
I
—¿Distancia? —preguntó Tony con los dientes apretados, forzando el traje a su máxima velocidad.
—Tres minutos para llegar al objetivo —respondió F.R.I.D.A.Y mostrándole las coordenadas.
—Mierda —masculló impotente—. Agenda trabajar en hipervelocidad cuando esto termine. —se quejó exasperado con esa mierda.
—Con gusto jefe.
—¿Cómo está el chico?
—En este momento está intentado mantenerlo unido usando las telarañas —comentó, y antes de que pudiera pedirlo le dio imagen de la cámara de Peter.
Tony apretó más los dientes cuando lo vio. ¿Es que pensaba que iba a poder?. Juró internamente e intentó apresurarse, pero aquello era imposible y solo lograba elevar los niveles de frustración y miedo que lo estaban carcomiendo.
—Sus músculos se están resintiendo —informó F.R.I.D.A.Y., y Tony solo cerró los ojos contado los segundos.
—Trae los refuerzos —pidió cuando vio en la distancia al buque.
—Desplegando.
Tony fijó la vista en su objetivo con el corazón desbocado. Cálmate Stark, cálmate, se ordenó. Pero eso era más fácil decirlo que hacerlo. No podía lograrlo a esa distancia. Si estuviera allí y con la situación en sus manos, sería más fácil calmarse, pero ¿a aquella distancia? Imposible. ¿Cuántas cosas podían salir mal? Demasiadas, y ya no eran solo los pasajeros. Peter podía literalmente partirse a la mitad. Porque estaba seguro de que nunca iba a soltar ese buque y eso era lo más atemorizante.
Una docena de castigos acudieron a su mente pero sentía que ninguno estaba a la altura de lo que estaba viviendo. No estaba muy seguro de que alguno de todos los que conocía llegara a capturar la intensidad de sus sentimientos. Ya no estaba preocupado, estaba asustado. El miedo líquido corría por sus venas en su estado puro y hacía que le doliera el pecho especulando las posibilidades de catástrofe. ¿Por qué no podía hacerle caso? ¿Por qué no podía mantenerse lejos de los problemas? No parecía tan difícil, él fue claro en qué zona gris podía moverse. Buques partidos a la mitad era algo más que una zona negra, era la definición de zona prohibida. Sin embargo allí estaba, volando a toda velocidad intentando llegar antes de que el chico colapsara.
Veía en la pantalla sus niveles y no le entraba en la cabeza como su corazón no había fallado por el sobreesfuerzo. Tragó saliva con terror cuando desde el interior del traje resonó un grito de dolorosa impotencia proveniente de Peter y él gimió frustrado en respuesta. Volvió la vista al buque y agradeció solo estar a unos pocos metros.
En el segundo en que sintió las toneladas bajo sus palmas cerró los ojos soltando un suspiro que
Había llegado a tiempo.
Cuando su traje tocó el buque y lo empujaron, al fin pudo sentirse ligeramente relajado. No sé iba a calmar hasta que el mocoso estuviera en maldita tierra firme a salvo y lejos de los problemas, pero ya estaba él allí, ya podía encargarse de todo.
— F.R.I.D.A.Y., pasa mi reunión para mañana —gruñó cansado comenzando a unir el buque.
—¿Seguro señor?
—Despeja mi tarde, hoy no voy a ser bueno para nadie.
Soltó un suspiro e intentó entender porque esas cosas le pasaban. Había tenido una vida tranquila, o bueno tan tranquila como IronMan podía tenerla, hasta que decidió que era buena idea firmar esos acuerdos. Aquello destruyó y arrasó con todo lo que había logrado. Steve se había ido, los Vengadores solo eran un nombre vacío, dos de sus amigos estaban destruidos física y mentalmente, y el mocoso... no estaba seguro de tener palabras para describir lo que eso significaba.
