
Primer paso
“Saar”
Loki abrió los ojos. Había visto algo dormido y también escuchado.
Miró a su padre dormir plácidamente, abrazándolo. Sintió su cálido aliento chocar contra su mejilla y sus piernas encima suyo que con un pequeño movimiento sintió lo pegajoso que estaba ahí abajo, pero…
¿Qué era Saar?
Tenía la palabra en la punta de la lengua pero le era tal difícil pronunciarla.
Cuando Odín se fue, Loki miró su cuerpo lleno de marcas. Se supone debería estar acostumbrado a ver eso pero en ese momento le aterró ver todas esas marcas. Una lágrima cayó en su pierna derecha, no entendió sus repentinas ganas de llorar. Se limpió rápidamente el rostro y esperó a su padre. Siempre se sentaba frente a la puerta hasta que su padre la abriera, nunca pensó que tal vez afuera su padre estaba en peligro en esos momentos, ¿y si los elfos oscuros habían descubierto su escondite?, ¿qué pasaría con él si su padre ya no volvía?, ¿y por qué estaba pensando tanto? Pero pronto, y por primera vez se sintió cansado, sintió un extraño malestar de estar mucho tiempo esperando.
Pero otra vez sus emociones cambiaban, tuvo mucho miedo y se escondió bajo las sábanas, para el otro rato sintió mucha tristeza y se puso a llorar esta vez fuerte y se convenció que era porque su padre no volvía. Necesitaba verlo, quería preguntarle por qué de pronto sintió todo eso. Y las puertas se abrieron mostrando a la persona que menos esperaba.
—Hola, Loki. —Era la extraña —¿Estás bien? —se acercó para secarle las lágrimas, esta vez Loki no escapó de ella un solo centímetro. Se sintió protegido y no le tuvo miedo, ella era como Odín, ella quería su bien, ¿verdad?
—Papi no regresa —apenas pronunció con un hilo de voz casi arrancando a llorar otra vez.
—Tranquilo, él está bien. Ya volverá —le sonrió abrazándolo —. Pero dime algo, Loki, ¿qué enfermedad tienes? Dijiste que estabas enfermo, ¿te duele algo?
Era la pregunta que jamás se lo esperó porque ni siquiera él sabía bien lo que tenía. Sólo sabía que si no tomaba de la copa, Odín lo golpeaba.
—Me castiga si no tomo.
Entonces la mujer lo soltó y mirándolo fijamente preguntó con voz algo extraña y triste:
—¿Realmente no recuerdas nada, verdad?
No entendió bien a lo que se refería, se encogió en su lugar mirando sus piernas y escuchó un gemido. Alzó la vista y ella estaba derramando lágrimas que rápidamente las limpió con torpeza.
—No llores. Papi no te está castigando —intentó consolarla dándole palmaditas en el hombro.
Ella le tomó de la mano guiándolo hasta el baño junto a la copa de oro.
—Escucha bien, Loki. La copa que papi te trae debes tirarla aquí así —ella hizo un ademán de tirar el contenido inexistente de la copa por el desagüe —y poner un poco de agua. Sí, vas a tomar agua pero papi no tiene que saberlo. Loki, no estás enfermo. Él miente.
Su padre siempre le dijo que estaba a salvo ahí adentro que, era lo único que Loki tenía pero esa mujer le llenaba de esperanza y tenía ganas de seguirle, salir con ella por esa puerta.
—Soy Sif y papi no tiene que saber de mí.
El chico asintió y ella se marchó repitiéndole otra vez que no debía tomar su medicina porque no estaba enfermo. Lo último no lo creía, no es como si no se sintiera mal a veces.
Odín iba y venía. Loki estaba acostumbrado a ser abrazado como siempre y besado tan apasionadamente haciendo que sus salivas se unieran y goteara de su mandíbula por la abundancia. Odín tenía la boca muy húmeda, segregaba demasiada saliva que Loki no podía siempre tragarla.
Después de algún tiempo, Odín le volvió a ofrecer la copa de oro y Loki hizo lo que Sif le enseñó: tiró la medicina por el desagüe y lo llenó de agua.
Odín no se dio cuenta porque preparaba la comida y se dio la vuelta solo para señalarle a Loki que ya era hora de tomarse su medicina. Luego se aproximó a él para empezar con el juego.
Le exprimió uvas en el rostro para lamerlo, besarlo y succionar con fuerza. Al rato, tanto Odín como Loki estaban empapados con el jugo de frutas, comían y se besaban con mucha gula. Loki lo gozaba, no podía negar que le gustaba sentirse tan ardiente y sensible en algunos puntos de su cuerpo. Sus pálidas manos acariciaron con ansias el cuerpo de Odín exigiendo más, exigiendo ser suyo.
Pero Odín lo acostó para hacerle otra cosa, tal vez estaba bien al inicio pero le dolió mientras Odín penetraba en él su mano. Mientras más dolía más recordaba que no era la primera vez. No pudo evitar llorar así que aceptó los golpes por su debilidad.
