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선의의 경쟁 | Friendly Rivalry (TV)
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¿Qué pasaría si Seulgi y Jaeyi fueran mamás?ONE- SHOTS
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La visita- Parte 1

 

El timbre sonó dos veces, demasiado insistente para ser un repartidor.

 

—¡Yo abro!- gritó Bora, saltando del sofá todavía con el pijama puesto antes de que Seulgi pudiera detenerla.

 

Jaeyi levantó la cabeza de unos informes que estaba revisando justo cuando la puerta crujíó al abrirse.

 

Silencio.

 

A continuación, Seulgi escuchó la voz de Bora, preguntando con curiosidad:


—¿Y tu quién eres?-

 

-¿Esos modales te ha enseñado tu mamá?- Contestó una voz masculina al otro lado de la puerta.

 

Seulgi se quedó helada.

 

El cucharón de madera que sostenía tembló en su mano, dejando caer unas cuantas gotas de caldo de verduras sobre el delantal.

 

Cuando lo escucho hablar, ya lo sabía.

 

En el umbral, con un traje caro y una sonrisa que no alcanzaba los ojos, Yoo Tae-Joon sostenía un osito de peluche medio descosido.

 

—Hola, pequeña, soy un viejo amigo de tus mamás- mintió, alargando el juguete hacia Bora.

 

Era idéntico al que Jaeyi tuvo a los seis años.

 

El vaso de agua que Jaeyi sostenía entre sus manos, se precipitó contra el suelo.

 

***

 

—Salga inmediatamente de nuestra casa-La voz de Seulgi sonó estrangulada, como si alguien le estuviera apretando la garganta.

 

Tae-joon fingió no oírla. Se agachó hasta quedar a la altura de Bora, mostrándole las cicatrices que le cruzaban los nudillos.

 

—¿Te gustan los osos? A tu mamá Jaeyi le encantaban cuando era niña, ¿Lo sabías?-

 

—Bora- Seulgi se interpuso entre ellos, bloqueándole el paso. —Ve a  tu cuarto.-

 

Pero la niña ya estaba enganchada observando con curiosidad aquellas marcas extrañas.

 

—¿Por qué tienes esas pupas en las manos?- Preguntó asomando la cabeza entre el cuerpo de su madre, haciendo caso omiso a su petición.

 

—Por no hacer caso a mi mamá como tú estás haciendo ahora con las tuya.-

 

Bora abrió la boca para responder, pero esta vez Jaeyi habló primero.

 

—Bora, mami no te lo va a volver a repetir, a la habitación, ya-

 

No alzó la voz. 

 

Tal vez eso habría sido mejor. 

 

Fue el tono, frío, lo que hizo que Bora diera un paso atrás instintivamente.

 

Tae-joon levantó las manos en falso arrepentimiento.

 

—Solo quiero hacer las paces hija mía. He pagado por mis errores. Le lanzó una mirada a Jaeyi. —¿No crees que merezco conocer a mi nieta?

 

—Tu no tienes nieta. Jaeyi avanzó hacia él interponiéndose entre su mujer y su hija.-. —¿Sabes que mereces papá?, mereces que llame a la maldita policía, no tendrías que haber salido de la carcel- cortó Jaeyi, mientras Seulgi empujaba a Bora hacia el pasillo. - Te recuerdo que entraste por fraude médico, manipulación de historiales, entre otras muchas cosas...- ¿Quieres también que le cuente lo que le hiciste a mi hermana o lo que hacías con el oxígeno a tus pacientes a tu nieta?. -

 

La niña se detuvo en seco a mitad de camino al escuchar a su madre.

 

-Mami, ¿ha estado en la cárcel?

 

Silencio.

 

***

 

Seulgi intentó llevarse a Bora al cuarto, pero la niña se aferró con fuerza al marco de la puerta, negándose a mover.

 

—¡Quiero saber por qué estuvo en la cárcel! —protestó, con el ceño fruncido—. En la película de Los Increíbles, el malo va a la cárcel por intentar llevarse al bebé. ¿Qué ha hecho el?

 

Desde el otro lado de la casa, Tae-joon escuchó la discusión y sonrió para sí mismo, el carácter de Bora le recordaba demasiado a su hija cuando era niña.

 

—A veces, incluso los buenos médicos tenemos que tomar decisiones difíciles, cariño. No siempre es tan simple —respondió con una voz extrañamente calmada.

 

Jaeyi al escucharlo, se acercó a él y  lo agarró por la corbata, atrayendo bruscamente hacia ella prácticamente fuera de sí.

 

—¿Difícil? —escupió con desprecio—. ¿Llamas "decisión difícil" a dejar morir a pacientes solo para cobrar sus seguros?



***

En el salón, Jaeyi ya había echado a su padre.

 

Seulgi la encontró en la cocina, arrodillada en el suelo, limpiando los restos del vaso roto como si nada hubiera pasado.

 

—Jaeyi...

 

—No es nada —murmuró sin levantar la vista, frotando el suelo con un trapo.

 

—Jaeyi, por favor...

 

—Ya se ha ido. Estamos bien. No ha pasado nada.

 

—¿No ha pasado nada? —Seulgi le arrebató el trapo de las manos. Su voz temblaba de incredulidad—. ¡Es tu padre! ¿Cómo ha sabido dónde vivimos?

 

—¡Y yo qué sé! —Jaeyi alzó la voz, perdiendo los estribos—. ¿Qué quieres que haga, Seulgi? ¿Que me derrumbe? ¿Qué llore?

 

—¡Sí, eso quiero! ¡por una vez en tu vida, siente algo que no sea ese control emocional perfecto!

 

Silencio.

 

Jaeyi se quedó quieta, respirando rápido, con las manos cerradas en puños a ambos lados del cuerpo. Luego empezó a caminar en círculos alrededor de la mesa, como un animal enjaulado.

 

Entonces Seulgi lo vio: una lágrima solitaria resbalando por la mejilla de Jaeyi antes de que pudiera apartarse.

 

Sin pensarlo se dirigió hacia ella y la abrazó con fuerza.

 

—Lo siento. Lo siento... Yo solo... —Seulgi no encontraba las palabras. Solo quería que Jaeyi supiera que estaba con ella—. Te quiero. Estamos contigo, mi amor...

 

Jaeyi hundió el rostro en su cuello, aferrándose a ella, encontrando en su abrazo su refugio favorito particular... Entonces, de repente, un golpe seco las sacó del trance.

 

Seulgi se apartó de golpe.

 

—¿Bora?-

 

 Seulgi corrió hacia el pasillo. La puerta del cuarto estaba entreabierta.

 

Vacía.

 

—¡BORA! —Jaeyi salió disparada hacia el jardín, con la voz desgarrada—. ¡BORA, CONTESTA!

 

Un vecino asomó la cabeza por encima de la valla.

 

—¡Eh! ¿Estáis bien? Vi a vuestra hija en pijama subir a un Hyundai negro. Pensé que era de la familia...-

 

Jaeyi se giró hacia Seulgi. 

 

Por primera vez en años, el pánico le rompió la máscara.

 

—Llama a la policía. —Agarró las llaves del coche—. Yo sé dónde la lleva.

 

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