
Midgard
Odín tomó su lanza, Gungnir, decidido en hacerle un hechizo de sello en Loki; le cocería la boca para que nunca saliera una sola palabra. Explicaría a los demás que fue a causa de su enfermedad, que terminó en un “mutismo”. Y si Loki intentaba escapar, le cortaría las piernas.
Pero lo primero era atrapar a Thor. Cuando entró en el gran salón del trono, Odín sonrió de verse en una tarea fácil al tener a Thor frente a él. Estaba sentando en su lugar, sentado en el trono como si lo estuviera esperando. Incluso tenía el Mjolnir en sus manos. Un arma no muy fuerte, pensó Odín.
—Una vez te prometí el trono de Asgard —dijo Odín aminorando sus pasos —justo aquí cuando eras un niño.
—Ahora el trono es lo que menos quiero, padre. Si regresé fue por Sif.
Odín sonrió casi divertido y se culpó de no tener en su poder el cuerpo ya incinerado de Sif. Tal vez se lo habría mostrado antes de decidir qué hacer con su propio hijo.
—Mencionaste que Sif se fue a la tierra de las valkirias, y Hogun en una misión secreta pero hasta hoy no he recibido nada de ellos, incluso yo les he escrito y mis cartas nunca llegaron a sus manos porque no pudieron ser localizados.
—¿Qué tratas de decir, hijo mío?
—Heimdall podría haberlos localizado pero tampoco está. —Thor se puso de pie acercándose casi con pasos fuerte a su padre—Ellos están muertos. Por alguna extraña razón no me sorprende: Sif era muy valiente y curiosa como para medir riesgos, Hogun tan leal…
—Aún no me llegan reportes sobre tus amigos, por eso no he podido decirte nada.
—No, no, sabes qué paso con ellos. Tal vez deberías empezar con Sif. —Odín guardó silencio mientras sus miradas se retaban. —La mataste.
—No, no lo hice.
—No lo preguntaba.
—¿Y cómo estás tan seguro? ¿Fue Loki quien te lo dijo? Ah, solo estás insinuando. —Odín levantó la mano para que Thor no lo interrumpiera —te lo diré. Como rey debo mantener la paz en los reinos pero si mi hogar no es seguro, ¿qué puedo ofrecerles a otros reinos? Sif me desobedeció.
Thor dejó salir un suspiro de tristeza; entonces Sif realmente estaba muerta. Apenas pronunció el nombre de Hogun con cautela, no podía permitirse explotar.
—Bueno… él fue su verdugo y luego también fue sentenciado a la muerte.
—¿Por qué? ¿Qué fue lo que hicieron para terminar muertos? —una parte de Thor siempre supo que ellos no volverían pero confirmarlo fue doloroso que no pudo evitar derramar una lágrima rebelde. Ellos habían sido sus más grandes amigos.—¿Cómo pudiste hacerles eso? ¡Era mis amigos!
—Descuidaron a Loki.
—¿Lo descuidaron o te descubrieron a ti? —lo último lo pronunció con desprecio y enojo.
Odín apretó con fuerza el Gungnir entre sus manos ante el tono amenazante de su hijo.
—Ya solo hace falta que hayas tenido que ver algo en la muerte de mi madre —escupió Thor haciendo que ambos se vieran más fulminantemente y ante el silencio de Odín, Thor no necesito una respuesta.
Desde niños, en todos los reinos aprendían a amar a sus padres y jamás levantarles la mano pero Thor no lo soportaba, su padre había matado a su madre.
—Amaba a mi madre más que a nada —pronunció Thor descomponiendo su voz a uno casi agonizante.
—Yo también la amé.
Con el Mjolnir en el aire, Thor atacó a Odín con un golpe a su rostro pero éste había levantado a tiempo su lanza y ahora sostenía la fuerza de Thor.
—¿Te atreves a atacar a tu padre? —Odín empujó a Thor lejos de él. Mientras no se desprendiera del Gungnir, Thor nunca podría vencerlo.
—¡Mataste a mi madre!
Thor había hecho planes para llevarse a Loki lejos de ahí, con su verdadero padre, pero enterarse que su madre había sido una víctima más, todo se volvió ira y confusión. Ahora Thor empuñaba otra vez el Mjolnir para atacar a Odín, sin pensar bien las cosas ni esperar la señal de Brunilda, solo atacaba y caía. Era consciente que Odín era mucho más fuerte, y por eso el enfrentamiento se vio más controlado por él.
