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선의의 경쟁 | Friendly Rivalry (TV)
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¿Qué pasaría si Seulgi y Jaeyi fueran mamás?ONE- SHOTS
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El recital

 

El teléfono de Jaeyi vibró por quinta vez en esa hora, pero la sala de juntas no era un lugar para distracciones. El caso a debatir era muy importante —un aneurisma cerebral en una niña de ocho años— había demandado toda su atención desde el mediodía. Las notificaciones del calendario ("RECITAL DE BORA - 16:30") brillaron en la pantalla bloqueada antes de apagarse.

 

Seulgi, sentada en la tercera fila del auditorio escolar, revisó su reloj por enésima vez. Las luces se atenuaban, los padres murmuraban, y Bora, con su pequeño violín y un vestido azul marino, escudriñaba la puerta trasera con ojos cada vez más opacos.

 

—¿Va a venir mamá? —preguntó la niña, ajustando la presión de los dedos sobre el arco, mientras se preparaba para subir al escenario.

 

—Claro que sí —respondió Seulgi, forzando una sonrisa mientras enviaba otro mensaje a Jaeyi: "Está por empezar. ¿Dónde te has metido?".

 

 

***

 

El aplauso al final de la pieza de Bora fue cortés, pero no estuvo la voz ronca de Jaeyi gritando "¡Esa es mi hija!" desde el fondo. Bora inclinó la cabeza en un gesto que pretendía ser profesional, pero el temblor de su labio inferior delató el nudo en su garganta.

 

—¡Su niña ha estado increíble, cuánto talento! —susurró una madre a Seulgi, quien solo pudo asentir con los dientes apretados.

 

Poco después, en el vestuario, Bora guardó el violín con movimientos mecánicos, mientras a continuación Seulgi le ayudaba a cerrarlo en su estuche.

 

—Lo siento mucho, cariño. Mamá… —¿Qué podía decir? ¿Que salvar vidas era más importante que un recital? ¿Que Bora era su vida, pero a veces el mundo se interponía? Las excusas sonaban huecas incluso en su cabeza.

 

—No pasa nada, mami —interrumpió Bora, encogiendo los hombros con una valentía que partió el corazón de Seulgi—. 

 

No sería el último recital del año. Habría otros, muchos más. Pero ese... ese era el primero. Y Jaeyi se lo había perdido.

 

***

 

Jaeyi llegó a casa pasada la medianoche, con el pelo atado en un moño improvisado y el olor a antiséptico pegado a la piel. La luz del salón la recibió con un espectáculo inesperado: Seulgi, envuelta en una manta, la miraba con ojos que no eran de enfado, sino de advertencia.

 

—Perdona cariño, he tenido muchisimo trabajo hoy en el hospital.. ¿la niña ya está dormida? —preguntó Jaeyi, colgando el abrigo con torpeza.

 

—Sí, hace dos horas... Pero antes de irse a la cama, dejó esto para ti —Seulgi señaló el violín de Bora, cuidadosamente colocado sobre la mesa, junto a un dibujo:una figura diminuta con un vestido azul tocando el violín y un asíento vacío.

 

Jaeyi tragó saliva. El peso de la culpa le oprimió el pecho como una losa.

 

—Joder…. yo lo siento no me acordaba de que…—calló al ver la mirada de Seulgi—. Joder.

 

—No me lo digas a mí —susurró Seulgi, señalando el pasillo hacia la habitación de Bora—. Díselo a ella mañana.

 

***

 

Al día siguiente, Jaeyi irrumpió en el despacho del jefe de servicio con tanto ímpetu que hizo temblar el café sobre el escritorio.

 

-¿Hay alguna conferencia para esta tarde?- Preguntó Jaeyi impaciente.

 

-Miraré en la agenda para asegurarme, pero me parece que no..-

 

—Muy bien, apuntalo en la agenda, la sala de conferencias va a estar ocupada—anunció la directora del hospital.

 

—¿Para qué? - Preguntó Hyon.

 

—Para algo importante —cortó Jaeyi.

 

A las 19:00 en punto, Bora llegó al hospital agarrando fuerte la mano de Seulgi, observaba con curiosidad su alrededor mientras ajustaba la correa de su estuche de violín.

 

—¿Por qué estamos aquí, mami? —preguntó, mirando alrededor del pasillo desierto.

 

Seulgi, igual de desconcertada, le apretó los dedos.


—No tengo idea, cariño. Pero tu mamá insistió en que...

 

Las palabras se le cortaron, en el momento que una enfermera abrió desde el interior las puertas del auditorio.

 

-Pero que..- Susurró Seulgi con la boca abierta.

 

El aire se llenó de suaves murmullos y aplausos. Cuarenta personas —enfermeras, residentes con cafés en mano, incluso el viejo señor Kim de la cafetería con su gorro de trabajo— ocupaban las butacas. En el centro del escenario, bajo un folio pintado "GRAN RECITAL DE BORA EDICIÓN HOSPITALARIA” estaba Jaeyi.

 

Al verlas llegar, Jaeyi bajó del escenario. Frente a ella, Seulgi parecía haber olvidado cómo respirar, mientras Bora fruncía el ceño, claramente desorientada.

 

—Siento haberme pedido el recital princesita… —tragó saliva— Había pensado que tal vez te gustaría tocar para nosotros... Sin presión cariño, solo si a ti te apetece-. 

 

Bora parpadeó, mirando a su alrededor. 

 

—¿Todo esto por mí? —susurró.

 

Jaeyi se agachó hasta quedar a su altura.

 

—Claro—. Si tu quieres... a mi me haría mucha ilusión verte actuar-

 

Bora observó a su madre, luego el violín, y finalmente a Seulgi, que asentía con lágrimas en los ojos.

 

—Está bien —dijo al fin. Pero solo si tú mamá… —señaló a Jaeyi— te sientas en primera fila al lado de mami-

Jaeyi obedeció.

 

Bora comenzó a tocar, los primeros acordes de "Twinkle Twinkle Little Star" llenando la sala . Seulgi, sin soltar la mano de Jaeyi, se inclinó hacia ella mientras la pequeña concentrada arrugaba la frente al pasar a la segunda canción.

 

—No te rías —susurró Jaeyi, apretándole los dedos—. La vas a desconcentrar.

 

—¿Cómo conseguiste que vinieran todos? —Seulgi miró sorprendida a su alrededor.

 

Jaeyi alzó un hombro con falsa modestia.

 

—Ya sabes. Poder de persuasión.

 

Jay —Seulgi arrastró su nombre en un tono entre exasperado y meloso—. ¿Qué hiciste en realidad?

 

—Nada. Simplemente quisieron venir a ver a nuestra pequeña estrella.

 

Venga ya —Seulgi soltó una risa ahogada, sonando como una adolescente.

 

Jaeyi se inclinó hasta rozar su oreja, el aliento cálido contra su piel:

 

—Vale... puede que haya insinuado que revisaría los turnos de vacaciones de quien no apareciera.

 

Seulgi la miró, boquiabierta. No sabía si queria matarla o comérsela a besos ahi mismo.

 

—Eres imposible —susurró al final, pero el beso que dejó en el dorso de la mano de Jaeyi —aún estaba entrelazada con la suya—

 

Desde su asiento, Jaeyi no pudo evitar soltar un susurro entre dientes, lo suficientemente alto para que Seulgi lo escuchara:

 

Y lo volvería a hacer.

 

El tono era de absoluta satisfacción, como si el simple hecho de ver a su hija brillar justificara cualquier medio para lograrlo. Seulgi, a su lado, solo pudo mover la cabeza con absoluta adoración.

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