De vuelta en Asgard
Thor siempre creyó que los nueve reinos adoraban no solo Asgard sino al rey, pero en los últimos días, notó cómo la gente murmuraba mucho peor sobre su padre. Desde hace años soportó falsos comentarios. Al principio evitaban hablar delante de él por ser el príncipe pero a Thor no se le podía escapar nada, tarde o temprano se enteraba. Al final se había burlado de esos sucios rumores sobre su padre, alegando que solo mentes pequeñas podían creer en ello. Pero ahora no, ahora escuchó que su padre custodiaba a su posible medio hermano y que fue afirmado delante de concejales y reyes.
Le pareció tan extraño. Cuando su madre murió, Thor tenía ya casi los quince años y en todo ese tiempo nunca escuchó tener un hermano. Y su madre nunca guardaba secretos.
Ahora que se mantuvo sobrio por varios días sin caer en las fiestas, se dio la tarea de recordar qué decía la carta de Sif. Quiso escribirle y preguntarle qué pasaba pero la flor, el floripondio, se lo impedía. Y tuvo un terrible presentimiento al recordar que las nornas habían prohibido su uso sin su permiso. Y solo Odín podría conseguirlas pero, ¿por qué su padre los necesitaría? Su madre solía discutir sobre su uso en las guerras y enemigos para tratar de domarlos o dormirlos y matarlos cobardemente. Por eso, la planta era en sí algo prohibido cultivarlos, solo en los jardines de Yggdrasil yacían pocos que las nornas guardaban celosamente.
Ahora estaba de vuelta en Asgard, después de casi una década. Inmediatamente añoró a su madre, ella ya no lo esperaría como siempre en la entrada principal. Miró la ciudad dorada, nada llamó su atención por estar todo igual. Antes de dar un paso sintió cómo la imagen de Sif a lo lejos lo saludaba con una mano en alto haciendo olas y parecía estar sonriendo, y se esfumaba con un pestañeo. Avanzó por el arcoíris en un caballo que el nuevo guardián le facilitó.
Al principio Thor no entendió por qué Skurge, el nuevo guardián del Bifrost, se negó a abrirle la puerta insistiendo que primero, debía informar a Odín. Pero al parecer, Odín estaba ocupado y Skurge no tuvo otra opción que abrirle las puertas del Bifrost.
Mientras más se acercaba, vio cómo su padre se apersonaba a la entrada del palacio. Thor no pudo sentirse más bienvenido aunque rápidamente se esfumó su felicidad ante las preguntas sobre su repentina llegada. Había algo en el tono de su padre que lo hizo sentirse como una visita indeseada.
—Debiste avisar con anterioridad que volvías, hijo.
—Es mi hogar, no necesito pedir permiso de volver a mi reino, padre.
—No es permiso, Thor. Lo que quiero decir es que habría preparado una bienvenida con las fiestas que te gustan.
—Creo que ahora no me interesan. —Thor entró junto a su padre al palacio mientras sirvientes se inclinaban emocionados al verlo—. Escuché que tengo por ahí un hermano, ¿es eso verdad?
—Sí, sí —Odín estaba nervioso.
—Crecí aquí, vi a mi madre todos los días conmigo enseñándome de la vida, ¿por qué de pronto tengo un hermano?
Ya quería mencionar los rumores anteriores de que Odín había secuestrado al hijo del rey Laufey, y que posiblemente lo estaba abusando, algo que indudablemente Thor creía firmemente era falso. Él confiaba en su padre y por eso nunca le escribió ninguna misiva pidiendo alguna explicación pero ahora, tener un hermano… no, su madre jamás le habría escondido un hermano. Así que Odín tenía muchas cosas que contarle, más que a simples concejales.
Miró a su alrededor esperando ver a Sif o alguno de sus amigos. Ansiaba verla, no como a una de sus amantes, sino como a su única mejor amiga. Pero los guardia eran, en su mayoría, extraños, ni Sif ni Hogun estaban ahí.
—Sí tienes un medio hermano. Tu madre no quiso que te enteraras de él porque había una gran posibilidad de que muriera pronto pero hasta hoy sigue vivo pero aún sigue muy enfermo.
Casi sintió una pena al escuchar eso, pero más sentía la necesidad de saber sobre su amiga. Necesitaba verla primero a ella y luego podría conocer a su medio hermano. Preguntó por el paradero de Sif pero obtuvo respuestas que no le gustaron en absoluto.
—Sif fue a la tierra de las valkirias: la mandé en una misión.
—¿Y Hogun?
—Él, bueno, él está en una misión también. Pero vamos, hijo, ¿a qué se debe tu visita?
—¿Visita? —sonrió divertido Thor —planeo quedarme aquí, padre. Ya que mis amigos no están aquí… quisiera saber un poco más de mi hermano, ¿mencionaste su nombre?
Odín parecía esperar otra respuesta por la forma en que movía sus manos. Pero pronto pasó inadvertido para Thor por cómo Odín hablaba de Loki y le explicaba el problema que tenía.
—¿Y por qué repentinamente decidiste volver? Creí que estarías un par de años más en tierras lejanas —Thor se dio cuenta de lo rápido que había cambiado Odín el tema con Loki, aunque esa pregunta parecía realmente importarle mucho.
—Sif me envió esto —mostró el floripondio, ya casi marchita —¿algo que quieras decir, padre?
Antes de obtener una respuesta, Odín tomó la flor seca para observarla y unos segundos después, su mirada se perdía quizás en algún recuerdo, para Thor todo esto le causaba más preguntas.
Y entonces Odín le devolvía la flor, explicándole su uso. De cierta manera, a Thor le convenció lo que escuchaba; era una forma de ayudar a su hermano Loki para que pudiera dormir tranquilo ya que tenía terribles pesadillas y horribles convulsiones que sólo el floripondio lo ayudaba a estar estable.
—¿Y por qué me lo enviaría Sif?
—Tal vez te habló de tu hermano y te mencionaba lo mal que estaba.
Odín lo miró fijamente, esperando tal vez una confesión.
—¿Puedo conocerlo? A Loki.
Y Odín se mostró casi tenso ante la idea de unir ambos jóvenes para que pudieran verse. Estaba disgustado por el atractivo de su hijo, no podía negar que se había vuelto un adonis.
—Claro que puedes conocerlo, pero no hoy. Hace poco tuvo problemas y no sabes cómo sufre. Es mejor que descanse. Pero lo conocerás.