su hijo y se paró ella misma delante del espejo. Todo perfecto, ninguna arruga ni mancha en el vestido o en sí misma, completamente arreglada tanto ella como su hijo. Los dos se levantaron y salieron al pasillo, donde Lucius ya los estaba esperando.

Lucius sonríe al ver a su hijo acercarse junto a su esposa. Agarra a esta de la cintura, le acaricia la mejilla de forma íntima, como solo puede hacerlo una persona que te ha apreciado de pies a cabeza. Luego le da un beso en los labios sin dejar de mirar a Draco, quien no podía dejar de admirar la relación de sus padres. Sonreía ante una fantasía infantil, la fantasía de ser un marido tan maravilloso como lo es su padre.

—¿Qué pasa Draco? ¿Quieres un beso también?— se separó de su esposa y atrayendo la mejilla de Draco hacia él, besó su frente, un beso inocente. El niño le sonrió a su padre a la vez que le daba la mano. Estaban a punto de bajar al salón a recibir a los invitados, la parte que Draco más detestaba.

Las puertas se abrieron y se vio a la familia Malfoy en todo su esplendor.

Lucius Malfoy, el jefe de familia. Todos los invitados estaban ahí tanto para celebrarlo como para mantener una relación positiva con el hombre y, por consecuencia, los Malfoy. Heredero con postura propia y merecedora de su familia. Un hombre que inspira el miedo justo para dar paso a un respeto absoluto por él, junto con su familia.

Narcissa Malfoy. La heredera perfecta de la familia Black, aquella que se casó con Lucius y concibió al heredero más cercano de su anterior familia. La mujer y esposa perfecta, se mantenía siempre arreglada tanto a sí misma como a su hogar y relaciones políticas. Nunca decía nada incorrecto y siempre parecía saber cómo agradar a las otras casas.

Draco Malfoy, la perfecta combinación de las dos familias de sus padres. Tenía el típico pelo Malfoy y los ojos Black, era imposible que fuera confundido con alguien más. Desde pequeño estuvo expuesto al mundo social de sus padres. Nunca se le permitió ni intentó comportarse de forma incorrecta. El perfecto heredero a los ojos de todo el mundo.

Los tres bajaron y empezaron los saludos.

Ver a los Parkinson por aquí, donde por supuesto Draco y Pansy tenían que parecer casi que ya una pareja de lo emocionados que debían de estar por verse. Los Nott por allí, hasta Lucius le mostraba respeto al abuelo de Theodore. Por supuesto que tenían que pasar a saludar a lady Zabini para descontento del cabeza Malfoy. Esta era de las partes favoritas de Draco considerando que Blaize había sacado gran parte del humor de su madre. Todos odiaban saludar a los Bulstrode, ninguno de sus miembros era en lo más mínimo interesante, agregando lo desagradables que podrían llegar a ser sin entender los límites de una conversación hacia que el tan solo mantener una relación serena con ellos fuera un reto.

Pero sin duda que la visita más esperada, al menos por el menor de la casa, era la de Severus, el padrino del chico con quien compartía una calidez inusual de ver en el hombre. —¡Padrino Severus!— esbozó alegre tomando iniciativa para correr directo a darle un abrazo a Snape, lo que su papá frenó de inmediato, claro. Aunque no impidió que a un paso más regulado Draco llegara a su destino abrazando las piernas de su padrino. Snape le responde con una caricia que, si no fuera por el gel, hubiera despeinado a Draco por completo. —Buenas noches Draco— Snape comparte una sonrisa ligera hacia su ahijado, una que casi se mimetiza en su pálido rostro. Narcissa, que junto a su esposo seguía detrás de Draco, saluda a Snape brevemente y le concede una sonrisa de ternura. Ella no adoraba al hombre pero sabía que era un buen padrino para su Draco. Por el contrario, Lucius no parece poder dejar de mirar la escena. A pesar de no mostrar expresión facial, se notaba su incomodidad y asco ante la situación. Para cuando el niño se quiso dar cuenta, su padre ya lo había arrancado de su conversación con Snape y los llevaba a él y a su madre a saludar a otra de las familias invitadas.