El mocoso que había logrado mantenerlo despierto día, tarde y noche con sus idioteces, con sus ganas de ser un héroe era... indescriptible
Si Peter tan solo supiera qué es exactamente lo que está pidiendo estaba seguro que no lo querría. Recordó a Pepper, no Peter no lo querría. Recordó a Steve, menos querría eso. Ser un héroe estaba sobrevalorado y no era ni remotamente parecido a lo que podía suponerse. Y si no le creían, bien podían verlo a él en ese momento: uniendo un buque he intentado no sujetar a un niño de la oreja para alejarlo de allí tan rápido como pudiera y con los nervios destrozados para mayor dato.
Cuando su mente intentó alejarse solo un milímetro en el camino equivocado, descarrilándose en dirección a la conexión tan poco paternal que empezaba a experimentar cerca de Peter, con resolución se obligó a volver a lo que estaba haciendo. Es un niño Stark, contrólate. Sabía lo que su subconsciente pensaba al respecto, pero por suerte para todos los involucrados, había descubierto una consciencia. Quiso reírse de todos los que nunca esperaron ni siquiera eso de él.
Y no era como si se hubiera refrenado porque se dio cuenta de que era un retorcido depravado, o porque suponía que Peter pudiera horrorizarse de sus pensamientos. No. Se refrendaba porque sabía que estaba mal. A juzgar por la expresión del chico cuando lo miraba, no le quedan dudas de que era lo que éste quería. Él podía reconocer qué era, él mismo había puesto la misma patética expresión cuando Steve estaba cerca suyo y no volteaba a verlo. Pero claro que eso era completamente diferente porque ahí eran dos completos adultos. ¿Dos? cuestionó su mente retóricamente, y tuvo que concederse a sí mismo que solo Steve lo era. Pero en ese momento lo que estaba contemplado era la encorvada espalda de un niño, no un adulto inmaduro.
Empujó lejos los maliciosos recuerdos de la cuantiosa cantidad de cosas que había hecho él a su edad. No venía al caso que hubiera sido toda su vida un maldito promiscuo. El chico no lo era, y esa era la radical diferencia. Peter no tenía ni por asomo una idea clara de qué era lo que quería con él, podía dejarle creer que sí sabía, pero pensar con las hormonas no era recomendable.
¿Cuántas veces se confundió con Steve por ello? Muchas más veces de lo que su orgullo quería reconocer, y los malditos acuerdos de Sokovia eran la prueba viviente. Steve tenía muy en claro sus prioridades, y Tony le permitió a sus hormonas soñar, suponer y creer. Si hubiera usado más ese cerebro suyo se podría haber ahorrado mucho dolor. Pero, fue un optimista, un soñador como esos de los que siempre se burlaba, y las cosas le estallaron en la cara.
Ahora, parado viendo al chico, sintió la adrenalina abrumar su sistema nervioso. Estaba a salvo y eso era un alivio, pero no podía permitirse olvidar lo que estaba por pasar. Más allá de lo que el mundo pudiera suponer, no era solo su vida la que le importaba. Sí, era cierto que nunca lloraría a todos esos pasajeros si algo salía mal, pero tampoco podía negar que sería muy desagradable cargar con ello sobre su espalda.
Su cabeza podía divagar en algo que definitivamente nunca iba a pasar, pero no se podía dar el lujo de dejar que aquello tapara lo que de verdad importaba.
—Solo una cosa te dije que no hicieras —dijo molesto—. Solo una, y fue esa que hiciste.
El chico seguía dándole la espalda y Tony vio de cerca como había ligeras fisuras en la tela. Él mismo la había construido, sabía para lo que estaba diseñada soportar, y aquellas pequeñas y casi imperceptibles rasgaduras, hablaban de lo mortalmente cerca que estuvo Peter de colapsar. Una nueva oleada de náuseas y miedos lo atracaron. Corrió la vista porque le era insoportable pensar en eso. Simplemente iba a perder la cabeza pensando en eso.
