Ultraviolence

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Ultraviolence
Summary
Katarina ha fallado en una simple pero importante misión que le ha dado padre por culpa de su ego. Un par de años después este decide darle otra oportunidad a cambio de que acepte ser la subordinada de Samira, la mejor mercenaria de Noxus que no dudará en enseñarle que para tener un ego tan grande tus habilidades deben estar a la par.Claro que los métodos se Samira no son nada ortodoxos, incluso para una asesina como Katarina.Dedicado a: Sp44wnLos personajes mostrados en este fic no me pertenecen, yo sólo escribo cosas que no me puedo sacar de la cabeza esperando que los demás lo disfruten tanto como yo.
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Primer Plan

Llegaron a su destino en la madrugada.

Después de su enfrentamiento, que más que nada había sido humillación, Katarina había guardado silencio sin esfuerzo alguno. Su estado de ánimo no le permitía ser impertinente, desafiante o si quiera comentar algo respecto al clima, por ejemplo. Samira pareció respetar eso, si habló fue solamente para darle indicaciones de por dónde seguir, pero nada más. Aun así, la pelirroja podía jurar por el honor que intentaba recuperar, que la morena la miraba con un deje de burla y superioridad. Cada que hacían contacto visual no podía evitar desviar su verde mirar y apretar la mandíbula con frustración, impotencia e ira.

Se dirigieron a una posada y dejaron sus caballos en el granero a cargo del capataz.

-Moad es un caballo especial con necesidades especiales. - menciono Samira, lanzándole un pequeño costal de monedas de oro al hombre encargado del lugar para después acariciar el cuello del enorme animal de pelaje oscuro que, para agradecer las atenciones resoplo gustoso.

-No se preocupe, Moad será tratado mejor que un emperador. – el hombre terminó de contar las monedas en el interior de la bolsita y recibió las riendas del corcel con una gran sonrisa, era obvio que no muchos le daban generosas propinas como esas.

-Perfecto, espero que el cuidado hacía su amigo sea igual. - señalo con la cabeza al caballo de su compañera y el hombre también asintió, por esa propina atendería a cinco caballos más como reyes si así lo deseaba.

La asesina pensó que eran demasiadas molestias para unos simples caballos.

En recepción, de nuevo fue Samira la que se hizo cargo, hubo más intercambió de dinero antes de ser escoltadas hasta una de las mejores habitaciones de la posada, de esas que hasta tenían su propio baño.

La primera en entrar al baño fue Samira, dejando momentáneamente a solas a su “discípula”.

La habitación, además de contar con su ya mencionado propio baño, era amplia; tenía dos camas gemelas, un pequeño comedor y una mini cocina. También, al fondo había una gran ventana desde la que se podía ver hacía el centro de la ciudad.

Katarina dejó su saco de pertenencias a un lado de la cama más cercana a la puerta, para marcar que esa es la que había escogido. Después se dejó caer sobre ella, estaba acostumbrada a pasar días en la intemperie sin comodidades, pero, aun así, nada se comparaba a cuando por fin podías descansar en una suave y mullida cama. Coloco su brazo sobre su frente, cubriendo parcialmente su rostro mientras descansaba.

Entre los muchos pensamientos que habitaban en su cabeza, uno resurgió de la nada. Quizás era mala idea haber escogido la cama que estaba a un lado de la puerta, con lo borracha y ruidosa que ya había descubierto que era Samira sería muy molesto para ella tener que oírla pasar hasta su cama. Pensó en levantarse para cambiar, pero se sentía tan cómoda ahí donde estaba que poca intención se le vio. Mientras luchó por no quedarse dormida ya que también quería un baño, se dio cuenta de que Samira la venció incluso si toda la noche anterior estuvo de fiesta y encima había dormido muy poco. Eso la hizo sentir más humillada de lo que ya se sentía.

Se removió en la cama, hasta quedar acostada de lado mirando hacía la otra cama vacía. Entre la vergüenza de ser derrotada tan fácilmente no pudo evitar preguntarse ¿Cómo sería luchar con ella a su máximo potencial?

