Aikanaan

Saliendo del instituto y sabiendo que Elijah llegaría tarde a casa había decidido ir a comprar para hacer la cena de esta noche.

Aun no tenía claro si quería hacer algo sencillo o algo mas elaborado, encogiéndose de hombros fue caminando hacia la tienda mas cercana, eran unos buenos veinte minutos caminando, pero no le importaba.

Estaba delante de los estantes de verduras junto a su carrito medio lleno ya, cuando se topo con un tipo sin querer, era alto, robusto de pelo oscuro y tez blanca.

Disculpándose profusamente por atropellarlo con el carrito se fue alejando de el sin darse cuenta que este sacaba el teléfono y marcaba un numero en concreto.

Una vez pagado todo, se dirigió rápidamente hacia casa, no quería que el helado se deshiciera con el calor infernal que estaba haciendo. 

Había guardado todo en su lugar correspondiente y estaba a medio hacer la cena cuando llamaron a la puerta, le resulto extraño puesto que no esperaba a nadie y Elijah tenía la otra copia de las llaves.

Cuando abrió se encontró con la persona que menos esperaba encontrarse delante suyo, al menos no tan temprano.

¿Qué mierdas hacía Nicklaus Michaelson delante de su puerta?.

Pero cuando miro a sus ojos lo supo de inmediato y no pudo mas que maldecir su suerte.

"Lo que me faltaba, a este paso todos los malditos originales serán mi pareja.... Espero que no, eso sería un dolor de cabeza enorme"- pensó medio apesadumbrado sin darle a entender al otro que lo había reconocido.

-¿Puedo ayudarte en algo?- que no se diga que no tenía modales.

-Realmente eres mas hermoso en persona cariño, pero dejando eso de lado ¿me dejas entrar?- 

"Tenía que empezar a practicar lo de las sonrisas porque aunque lo estaba intentando, su sonrisa era mas amenazadora que tranquilizadora"- pensó Harry sin ninguna sutileza.

Pero viendo que era uno de sus dos destinados, lo dejo entrar, de paso así quizás los dos hermanos se confrontaran ahora y no estén peleando por todo mas adelante, quien sabe.

Ofreciendo una taza de te, me había sentado al lado suyo sin mucho tema de conversación en mente.

Incomodo.

Pero antes de que pudiera decir algo había caído desmayado siendo agarrado a tiempo por Klaus, quien lo abrazo posesivamente mientras salía de esa casa.

Al fin lo tenía en sus brazos y se iba a encargar que nadie se lo quitara o lo volviera a ver de nuevo, para ser mas exactos.

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Se despertó en una habitación extraña, con grandes ventanales por donde entraba la luz de las farolas de la calle, medio desorientado se había levantado de la muy cómoda cama, y, había mirado por la ventana para darse cuenta que no podía identificar donde estaba porque nada le era conocido.

Suspirando para tranquilizarse, fue cuando miro para abajo, se dio cuenta que no llevaba su ropa de ese día, si no una camisa que le quedaba francamente grande, pero de un olor realmente agradable que lo hacía sentir seguro.

Es gracias a eso que había recordado lo que había pasado.

¡El muy hijo de puta lo había secuestrado!.

Encolerizado se había acercado hacia la puerta de la habitación para abrirla, solo para darse cuenta que no podía abrirla.

¡Aquí va a arder Troya como no me dejen salir estos hijos de puta!.