Una carta
—Nuestro rey iba a encontrarte ahí adentro, ¡pudiste perder la cabeza!
—No pienso perder la cabeza, Hogun —Sif sacó la flor de Trompeta de ángel y Hogun casi se atora con el aire al reconocerla —sí, es justamente eso lo que tengo. Hogun necesitamos que Thor vuelva… algo extraño está pasando ahí adentro.
—Sólo hay un muchacho y ya.
—¿No te gustaría saber por qué ese muchacho toma poción con floripandio? ¿Por qué nuestro Rey lo cuida tanto?
Hogun, molesto, sacó su navaja para afilar su lanza. Para él, Sif estaba exagerando. Bien podría ser un muchacho a quien Odín estaba ayudando.
Mientras ambos intentaban hablar desapercibidos, Odín estaba preparando la comida para Loki.
—¿Por qué estabas llorando?
Y Loki no supo qué responder.
—Sabes que no me gusta verte llorar, mi amor. Vamos, toma tu medicina.
Y Loki tomó la copa en sus manos, viendo el agua y no la medicina verdosa. Antes de que su padre se acercara a él, lo tomó y algo dentro de él se sintió feliz de engañarlo.
—Ahora ven, vamos a comer.
Loki esperó que Odín lo castigara en cualquier momento por no tomar su medicina real pero no pasó nada, se acercó a comer y vio a su papi acariciarle el miembro para que dentro de pocos minutos estuviera excitado y listo para hacer lo de siempre. Pero esta vez, todo sería diferente.
Odín se recostó en la cama boca arriba y abrió sus piernas mostrándole a Loki toda su desnudez.
—Ahora tú serás mi papi. —Su voz fue casi un jadeo.
Loki se puso de entre las piernas ajenas sin saber qué hacer pero sus manos parecían otras que se pusieron a acariciar a su padre hasta llegar a su entrada. Metió un dedo haciendo que Odín soltara exagerados gemidos y en poco tiempo, Loki lo estaba penetrando.
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Thor estaba feliz.
Cuando recibió un mensaje de su amiga Sif, no supo cómo tomárselo. Ella no era de escribir a alguien, no es que no supiera, pero en ese reino las cartas que no fueran de política eran para los románticos. Sif no lo era. Y esa carta contenía una extraña y hermosa flor que por alguna razón se le hizo familiar pero aun así no entendía a Sif.
Leyó la carta y sólo puso completa atención a una frase que le pedía que regresara a Asgard. Al parecer estaba sospechando que algo estaba pasando en el palacio y había un muchacho en todo eso.
Miró varias veces la carta girándola, intentando entender completamente su contenido. Miró la flor y nada, no entendía nada y antes de releerla lo interrumpieron.
—Ay, Thor, estas cosas no se leen estando ebrio —le fue arrebatada la carta por una de las mujeres de la posada que también estaba ebria y se reía igual que Thor como si estar ebrio hiciera muchas cosquillas—. ¡Pero mira, una carta de amor! —se burló mientras se reía tan fuerte que Thor la acompañaba divertido mientras más cervezas llegaban a sus manos.
—Es de una amiga, quiere que regrese —le arrebató la carta a la mujer para doblarla y tirarla a la chimenea, aun estando ebrio supo que nadie debía leerla—. Bien le dije que no volvería hasta ser un verdadero hombre.
Había demostrado toda su fuerza, había logrado mantener paz en varios reinos y había dejado de extrañar a su madre, pero no quería regresar. Sabía que siendo rey no podría darse esos lujos de emborracharse y meterse a la cama con cualquier mujer. Ahora temía eso.
—Puedo ayudarte en eso —el aliento a alcohol de la mujer mareó a Thor pero de excitación y pronto ambos se dirigieron a una habitación privada para seguir sus juegos coquetos con ahora sus cuerpos semi-desnudos. Pero la flor cayó al suelo y la mujer aun tambaleándose logró alzarlo y mirarlo con cierta diversión. —Es extraño ver esta flor, ¿acaso no es algo difícil de conseguirla, su majestad? JAJAJA no sabes qué es, oh el poderoso Thor no sabe qué es —siguió riéndose mientras Thor se sentaba para ver la flor —Es un floripondio… ¿Trompeta de ángel?
Y Thor de pronto se sintió sobrio y se arrepintió de haber tirado la carta de Sif a las llamas.
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Loki no mencionó a Sif aunque siempre estaba en su mente. Le daba mucha curiosidad de saber si ya eran libres todos los que estaban escondidos de los elfos oscuros. Tomó de la copa de oro una vez más.
Odín se aseguraba siempre de darle los días que tenía marcados. Ahora pensaba que tal vez debía aumentar la dosis porque Loki estaba entrando a ser ya un adulto. En cualquier momento su cuerpo podría resistirse a la medicina y despertar. Y necesitaba enseñarle tanto, enseñarle a ver el mundo real. Estaba dispuesto a mostrar a todos a Loki.
En unos años, Odín moriría. Era natural, ya era viejo. Y su reino pasaría a manos de su hijo Thor. ¿Y Loki? Odín se aseguraría que se cumpliera su última voluntad que sería ser enterrado junto a él. Para eso Loki debía morir también. Aún tenían años que vivir así que se aseguraría en conseguir un veneno para Loki, así ambos seguir juntos después de la muerte.
—Te noto muy pensativo, Loki. ¿Hay algo en tu mente?
—Nada, papi. Quiero dormir y eso.
Odín entendió eso. Le tendió la mano para llevarlo a la cama e iniciar una exhaustiva ronda de sexo. Incluso Odín tomaba pociones para que su actividad sexual estuviera despierta.
Pronto la lengua de Odín dilató la entrada de Loki, le gustaba más tenerlo bajo su control haciendo que Loki gimiera o rogara por más. Ese día marcó el cuerpo de Loki de todas las formas. Le mordió cada centímetro de piel, incluso tuvo que darle un golpe en el rostro cuando éste gritó de dolor. A veces no entendía por qué Loki se rehusaba a obedecerle, desde niño había tenido ese problema con él: siempre buscando ser golpeado y eso a Odín le dolía, no quería hacerle daño.
Lo que Odín no sabía es que Loki no tomó de la medicina.