Tras un largo rato, la familia Malfoy lleva a los invitados a la sala principal, donde ya estaban servidos los alimentos y bebidas por los elfos domésticos. Todo se veía tan bien como todos los años; claramente, los Malfoy no iban a escatimar en gastos.

Mientras sus padres conversaban con los invitados, familias amigas, Draco tuvo que ir con los hijos de aquellos amigos. No se sentía muy cómodo con esos niños; sin embargo, los conocía desde siempre y era mejor estar con ellos que con los adultos. Además, su padre decía que debía ser amigo de ellos.

Lucius no paraba de observar a Draco mientras hablaba con sus compañeros de trabajo o jefes de otras casas; se le veía distraído, lo que era poco usual en él. Lucius siempre fue una persona enfocada y poco expresiva; sin embargo, parecía que, según avanzaba la noche, se ponía más ansioso. Nadie entendía por qué, ni siquiera su propia esposa.

Ya habían pasado varias horas y a los adultos les empezaba a hacer efecto las bebidas que tomaron hace un rato. Había pocos que realmente estaban afectados, pero cambiaban todo el salón con su presencia. Lucius Malfoy no era uno de ellos; él se había asegurado de no ingerir nada con una gran cantidad de alcohol, no tenía intenciones de emborracharse, no cuando su regalo estaba tan próximo de ser abierto. Es más, no creía poder esperar ni un solo minuto más. —Narcisso— su padre se había acercado al reducido montón de niños al llamado de su hijo, le hizo un gesto ordenándole seguirlo. Draco no dudó ni un minuto antes de ir con él, sabía que tenía que obedecer siempre a su padre y sobre todo en público. Después de todo, él solo quería el bien de la familia.

Lucius lo condujo a través de los pasillos de la mansión Malfoy sin titubear ni un segundo. A pesar del inmenso tamaño de la mansión, el hombre la conocía de pies a cabeza.

Llegaron a los aposentos de Lucius y Narcissa. Hacía bastante tiempo que Draco no podía aparecerse por ahí. Cuando era más chico, se le permitía ir de vez en cuando, pero ya con su edad ninguno de sus padres, sobre todo Lucius, consideraba ninguna excusa razonable. El niño no entendía muy bien por qué su padre lo había llevado ahí, pero sabía que debía de ser algo importante, tal vez alguna sorpresa para su mamá, considerando que era raro que estuviera en sus aposentos y que ella no estuviera presente. Entraron a la habitación, y en ese momento Lucius sacó su varita y puso un Muffliato junto con un Fermaportus en la puerta de la habitación, haciendo que estuvieran prácticamente aislados del resto de la casa. —Narcisso— nuevamente mencionó aquel apodo por el cual solo siempre lo llamaba; esta vez resonó por toda la habitación. —¿Sí, padre?—

—Ya eres todo un caballero, eso dice tu madre, ¿no es así?— el pequeño asintió muy orgulloso de aquel título brindado por Narcissa. —Todo un hombre… Ya tienes edad para darle regalos a papá, ¿verdad? ¿Te gustaría darle un regalo a papá?—

― ― ― ― ― ―

—¡Sí, sí!— entusiasmo de niño era como se le podía describir a su motivación —Súbete a la cama Narcisso— sin pensarlo dos veces Draco hizo caso por completo a su padre quien una vez terminó de acomodarse en la cama acarició su mejilla como lo hizo más temprano y sus dedos se posaron en su mentón —Tus ojos le hacen justicia a los de tu madre, Narcisso— le sonrió al menor, quien en respuesta se mostró alegre ante el pensamiento de parecerse a su madre. Su padre había logrado desconcentrarlo de la cercanía que acabó por convertirse en el comienzo del regalo. El envoltorio empezó a romperse. Lucius presionó sus labios contra los pequeños labios de su hijo, Lucius lo agarró lo mejor que pudo de la cintura, el contrario por la impresión posó sus manos en el pecho de su papá agarrándole la ropa. El beso acabó, Draco estaba algo perdido. —Solo le das esos besos a mamá—

