
Charles Xavier y ¡Cada vez quiero más tener hijos!
Esto era una mala idea. Bueno, no lo era ¿O sí? ¿Era realmente una mala idea llevar a tu sobrino al apartamento de un muy reciente amigo? Quiero decir ¿Era realmente malo, considerando que también estarían sus hijos?
Charles suspira y golpea la puerta. Mi Dios, ayúdame -suplica en silencio.
-¡Papi! -se oyen gritos infantiles.
-¡Es Charles! -grita una niña.
El corazón de Charles salta emocionado. Que preciosura -piensa de inmediato.
La puerta se abre solo unos segundos después, y Erik sonríe de lado dejando pasar a sus hijos.
-¿Usted es Charles? -pregunta la pequeña con ojos brillantes.
Charles asiente lentamente y le dedica una sonrisa.
-¡Mira papá, es muy guapo! -exclama la niña.
-¿Eh? -pregunta Charles aturdido y suelta una risa nerviosa-. Eso es un gran alago de parte de una princesa.
Erik arquea una ceja y muerde su labio inferior conteniendo una carcajada.
-Oh, lo siento -dice Charles-. El es mi sobrino Kurt -presenta al niño.
Los ojos de los mellizos se abren ampliamente.
-¡Eres azul! -exclama Pietro con emoción.
-¡Y tu cabello es blanco! -exclama Kurt.
-¿Quieres jugar con mis autos?
Kurt asiente, y ambos niños se pierden dentro del apartamento. Si embargo, Wanda, continúa observando a Charles como si fuera una criatura rara o exótica.
-Wanda -murmura Erik-. ¿Por qué no vas a jugar con Pietro y Kurt? -le sugiere con voz neutral.
-¿Puedo ver sus ojos más cerca? -pregunta a Charles ignorando completamente a su padre.
Charles observa a Erik, el cual sube los hombros, indicándole que no había problema con ello.
Entonces, Charles se pone de cuclillas frente a Wanda, y la niña se acerca.
-¡Es más bonito que mi lápiz azul! -exclama y hace un puchero-. ¿Podemos comprar un lápiz azul como los ojos de Charles? -pregunta ahora a su padre.
-Mm, bueno. Pero ahora ve a jugar.
La niña asiente satisfecha y corre al interior. Finalmente, Charles vuelve a pararse.
-Son encantadores -dice Charles con ojos soñadores.
Erik indica con una mano que pase, y cierra la puerta detrás de ellos.
Y es que, para Charles, los niños eran encantadores. A veces deseaba tener hijos. "¡Tarea difícil!" -le gritó su cerebro.
Junto con Erik se sentaron en el sillón de la sala, y prendieron la televisión.
-Son terribles -murmura Erik con diversión-. Tener hijos es de las tareas más difíciles sobre la tierra, y soy profesor -dice con gracia.
-Sí, debe ser difícil. Sin embargo, siempre quise ser padre -suelta Charles.
Definitivamente era el comentario más personal que le había hecho desde que se conocieron.
-No es como si no tuvieras tiempo -dice Erik aun sorprendido por la confección.
-Sí, bueno -Charles lo medita unos segundos y suspira-. De todas formas no lo creo.
-¿Por qué no? -pregunta Erik extrañado, centrando toda su atención en Charles.
-Umm, bueno -tose brevemente-. Soy gay -dice con simpleza.
No era exactamente gay, pero ahora mismo, se sentía como si lo fuera. Hace mucho que no le interesaba una mujer.
Erik abre la boca reiteradas veces, sin lograr decir mucho. Lo que hace a Charles soltar una risa breve.
-Espero que eso no te moleste -aclara.
Erik niega reiteradas veces.
-Yo, yo soy bisexual -murmura Erik.
-Oh, eso si que es una sorpresa -suelta Charles, ahora también sorprendido.
Erik sonríe nervioso después de la confesión y se levanta del sillón.
-¿Una cerveza? -pregunta.
-¿Por qué no?
...
-Y Raven dijo: ¡No toques esa salchicha por el amor de Dios! -exclama Charles intentando imitar la voz de su hermana-. Todos la observaron como si estuviese loca, pero yo... yo fui el chico de las salchichas para siempre. Un apodo bastante vergonzoso si se aprovechan de tu orientación sexual.
-¿El chico de las salchichas? -pregunta Erik con diversión.
