Into the Fray (Traducción)

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Into the Fray (Traducción)
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Summary
Cada año, dos alfas de cada distrito son escogidos para pelear a muerte, y cada año se escoge como premio ,a un único omega para unirseles en la arena.
Note
Gracias a la autora por permitirnos traducir este maravilloso fic ;)Traducción:Brisa, Nancy.Edición:ValeriaCorrecciones Finales:Libia.Encuentranos en : https://www.facebook.com/cherikmcbender
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Capitulo 1

La capital de Genosha era, un reluciente y bello sitio. Se había alzado como un brillante faro, fuera del caos en la que había sumido el mundo. Habían transcurrido siglos de paz y sencilla vida con los 13 distritos que rodeaban la capital, cada uno haciendo su trabajo.

 

Y por  siglos no se había visto en ningún distrito a alguien que hubiera nacido en la capital. Era como un viejo cuento de hadas, lleno de castillos y elaborados trajes que iban más allá de una exquisita narración. A menos de quinientas millas, la capital se había convertido en un  mito.

 

Los mitos, sin embargo, rara vez se dejaban sin respuesta. Pronto los distritos se levantaron en rebelión y comenzó una guerra. Casi todo en Genosha se perdido debido a las insignificantes demandas de los distritos, pero la capital prevaleció al final, aunque tuvieron que expulsar al distrito 13 para lograrlo. Dejándolo en la ruina hasta hoy, como advertencia a los demás distritos.

 

Sin embargo, una sola advertencia no sería suficiente, los líderes de la capital sabían bien sobre el leve control que podían tener sobre los distritos,  superados en número como estaban. La capital había perdido algunas vidas durante la guerra y necesitaban incrementarse en número, si querían mantener su victoria.

 

Se decidió, como un castigo para los distritos y una ayuda para sí mismos, que reunirían a todos los omegas de los distritos y los asignaron a los alfas en la capital, después de todo eran demasiado valiosos para dejarlos entre trabajos y pobreza.

 

Algunos consideraron que este era castigo suficiente, era lo más brillante que podían hacer y algo a lo que se podían adaptar. No permitirían que los omegas aprendieran a vivir sin ellos. La llave del control venia en dos partes: dolor y esperanza.

 

Así los juegos de los Alfas comenzaron y ellos fueron los elegidos.



* * *

 

Todo empezó cuando escucho su nombre.

 

Casi no lo reconoce  por sí  mismo, considerando el dulce acento de la capital con el que fue pronunciado.

A su alrededor todos permanecen en silencio,  observando para ver qué haría, y lo que  hace es desconectarse. Como consecuencia de ello, toda la última semana se había ido en un borrón. La memoria más clara que tenía no era la de la mascota de la capital pronunciando su nombre. Sino el sonido de la voz de su madre. Ella había estado llorando cuando la sacaron por la puerta habiendo pasado sus tres minutos de despedida: Alles ist gut, Erik, alles ist gut. Todo está bien.

 

Él lo había decidido, volvería a casa, sin embargo él no es uno de esos alfas en busca de participar en los juegos. Algunos eran conocidos por ser voluntarios, ya que, el ganador conseguía fama, dinero y lo más importante, ganar significaba obtener la unión con un omega.

 

Nada de eso le importaba a Erik en lo más mínimo. El pelearía y viviría –No se podía permitir imaginarse en el mañana. Enfocaría toda su atención a sobrevivir a los juegos, a las reglas, las cuales, eran al menos, lo suficientemente simples.

 

Dos alfas de entre dieciséis y veintiún  años de edad –escogidos de cada distrito para competir. Como incentivo, un solo omega, escogido de entre  todos los  distritos en un sorteo, para ser el premio. No obstante los omegas son escogidos, una vez cumplidos dieciocho. A los omegas no se les permite regresar a su distrito después de esto. Sus nombres son elegidos para el juego de ese año o son llevados a la capital para asignarles un alfa.

 

A pesar de estar solo en la escena, las probabilidades no están más a favor de los omegas que de los alfas.  Erik recuerda haber oído que este año solo había catorce omegas mayores de edad en los distritos. Una en catorce oportunidades.