—No tienen que ser solo para mamá ahora, Narcisso—, sus manos se empezaron a mover e indagar por el cuerpo del niño de una manera de todo menos discreta. Sus manos se aventuraron por aquí y por allá, revisando cada rincón posible del cuerpo de su hijo. Draco quería decir algo, sabía que alguna cosa de aquello era extraña, pero no sabía qué decir exactamente —Papá—

—¿Sí Narcisso?— la voz de su papá sonaba más grave e incluso más ronca de lo usual, sus manos fueron bajando y acabaron su camino sobre los glúteos del menor. Draco se sintió a sí mismo tensarse —¿Cuál se supone que es el regalo que puedo darte?— Lucius miró a Draco fijamente, sonrió y empezó a desabotonarle la camisa —Dame tu cuerpo, mi Narcisso— dicho esto se apresuró a dejar besos sobre el torso del niño los cuales se sentían bien suponía, pero también sentía una especie de incomodidad que se le hacía difícil de describir. —Papá…—

—Mi Narcisso, has dicho que querías darme un regalo, ahora haz silencio y déjame disfrutar mi regalo— El hombre no había parado de tocar todo el cuerpo del menor, ahora que su pecho estaba expuesto había empezado a acariciar sus pechos de forma ligera.

—Este regalo es raro— Lucius miró a su hijo a los ojos con una expresión de neutralidad falsa, neutralidad que escondía un enojo que el menor ya conocía —El cariño de un padre hacia un hijo no es raro, Narcisso— Para cuando el niño se quiso dar cuenta Lucius tenía una mano acariciándole las piernas por encima de la ropa acercándose mucho a su cintura mientras que la otra acababa de empezar con sus pezones.

—Mamá dice que nadie puede tocarme así— Lucius río como si lo dicho fuera alguna especie de chiste —Mamá lo dice hablando de otras personas. Soy tu padre, tengo derecho a tocarte como desee— una de sus manos volvió a posarse en los glúteos de Draco, hizo presión y apretó uno de estos —Este es un regalo para los dos, Narcisso. Disfruta este regalo junto a mí— los ojos de Draco se desviaron hacia un lado, Lucius lo obligó a mirarlo fijamente —¿Acaso no confías en papá?—

—¡No es eso! No es eso en absoluto— El niño volvió a mirar a su padre que lo miraba de forma decepcionada, él no quería decepcionar a su padre y menos aún en su cumpleaños.

—Entonces, Narcisso, dale un beso a papá— Draco titubeó unos segundos, no estaba seguro de cómo seguir. Sabía que iba y tenía que besar a su padre, pero no sabía que iba a pasar después de eso.

Miró los labios del mayor, grandes, toscos, resecos. No era nada desagradable, pero no podía acercarse a ellos sin sentir miedo, ¡pero no era miedo a su papá, él nunca le tendría miedo a su papá! Era solo...era solo…

Draco fijó su mirada en los ojos de su padre. No era malo, no podía ser malo, era solo un beso para papá. Draco volvió a tomar consciencia de las manos sobre su cuerpo mientras se acercaba para cumplir la petición de su progenitor.

El niño apoyó sus labios sobre los del hombre el cual apenas sentir su tacto profundizó el beso, sin siquiera permitir que fuera uno leve por pocos segundos. Introdujo su lengua en la boca de Draco quien levemente se echó para atrás por la sorpresa. Lucius no lo dejaría alejarse tanto, una de las manos de este presionaba a Draco hacia él mismo, el menor no sabía qué hacer. Solo podía aceptar la situación, aceptar la lengua de su padre explorando fácilmente su boca.