Podía ser que no estuviera muy seguro de nada en su vida, no después de que ésta colapsara sobre él dejándolo en cero otra vez, pero sabía una o dos cosas, y una de ellas era que Peter le importaba. No es que se diera permiso para llevar ese pensamiento mucho más allá, no todavía al menos, pero sí le importaba; y no era solo perderlo físicamente lo que lo preocupaba, él bien sabía lo que provocaba una ruptura mental. Lo había visto y vivido.
—¿Están todos bien? —preguntó Peter con la mirada perdida sobre la bahía.
—No gracias a ti —dijo duramente, dejando que el miedo se hiciera cargo de sus palabras.
No diría que estaba orgulloso de volverse un hijo de puta cuando se asustaba, tampoco diría no podía ver que era un error desquitar con Peter su incapacidad para superar el estrés de otra forma, pero al carajos, él lo puso en ese estado; Le tocaba a él soportar las consecuencias.
—¿No gracias a mí? —espetó Peter girándose para verlo lleno de dolor.
Tony se obligó a no acercarse a él para revisarlo de cerca cuando vio su expresión agotada.
—Escáner finalizado. Se encuentra en perfecto estado, señor —dijo F.R.I.D.A.Y. en sus oídos, y solo asintió.
Un pobre consuelo pensó amargado, quería meterlo en un consultorio médico y que un profesional se lo dijera.
—¿No gracias a mí? —volvió a preguntarle enojado y Tony lo vio alzarle el mentón tan adulto, tan obstinado por fingir ser un adulto que tuvo que reconocer que era una suerte que le hubiera tomado tantos meses meterse en un problema de tal tamaño—. Están pasando cosas horribles allí afuera y yo intenté avisarle —dijo acercándose a su traje cada vez más molesto.
Tony podía escuchar su dolor, su angustia y por más que Peter no fuera consciente, su miedo. Y era eso lo que lo desarmaba. Pensar que Peter había tenido miedo le provocaba un dolor que, por mucho que no pudiera explicarlo, allí estaba. El chico no se veía con la claridad que Tony lo veía. Podía tener todo ese potencial dentro, pero se rehusaba a aceptar y entender que sus limitaciones solo eran momentáneas. Una estupidez de este tamaño solo validaba el punto de que aún era muy chico. Podía escuchar la voz de Rhody, la de Fury y la de Ross insultarlo por su irresponsabilidad, la de Pepper diciéndole que no podía poner esa responsabilidad sobre un niño y no esperar que colapse. El único que estaba a su lado era Happy que lo único que respondía cuando le preguntaban era que Peter era proporcionalmente molesto como lo era de capaz para llevar el traje con madurez y responsabilidad.
—Pero usted no me escucha —le reprochó mirando con desprecio el casco se su traje—. ¡Nada de todo esto hubiera pasado si solo me hubiera escuchando! —gritó lleno de más y más dolor.
Tony dio un respingo molesto y sintió su genio despertar. ¿Que no lo escuchaba? ¿Acaso pensaba que las horas al día que se pasaba estudiando sus movimientos lo hacía por lisa y llana diversión? ¿Acaso pensaba que ese traje se acoplaba exactamente a su cuerpo y necesidades por pura suerte? Era ridículo. Horas, días y meses se pasó estudiándolo. Sacando un patrón de movimientos, de habilidades. Analizando todas las posibles necesidades. Ese traje iba a saber mejor que él qué era lo que necesitaba y no iba a ser obra de las casualidades o del maldito destino, iba a ser su obra. Su trabajo y esfuerzo iban a ser los responsables de salvar su culo de peligros que aún ni sospechaba que le deparaba la vida que ansiaba llevar.
Tony sabía, e intentaba recordarse, que no tenía que dejarse arrastrar por sus palabras, que era el miedo lo que lo empujaba a decir aquello. Él era consciente de que Peter se equivocaba, que Peter probablemente no sabía (o sospechaba) el tiempo que se tomaba para cuidarlo y velar por él. Pero nada de todo eso parecía poder calmar su propia histeria, menos cuando veía sus ojos rojos por el llanto contenido.
—Si yo le importara —murmuró Peter rezumando dolor y tristeza de sus ojos cafés—. Estaría en verdad aquí. —susurró fríamente, casi decepcionado con él.