 

El nombre de Erik es  sacado de entre cientos y apenas lleva dos cosechas. Pero entonces las probabilidades estuvieron en su favor.

 

Si hubiera nacido en otro distrito, quizá algún impaciente alfa con algo que probar se habría ofrecido voluntario en su lugar. Eso, en el distrito 12, ha sido de muy poca utilidad para los juegos.  Y la única persona que Erik sospecha  podría querer tomar su lugar, ha sido llamada antes que él: Sebastian Shaw.

 

Sebastian Shaw es un ser humano despreciable y Erik no siente ningún aprecio por él. Eso haría las cosas más fáciles cuando llegara la hora de matarle. Shaw dependería de las armas que consiguiera en el botín o de los regalos por parte de los patrocinadores. Esto último  lo  debilitaría. Erik nunca ha sido bueno con la gente. Sabía que no contaría con apoyo externo, y confiar solo en sí mismo simplificará mucho las cosas.

 

Su mentor, Azazel, ha tratado de hacer que Erik agrade a los ciudadanos de Genosha, para conseguir patrocinadores. Pero ellos han renunciado rápidamente a él para favorecer a su compañero. Quien tenía la resbalosa personalidad que necesitaba para jugar con la audiencia. Erik apenas había realizado sus entrevistas, era raro cuando soltaba una respuesta clara de más de dos palabras.

 

Ahora, está subiendo a través del tubo hacia la luz del sol, está confortado por el hecho de que sólo necesita una cosa, preocuparse por mantenerse vivo.

Azazel le ha advertido que su mayor defensa será desaparecer. Si Erik nunca escucha nada, él ha escuchado esto. Como todos los alfas alrededor de él, se preparan para saltar hacia adelante, a la larga Cornucopia en el centro, donde las herramientas y armas están apiladas en un montón. Erik mira atrás, puede ver el borde del bosque  a no más de veinte pies  y sabe que podría llegar ahí lo suficientemente rápido. Nadie le perseguirá ahora que todos estarían  ocupados escogiendo sus armas.

 

Erik vuelve su mirada a la Cornucopia  y es ahí cuando lo ve.

 

Han dejado al tributo omega junto a la pila de armas y herramientas, como si se tratase de un cordero para sacrificio.  Al omega lo preparan la noche antes de los juegos, mientras lo tributos alfas se alistan para dormir. Así que ninguno de ellos  puede presenciarlo o ver al omega  antes del evento. Aun así, Erik no sabe por qué está tan sorprendido de que él omega luciera tan hermoso, porque todo los que ha visto, lo han sido. Tal vez es así como los omegas lucen, o quizá solo los nombres  de los omegas hermosos salen en el sorteo.

 

Por supuesto, esto supone una oportunidad. Erik recuerda haber visto omegas recompensa en el pasado. Ver esas ceremonias es obligatorio en los distritos.  Todos los omegas participantes en el sorteo de ese año, son enviados a la capital, para la gran ceremonia de elección, son vestidos y colocados en una línea, el ganador es lanzado a los juegos sin grandes fanfarrias y al resto los casan de uno por uno.

 

El ganador de este año ha sido vestido con una suave chaqueta y pantalones de un color azul tan bajo que casi parece blanco, en marcado contraste con el desgastado negro que usan ellos. De cerca sería imposible confundir a un omega de un alfa tan solo por el olor, pero se hacía esta diferencia para evitar que alguien pudiera herirle de lejos por accidente.   

 

El omega se paró a un lado de los suministros, Erik puede ver que no está parado sobre el mismo suelo peligroso que ellos. El resto de ellos volaría en pedazos si se moviera antes de empezar. Pero ellos no pueden correr el riesgo de sacrificarse por un omega, y eso no haría realmente una diferencia, puesto que no tendrían a donde correr. Los tributos alfas permanecen  a su alrededor en un amplio círculo, semejante a una red, si Erik se ponía en marcha ahora, estaría más cerca de escapar cuando estuvieran libres.