—Entonces sí abusaste de Loki. —pronunció Thor, entre jadeos por el golpe fuerte en su estómago. —¿qué clase de monstruo le hace eso a un niño?
La risa irónica de Odín, encolerizó aún más a Thor que empezó a lanzar golpes a lo salvaje olvidando el Mjolnir en el suelo.
Muchas veces, Odín le había aconsejado de niño que una pelea nunca debía ser dominada por la ira porque esta nublaba las estrategias. Incluso un oponente, casi un amigo, podría leer fácilmente los movimientos como pasaba en ese momento: Thor era predecible.
Odín asestó varios golpes sin esfuerzo, y uno paró en la nariz de Thor, quien tambaleándose, se llevó una mano a la nariz y ese fue el momento exacto para Odín que le lanzó un hechizo para nublarle la vista.
A pesar de ello, Thor vio cómo su padre avanzó hacia él y apuntaba sus pies con el Gungnir. A penas pudo distinguir el Mjolnir a sus pies siendo destruido. Horror se dibujó en el rostro de Thor.
Ya no pudo moverse, mientras su vista regresaba a la claridad de antes, su cuerpo caía de rodillas mientras cadenas mágicas rodeaban sus piernas y sus manos también fueron atraídas al suelo para ser encadenado justo ahí, esperando ahora su destino.
Para la suerte de Thor, el Bifrost se abrió haciendo que su padre se detuviese. El motivo: el resplandor que lanzaba era majestuoso. Con el semblante preocupado, Odín corrió hacia la habitación de Loki y en pocos minutos volvió a aparecer corriendo hacia el Bifrost.
Thor sonreía satisfecho. De alguna manera, Brunilda había logrado seguir con el plan.
El piso empezaba a crear un charco de sangre de su nariz, quiso deshacerse de las cadenas pero fue imposible y mientras más jalaba más lo apretaban. Se detuvo al escuchar pasos rápidos y supo que sería Brunilda. Escuchó cómo desenvainaba su espada para romper así la magia que ataba a Thor, y una vez libre se vieron a los ojos con un poco de alivio. Loki estaba descalzo como siempre y tenía los ojos empañados de lágrimas, sin duda había estado llorando. Quiso decirle algo pero temía que se echara a llorar.
—Laufey decía la verdad —pronunció Brunilda, mientras tomaba la mano de Loki con más fuerza y lo guiaba lejos de ahí, hacia el jardín público. —No podemos ir donde Laufey. Debemos ir a otro lugar donde Odín no sospeche.
—Abriste todas las puertas posibles con el Bifrost, podríamos quedarnos aquí y Odín nunca lo sabría. —opinó Thor, limpiándose bien la sangre de la nariz. Al llegar al jardín, los tres vieron al caballo alado que solo las valkirias tenían.
—Loki necesita entender mejor de lo que pasó, y este reino no lo permitirá si sigue escondiéndose —con voz baja, Brunilda mencionó también cómo Loki la había confundido con Sif. —Sospecho que está muerta.
Thor se lo confirmó y poco pudo decirle porque necesitaban escapar y ya.
Cabalgaron el caballo entre los tres en un viaje bastante incómodo hasta llegar al mundo que tenía habitantes parecidos a los asgardianos, ahí podrían mezclarse sin ser sospechosos: Midgard, el mundo más pacífico de los nueve reinos. Era el único mundo que no sufría de invasiones o guerras de otros mundos. Y para el beneficio de los tres, Brunilda no señaló Midgard con el Bifrost, tampoco Vanaheim. Así Odín la tendría difícil para encontrarlos.
—Thor, ahora aquí debes cuidar de Loki mientras yo vuelvo donde su padre Laufey. —Brunilda le había llevado aparte a Thor, dejando a Loki aún encima del caballo. —Le mencioné a Odín sobre una máquina capaz de marcar en un mapa a la persona que se busca con solo una gota de su sangre. Tú derramaste sangre en el salón del trono… y puede que Odín ya tenga la sangre que le pedí de Loki, por eso debo regresar rápido a donde Laufey para destruir esa máquina.
—Si mi padre… —carraspeó irritado — si Odín te encuentra…
—Me aseguraré que sea después de protegerlos.