Tony activó la salida del traje antes de ser siquiera consciente de hacerlo. Todo su cuerpo clamaba por darle al mocoso su merecido. ¿Si le importara? ¿En verdad? Se acercó un paso a Peter imponiendo que el chico le esquivara la mirada. Vio desfilar por sus pupilas eso que Tony no quería alentar, esos sentimientos confusos que por nada del mundo debía exacerbar; pero estaba hasta la coronilla. La adrenalina seguía confundiendo sus decisiones y, si algo había aprendido con el correr de los años, era que una vez que empezaba, difícilmente se retiraba sin terminarlo.
Llevaba demasiados meses de insomnio, demasiados meses luchando contra emociones extrañas, necesidades absurdas, deseos imposibles. Decir que "le importaba" era solo rascar la superficie de una pila de mierda que Tony no quería sentarse a analizar. Trabajaba horas extra, salía fuera del país a cada oportunidad con la esperanza de que esa enfermiza ansiedad se diluyera, pero era un sentimiento salvaje y enfermizo que recorría junto a él los continentes rehusándose a dejarlo. Lo perseguía en sus sueños, dibujaba ideas en su mente, alimentaba la parte más corrompida y oscura de su ser con ideas inapropiadas y deseos ocultos.
"Importar" no era la palabra indicada, el maldito niño debía usar una como: Necesitar. Pero en realidad, allí en el fondo donde pateaba su basura había escondido el término correcto: Desear
—Aquí estoy —espetó furioso— ¿Crees que no tenía un mejor lugar en el que estar? ¿Crees que no tenía cosas de las que ocuparme?
—Yo... yo... señor Stark, lo siento —murmuró sorprendido con que en verdad hubiera acudido en persona a su rescate.
—¡Con unas disculpas no basta Peter! —le gritó, sintiendo su miedo filtrarse otra vez sobre la furia.
Las mangas tenían más micro fracturas de frente y en la unión del hombro con el pecho vio un corte. Los cálculos mentales fueron exactos, un solo minuto más de retraso y hubiera sido su piel la que hubiese empezado a romperse. Tony sintió las ganas de vomitar volver y su mente enloqueció de solo pensar en esa jodida imagen.
— ¿Qué hubiese pasado si no llego? ¿Qué hubiera pasado si alguno moría? —masculló intentando no perder la cabeza por cosas que no habían alcanzado a pasar.
—Pero no pasó señor Stark. Usted llegó y...
—No es así como funciona Peter —lo cortó.
Tony sintió que no había salida para Peter, no una viable. Era hora de aceptarlo: se había equivocado. Intentó forzar las cosas, quiso obligarlo a ser un adulto porque eso era mejor que aceptar que era un chico. Sus entrañas se congelaban cuando recordaba que era solo un niño de quince años, todo su ser se revelaba a aceptar aquello porque era como aceptar que Tony estaba mucho más roto de lo que podía pensarse, pero arrojó mucho y de golpe sobre Peter. No lo guío, no intentó enseñarle, le dio un arma y solo esperó lo mejor.
—¿Qué hubiera pasado si alguien moría? —volvió a preguntarle viendo que no se intentó excusar—. Hubiese quedado en tu conciencia, Peter. En tu historial, Peter.
El chico apretó los labios, Tony percibía que pensaba respuestas, buscaba excusas para sus actos. Lo dejó hacer, se acercó otro paso a él, mirándolo fijamente y su respiración se volvió superficial cuando dejó a su mente correr por la más horrible de las posibilidades, aquella que lo hizo salir volando a su encuentro en el segundo que F.R.I.D.A.Y. le confirmó que Peter y el Cuervo empezaron a pelear.
Tony creía que su expresión debió reflejar lo violento que se sintió bajo el miedo atroz, pues Peter retrocedía a cada paso que él daba.
—¿Y si tú morías? —susurró acorralando al mocoso contra las barandas del mirador.
