...that gossamer thread

Jessica Jones (TV)
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Summary
La locura y el genio van de la mano, pero nunca tan cerca como en la sangre de Bruce Banner y Will Graham. Una conexión inesperada los encontrará uniendo fuerzas y sus mundos colisionando mientras un asesino en serie deja un rastro de sangre en los rascacielos de Nueva York...
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- No puedo felicitarte por tus cuidados, francamente.- dijo Bruce, dejando caer sus lentes en el mesón de la cocina al pasar con irritado descuido y echándose rizos atrás con ambas manos antes de dejarse caer en una de las banquetas de la cocina, junto a la cual Tony tenía extendidos unas tablets y trabajaba en poco característico silencio. Steve, que picaba unas patatas con aire penitente, se encogió: Thor, que revolvía la base de la salsa en la sartén, meneó la cabeza. Bucky se había ido a duchar: Will le había vomitado encima toda la comida de dos días.

- No puedes culpar completamente a Steven, Bruce. Will es notablemente sensible, pero no podíamos adivinar cuánto lo afectarían estas historias respecto a su perseguidor.-

- El problema es que pensamos que era el T 900 y parece que en realidad estamos hablando de Peppe Le Pouf.- dijo Tony, apoyando la nuca en la pared detrás suyo.- Parece que no fue a mí el único que se folló con entusiasmo ese tipo…-

- Tony, por favor!- gruñó Bruce.

- Revisa esos archivos, hazme el favor! Graham se ha revolcado con el tipo docenas de veces y sigue vivo, mientras que aparentemente a Lecter los zancudos que lo pican caen muertos. Creo que hay algo sobre él que tu hermanito no nos ha contado, digo yo.-

-Me enteraré cuando Will me cuente y con eso basta.- dijo Bruce, meneando la cabeza.- Consiguieron más pistas sobre el asesino de veteranos, al menos?-

- Sí, pero… la mala noticia, es que al fin se filtró todo a la media. Podías mantener en secreto unos veteranos muertos, pero no al General Eiling. Hasta el Senado habló de “ todo el peso de la ley” y de un “ esfuerzo de agencias conjuntas” No nos mencionan, por supuesto. Pero lo están llamando Sargeant Massacre, por el personaje de un juego.-

- Al menos se habla de lo monstruo que era Eiling?-

- Nup. Considerando la cantidad de soldados a los que les deben de picar las manos por tomarse venganza de algún antiguo superior, nadie quiere destapar ese tarro. Sí al menos identifican posibles copycats.- dijo Tony, a lo que Steve se mordió el labio.

- Es normal resentir a superiores que te envían a misiones peligrosas, pero la guerra…-

- Steve, no puedes cegarte a que hay bastantes que se aprovechan de sus posiciones, y eso es sin separar a los realmente ineptos de los francamente malvados.- dijo Bruce, el pacifista, y bebió el té que Thor acababa de ponerle delante.- Iré a vigilar a Will, nos vemos mañana.-

- Come algo antes…!- protestó Thor, pero Bruce ya se había ido.

- Se ha apegado mucho a Graham, no crees?- dijo Steve serenamente, a lo que Tony le echó una mirada envenenada.

- No me pinches Rogers. Sólo por eso te diré que tras Eiling, Natasha y yo estamos investigando, y estoy bastante seguro que todos los otros veteranos asesinados tenían algunas cositas oscuras enterradas en sus pasados. Por eso cada crimen es… temático. El tipo que explotó en Central Park era un bombardero de objetivos civiles: el tipo que ahogaron en agua sucia en su tina dejó que unos botes de refugiados se fueran al fondo del Mediterráneo sin ayuda. Lo siento por tu amigo, pero estoy investigando. Lo que estamos viendo ahora… es un vengador.-

 

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Will no dormía, pero tampoco estaba despierto cuando un cuerpo denso y suave se tendió a su lado. Normalmente, que alguien se acostara al lado suyo lo habría enviado al techo como un cohete, pero había algo tan poco amenazante en esa presencia que era semejante a sentir a Winston acurrucarse a su lado. ( el desgraciado seguramente no lo extrañaba nada. Cuando los animalejos esos se quedaban con Alana, habían croquetas fancy y ella era más amiga de remolonear en cama que él). Hubieron unos suspiros, un bostezo y una espalda ancha contra la suya, el edredón tenso por ese peso. Will se halló con la sorpresa y la consciencia retirándose al mismo tiempo como olas de una playa, y durmió largamente, quieto sin sueños, en paz.

Lo que hizo aún más terrible cuando se halló con los ojos abiertos, y una pezuña acabando una larga pierna de ciervo negra que al levantar la vista se convirtió en la pernera de un elegante traje oscuro, y más arriba, arriba en una camisa de un ruidoso rojo escocés rematada con un rostro pálido y duro que conocía, que parecía a cada parpadeo hacerse tan grande, en su cara, inundando todo, y luego retroceder, nada más que una mancha blanca en lo alto de ese cuello, lejos, alto, mirándolo desde una altura semejante a la de Dios…

Él no era más que un insecto, y sus párpados eran transparentes o habían sido arrancados, porque no lograba cerrar los ojos, la cara estaba en la suya y se iba a volver loco, por favor quería volverse loco, su cordura rechinando como una cerradura forzada por una avalancha, la cara inundaba todo y él estaba desnudo, inerme, su cerebro estaba desnudo, expuesto a la luz y a ESA CARA…

 