Analizó los recuerdos que tenía de la batalla, ambas tenían más o menos la misma estatura y musculatura, pero los movimientos de la shurimana eran más gráciles y livianos, se notaba que le costaba mucho menos moverse y, aun así, cuando la tuvo encima se dio cuenta de que si quería podía ser una molestia con su peso. Respiró profundo, recordaba una y otra vez el momento en que se le tiró encima y rápidamente se sentaba sobre ella, intentando encontrar el cómo hubiera sido la mejor manera de defenderse.

Allá en el baño se escuchaba el agua correr, Katarina dejó que sus pensamientos la llevaran al recuerdo de la figura de Samira casi sin darse cuenta, de un momento a otro estaba preguntándose cómo es que la otra había conseguido ese bien formado cuerpo. Es decir, ella al ser de cuna noble tenía asegurado un entrenamiento para especializarse en lo que sea que se especializara su familia, en su caso los asesinatos. Pero si algo sabía Katarina es que la shurimana no era de cuna noble. La pelirroja no sabía nada del pasado de la rosa del desierto.

-La ducha esta lista. – anunció Samira cuando salió del baño, interrumpiendo a una introspectiva pelirroja. –Date una ducha caliente rápida, te contaré quién y porqué es nuestro objetivo una vez que salgas.

XXX

Salió muy rápido, le hubiera encantado tomarse su tiempo para relajar su cuerpo bien antes de dormir, pero la curiosidad era poderosa y la promesa de saber al fin que hacían en esa ciudad le hizo apurarse.

Cuando salió, la mayor estaba en la cama que no había escogido la pelirroja, sentada justo en medio con las piernas cruzadas y con un pergamino que reconoció enseguida como el que había tratado de conseguir un día antes, parecía leerlo con mucha atención. Katarina se acercó mientras secaba sus rojos cabellos, ya llevaba puesta su pijama, aunque un poco húmeda ya que había salido con prisa de la regadera. Se sentó en la misma cama solo que a la orilla de esta y con los pies en el suelo.

-Soy toda oídos. – soltó ya sin poder esperar por saber cuál sería su misión, ya no se trataba realmente de curiosidad, se trataba de control, al no saber qué sucedía ella no podía prepararse con antelación como estaba muy acostumbrada.

La mercenaria no le dijo nada, solo giró su único ojo hasta ella y después extendió el pequeño pergamino en la cama para mostrar su contenido a la otra. En él había un muy buen retrato a mano de un hombre que estaba por llegar a sus cincuenta, tenía el cabello corto y barba de candado en color negro y una que otra cana, sus facciones eran duras, propias de quien había vivido toda su vida en conflictos bélicos. Alrededor de él había, escritas a mano, las especificaciones de la misión.

-Él es Octavius Archer. - señalo el dibujo, para hacer énfasis a sus palabras –Es un general retirado al servicio de nuestra nación, actualmente se dedica solamente a la política y toma de decisiones de la zona este del imperio. El alto mando tiene razones para pensar que se trata de un eslabón corrupto y temen que hasta traidor sea. - notó que la otra no apartaba sus ojos del pergamino pero que al mismo tiempo tenía su total atención, así que prosiguió –Nuestro trabajo es verificar esta información, sea el método que sea, eso es lo que menos le importa al alto mando. – tomo el pergamino, lo enrollo y dejo sobre la mesita de noche.

La pelirroja se puso de pie y caminó hasta la cama, ya con la información se sentía más tranquila y hasta un poco contenta hasta que cayó en cuenta de algo, se giró para enfrentar a Samira que ya se estiraba cuan larga era en la cama –Si de todas formas me ibas a dar la información así de fácil ¿Qué demonios fue todo eso? -

- ¿Todo eso? - respondió con una pregunta en un tono que pretendía hacer saber que no tenía ni idea de lo que hablaba.

-El decirme que no tenías por qué decirme nada y luego la estúpida pelea. - contestó, comenzando a sentirse exasperada por el comportamiento de la mujer a tal punto que lanzó su toalla a una de las sillas del comedor.