Peter abrió los ojos sorprendido, pero Tony ya había desconectado su cerebro, mandado de vacaciones a su consciencia y dado una licencia a su buen juicio. La sola idea de contemplar el cuerpo desgarrado de Peter en medio de la bahía había explotado sus filtros naturales y se convirtió en un ser primitivo y sin poder de raciocinio.
Se acercó un paso más al chico y agachó la cabeza hasta quedar a su altura con la vista fija en sus labios.
—Si tú mueres, quedará en mi consciencia y yo, no puedo con eso —su voz se había vuelto un susurro duro y sin clemencia.
Peter lo miró con una desesperante mezcla de emociones. Parecía asustado, triste, esperanzado y ligeramente decidido. No sabría decir si era la adrenalina o que al fin no pudo contenerse, pero cuando Peter avanzó un titubeante paso en su dirección, él no se corrió, no retrocedió.
El aire se llenó de salitre y olor a Peter, sentía su respiración en el rostro y fue muy débil como para sacarlo de su espacio personal. Seguía viéndolo ahí tendido en el agua, rodeado de más muertos. Víctimas que Tony volvía a crear; Seguía viendo como sus errores cortaban la vida de un niño tan valiente, como arruinaban otra vez cientos de familias. Pudo verse enloquecer de dolor y la sola idea de alejarlo se volvió un imposible. Lo tenía allí y así fuera solo su pupilo, respiraba y con eso ya tenía suficiente.
—Yo solo quería parecerme a usted —dijo Peter despacio, tan cerca suyo que su aliento le hizo cosquillas en los labios.
Otro error de novato chico, pensó con tristeza. ¿Quería parecerse a un ser tan bajo y ruin como él? Tony era definitivamente un hombre en ruinas que deseaba algo que era una aberración. No era ejemplo de nada.
—Y yo quiero que seas mejor —susurró embriagado por el suave aroma que desprendía su piel.
Las manos de Peter se alzaron y le sujetaron el rostro moviéndolo para que volviera a verlo a los ojos. No, Tony definitivamente no era ejemplo de nada. Y si alguien tenía dudas, debería saber que mientras veía como Peter humedecía su labio inferior preparando sus próximas palabras, Tony solo pudo pensar en que si su sabor sería tan exquisito como imaginaba y si Peter gemiría o se quejaría al sentir como sus dientes se arrastraban tirando suavemente de éste.
—No existe nada mejor, señor Stark —dijo el chico antes de terminar de cerrar la distancia que los separaba.
Quizás no fuera la adrenalina, incluso podría ser que el miedo tuviera poco que ver en él, pero no se movió. Muy posiblemente, lo que pasó es que en ese momento dejó de buscar una excusa para no hacerlo y simplemente accedió a satisfacer todas y cada una de sus necesidades más primitivas como lo era dejar que la atrevida boca se pegara a la suya con la vehemencia propia de un adolescente exaltado.
No era necio y mucho menos un idiota, así que incluso él tenía ciertos límites inquebrantables. En ese momento, justo un segundo antes de que Peter hiciera lo que ya los dos sabían que Tony deseaba, se figuró ciertas cosas que quedaban vedadas. Cuando sujetó con fuerza a Peter y aceptó que lo besara, se cuidó de conservar una distancia prudencial entre sus cuerpos, sintió a Peter pelear por pegarse más a él, pero Tony profundizó el beso distrayéndolo.
Empujó la lengua dentro de su boca y las manos en sus mejillas viajaron a su cuello hasta enredarse en su cabello. Encantado con la sensación que le produjo el pequeño jalón mantuvo las manos firmemente apretadas contra sus caderas, buscando acariciar con su lengua más duramente la de Peter. Tenía muy claro que si cualquier parte de su cuerpo entraba en contacto con la de Peter, allí iba a morir su altruismo y ya no iba a detenerse.
Abrió la boca con cuidado de no avivar al chico y deslizó la lengua por el labio inferior. Sintió su sangre hervir en el momento en que se tragó un gemido de Peter, y tuvo que recordarse sus límites cuando la tímida y extrañamente experta lengua se enlazó bruscamente con la suya en con un ruido húmedo y seductor.