Y ahí estaba otra vez. De Erik nació esa sonrisa llena de dientes, una sonrisa completa. De esas que crees que alguien tan serio como él, no posee. Pero si, y era una sonrisa maravillosa.
-El chico de las salchichas -afirma.
Habían pasado la tarde entera hablando de sus vidas. Ambos eran huérfanos, ambos eran mutantes, ambos querían una familia. Y la forma en que Erik se lo había confesado a Charles, fue muy conmovedora para él. Era bueno que después de un divorcio, se tuviera esperanza. Charles no iba a admitirlo, pero después de Sebastian, se sentía sin esperanzas. Pero estas, lentamente, comenzaban a resurgir.
-Tus hijos son maravillosos -murmura Charles.
-Un día tienes que conocer a Lorna -suelta Erik de golpe-. ¡Su primera palabra fue papá! ¿Puedes creerlo?
Y Charles realmente no sabía por que, pero oír a Erik hablar de sus hijos de esa forma, le revolvía el estómago. En el buen sentido, claro está.
-Eso debió ser increíble -susurra Charles-. Esas son las pequeñas cosas que me hacen desear aún más tener una familia.
-Estoy seguro de que pronto la tendrás -susurra Erik, y en un impulso, aprieta una mano de Charles con la suya.
-¿Eso es una insinuación? -bromea Charles y suelta una carcajada.
Erik golpea su hombro y comienza a reír.
-Tal vez -contesta en medio de las carcajadas.
"Tal vez" "Tal vez". Charles patea esos pensamientos, porque Erik era su amigo. A M I G O. ¿Queda claro cerebro?
Podría jurar que había oído un sonoro "púdrete" naciendo de su cerebro.
Y las risas no se cortan hasta que el móvil de Charles suena.
-¿Sí? -pregunta aún soltando alguna que otra risa.
-Hola Charles, soy Raven. Solo llamaba para recordarte que mi hijo está contigo y que está oscureciendo -al parecer sonaba bastante seria.
Charles dirigió su vista al balcón, en donde el sol parecía haber sido consumido por completo.
-Dios, lo siento Raven, no noté que era tan tarde -murmura avergonzado.
-Claro que no -murmura ahora con picardía-. Con un hombre como Erik.
-¡Raven! -exclama-. Voy ahora mismo, no te preocupes por Kurt, él está bien.
-Eso espero por tu salud -y tras una corta risa, corta la llamada.
Charles observa a Erik con un gesto de disculpas.
-Creo que debería comprarme un automóvil, así llegaría tarde, pero no tanto -murmura levantándose del sillón.
-Yo los llevo -anima Erik y también se pone de pie-. De todas formas he sido yo quien te distrajo tanto tiempo.
Charles lo observa de reojo y sonríe ampliamente.
-Bien, lo acepto entonces -dice con diversión-. ¡Kurt! -llama al niño.
Inmediatamente los tres infantes aparecen en la sala, completamente agitados después de una carrera.
-¡Tío! -exclama Kurt con emoción y se abraza a la pierna de Charles.
Extrañamente, Wanda también se abraza a la pierna de Charles, cuando Pietro se abraza a la de su padre.
-¿Ya se van? -pregunta Wanda observando hacia arriba.
Charles baja la mirada encontrándose con esos expresivos ojos verdes, casi grises, muy parecidos a los de Erik.
-Sí -dice Erik-. Pero vamos a llevarlos ¿Quieren?
Wanda asiente varias veces y sonríe.
-¿Me carga hasta el automóvil? -pregunta estirando los brazos hacia arriba.
Charles contiene la respiración y sonriendo ampliamente, carga a Wanda.
-Tus ojos también son muy bonitos ¿Sabes? -pregunta, mientras que con la mano libre, toma la de Kurt.
-¿Sí? -pregunta Wanda sorpredida.
-Sí, se parecen a los de tu padre.
El corazon de Erik salta reiteradas veces, como si le recordara que seguía ahí, y bombeando más fuerte que nunca. Quizás era una mezcla de todo, el último comentario de Charles, verlo cargando a Wanda. Pero estaba loco si no notaba lo obvio. Le fascinaba Charles. Como si fuera la piedra preciosa más difícil de encontrar.
Con las mejillas algo calientes, agarra la llave del automóvil, toma la mano de Pietro y observa a Charles.
-¿Vamos? -pregunta casi en un susurro.
Y Charles solo asiente.