-Allá vas de nuevo. - puso su ojo en blanco. –Será mejor que te acuestes y descanses, que mañana tienes mucho trabajo. - se giró sobre sí misma para darle la espalda, dispuesta a dormir de una buena vez –Apaga la luz. -

- ¿De nuevo a qué? - espetó la pelirroja con el ceño fruncido y los dientes apretados, llegando al límite de su paciencia.

Samira se giró de nuevo, se reincorporo y se levantó de la cama con movimientos muy rápidos propios de alguien con una agilidad como la de ella. –A faltarme el respeto y mi autoridad. – le señalaba con el dedo índice de manera contundente –Te lo repetiré de nuevo, porque pareces no entender cuál es tu lugar y es que tú eres mi subordinada y aprendiz. No eres más que una niña de papi fanfarrona, prepotente e impaciente. - la severidad con la que habló se vio remarcada por su acento extranjero –No, yo no tengo porque darte la información cuando tú lo deseas sólo porque tú implicas que no tengo la capacidad de hacer un plan. - dio un paso hacia ella y vio como la pelirroja, que no había suavizado su ceño, se alejaba también un paso –Y aquella no fue una pelea, fue una lección que estoy segura tu orgullo no te ha permitido aprender del todo. Ahora apaga la maldita luz, a menos que quieras hacerme reconsiderar el favor que le estoy haciendo a tu padre para que abra los ojos y se dé cuenta de que hay potencial en ti. - se giró para ir de nuevo hacia su cama, tirarse en ella y darle la espalda a Katarina que, aunque tenía las palabras en la punta de la lengua, tuvo que mordérsela para no hablar y arruinar la única oportunidad que tenía de volver a ser parte de la familia Du Couteau.

XXX

Dormir le costó mucho, tener que tragarse el coraje y las ganas de contestarle a Samira la habían dejado mirando el techo oscuro de la habitación por casi una hora, no fue hasta que el cansancio la venció que logró cerrar los ojos para descansar.

Fue por eso que despertó tarde, de no ser por olor a comida hubiera seguido dormida. Abrió los ojos con pereza y pudo distinguir la figura de Samira en la cocina haciendo el desayuno. Al reincorporarse pudo ver como ya tenía en la mesa dos platos con huevos revueltos, acercándose con un sartén para servir esta vez el tocino.

-Buenos días. – saludó la morena, con un tono mucho más amigable que con el que se había despedido anoche. –Apresúrate que se enfría. –

Aún medio dormida, Katarina asintió y se dirigió al baño para lavarse la cara. Mientras el agua la despabilaba recordó a su más tierna infancia, cuando su madre la despertaba cariñosamente para desayunar, antes de que se decidiera su destino y fueran alejándose.

Cuando salió del baño, Samira ya estaba sentada en la mesa y se dio cuenta de que había servido en un par de vasos jugo de naranja. Además de los platos en la mesa había una canasta con pan recién horneado y el pergamino de las indicaciones abierto junto a otro que tenía un mapa detallado de la ciudad que ya tenía varias anotaciones.

- ¿Qué hora es? - atino a preguntar antes de acercarse a la mesa.

-Pasa de medio día. – respondió la otra, para después darle un trago a su jugo. –No quise despertarte antes, parecías cansada y te necesito en óptimas condiciones para la noche. - agregó al ver la cara de sorpresa de la pelirroja –Fui a la ciudad, antes de comprar para que desayunemos me di una vuelta para recolectar información que puede ser útil para nuestro encargo…- comenzó a explicar, pero al ver que Katarina no se movía de su lugar alzó una ceja - ¿Qué pasa? ¿Por qué no te sientas? No es veneno, yo no trabajo como tu hermana. Además, en estos momentos me eres más útil viva que muerta. –

Siguió sin moverse de su lugar, tras la modorres de haberse levantado apenas vinieron los recuerdos de la noche anterior y con ello la impotencia de no haber podido responder a todas las cosas de las que fue señalada. La observó, le costaba verla tan tranquila después de como le había hablado la noche anterior porque le pareció que realmente se había enojado con ella… pero no, incluso le había preparado el desayuno y la dejó dormir más de la cuenta, aun cuando ciertamente la había desafiado y si era critica con ella misma, sí que le había faltado el respeto.