 

Lo han hecho al propósito. Los ciudadanos de la capital siempre encuentran más entretenidos cuando el omega es la primero en ser capturado, pasando de uno a otro, mientras el alfa en turno corre a los demás. Los organizadores de los juegos no son nada si no logran entretener. Hacen todo lo posible para garantizar un buen entretenimiento.

 

El omega lo sabe también. Sus ojos azules están muy abiertos y lucen preocupados, pero eso es obvio tras evaluar la situación. Él está echando un vistazo a cada uno de los alfas, para encontrar un punto débil por donde escapar entre ellos. Pero no parece que dejarán alguna abertura.

 

Una de las ventajas que tiene es que está rodeado por las armas y suministros, sin embargo, es un privilegio vacío ya que a los omegas no se les da ninguna información acerca de cómo usarlas, pues ellos no tienen la intención de, o mejor dicho no deben, escapar.

 

Hay un click cuando la cuenta llega a cero y todos empiezan a correr hacia los suministros y al omega. Solo unos pocos se separan por el bosque, Erik es uno de ellos y lentamente retrocede, siguiéndoles, moviéndose en dirección opuesta.

 

El omega no se mueve en absoluto. En lo primero que Erik piensa es que no lo ha estudiado tan claramente como él había creído, o talvez solo se esté rindiendo. Solo se queda mirando en su mismo sitio, como los demás alfas vienen corriendo hacia él. Erik sigue moviéndose pero no puede evitar mirar atrás.

 

Sus ojos se encontraron con el omega otra vez, en el momento justo para verlo recoger una gran bola de metal de la pila de armas y golpear el techo de la cornucopia.

 

Entonces todo se vuelve luz blanca y sonido.



* * *

 

La siguiente vez que Erik abre los ojos su visión es borrosa, puede escuchar los gritos viniendo de algún lugar, terribles llantos que rompen en lo antinatural. Su vista se va aclarando, y eventualmente se enfoca lo suficiente para ver el baño de sangre que tiene lugar en la Cornucopia.

 

Erik deja salir una risa ligeramente histérica, cuando observa y no puede hallar al omega por ninguna parte. Su primer instinto fue que tenía razón después de todo, que era definitivamente inteligente. Como sea que la maldita cosa haya sido, era obvio que el omega sabía exactamente qué hacer y cómo usar su ventaja.

 

¿Un omega burlando a los tributos alfas en el primer minuto del juego? Es tan imprevisto, que él podría apostar que los organizadores de juego siendo como eran, tan trastornados, ni siquiera habrían imaginado que sucedería algo así. Tenía que ser el primero. No había manera de que un omega ganará los juegos, su única estrategia era no ser atrapado hasta que todo terminara.

 

Erik planea algo similar. Se obliga a ponerse de pie con los oídos aún zumbando, y se tambalea hacia adelante. Hay un tributo muerto a unos pasos de distancia tirado junto a una mochila. Erik extiende su mano y toma el paquete y corre hacia los árboles.  Apenas puede conducirse en línea recta. Pero está seguro que nadie se molestara en perseguirlo. Se mueve a través de los árboles, respirando más fácilmente cuanto más se interna en el bosque. Necesita buscar agua y checar que clase de suministros pudo conseguir. Pero en lugar de eso, se encuentra a sí mismo tirándose al suelo del bosque.  Su cabeza aún late por la explosión del arma del omega, y piensa que no dejará de doler hasta descansar. Está apoyado contra el tronco de un árbol, trata de sobreponerse, cuando algo corta el aire pasando por sobre su brazo. Erik gira sobre sí mismo antes de siquiera pensar.  Con una mano le quita el arma a su agresor, pensando en tirarla lejos y con la otra lo toma por el cuello para arrojarlo al árbol más cercano. Erik jadea sorprendido cuando se da cuenta a quien capturó. Está atrapado entre el loco impulso de besarlo y la necesidad de alejarse lo más posible de él. La mano con la que lo sujeta hormiguea y Erik lo suelta abruptamente, tropezando de nuevo, con el arma robada aún en su mano.

 

─ Pude haberte matado. – gruñe Erik.

