
Valkirias
—Creo que tiene los ojos de mi madre —Thor estaba solo, tomando un vaso de hidromiel para refrescar la tarde tan calurosa. Ni en Vanaheim el sol atormentaba así a los seres vivos. —Tengo un hermoso hermano.
Recordó la imagen casi asustadiza y sumisa de Loki, luego el llanto que Thor lo asoció con su enfermedad y una vocecita le repetía que no, que fue él quien lo hizo llorar.
—Quiero verlo, debería verlo —sonrió tomando otro vaso y suspirando al no tener a nadie a su lado, ningún amigo. Esperaba pronto reunirse con Sif y Hogun para viajar a algunos reinos en busca de alguna medicina para Loki. Volvió a sonreír ante tal idea, hinchándose de orgullo al pensar que una vez Loki estuviera sano, podría enseñarle los mundos, llevarlo a las batallas…
Su padre le había mencionado tres veces, sin querer, que Loki estaba mayormente encerrado y si salía era para tomar un poco de aire y volver a encerrarse leyendo o durmiendo. Cuando preguntó más detalles sobre su enfermedad, Odín le dijo que era débil y un poco retrasado para aprender algo convirtiéndolo así en un niño eterno.
—Un niño eterno —Thor pensó en su madre. Ella nunca le había escondido nada, sus secretos los habían mantenido tan unidos pero ahora no sabía cómo tomar todo esto, además estaba la carta de Sif.
Thor resistía muy bien el alcohol pero bien podría actuar como un completo idiota, ebrio sin sentido alguno con solo un vaso pero en ese momento puso el vaso en el piso y juntando ambas manos pensó. Sif le había advertido de algo terrible y no podía recordar muy bien el contenido de la carta por lo cual todos los días se lamentaba, pero la carta tenía que ver con Loki. Entonces recordó la flor de floripondio. Su padre le explicó que era para calmar a Loki.
“Lo hace un poco retrasado”, si Loki tenía pesadillas, y no retenía nada, ¿no le empeoraba la flor?
—No, no, debo confiar en mi padre —se dijo tratando de servirse otro trago hasta que escuchó el relinchar de caballos a lo lejos y en lo alto.
Se puso de pie para ver quiénes eran aunque imaginó que serían ellas: sus ídolos. Las vio entrar al palacio, eran seis y entre ellas su amor imposible de adolescente, la bella Brunilda.
—Alteza —saludaron las valkirias inclinándose con elegancia.
—Oh, ho…hola chicas —intentó sonreír pensando en lo vergonzoso que era ahora tener a Brunilda frente a él cuando había sido un descarado en varias ocasiones al intentar cortejarla, seguro ahora ella estaba burlándose de él por los incontables rechazos que le regaló.
Ellas desaparecieron aunque Brunilda le dedicó una sonrisa amistosa. Eso emocionó a Thor, tal vez ahora podían ser amigos y con el tiempo arreglar un matrimonio. Quiso golpearse con el martillo ante tal idea, porque ya no la deseaba de esa forma.
Según su padre, las valkirias estaban cazando a los jötnar, pero al parecer ahora estaba llamando hasta la última valkiria para ese trabajo. Si no hubiera conocido a Loki se habría unido a la reunión para ver los planes que se llevarían a cabo para encontrar a Laufey, pero ahora Thor tenía algo más en mente: aprovecharía ese momento para ver a Loki.
Se dirigió a los aposentos de su padre, en el camino había guardias y más guardias que le miraban con curiosidad. Y supo que ellos le informarían a su padre sobre su inesperada aparición por ahí. Así que dio marcha atrás, ahora encontrándose en los jardines y quiso rendirse al ver guardias en cada esquina.
—Ya nada más faltan guardias flotando en los cielos —bufó derrotado. Si tan solo pudiera llegar a los pasillos.
Su padre le había pedido indirectamente que ver a Loki sin su presencia podría causar problemas graves en su salud y más con las ilusiones que padecía. Pero tener tantos guardias vigilando a Loki, ¿no era exagerado?
—Como su príncipe, reclamo su silencio por Frigga—pronunció lo que una vez su madre le había enseñado como un hechizo para los guardias. No es como si fueran a estar hipnotizados pero sí guardarían silencio en su honor. A pesar de estar muerta, su nombre era ley para todos.
De niño siempre se había metido en problemas que podrían volver sus días de castigo si Odín se enteraba. Para que no se enterara, Thor solía decirles eso, haciendo que los guardias recordaran que solo Frigga debía enterarse y sólo ella podría castigarlo.
