Uvas y manzanas
Loki estaba recostado en el pecho de su padre mientras enredaba sus dedos en los vellos de este.
—Quiero volver a ver el sol, papi —fueron las quedas palabras de Loki.
Odín le había mostrado el sol, la luna y Loki había sido feliz por días. Pero no podía arriesgarse a mostrarle más y menos cuando estaba molesto.
Hace tan solo unos días había recibido un mensaje en lengua jötnar. Era una amenaza.
Creyó haber matado a todos. Pero la firma era del Rey Laufey.
Se sentó para mirar a Loki. El niño ya había crecido. Bien podría devolverle a Laufey y estar en paz pero no, Odín quería a Loki aunque ya había crecido y parecía iba a crecer más y ser más alto que él. Loki era suyo niño o adulto, era de él.
—Pronto verás mejores cosas que solo el sol.
Loki no sabía si podía ser posible. En varios libros, Odín le había mostrado cómo había sido el mundo antes de haber desaparecido: varios animales en el césped (no podía recordar sus nombres), personas diferentes a ellos…
—Es hora de comer, mi amor.
Loki se sentó para ver cómo su padre ponía la charola en medio de la cama. Se tapó las piernas, estaban verdes por las patadas que Odín le había dado hace unos días al no tomar otra vez de la copa de oro. Y ahora, simplemente le había mordido el labio, parecía molesto y Loki no recordaba si había tomado o no de la copa de oro.
—Ahora comeremos de otra manera, Loki. Ven, recuéstate y separa las piernas…
Si había algo que amaba Odín aparte de la belleza era la obediencia del chico. Pero en ese momento estaba molesto, enojado por un mensaje que supuestamente era de Laufey:
Mi cara será lo último que verás antes de morir.
No podía negar que fuese falsa, y tampoco podía negar que tenía miedo. Miedo de ser asesinado no. Miedo de ser expuesto ante todos.
Y ahí estaba el hijo de Laufey, a quien había cuidado y alimentado. Y Laufey lo amenazaba a él, con matarlo. Debería de agradecerle por no haber matado a su hijo. Se prometió que sería él quien mataría a Laufey mientras se cogía a su hijo delante de él.
No tenía a Heimdall para que ubicara el paradero de Laufey, pero tenía espías, pero haría lo posible porque lo encontraran. Además llamaría el único escuadrón que no le fallarían: las valkirias.
Tomó dos uvas.
“Estoy alimentando a su hijo. Debería agradecerme”, las palabras se repetían en su mente mientras se ponía en medio de los muslos de Loki y con un dedo introducía una uva en su ano. Loki abrió los ojos sorprendido, sin entender nada. Y otra y otra uva fueron introducidas cuidadosamente.
—Ahora empuja, Loki. Necesitas comer.
Loki sin saber cómo empujó, o en este caso pujó, y las uvas salieron como disparadas en las manos de Odín. Por primera vez dudó del amor de su padre, dudó de él cuando le obligó a comer de esas uvas salidas de su ano. Su estómago se revolvió pero igual las comió. No podía enojarlo.
Y otra vez las uvas hacían su recorrido dentro de él para luego empujarlos, esta vez antes de que empujase, Odín puso su boca entre sus piernas para comerlas él. Le pareció asqueroso.
Odín tomó una pequeña manzana que la bañó con aceite. Loki se tensó y empezó a abrazar a su padre dejándole besos al ver lo que se venía.
—Papi, papi, eso no. Prometo tomar mi medicina siempre. Papi…
Pero fue en vano, Odín hizo de las suyas, tan ciego y sordo estaba en meter la manzana en el ano de Loki que no vio la sangre, no escuchó los llantos… y fue demasiado tarde, la manzana ya no podría salir.
🌟
Loki estaba bien. Estaría acostado por unos días sin poder caminar.
Una sanadora lo curó, o le salvó la vida, pero no pudo hacer nada con su destino una vez que Odín, su rey, terminó con ella.
Claro, Odín no podía confiar en nadie, él mismo se encargaría de los cuidados que Loki requería. Agradeció que el chico estuviera dormido la mayor parte del tiempo y nunca viera a la sanadora.
Pero pronto se reprochó por el descuido que tuvo. Había iniciado con Loki una sesión muy peligrosa, no era tanto si podía ser algo sencillo con las uvas, el plátano, pero una manzana, ¿en qué estaba pensando?, además no le había dado de la medicina, la única cosa que podía hacer que Loki no recordara nada de lo que ocurriera recientemente.
Tomó las pálidas manos de Loki sintiéndose un poco culpable y preguntándose cómo el monstruo de Laufey había podido tener un hermoso hijo.
Pasaron días y Loki fue un dolor de cabeza para Odín. No quiso lastimarlo y por eso le ofreció de la medicina para que pudiera estar callado, sin quejarse del dolor.
Loki jamás le preguntó por qué sentía dolor en su parte íntima ni por qué le dolía caminar. Pero vio cómo Loki sentía algo de escalofríos cuando Odín le ofrecía uvas.
Lo dejó recostado en la cama, sin darle de la medicina, no era necesario ahora que estaba mejor.
Una vez fuera, a Loki le picó la cabeza por dentro.
“Estoy enfermo, muy enfermo”, se dijo y tomó de la copa de oro que estaba vacía.
Entonces escuchó un ruido…
Se sentó apenas cuando la puerta se abrió y vio un nuevo rostro.