 

El omega le devuelve la mirada, desafiante. Obviamente confundido por su acción ─ Tú eres del distrito 12. ─ dice en lugar de la esperada disculpa. ─ Erik Lensherr.

 

Al principio Erik se pregunta cómo lo sabe, luego se da cuenta que, por supuesto, él lo sabe. Los alfa tributos no pueden ver al omega de la cosecha. No obstante, Erik ha estado en todas las noticias la última semana. ─ Sí. ─ Responde. ─ Yo habría pensado que te encontrarías muy lejos dentro del bosque teniendo en cuenta la ventaja con la que empezaste.

 

El omega luce como si estuviera  a punto de decir algo. Pero no lo hace. Erik frunce el ceño. Ajustando su control sobre el arma del omega y pasando su mirada sobre la mochila que lleva puesta. Al parecer había recogido unas cuantas cosas antes de correr. Definitivamente inteligente, así que, ¿Por qué se detuvo tan cerca en lugar de internarse en lo profundo del bosque?

 

─ ¿Cuál es tu nombre? ─ pregunta Erik después de un momento. Cuando está claro que él no accederá a aportar cualquier información adicional.

 

─ Charles. ─ dice con cautela.

 

Erik puede verlo medir  la distancia entre ellos. Considerando la oportunidad de echarse a correr. Una de sus manos se dirige distraídamente a la parte del cuello enrojecida de donde Erik le había sujetado. Probablemente se volverá un moretón. De pronto se siente culpable y preocupado, casi enfermo ahí donde sigue de pie.

 

─ No me voy a disculpar. ─ dice Erik rígidamente, a pesar de sentir que debería hacerlo. Erik se revisa el brazo empapado de sangre, aliviado porque a pesar de lo que parece no es tan malo como creía. ─ Después de todo, tú estabas intentando matarme.

 

─ No te habría matado. ─ responde Charles, sonando ofendido. ─ Era solo un dardo tranquilizante.

 

Erik frunce el ceño y mira el arma que por supuesto está cargada con dardos en lugar de balas. ─ ¿Por qué ellos pondrían armas tranquilizantes? ─ Pregunta con incredulidad. Parece más bien un arma inútil en una lucha a muerte.

 

─ Era para que alguien la usase en mí. ─ Charles responde tranquilamente.

 

Erik lo entiende al instante y se pregunta si tal vez ese era el porqué de todas esas armas que Charles había elegido tomar. No había muchas armas que pudieran usar en su contra. Y él no quería hacerles demasiado daño.

 

Mucha gente pensó que los omegas la tenían fácil en los juegos solo porque no se les podía matar. Pero Erik nunca había pensado así. Los alfas al menos tenían una oportunidad, algo porque luchar. Todo lo que Charles podía hacer era postergar lo inevitable, pertenecer, eventualmente, a uno de ellos, y resistir la cantidad horrible de cosas que le haría mientras tanto.

 

Erik le devuelve el arma sin decir nada más. Charles luce completamente desconcertado. Pero no duda en tratar de echarse de nuevo a correr. ─ Gracias ─ dice después de un momento, obviamente dudando qué hacer con él. Erik puede entender su frustración. Una alianza entre un alfa y un omega en la arena no es extraña; de hecho es bastante común. Los omegas suelen negociar su futuro fuera de la arena a cambio de protección. Pero, ¿Una alianza cuando el alfa no pide nada a cambio? Erik no podía recordar que alguna vez hubiera ocurrido.

 

Erik no puede pretender que no está tentado, puesto que no es un santo. Sabe que solo hay once omegas en su distrito, todos ellos menores de edad.  Nunca ha estado frente a un omega de su edad antes y ahora entiende todas las cosas que se dicen. Es como si hubiera algo que envolviera su mente, algo que lo impulsa a acercarse. Que lo impulsa a reclamarlo, a tomarlo.