Después de ello, Odín lo cabalgó hasta terminar y se recostó a su lado abrazándolo y durmiendo con ronquidos pesados después de susurrarle que era suyo.
Tal vez sí estaba enfermo y Sif fue un elfo oscuro que lo engañó. No, ella no podía serlo, los elfos oscuros deben ser feos y ella era hermosa. Su cabeza empezó a doler tanto que tuvo ganas de gritar pero detrás de la puerta escuchó una voz. Imágenes corrieron por su mente, ninguna pudo retenerla, hasta que la voz de Odín le habló muy en lo profundo de sus recuerdos diciéndole que nunca debía gritar ni salir, que se mantuviera en silencio o los elfos oscuros escucharían y descubrirían su escondite.
“Hjem”
Loki abrió los ojos sorprendido. Miró a su padre, estaba profundamente dormido. Miró a su alrededor, nadie. Miró la puerta, nadie. Pero esa voz, esa voz no pertenecía ni a Odín ni a Sif y quiso salir por esa puerta para saber quién era y qué quería decir.
🌟
Sif le contó todo lo que había visto a Hogun y sus sospechas de que Loki podría estar siendo maltratado, y Hogun se molestaba cada vez más al oír aquello.
—Si tan solo fuera verdad lo que dices, ¿por qué Padre de Todo haría algo así? No tiene sentido, Sif. ¡Nuestro rey es un hombre honorable y bondadoso, el mejor rey que se ha visto en siglos! Además sólo estás suponiendo, ver para creer.
—Si tu no me crees, al menos Thor lo hará… —Sif hizo un mohín de disgusto al no tener el apoyo de su amigo—. Hogun, al menos acompáñame a verlo, será de gran ayuda si tú también lo ves.
—Rechazo tu petición. Tal vez deberías dejar de ver a ese muchacho.
Desde ese día Hogun la mantuvo vigilada y prohibiéndole romper las reglas, recordándole cada momento lo afortunada que era al estar al servicio del rey Odín. Algo que ella siempre había querido. Y a pesar del impedimento de Hogun, Sif volvió donde Loki. Hogun y ella eran amigos, habían peleado juntos, y Sif siempre le ganaba y no porque le dieran ventajas por ser una mujer, Sif conocía las debilidades de todos. Si pelear era su única manera de volver donde Loki, lo haría. Hogun la dejó ir mientras refunfuñaba. Al fin en los pasillos, Sif avanzó rápidamente para abrir las puertas y verlo ahí.
Loki se puso de pie al verla y levantó una sábana para cubrirse, parecía tan avergonzado pero feliz de verla.
—Hola, Loki. —Quiso disculparse por no haber aparecido por días, pero parecía que no era necesario sino otras cosas.
—Tú tienes eso al igual que papi. —Señaló hacia ella, imaginó que era su ropa—. Yo no lo tengo, ¿por qué? No le he preguntado a papi porque tal vez estaba mal.
—Tal vez no los necesitas aún —dijo acercándose para sentarse a su lado —¿Te sientes avergonzado y por eso te cubres?
—¿Avergonzado? Papi no me ha enseñado esa palabra —puchereó Loki.
—Con tu papi no tienes que taparte así, Loki. O va a saber que no estás tomando tu medicina.
—Lo sé… no sé cómo pero lo sé.
Se quedaron en silencio aunque Sif no perdía el tiempo inspeccionando con la mirada el rostro de Loki hasta que vio su cuello lleno de marcas. Ella y Thor una vez habían ido demasiado lejos en un juego sexual grupal donde ella había quedado con esas marcas, había estado días llorando por el dolor y la deshonra que ella misma se lo había causado. No era como si Thor fuera el responsable, pero se sintió muy sucia. Ahora que lo veía en el cuerpo de Loki y no supo cómo reaccionar.
Miró otra vez su rostro; Loki tenía el rostro más lindo, con un perfil perfecto. Era hermoso y joven, sus ojos llenos de inocencia y por primera vez tuvo ganas de llorar como si pudiera versea ella misma de niña cuando sus padres habían muerto en manos enemigas, inocente hasta que tocó por primera vez una espada y supo que su héroe podía ser ella misma. Tal vez ahora podía ser la persona que necesitó de niña, si tan solo Loki pudiera ayudarla en las miles de preguntas que tenía, si tan solo el no tomar de esa medicina hiciera efecto rápidamente…
Y entonces Loki dijo una palabra que la hizo sollozar ante la impotencia de no entender qué pasaba delante de ella.
—Hjem.
¿Cómo un chico como Loki, que no sabía nada de la vida, podía saber algo en una lengua enemiga? ¿Por qué sabía esa palabra? Se enderezó y suprimiendo un llanto logró decirle:
—Hogar, Loki. Significa hogar.