
Balón-Caballo
“Loki”
A Loki le encantaba su nombre. Estaba seguro que una vez pudo dibujarlo.
Cuando papi no estaba, al principio lloraba pero ahora se tranquilizaba pronunciando su nombre en la soledad. Loki, Loki. Había algo en su voz que lo hacía tan familiar para no sentirse solo. ¿Alguien a parte de su papi lo había llamado Loki? No lo sabía. Quizá cuando los Elfos Oscuros atacaron lo llamaron así pero no podía recordar y otra vez tomó de la copa de oro.
Cada día tomaba un poco, nunca lleno, tampoco a medias. Solo un poco para poder curar su enfermedad. No estaba seguro de sentir el sabor, ni si sabía a algo.
Terminó de tomarlo antes de que las puertas se abrieran dejando verle a Odín. Este entraba y lo llamaba por su nombre extendiendo sus brazos para que Loki corriera a abrazarlo. Y las manos de Odín nunca estaban quietas, siempre lo manoseaban, lo tomaba de las nalgas, le hacía cosquillas solo para tocarlo más.
Entonces comían y si era necesario se bañaban juntos.
Luego Loki era acostado en la cama mientras Odín, desnudo, se ponía encima de él y lo empezaba a desnudar lentamente acariciando cada centímetro de su piel. Y luego empezaba a besar su pecho. Algo de todos los días. Como en los viejos tiempos. Al principio, Loki se negaba y por eso Odín había esperado hasta que la medicina ayudara en su fantasía. Y ahora Loki sentía pequeñas cosquillas en su piel por las barbas de Odín.
Odín tomaba la pequeña mano de Loki y lo llevaba a su miembro. Por alguna razón a Loki no le gustaba pero no opuso resistencia porque le dolían demasiado las mejillas y el pecho por los golpes. Esta vez no quería sentir dolor. Aunque pronto esos golpes dejarían de ser reales, él los olvidaría con cada gota de la medicina que tomara.
Era tan solo un niño y no sabía cómo quería ser tocado Odín. Con su pequeña mano acariciaba el pene de su papi. Y pronto el pene se ponía rígido y empezaba a humedecerse derramando gotas transparentes y a subir de temperatura. Al menos, el niño lo sentía caliente y pegajoso.
Pero cuando Odín le tomaba a Loki el pene, y empezaba a frotarle, Loki no sabía qué debía hacer. Y tampoco se le ponía rígida o caliente como la de Odín. Así que solo se le quedaba viéndole a los ojos fijamente.
Y llegaba el momento en que Odín separa las piernas del pelinegro y empezaba a frotarse contra él de manera gentil hasta ser brusco y dejar a Loki deseoso de que se levantara y pudiera respirar.
Si Loki sabía algo era que eso no era todo, que faltaba algo más para complacer completamente a su papi.
El líquido lechoso que Odín expulsaba era más pegajoso y era justo el momento que Loki esperaba porque solo así su padre dejaba de frotarse contra él, lastimando su parte genital. Sólo así podían dormir.
Loki.
Su nombre era real. Estaba seguro. Como estaba seguro que una vez su piel fue azul.
Odín.
Era su padre pero no estaba tan seguro. Y pronto eso dejaría de importar.
“Jinto”
Antes de abrir los ojos, escuchaba una palabra. Creyó que sería su papi. Pero esa no era la voz de Odín.
Un día su padre entró en la habitación con un objeto extraño: tenía la forma de un caballo y era de unos sesenta centímetros. Cuando Loki miró a su padre, éste le sonreía mientras acomodaba el objeto delante de él,
—Ven, Loki. Solo debes ponerte así. No, abre las piernas. Sí, ahora sujétate de la cabeza. Ahora intenta saltar en esa postura. A eso se le dice cabalgar.
Y Loki daba un brinquito sin mucho esfuerzo y como por magia, brincaba un poco más por el rebote del objeto. Sonrió, de alguna forma le divertía. Y ese sería el único momento alegre que tuvo como niño jugando.
El balón-caballo al ser esponjoso rebotaba. Ahora se quedaba encerrado en la habitación solo, brincando y poder así pronto cabalgar con su padre. No estaba seguro cómo pero estaba encariñado con el balón-caballo.
Quizás estuvo brincando demasiado o su enfermedad empeoraba pero cuando su padre volvió por la noche, a Loki le dolían las piernas.
Sabía que estaba mal cuando su padre le tocaba demasiado pero esta vez se sintió bien. El hecho de masajearle las piernas le hizo sentir cómodo. Pero luego los gruesos dedos de Odín se dirigían más arriba, separando por completo sus muslos y con una sensación gélida, el dedo de su padre se empujaba dentro de él.
Loki se puso nervioso porque le dolía y sintió miedo.
—¿Papi? —un quejido lastimero detuvo a Odín.
Cuando Loki pudo ver las manos de su padre frente a él, creyó que ya no haría nada de eso pero lo hizo. Odín solo se bañó los dedos en aceite para seguir empujando dentro de él.
Y cuando el dedo entró, Loki lloró. Pero no por dolor, lloró porque algo dentro de él se estaba rompiendo. Por primera vez Odín no se frotó esa noche con él, mientras lo calmaba con besos en su rostro.
—Loki. Mi querido Loki. Ya acabó.
Y al día siguiente Loki sintió no solo sus piernas adoloridas sino su cadera arder. Pero de todos modos se puso a brincar poco a poco en el balón-caballo porque era lo único que podía hacer en ese solitario cuarto.
—Ah Loki, eres un buen niño. —Odín siempre elogiaba a Loki al verlo cabalgar cada día el juguete.