 

Pero su madre le ha educado bien. Él no va a obligar a nadie. No lo hará, incluso aunque este parezca ser el indicado

 

─ Sé cómo piensan los demás tributos. ─ dice Erik conteniendose de hacer cualquier cosa que sus instintos le dictan, besar, reclamar, tomar. Inhala profundamente y fija su mirada en el suelo. ─ Ellos vendrán a buscarte, Shaw también. Especialmente Shaw. No se conformará con derrotar a los demás tributos para ganarte. El querrá reclamarte aquí mismo.

 

─ Gracias por el aviso. ─ dice Charles. ─ Pero puedo arreglármelas solo.

 

─ Si Shaw o alguno de los otros obtiene un arma con la que dispararte, no mostrarán compasión alguna. ─ Erik chasquea, se acerca un paso,  con una ferocidad protectora naciendo de algún lugar dentro de él.  Es cuando se le ocurre lo que ganar significaría, y no puede creer que no haya pensado antes en ello. Si es él quien sobrevive a esto, y está en sus planes serlo, entonces Charles sería suyo.

 

─ Tal vez está, no es, la única arma que tomé. ─ dice igualmente Charles. ─ Tuve casi dos minutos  en la Cornucopia antes de que el primer alfa pudiera siquiera ponerse de rodillas.

 

Erik le dedicó una sonrisa ladeada, impresionado con su valentía, más aún con lo que ha conseguido.  ─ ¿Qué era esa cosa? ─ pregunta. ─ Mi cabeza aún punza.

 

─ Era una granada flash. Las he visto usar en juegos anteriores. ─ dice Charles. ─ El ruido perturba cierto fluido en el oído y causa desorientación, mientras que la luz te deja temporalmente ciego. Me tapé los oídos y cerré los ojos, cuando terminó, tome lo que pude y corrí.

 

─ Pudiste haber eliminado a más de la mitad de los alfas mientras estaban noqueados. ─ señala Erik.

 

─ Ellos no necesitaron mi ayuda para eso. ─ responde. ─ Cuando despertaron lo hicieron bastante bien por su cuenta.

 

Es un buen punto, pero Charles está eludiendo el problema. – No puedes preocuparte por lastimarlos. ─ dice Erik. ─ Ellos no tendrán la misma cortesía contigo.

 

─ No es a mí a quien ellos tratan de matar, eres tú el que debería preocuparse. ─ le cuenta. ─ Yo solo necesito permanecer escondido para que ninguno de ellos pueda encontrarme.

 

─ Si ese plan estuviera funcionando, nosotros no estaríamos teniendo esta conversación. ─ Erik ironiza.

 

─ Pero tú no quieres matarlos. ─ dice Charles evaluándole con sus ojos azules, y Erik no puede evitar sentirse un tanto inestable. Piensa que Charles ve mucho más allá de lo que aparenta. ─ No estoy seguro por qué, pero no quieres.

 

─ No tengo interés alguno en hacerte daño. Lo único que quiero es salir de esto con vida. ─ dice Erik, porque, al menos en parte, es verdad. Él ha visto como más de un alfa termina con un cuchillo bien clavado en la espalda por distraerse con el omega.

 

Erik no puede permitirse ese tipo de distracción.

 

Pero no hay otra opción.

 

Erik  no espera ningún patrocinador, especialmente no después de esto. ¿Un alfa sin reclamar al omega que tiene enfrente? Él probablemente está haciéndose a sí mismo una buena broma. Definitivamente no va a correr el riesgo de hacer alianzas con algún otro alfa. Charles es quizá la única persona en la que puede confiar, y él mismo ha demostrado lo ingenioso que es.

 

─ Podemos trabajar juntos. ─ dice Erik. ─ Sabes que yo no puedo matarte. Y tú has escogido cargar con un arma tranquilizadora en lugar de un arma real, así que estoy bastante seguro de que no vas a matarme. Por no mencionar que eres un tirador pésimo.

 

─ Te moviste en el último segundo. ─ Charles se defiende. ─ Y, ¿Qué tratas de decir? ¿Quieres una alianza? ¿Conmigo? Porque yo no voy a…

 

─ Te quiero para cuidar mi espalda. ─ Erik le corta. ─ Eres listo, apuesto a que eres más inteligente que cualquiera de ellos. Me gusta la posibilidad de estar mejor, si estás de mi lado.