Sus ojos se pusieron en blanco cuando las manos de Peter se enredaron más en su pelo volviendo a tirar se esté y se acercó un poco más a él. Sentía la duda sobre lo que sí y lo que no hacer, pero también sentía su cuerpo arder. Pensarían que le costó un poco decidir, si claro, obviamente que un despreciable cerdo como él decidió automáticamente por la opción más placentera y se acercó más. Peter gimoteó un señor Stark y así de rápido recobró el juicio, con mucha necesidad imaginó como sería arrodillarlo y escuchar como lo llamaba con Señor Stark mientras se corría… eso bastó para ponerlo duro y despertarlo.
¿En qué piensas?, se reprendió. Es culpa del maldito niño que dice señor Stark... se defendió de su propia mente. Como fuere, al acto decidió rápidamente volver a poner una distancia segura, pero tarde recordó que sin su traje el mocoso era mucho más fuerte que él, y para cuando quiso retroceder, Peter lo retuvo terminado de pegarse contra él.
Tony luchaba por recordar ser bueno, pero la exigente boca de Peter estaba dinamitando todas y cada una de sus buenas intenciones. Sin pensar mucho en límites tolerables e inquebrantables, deslizó las manos desde sus caderas hasta amoldarlas a la perfección en el bien formado trasero y gimió sintiendo su control resquebrajarse. Solo Dios sabía lo bien que lucía enfundado en ese traje y el mismo Satán debía saber lo bien que se sentía en sus manos.
Peter jadeó sorprendido y Tony chupó vulgarmente su labio inferior concediéndose unos momentos para disfrutar de aquello. Volvió rápidamente a la carga, siguió besándolo, siguió disfrutando de su sabor, de la forma en la que respondía y de lo dulce que conseguía ser gimiendo una y otra vez esos pequeños y demenciales señor Stark.
Los jadeos de Peter eran pura música para sus oídos y su erección había adquirido un nivel doloroso entre sus ropas. Estuvo a punto de arrastrarlo hasta su maldita cama cuando alzó una de sus piernas con fuertes intenciones de enredarse en su cadera; Peroro aquello solo quedó a medio camino y se apretujó contra su muslo casi subiéndose sobre este.
Tony apretó los ojos y gimió encantado sujetando parte de su trasero para empujar al chico y frotarlo sobre él. Peter abrió la boca y echó hacía atrás la cabeza soltando un sonido que sonó a una plegaria en la oscuridad. Tony gimió y decidió que verlo sería peor, así que negándose a reconocer claramente lo que hacía, sujetó con sus labios el fino cuello y volvió a empujar sobre él, arrancándole esa vez un lamento hecho y derecho. Intentó pensar en no dejar una marca, pero fue tarde. Peter empujó las caderas contra él, gimió largamente, Tony sintió contra su abdomen la dura polla contraerse y lo mordió desesperado por oír cómo se corría.
Alzó el rostro, pecó y lo vio. Sus mejillas estaban deliciosamente rojas, sus ojos apretados y sus labios hinchados. Tony podía ver la lujuria corromper sus fracciones aún ligeramente aniñadas y ya nada pudo hacerse por él y por sus buenas intenciones. Con manos terriblemente firmes empujó más arriba en su cuerpo a Peter y ya ni siquiera fingió que no iba a hacerlo, lo alzó por las caderas e hizo que lo rodeara con esas firmes y torneadas piernas. El chico ni siquiera protestó cuando lo empujó contra el barandal volviendo a besarlo. Su cálida y suave boca se movía con la misma fuerza y necesidad sobre la suya empujándolo a replantearse sus límites una y otra vez.
Bien mirado, Tony había esperado un comportamiento más... bueno, virginal, para ser honestos; Pero nada de aquel despliegue tan arrollador de práctica y conocimientos era virginal ¿Dónde estaba ese chico que se sorprendía básicamente con todo? No sabía, pero no podía negar que lo estaba hechizando con esa actitud. Empujó las caderas contra él y esa vez su miembro chocó contra la erección de Peter. El niño soltó un jadeó aferrándolo por los hombro y todo terminó antes de que pudiera decirle algo.