El hombre mordió levemente el labio del niño haciendo que este abriera la boca momentáneamente por la sorpresa, Draco era completamente inexperto en estos temas y Lucius Malfoy no podía esperar para enseñarle todo lo que fuera necesario. Profundizó el beso presionando ahora las caderas del niño y empezó a moverse según aumentaba la velocidad e intensidad. Draco emitía pequeños suspiros, no le faltaba la respiración, pero no estaba acostumbrado a esto lo suficiente como para poder respirar bien.

Tras un rato de aquello, el menor sintió una de las manos de su padre, subirle por todo el cuerpo hasta llegar a su cara, sintió su caricia y vio cómo el hombre sonreía. Draco sonrió también, su padre se veía complacido y eso era lo que él quería. —Se siente bien, ¿verdad Narcisso?— abrió la boca para responder y el único sonido que acabó emitiendo fue un jadeo agudo como todos sus sonidos ante el toque de su padre sobre su parte íntima. Lucius rio levemente a la vez que sus manos volvían a bajar hasta llegar al boton del pantalon del niño. Draco abrió los ojos extrañado, su papá no le había visto desnudo desde que era un niño muy pequeño, más se dejó desabotonar sin quejarse en absoluto. Su padre debía saber lo que estaba haciendo. —¿Alguna vez te has tocado aquí, Narcisso?— Su pantalón estaba abierto y Lucius con sus dedos toqueteó el miembro de su hijo por encima de la ropa interior, haciendo que este se acercara inconscientemente a la mano de su padre. Era una sensación agradable, pero algo rara y Draco volvió a encontrarse gimiendo mientras se empujaba contra la mano de su padre, que parecía estar divirtiéndose con las reacciones del niño. Draco no respondió por lo menos no muy claramente, pero era de suponer que la respuesta a la pregunta de su padre era un no juzgando por sus reacciones.

A medida que seguía tocándolo y jugueteando con su cuerpo ahora concentrándose generalmente en sus genitales Lucius empezó a bajar toda prenda inferior de su hijo pronto dejándolo completamente expuesto para él de la cintura hacia abajo. Draco veía como su padre no paraba de tocarle y acariciarle en la zona que Narcissa había dicho prohibida; sin embargo, como él mismo había dicho antes, Lucius Malfoy era su padre y además era su cumpleaños, no iba a haber nada malo con lo que estaba sucediendo.

Su mano izquierda masturbaba entre sus dedos a Draco y su mano derecha siguió paseándose por todo el cuerpo ajeno. Terminó por acercarse nuevamente a los glúteos de su hijo sin tardar para empezar a presionar con su dedo amenazando con entrar en él, el hombre estaba claramente desesperado por continuar, cosa que claramente su hijo no estaba comprendiendo. Uno de sus dedos empezó a rodear la zona con avidez, claramente intentando facilitarla lo más rápido posible.

Draco se sentía un tanto abrumado por cómo su padre tocaba su zona más íntima, pero era capaz de reconocer el otro toque que este le estaba profiriendo, era raro al igual que la sensación. Sin previo aviso sintió la punta del dedo de su padre ingresar en sí, fue una experiencia más que desagradable al principio, pero con el paso de los minutos esa incomodidad fue dejando paso a la duda de a que quería llegar su padre, por qué estaba haciendo todo esto.

Sin dejar de preparar y acariciar la zona, Lucius introdujo más profundo su dedo en Draco. Sintió como las paredes del niño se apretaban contra su dedo logrando estirarse poco a poco para recibirlo más cómodamente para placer del mayor. El rostro del hombre se había alejado un poco del niño mientras que sus manos se habían acercado, aquello no le agradaba. Se volvió a acercar a su cara y selló sus labios nuevamente a la vez que empezaba a mover su dedo en el interior del niño. El beso acallaba los pequeños gritos de Draco haciendo que salgan pequeños hipidos o en su defecto gemidos.