 

─ De acuerdo. ─ accede Charles vacilante. ─ Está bien, tienes un trato.

 

Erik extiende su mano y Charles le frunce el ceño. ─ ¿No tienen apretones de manos de donde sea que vengas?

 

─ Distrito 1. ─ responde Charles. ─ Y sí. Es solo que casi nadie lo hace.

 

Aun así Charles extiende su brazo y toma su mano. No hace ningún comentario cuando Erik la sostiene por un largo rato.

 

─ Necesitamos profundizar en el bosque. ─ dice Erik, mirando atrás en dirección a la Cornucopia. ─ Lo más duro de la contienda se concentra en el claro –.

 

─ Sí. ─ concuerda Charles. ─ Ellos ya tienen una alianza. Y el otro de tu distrito. Shaw, también está con ellos.

 

─ Has estado espiando. ─ comenta Erik con admiración. Eso fue valiente, quedarse y evaluar la situación. En cada juego que recuerda, donde el omega haya evitado ser capturado en el primer baño de sangre, lo único que hacían era echarse a correr a toda velocidad. Por lo general quedaban tan deshidratados o muertos de hambre que los organizadores se disponían a conducirlos directo a las manos de un alfa.  Los instintos protectores propios de un alfa eran asegurarse de mantener con vida a los omegas. Independientemente del destino que tuvieran para ellos.  Charles no planea seguir ninguna de las usuales reglas, y Erik respeta eso. Él no juega sometido a ninguna de ellas.

 

─ Vamos entonces. ─ dice Erik empezando a moverse permaneciendo entre los árboles. Charles le toma del brazo para detenerlo y Erik intenta no percatarse de la manera en la que el contacto envía un choque a todo su cuerpo, como si se tratara del golpe de un relámpago.

 

─ Espera. ─ dice Charles. ─ Hay otra razón por la que sigo aquí. Encontré agua. ─ Charles se mueve caminando hacia la izquierda. Se voltea cuando Erik no le sigue.  ─ ¿Vienes? ─ pregunta casualmente, sosteniendo su pistola tranquilizante con la punta apuntando al suelo, pero listo para levantarla en un instante, Erik está seguro de ello.

 

Erik sabe de repente y sin lugar a dudas que ha tomado la decisión correcta. Él ha puesto sus posibilidades en Charles por encima de cualquier otro alfa en la arena. Comienza a seguirlo. Charles se vuelve para abrir camino.

 

─ ¿Cómo es que sabes hacer todo esto? ─ pregunta Erik.

 

Charles vuelve su mirada con desconfianza y al principio Erik piensa que simplemente no confía en él, luego se da cuenta que la mirada en realidad da un seguimiento entre los árboles. Charles es más consciente del hecho  de que están siendo televisados que cualquier tributo que Erik haya visto.

 

La mayoría de las veces que ha sido forzado a ver los juegos, olvida que los tributos siquiera saben que las cámaras están ahí, son tan inconscientes de ellos. Puesto que no pueden darse el lujo de descuidarse para pensar en los televidentes.

 

Pero Charles lo hace y él debe saber que si le cuenta a Erik cómo lo hace, los productores harán todo lo posible para que ningún otro omega escogido lo haga. Erik se disculpa inmediatamente por preguntar.

 

─ Bueno, todos vemos los juegos ¿Cierto? ─ Es todo lo que dice Charles. ─ Soy un estudiante rápido.

 

Charles le lleva a un pequeño lago y Erik se deja caer junto a él de inmediato para beber un poco de agua. Abre su mochila y busca una cantimplora que llena a su vez. También hay algo de carne seca, una bolsa de dormir y un poco de cuerda.   No es tanto como él esperaba, pero será todo por ahora. Mira a Charles quien está tomando de su propia cantimplora.

 

─ ¿Qué obtuviste? ─ pregunta Erik señalando el paquete. El realmente espera que Charles haya obtenido una bolsa de dormir. Porque no hay manera de que pueda controlarse cerca de él si se ven obligados a compartir.