Subió a lo más alto, hasta llegar a los pasillos que le llevarían a Loki. Ya los guardias no estaban ahí, así que empujó ni bien vio la puerta para poder al fin verlo mejor.
—¡Hermano! —Le sonrió pero Loki se puso de pie de un brinco al verlo —con que aquí es donde… —Thor se dio la vuelta al darse cuenta que Loki estaba desnudo.
Cuando volvió a darse la vuelta después de unos segundos, Loki ya se había puesto una túnica blanca. Parecía cohibido pero poco le importó a Thor al ver una extraña marca en su cuello.
—¿Y cómo estás? ¿No te duele la mano? Es decir, te pusiste a llorar y creí que te había…
—Hola.
—Hola. —sonrió divertido pero confundido al ver lo tenso que se había puesto Loki. Imaginó que era porque lo había visto desnudo. —A penas noté que estabas desnudo, así que no te preocupes.
Loki bajo la mirada, aún cohibido así que Thor inspeccionó toda la habitación y con cada cosa que veía más fruncía el ceño y cuando su mirada encontró otra vez a Loki, éste también estaba frunciendo el ceño pero de una manera adorable como si lo estuviera imitando, y al darse cuenta de ser observado desviaba su rostro a un lado, cabizbajo, con los hombros encogidos, como si esperara un golpe.
—¿Estás mejor?
—Sí.
Thor no lo conocía, apenas lo había visto una vez y lo había hecho llorar. Así que ahora trató de sonreír aunque forzosamente para no asustarlo.
—¿En cuál de las camas duermes? —Loki señaló la más pequeña —¿No te gustaría que el cuarto tuviera una ventana? Así verías la ciudad —Loki no respondió y Thor comprendía cada vez más que su padre tenía razón. —Si no entiendes algo, puedes preguntarme. —Loki siguió sin responder pero sí le miraba fijamente cuando Thor se distraía con algo.
—¿Y papi? —después de un rato, su voz hechizó a Thor pero no lo suficiente ante tal palabra. Con su expresión molesta y asqueada hizo que Loki retrocediera hacia atrás.
—¿Así es como lo llamas? Loki, debes decirle “padre”, también “papi” está bien pero no debes decirlo de manera tan sugestiva.
—¿Sugestiva? —Loki esta vez levantó su mirada, confundido por la palabra.
—Insinuante… ¿tentador? Oh, dios —Thor quedó casi perplejo al ver a tan hermoso muchacho siendo tonto. Era un niño. Tenía un rostro joven, con ojos preciosos color verde, labios delgados, quitó su vista antes de perderse en su belleza —solo no lo llames así…
Se quedaron en silencio otra vez pero Thor siguió observando la habitación: dos camas, un armario, una mesita de noche y otra mesa que supuso era para que Loki lo usara como comedor. Entró al baño y no había nada más que lo necesario. Ni siquiera sabía qué es lo que esperaba encontrar.
Tal vez esperaba encontrar algo que pudiera devolverle lo que sea que Sif hubiera escrito, estaba seguro que era algo sobre ese lugar. Trató de mirar a Loki a los ojos, pero otra vez Loki estaba cabizbajo, abrazándose. Ni siquiera se había movido de su lugar.
Y no quería verlo, Loki tenía algo en él que hacía que los ojos se perdieran observándolo, y Thor no quería eso, tenía que irse rápido, si su padre lo encontraba ahí, podría acusarlo de traidor al no obedecerlo. Podría incluso dudar de su educación de tantos años, considerando que era el rey, y desobedecerlo aun siendo su hijo no era una buena señal. Y menos cuando Loki era como una joya, una reliquia para Odín.
—Loki, nuestro padre no sabe que vine. Por eso a papi no debes hablarle de mí. Papi tiene que encontrarme, ¿sí?
Thor estaba seguro que Loki asentiría pero en su lugar, empezó a respirar casi agitadamente mientras lo miraba con los ojos abiertos de horror y se cristalizaban con lágrimas que no tardaron en resbalar por sus mejillas. Thor temió que estuviera teniendo algún ataque.
—¿Estás bien? Loki no llores, por favor.
—Dijo lo mismo, dijo lo mismo… —empezó a murmurar entre sollozos.
—¿Loki?
—Tienes que irte, ahora.
Desanimado, Thor salió de la habitación lleno de preocupación. Ver aquellos ojos bañados no solo de lágrimas sino de miedo, le daban la confusa sensación de que Loki era la única respuesta para con Sif.