Draco empezó a mover levemente sus piernas, dada la incomodidad corporal que ahora su padre le estaba generando, con esto a Lucius se le presentaba un obstáculo a la hora de seguir preparando a su hijo para el clímax de su regalo, la parte por la cual había estado distraído toda la fiesta. —Narcisso deja de moverte— El chico no hacía caso, seguía moviéndose y frotándose intentando encontrar aunque fuera un extracto de comodidad. No lo estaba consiguiendo. Lucius se estaba cansando —Te dije que pararas— Al ver que el niño seguía sin entender lo dicho Lucius empujó su dedo contra una de las paredes y segundos después ingresó otro sin preparación haciendo que Draco se quede congelado cerrando los ojos con relativa fuerza intentando procesar las nuevas sensaciones que está experimentando. —Papá— Lucius no respondió —Papá me duele— Draco se tensaba para acatar la orden de no moverse, aunque se le hacía una tarea realmente difícil, su cuerpo queriendo reaccionar al ardor que le provocan los largos dedos de su padre. —Te estoy preparando Narcisso, no hagas esto más difícil para papá— Lucius empezó a mover sus dos dedos abriéndolos y cerrándolos, intentando expandir el interior del niño —Abre más las piernas, así va a ser más fácil para los dos— Draco conservando aún una gran parte de su inocencia infantil abre las piernas preparándose para lo que sea que su papá vaya a hacer, a pesar de que él se esté sintiendo mal es su regalo para su papá y Draco quiere hacerlo sentir bien.

Lucius ve las piernas completamente abiertas de Draco para él. Ahora mismo no tiene nada que le impida empezar. Respira hondo y exhala, por fin el fruto de su paciencia va a dar juego, por fin podrá cosechar lo que ha estado esperando tanto tiempo. El hombre empieza a sacarse la capa rápidamente en conjunto con el resto de sus prendas, en pocos segundos está desnudo y a centímetros de Draco, más duro de lo que había esperado al ver a su hijo de esa manera, retiró los dedos del interior de Draco a lo que rápidamente esté las cerró notoriamente cansado. Lucius tomó su propio pene disfrutando de la vista —¿Terminamos?— El niño asintió sin entender que significaba su respuesta, tan solo quería terminar lo que estaba sucediendo lo antes posible para poder volver a la fiesta, hablar con su madre y tal vez Snape. Su padre le sonrió y se acercó hasta estar a menos de 10 centímetros de la entrada del chico, lo miró fijamente e ingresó de una estocada. Draco no había experimentado una sensación igual en toda su vida, se sentía asqueado, incómodo y le dolía, mucho. No entendía por qué le estaba haciendo esto, pero sabía que no tenía nada por hacer, excepto esperar a que su padre terminara de hacer lo que sea que quisiera hacer. Soltó un grito que si bien era por estar adolorido también contenía un gran nivel de horror del niño —Shhh— calló Lucius manteniéndose sin movimiento por algunos momentos sintiendo como los interiores de su pequeño lo apretaban rechazándolo sin éxito —Te vas a acostumbrar Narcisso— Empezó a hacer leves movimientos circulares estando adentro del chico, seguía estando demasiado apretado, pero poco a poco lo iba recibiendo con más facilidad, cuando noto que la presión ya no era insoportable lo retiro lentamente y dio otra estocada más profunda. Los ojos de Draco ya estaban llorosos, había empezado a llorar minutos atrás, pero no podía gritar ni hacer nada para calmar el dolor. Era más que desagradable sentir algo dentro suyo, algo que ahora se movía, mezclado a los ocasionales sonidos producto del choque de pieles que a Draco le revolvían el estómago, mientras que Lucius se contenía de no empezar a ser así de tosco con su hijo para seguir escuchando tales.