Terminó por sentarse.

-Bien, buena chica, me gustan obedientes. - esa sonrisa coqueta apareció en su rostro que se transformó en una más amplia cuando empezó a reír pues la pelirroja enseguida la fulminó con la mirada.

-Sí que eres molesta. - gruñó la menor, llevándose un pan a la boca para evitar comenzar a pelear de nuevo, aunque esta vez sería sin duda culpa de la mayor.

-No gastes tus energías en enojarte, Cherry. Mejor te digo cual es el plan para hoy. - la mujer hizo a un lado el vaso de su jugo de naranja para poder acomodar pergaminos –En el mercado me topé con una de las mucamas del ex general Archer, mencionó que no necesitaba tantas cosas porque el general tendría una reunión fuera de casa y al parecer suele llegar ya después de la cena, sin hambre y algo borracho. - mientras hablaba señalaba con su dedo el rostro de Octavius –En lo que resta del día, tu prioridad será averiguar cuantas personas trabajan en su residencia y una vez tengas la información nos reuniremos aquí…- esta vez señalo el mapa, el lugar era una taberna muy cercana a la residencia de su objetivo –…para prepararnos. Mientras tú te ocupas de eso yo iré consiguiendo todo lo que necesitaremos, tendré que ir al pueblo de al lado para no levantar ninguna clase de sospecha. - tomó sus cubiertos y partió un gran trozo de huevo y otro de tocino para llevárselo a la boca, justo después de tragar continuó –La idea es amagar a toda la servidumbre y luego a él para comenzar con el interrogatorio. -

Katarina escuchaba a Samira mientras masticaba y tragaba, tenía poco tiempo para conseguir esa información, pero para alguien con su destreza sería pan comido, así que asintió. - ¿No sería mejor y más fácil secuestrarle en el camino a su casa? Dijiste que solía regresar borracho. –

La morena negó, estaba masticando otro bocado y cuando tragó se explicó –Es un buen plan si contáramos con suficientes fondos ya que tendríamos que tener un lugar al que llegar y hacer el interrogatorio. Somos mercenarias y tenemos que trabajar de tal manera que el pago sea redituable. –

-Podríamos llevarlo al bosque…-

-El detalle está en que no sé cuánto tiempo nos tome el interrogatorio. Te recuerdo que este hombre ha participado en la guerra y está entrenado para los casos de ser capturado. ¿Qué tal si en medio del interrogatorio nos topáramos con un cazador? O en dado caso de no ser interrumpidas ¿Qué te asegura que su servidumbre no reportará que jamás llegó a casa y empiecen a buscarlo? –

En ese momento Katarina se dio cuenta de que a pesar de que el plan de Samira era sencillo y no tenía muchos detalles, ya que incluía mucha improvisación de por medio, había pensado en todos los grandes problemas que podían hacer fracasar su plan. Debía darle crédito por eso.

-Pensé que habías dicho que los planes eran para tontos. – ahora era ella quien llevaba un bocado de huevo frito y tocino a su boca.

- ¿En serió lo dije? - frunció el ceño, como intentándose acordar y luego sonrió –Seguramente lo hice solo para molestarte. –

La pelirroja negó despacio mientras la otra reía descaradamente, pero por alguna razón ya no se sentía molesta. Quizás era la emoción de que al fin tendría algo que hacer tras días de letargo involuntario.

-Lo que no entiendo es porque el alto mando nos contrató a nosotras, una mercenaria y su aprendiz y no mandó a sus espías. – dijo cuando ya estaban a punto de terminar de comer.

-Por dos razones. - alzó su dedo índice para enumerar -La primera es que no quieren que se sepan de sus sospechas. Si el veneno no huele, las ratas no se darán cuenta de que las están matando. Si mandan a una mercenaria puede ser cualquiera el contratante. - alzó después su dedo corazón – La segunda es que saben que soy más eficaz que cualquiera de sus espías. – la confianza que despedía Samira era tan grande que incluso contagio a Katarina. –Terminemos que tenemos trabajo que hacer. -

Dicho esto, ambas se concentraron en comer para alistarse y prepararse cada una para realizar sus tareas.

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