Peter apretó las piernas en torno a él, se empezó a mover sin dejarle hacer otra cosa que sentirlo y responder con algo de altura a su necesidad. Tony estaba demasiado excitado para recordar que debía parar, para recordar que era el disque adulto experimentado. Peter se frotó con más rapidez, con más fuerza, Tony lo sujetó y le ayudó a que jamás perdiera el objetivo limitándose a mantenerlo alineado a su miembro, solo que quedó allí parado sonriendo como idiota contra los labios de un chico que no podía contener el placer que azotaba su cuerpo.
Mientras Peter y él empezaban a amalgamarse, le quedó en claro que su chico era experimentado, pero no tanto como a priori daba la idea. Tony sentía como su miembro más se endurecía por culpa del degenerado placer que le daba mientras sus ojos contemplaban la sorpresa y el demencial placer que consumía a Peter y como esto lo sorprendía. Se notaba a leguas que estaba conociendo de primera mano algo que alguien alguna vez le dijo o prometió.
Aferró con fuerza su trasero y empezó a embestirlo. Bien, ahí le iba la clase completa. Era tan idiota su comportamiento que casi se excitó más. Sujetó firmemente sus caderas ajustó ligeramente el ángulo y empezó a empujar una y otra vez sus caderas hasta tener un fricción demoledora. Peter lo apretó y se quejó, Peter estaba al límite y su boca nada podía contener lo que sentía, lo él le hacía sentir. Ese pensamiento lo llenó el placer y volvió a hundir la lengua dentro de su boca sintiendo como el cuerpo de Peter saltaba ligeramente ahora que sus fuertes gemidos se dejó ir cuando Tony empezó a embestirlo rápidamente. Para él faltaba, su miembro seguía duro, seguía necesitado. Quería bajarlo, volverlo y hundirse en su cuerpo; Reclamarlo, dejar más marcas en él que le dejarán en claro al que sea que se atrevió a tocarlo que ahora Tony estaba a cargo, que ahora él era el único con el privilegio de poseerlo, pero vio su oportunidad de retroceder por el camino de la cordura cuando la boca de Peter lo liberó unos instantes en busca de aire con una expresión satisfecha e incrédula.
Se zafó de su agarre y se alejó con la respiración igual de agitada que la de él, estudiándolo detenidamente unos segundos. Había ido demasiado lejos, había abusado de su suerte y viéndolo coger aire con la mano estirada en su dirección intentando atraparlo para que no escape, Tony se preguntó cómo podría hacer eso. Uno no podía ser un mentor y desearlo de aquella forma.
Las manos de Peter seguían buscándolo con los ojos fijos en su boca. Se tragó un gemido. Límites Stark, se reprendió, intentado dar otro paso lejos del mocoso pero en un descuidó se dejó agarrar y a pesar de que su maldita fuerza y el quisieran impedírselo Tony siguió alejándose.
Le sonrió de lado, le gustaba la actitud. Una verdadera lástima que la edad fuera realmente un problema completo. Él era un promiscuo sin dudas, y Peter no era claramente un chiquillo sin experiencia que creyó. Podía apostar todo lo que poseía, y sabía que no perdería nada, pero esa determinación, esa forma besar y acariciar, no eran propias de las de un novato.
Una punzada de celos lo recorrió al caer en la cuenta de lo que eso podría significar, pero lo desechó al ver la añoranza en los ojos de Peter.
—Vamos a terminar esta charla —dijo, haciendo una mueca a falta de palabra mejor—. Cuando seas mayor de edad.
—Faltan tres años para eso —dijo Peter con una mirada tosca.
—Bueno señor Parker, ahí lo tiene. Más te vale que si tienes tres años para pensar si quieres volver a hablar conmigo, cuando te decidas a hacerlo, nada de tartamudeos.