Lucius acercó su mano a la mejilla del menor y con su pulgar limpió una lágrima de este disminuyendo un poco la velocidad y fuerza para hablar —No llores, Narcisso. Estás haciendo sentir muy bien a papá— Draco ya no sabía que sentir, sintió una gran satisfacción y alegría escuchando que estaba logrando lo deseado, estaba haciendo sentir bien a su padre. Sin embargo, no se sentía correcto de ninguna manera, dolía y no podía parar de desear que terminara rápido para poder volver a la normalidad y hacer como si esto no hubiera pasado. Puede que su papá incluso empezara a ser más cariñoso con él considerando lo bien que le estaba haciendo sentir el niño según sus propias palabras. Draco recogió sus últimas fuerzas para sonreírle a su padre, ¿había terminado no?, su padre había dejado de moverse y solo se mantenía ahí, pegado al niño. Lucius le correspondió la sonrisa, una sonrisa siniestra por lo poco —Estuve esperando por este regalo mucho tiempo, Narcisso. Pocos niños serían capaces de complacer a su padre como tú— a medida que iba hablando su movimiento fue retomado yendo cada vez más rápido tomando un ritmo continuo dentro de Draco. Él volvió con los jadeos casi quejidos de dolor, producto esto agarrando la sábana, pensando así que quizás podría resistir por su papá.

—Compláceme Narcisso— Las manos de Lucius agarraron con fuerza la cadera de su hijo y lo forzó hacia él apoyando su vaivén. Draco volvió a querer gritar, pero esta vez se silenciaba a sí mismo o al menos lo intentaba. Lucius era un buen padre, se merecía ser complacido de la manera que deseará. Draco quería ser un buen hijo para su padre, aunque le costara mucho ahora. —¡Sí, sí!— Asintió, su cara humedecida por sus propias lágrimas que no podía hacer detener.

Lucius siguió así por varios minutos, parecía no cansarse y a Draco ya empezaba a marearse. El niño sentía su propio miembro duro sin poder hacer nada al respecto. Su padre lo había dejado así y aunque lo intentara no iba a dejar de doler, fue una reacción inconsciente de su cuerpo que ahora le estaba castigando.

El hombre dio un par de estocadas más y se corrió en el interior del niño llenándolo completamente. Draco se encogió en sí mismo, nuevamente aquella sensación nueva fue asquerosa y completamente desagradable. Lucius no salió de inmediato del interior de su hijo, le gustaba el calor de sentirse llenándolo, de saber que lo estaba abrumando. Acarició el pelo del menor, tan parecido al suyo propio. —Siente detenidamente aquello dentro tuyo, Narcisso. Me has complacido, esa es señal de que lo has hecho bien—

Tras unos minutos salió del interior de su hijo y se le quedó mirando atentamente, las piernas de Draco temblaban con levedad. Se levantó de la cama y con un simple movimiento de varita los dos estaban completamente limpios como si nada hubiera pasado, se notaba que era un hechizo usual para Lucius. El hombre se puso la ropa y para este punto ya estaba prácticamente igual a como hubiera estado, si aquello no hubiera sucedido, no parecía afectado en lo más mínimo, al contrario se veía bastante satisfecho.

― ― ― ― ― ―

—Te enseñaré a limpiarte por ti mismo eventualmente ahora no hay tiempo — Lucius se sentó en la cama frente a su hijo —Tú y yo sabemos que no puedes decir lo que sucedió hoy y a pesar de que confío en que no lo dirías a nadie voy a prevenirnos varios problemas— De uno de los bolsillos de la capa saco una varita desconocida, se la entregó a Draco y le pidió que la levantara —A pesar de que no es tu varita debería de servirte. Levanta la varita y di “Yo Draco Lucius Malfoy Black juro por mi vida o magia nunca contar nada que Lucius Abraxas Malfoy no me permita contar”— El niño titubeó, pero hizo lo pedido, hoy había cumplido tantas de las cosas pedidas por su padre que una más no le sería un problema.

Lucius parecía tranquilo, se acercó a Draco y le concedió un leve beso en la frente como hace rato lo había hecho, para luego levantarse de la cama y abrir la puerta.

—Te espero abajo Draco, no tardes—

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