EL REY LOCO

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EL REY LOCO
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El susurrador

"Merzne"

La primera vez que Loki eyaculó, tuvo miedo. Ahora su pene era el que actuaba como el de Odín: se ponía duro, se humedecía y crecía. No sabía cómo explicar lo que sentía y pronto cada embestida cada toque se sintió bien.

Esa pequeña sensación tan satisfactoria pronto le gustó tanto para pedirle a su padre volver a hacer el amor una y otra vez. Nunca imaginó que derramar leche fuera tan placentero. Esa sensación Loki jamás lo olvidaría ni dejaría de sentirlo por muchos, muchos años.

Estaban pasando los meses y Loki se había vuelto un experto cabalgando sobre su padre. Odín siempre aspiraba su aroma como si fuese una flor. Le tocaba tan desesperado por la cintura y Loki se dejaba, deseando que pronto pudieran fusionarse para buscar su propio placer.

Su cuerpo estaba creciendo, su cabello también y Odín parecía más obsesionado con tomarlo una y otra vez. Ahora el amor entre padre e hijo era más larga y agotadora pero con una satisfacción mutua.

El rey Odín se mostraba más jovial ante su pueblo, lleno de energía y bondadoso. Daba regalos, aceptaba treguas, si era necesario hasta desaparecía a la gente que causaba problemas justificando que era la única manera de mantener la paz y, es que el pueblo aceptaba mientras hubiese comida, menos muertes. Para el pueblo ya no existía una Frigga. La habían olvidado porque la sonrisa de su rey lo había borrado todo.

 

"Saar"

Un golpe fuerte sacudió el silencio de la habitación.

Loki había olvidado tomar de la copa de oro y Odín siempre le pegaba si era así.

—Lo hago por tu bien, para que sanes —después del golpe Odín parecía un viejo anciano débil apoyándose en los hombros del ahora muchacho Loki.

Lágrimas se agolparon a sus ojos pero ninguna salió. Solo una delicada línea de sangre de sus labios. Nada que temer mientras no fuera de sus partes íntimas.

Un tirón de su cabello lo obligó a ver directamente los ojos de su padre mientras seguía diciéndole que nunca debía olvidar tomar de la copa de oro. Y Loki realmente lo había olvidado, no entendía por qué su padre se ponía loco cuando lo olvidaba, además ya se sentía muy bien.

Y entonces un beso se estampaba en sus labios, se presionaban tan fuertes que Loki no sabía que la sangre pudiese saber tan asquerosa cuando la húmeda y caliente lengua de Odín se empujaba en toda su boca llevando a cada rincón su esencia.

Loki empezó a desvestir a su padre, sabía que si hacían el amor ahí, antes de comer, su padre volvería a amarlo y ya no golpearlo. Tocó la piel arrugada, buscó la manera de poder meter sus manos bajo la enorme túnica que Odín llevaba y poder acariciar el miembro ya despierto.

Pronto ambos estaban desnudos y Loki boca abajo para ser penetrado sin preparación. Un escalofrió recorrió su espalda por el placer y empezó el vaivén, tan furtivas, tan calientes, tan húmedas y pegajosas que hacían un ruido como si el agua estuviera saltando en un charco. Algo que Loki creía era posible.

—Feliz cumpleaños, mi amor.

 

Fendoo

Loki despertó llorando por un dolor en su vientre y lloró aún más cuando sus mejillas ardían ante las lágrimas, al tocarlas notó que tenía una especie de heridas. No recordaba qué había pasado.

Odín estaba preparando algo y al rato le tendió la copa de oro pero con otra cosa que sabía bien. Y pronto su vientre ya no dolería.

—¿Te sientes mejor?

Loki asintió y abrazó a su padre, escondiendo su rostro en el ancho pecho del hombre que siempre estaba ahí para él.

—Tengo miedo —se atrevió a decir Loki, pensó que tal vez debería hablar sobre las voces que a veces escuchaba.

—Loki, hay algo que quiero mostrarte, tal vez te ayude a mejorar.

Loki asintió sin decir nada más, tal vez no era correcto hablar en ese momento sobre ello.

Una sábana voló en la habitación hasta caer sobre Loki y pronto Odín apareció junto a él, sonriendo y con una mano le acarició el rostro.

—Quiero que obedezcas.

Loki asintió y Odín salió debajo de la sábana. Loki fue empujado suavemente para que caminara, pero sus pasos fueron tan torpes que Odín tuvo que pasar su brazo por su hombro para guiarlo. No podía ver nada y ahí estaba, caminando en completo silencio, Loki empezó a asustarse, sabía que no estaban en la habitación, que estaban lejos. Entonces, sólo entonces vio cómo su padre volvía a él bajo la sábana.

—Loki, tranquilo. Los elfos oscuros no nos encontrarán.

Poco a poco la sábana fue cayendo al suelo y Loki sintió un aire completamente diferente, más fresco y libre. Al instante, sus ojos se cerraron con fuerza por la repentina fuerte luz que brillaba en el cielo. Llevó sus pálidas manos a su rostro y empezó a gritar por su padre mientras caía al suelo.

—¡Papi, los elfos! ¡Los elfos!

Odín sonrió con burla, estaba muy seguro que Loki jamás escaparía, ni podría estar sin él un solo segundo. Le abrazó fuertemente para calmarlo mientras le hablaba del sol, las estrellas que antes podían ver sin problemas hasta que los elfos oscuros osaron atacarlos.

—Éste es el sol, no lo mires directamente Loki —sonrió viendo la inocencia de Loki —ves, ahora te quema más.

Pero a Loki poco le importó, poco a poco una inexplicable felicidad lo invadió. Se sentía libre, aunque empezó a temer por el repentino calor que le brindaba el sol, pero con algunas explicaciones de Odín, supo que el sol no podía hacerle daño.

Y días después Odín le mostraría más del cielo, sólo si le apetecía.

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