Y como cada noche, empezó a dilatarle el ano. Con el pasar de los días, Loki se adaptaba hasta presionar los dedos de Odín cuando éste tocaba una parte que parecía hacerle cosquillas aunque causaba algo de dolor.
En todas esas noches Odín no se frotó con Loki. Suficiente tenía con tocarlo en todos los sentidos y luego su parte favorita: hacer que Loki practicara la felación.
Al principio Loki casi le había mordido la punta del pene. Pero ahora, Loki aprendía cómo chupar y succionar. Cada día aprendía cómo hacerlo bien para que su padre sonriera y le mimara. Sus pequeñas manos aprendieron a recorrer cada centímetro del pene de su padre. Aprendió a perderle el asco. Supo dónde frotar, dónde hacer presión. Con su pequeña boca lograba meter el pene de su padre en toda la boca y empezar a sacarlo y meterlo hasta hacer extraños ruidos y cuando su padre se tensaba o gruñía, Loki estaba preparado para alojar la leche que se disparaba desde la punta del pene y se lo tragaba para mirar a su padre por alguna aprobación.
Y Odín siempre lo aprobaba.
“Saar”
Montar el balón-caballo ya no fue divertido.
Cuando Odín le pidió lo chupara, Loki lo hizo como siempre pero antes de lograr que su padre expulsara la leche éste le pidió que lo cabalgase, y Loki no quiso… no encima de Odín.
Jugar con el balón-caballo no podía ser lo mismo con su padre porque supo que debía cabalgar algo más que solo sentarse y empezar a brincar. Pero al final de cuentas lo hizo cuando unos golpes y amenazas cayeron sobre él.
Con las mejillas empapadas de lágrimas, Loki se puso de horcajadas en las piernas de su padre. Miró el pene erecto de su padre entre sus piernas y le causó terror: ahora ya no serían los dedos de Odín introduciéndose por su ano, ahora era algo más grueso y feo.
Su padre le ayudó a bajarlo lentamente encima el pene y cuando estuvo por completo sentado, Loki no pudo respirar y sus ganas de llorar regresaron. Era muy grueso y no se sentía cómodo. Sintió arder sus mejillas por vergüenza y dolor.
—Pronto, mi amor, ya no dolerá.
Y Odín empezaba a tomarle de la cintura para elevarlo tan solo un poquito y devolverlo a la posición inicial. Esa fricción hizo que Loki se quejara mucho mientras incluso gritara cuando Odín lo hizo más y más rápido. A Odín poco le importó cómo se sentía Loki, si lo estaba o no lastimando, para él todo era perfecto. Había esperado días para al fin ser solo uno con el niño que robó. Ahora eran solo los dos y su amor.
"Yjta"
Decir que la muerte de Heimdall fue otro asesinato como el de Frigga sería sospechoso para Asgard. Decir que lo mató por traición el pueblo de Asgard querría saber a detalle la alta traición. Así que después de asesinarlo ocultó su paradero y a quien preguntara se le respondía que tal vez había escapado con alguna asgardiana a una aventura.
Ahora, por no ofender, un simpático asgardiano llamado Skurge era el nuevo guardián del Bifrost. No tenía ni la mitad de los poderes de Heimdall. Skurge pasaba sus tardes visitando otros reinos, o estaba en compañía de bellas damas dispuestas a escuchar sus aventuras, o algunas veces escapar a otros reinos para pasarla bien. Y Odín no le reprochaba, es más lo alentaba diciendo que estaba en su derecho divertirse. Entonces, Skurge pensó que tal vez Heimdall encontró alguna maravilla en algún mundo y por eso se fue.
Odín estaba satisfecho; Skurge era un tonto pero no tanto como para abrirle a alguien el Bifrost. Ni siquiera al mismo Thor si se lo pedía. Skurge siempre esperaba que se le ordenara abrir la puerta dimensional por el Padre de Todo.
Mientras que Thor, un muchacho llenándose de fuerza y valor, se enfrentaba a nuevos retos. Pero ninguno era sobre el amor, él era demasiado joven. Y aunque Loki fuera más joven ya sabía lo que era el amor.
—Te amo, papi —era solo una oración sin sentido para Loki. Mas hacer el amor era diferente y tal vez, solo tal vez le empezó a gustar.
Cuando el primer hombre vio que estaba desnudo se avergonzó y buscó una manera de tapar su desnudez pero a Loki poco le importó estar desnudo.
Estaba creciendo. Aislado de las personas, escondido de la verdad, provocando en sí una mente inocente, incapaz de saber más que un niño de 8 años. Su mente era un pequeño campo de conocimientos básicos pero todos perversos. Ni siquiera sabía lo que era usar ropa. Mayormente estaba siempre desnudo.
Ya no le impresionaba ver a Odín desnudo, mostrando las arrugas en sus muslos, el bello blanquecino en su pecho, el abultamiento de su estómago con marcas de estrías y grietas. Lo que a Loki le daba curiosidad era el miembro de Odín.
No entendía cómo algo flácido se volvía tan duro, húmedo, caliente y grande. Era como si de pronto despertara y tuviera vida propia. Y su mayor intriga: cómo podía lanzar eso leche y por qué ahora ya no la tragaba, sino se derramaba en su interior.
Loki miraba su miembro tan pequeño, tan diferente al de Odín y por primera vez comparó las cosas y se sintió lindo sin la necesidad de que Odín se lo susurrara mientras se introducía en él. Intentó sonreír pero un quejido salió de sus labios. Llevó sus manos a sus mejillas: estas le ardían y estaban un poco hinchadas, más el lado izquierdo. A veces no recordaba qué pasó, pero a veces sí.