 

─ Algo de comida, una bolsa de dormir y algunas cantimploras. ─ dice y agrega muy casual. ─ Otra granada flash.

 

Erik sonríe ligeramente. ─ ¿Tal vez una pequeña advertencia antes de usarlo esta vez, si no es mucha molestia?

 

Charles le devuelve la sonrisa, pero sólo apenas. ─ No lo prometo. ─ dice.

 

Erik mira hacia otro lado, Charles no es su enemigo aquí, así que es fácil olvidar que él sí es enemigo de Charles. Si Charles le ayuda a ganar, significa que está ayudando a su propia captura por elección del captor.

 

Aunque para ser justos no es como si Charles vaya a ponerse en jaula de oro, los omegas, en especial los omegas tributos, tienen derechos después de los juegos.

 

Si Erik gana, Charles será de su propiedad según la ley. A ellos les gustaba pasearlos por la capital hablando de lo satisfactoria que era la unión entre el alfa y el omega. Hasta el punto de que  al terminar esto, Charles sería tan famoso como el alfa que le ganara. Se esperaba que los omegas fueran al  tour de la victoria, para vivir felices para siempre con el alfa que lo había violado en repetidas ocasiones durante los juegos.

 

Erik piensa que es aún peor, la manera en la que ellos hacen pretender que todo el mundo es feliz.

 

─ Lo que quise decir con, “No voy a lastimarte” ─ dice Erik sinceramente. ─ No es solo una estrategia para que confíes en mí. Honestamente, creo que podemos ayudarnos el uno al otro.

 

─ Se está haciendo de noche. ─ dice Charles sin mirarle, no acepta la afirmación de Erik, pero tampoco la niega. ─ Creo que hay que dormir en los árboles. Tan alto como sea posible, podemos usar la cuerda para asegurarnos.

 

¿Quieres que duerma en un árbol? pregunta incrédulo, parándose del lago después de haber llenado de nuevo su cantimplora. Si alguien nos encuentra estaríamos colgando allá arriba.

 

¿Cómo podremos contra ellos si estamos en el suelo y pueden matarte mientras duermes? Charles pregunta cortésmente. Sería más fácil estando colgados, supongo.

 

Erik entorna los ojos. Tú no eres como ninguno de los omegas, de los que he oído hablar.

 

A la gente no le gusta hablar de los que son como yo. responde irónico.

 

Erik se ablanda y sacude la cabeza. Bueno, todo el mundo te está viendo ahora. dice.

 

Supongo que lo están. Concuerda Charles.

 

Vamos entonces. dice Erik, balanceando su mochila sobre su hombro. Vamos a subir el maldito árbol

 

Erik va primero y Charles lo sigue. Se detienen cuando llegan a dos brazos en lados contrarios, pero que están casi al mismo nivel, se apoya cada uno en su tronco, espalda contra espalda. Se meten en sus sacos de dormir y se aseguran con la cuerda.

 

Erik le comparte de su carne seca  y Charles le da algunos duraznos secos. Es casi una comida. Erik se siente más fuerte justo a tiempo para el sonido del cañón. El cielo se ilumina con las caras de los muertos, uno a uno, trece en total. Erik no reconoce ninguna de ellas, pero es un hecho, no hay duda. Quedan once. Incluyendo a Shaw.

 

Eres un buen escalador. Charles dice después de un momento, sin mencionar nada sobre los muertos.

 

El Distrito 12 tiene una gran cantidad de árboles. Erik dice, cuidando  no mencionar que también tienen un bosque fuera de la cerca eléctrica no utilizada, o el hecho de que él ha estado cazando allí casi todos los días desde los doce años. Me gustaba la vista. ¿Qué hay de ti? No pensé que el Distrito 1 tuviera una gran cantidad de árboles.

 

No tenemos, pero hay uno justo afuera de mi ventana. Solía salir de ella trepando por el árbol.

 

Erik se ríe, acomodándose en el saco de dormir, casi relajado contra todo pronóstico. ¿A dónde ibas? ─  pregunta.

 

No había ningún sitio a donde ir. responde cerrando los ojos. Así que me quedaba en el árbol.

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