Cuando su entrecejo se arrugó tiernamente, él le sonrió más profundamente. Eso es, tu burlarte y arruínalo todo, se reprendió.
—Ah y necesito ese traje —agregó, dando con el castigo que Peter estaba mereciendo ahora que solo podía pensar en desnudarlo.
—¿Qué? —jadeó viéndolo todo dolido y confundido.
Tony juntó aire y cuadró los hombros, poniendo toda la distancia que pudo ahora que sus manos lo soltaron al caer rendidas a sus costados. Se obligó a no sentirse herido, era lo que tenía que hacerse. Si Peter no aprendía esa lección iba a distorsionar la frágil línea que separaba lo correcto de lo incorrecto. Se recordó quién era y qué lugar ocupaba en su vida, ese no era momento para supuestos o esperanzas.
—Es obvio que esto no está funcionando. Tienes que dármelo.
—¿Por cuánto tiempo? —masculló lanzándole una mirada esperanzada.
—Para siempre, Peter.
Tony tuvo el desagradable placer de ver cómo su mirada perdía el brillo y aceptó la molestia que le causaba.
—¡No puede sacármelo! —suplicó, acercándosele un paso desesperado— Este... este traje es lo mejor que me pasó. Sin él, no soy nada.
Tony lo miró sabiendo que había hecho lo correcto y esas palabras se lo confirmaban. Peter era capaz. Más que capaz. Tanto así, que sus acciones previas a que se lo diera eran muestra suficiente; Pero lo había olvidado. Peter había olvidado quién era y ese podía ser el error más peligroso de su vida.
—Si no eres nada sin el traje, no deberías usarlo —le dijo con toda la firmeza que era capaz en un momento así.
Le dolía ver lo herido que estaba, le fastidiaba más saber que era el causante. Ver como su rostro perdía todo tipo de color o vitalidad era algo para lo que Tony no estaba listo pero esa era la cosa con ser el maldito adulto responsable, no interesaba si estabas o no por la labor; Debías y punto. Casi podía ver la angustia y la histeria en su mirada, pero Peter era mucho más que un súper traje. No solo era el hombre araña por sus poderes, lo era por su determinación, por su fuerza y su integridad. Era un chico inteligente lleno de buenas intenciones, pero un chico al fin y al cabo. Tony intentó forzarlo a ser un adulto y por eso le tocaba pagar su desprecio y soportar su dolor, pero esa era una lección que Peter debía aprender y él lo apreciaba lo suficiente para aceptar y aguantar de pie su mirada traicionada.
—No tengo nada debajo —susurró, esquivando sus ojos cuando entendió que no bromeaba y que de nada le serviría suplicar o rogar.
—Ya encontraremos algo —dijo intentando que le sonriera o lo mirara, pero el chico solo se giró dándole la espalda.
Ahora que sus ojos no lo veían, Tony se permitió un pequeño flaqueo. Se le acercó por detrás, y apoyó suavemente su mano en su cintura. Peter se tensó pero no se volvió. Mejor así Stark, sabes que estarías pedido de otra forma, pensó afectado.
—Lo siento —susurró, besando su cabeza y, antes de que Peter se diera vuelta, se metió en su traje y se alejó— Algún día entenderás esto y podrás perdonarme. —prometió intentando creérselo.
Salió de allí casi al instante y lo hizo de la forma más rápida que pudo, la sola idea de volver a verle el rostro herido no era opción.
Se alejó a kilómetros y kilómetros por segundo, sentía la necesidad de disculparse, de intentar razonar con él, pero debía hacer aquello como un puñetero adulto y pensando solo en Peter.
—Llama a Happy. Que le lleve ropa y lo deje en su casa.
—Enseguida, señor.
—Gracias F.R.I.D.A.Y. —suspiró, volviéndose para verlo por última vez y viéndolo sentado sujetándose la cabeza—. Que no lo deje solo —agregó, esperado estar tomando la mejor decisión por él.
Una parte de su mente, una muy pequeña lo corrigió: Por los dos.
Ω