- Will! WILL!- la voz había sonado ronca, y Will se revolvió, aún en el medio de su convulsión, pero estaba atrapado: atrapado en algo firme y cálido, que se mecía, tranquilo a pesar de esa voz áspera. Will sintió el alivio que debe sentir un meteorito en llamas, tras el vacío del espacio, al estrellarse en el mar y ahogar su fuego en un siseo decreciente, contenido en la inmensidad oscura que lo atrapa en su caída: una red de oscuridad, ahogando todo, suavizando todo- Inhaló, dos, tres veces, y entonces se dio cuenta que sollozaba de pánico horrorizado: un miedo sideral, lovecraftiano, de lo todopoderoso contra lo inerme. Se forzó a controlar sus jadeos, que eran más bien gritos, pero ya tenía suficiente consciencia para sentir a Bruce tendiéndolo en la cama, seguramente soltándolo para ir a buscar Haldol, algún sedante, ayuda…

 

Will reaccionó a ciegas echándole brazos y piernas y sujetándolo encima suyo como una manta de seguridad: no podía despegar las mandíbulas para hablar, pero su NNNNH fue, aparentemente, suficientemente claro para que Bruce se quedara allí, su peso reconfortante y real, la negrura de su camiseta frescor en sus ojos ardientes.

Le pareció que pasaran horas antes de que dejara de temblar en la convulsión. Bruce no se movió.

 

Aún más tiempo luego, Will recuperó la consciencia, y el enfoque, gradualmente, mientras una mano trazaba pacientes círculos en su pelo. Bruce ya no estaba totalmente encima: estaban lado a lado, pero él respiraba calmado al fin contra el pecho de Bruce, los brazos aferrándolo por la cintura, y Bruce tenía el mentón en sus rizos transpirados. Él suspiró con un quejido de vergüenza y desolación: Bruce susurró unas palabras sin sentido, algo con la entonación con las que calmas a un niño, y bajó la cabeza, sus narices rozándose, sus labios…

El beso no fue nada que Will siquiera entendiera como concepto hasta que sus lenguas entraron en juego. Tenía algo de sed, de hambre, de delicia satisfecha: no parecía más que otra extensión de caricias y cuidados, y una enorme seguridad en la que se halló de repente arrastrado como una hoja de árbol en un río: no sabía si podía resistirse, pero no quería resistirse. Era algo… bueno y simple: simple como es el primer café de la mañana, como apoyar la cabeza en la almohada en la noche. Algo que te mereces y no te cuestionas mucho. Will no había besado a nadie en años, pero un instinto despertó con el deseo, acariciando, cosquilleando, inundándolo, y sentir a Bruce besándolo con la misma hambre y abandono era tan satisfactorio. Los brazos de ambos apretaban al otro, sus lenguas se movían deliciosamente juntas, y Will sintió un ramalazo de entusiasmo brotar sin prejuicios al aferrar el carnoso labio inferior de Bruce y succionar, arrancándole un gruñido profundo que acabó en un jadeo. Estaban tan cerca que podía sentir su corazón acelerándose contra su antebrazo que le rodeaba el costado, martillando contra las costillas: inhaló y se hundió en ese placer con un gemido de respuesta, sin más que la clara sensación de que Bruce necesitaba, deseaba esto al menos tanto como él…

-… NO!- gritó Bruce, y al echarse atrás de golpe casi cayó de la cama, retrocediendo como puso, jadeante, los ojos dilatados, que luego cubrió con las manos. Will estaba seguro de haber visto un brillo verde antes de que los cubriera, pero sólo podía pensar que la súbita interrupción se había sentido como arrancar la costra de una herida, un dolor que te hacía arrugar la cara. Bruce se paseó por toda la extensión del cuarto, jadeando como un fuelle, y luego se detuvo, las manos en las rodillas, respirando por la nariz como si hubiera corrido una carrera.

- Vas a vomitar? Eso no es muy exagerado?- dijo Will, su voz más seca mientras se incorporaba en los codos.- Si es por el incesto te recuerdo que normalmente los prejuicios son debido a los posible hijos con problemas genéticos, no es que puedas embarazarme… y como no crecimos juntos….- Will se dejó caer de vuelta en la almohada.- Mi antiguo terapista tendría un día de campo con que inmediatamente me asuma como la chica en esta relación…-

- Will, no eres tú, por favor!- jadeó Bruce, enderezándose con un jadeo.- No se trata de eso…-

- No me vengas con que nunca habías besado a un hombre, te he visto con Stark…. Y dudo que sea un tipo celoso, he visto flujogramas de varias páginas para explicar sus romances a través de los años…-

- Tampoco es eso. Will, no es nada mal contigo…-

- Saltaste de la cama como si te hubiera estado violando. Si me vienes con el verso de no eres tú, soy yo, creo que ahí sí vomito yo. De nuevo.- murmuró Will: había algo resentido que bordeaba la crueldad entre sus pestañas.

- Mi relación con Tony es… mayormente platónica. Tengo una… condición.- dijo Bruce en voz baja.- Aparte de él, no había besado a nadie en trece años.-

Will asintió.- Cinco años. Me has superado.-

- Por favor no te ofendas. No me odies, Will. No es nada malo contigo, no volverá a pasar, y yo…- la voz de Bruce se suavizó: cómo podía tener ojos tan cálidos.- Eres muy besable, sabes. Seguro has tenido muchas oportunidades, pero una relación con Tony es todo… apenas me siento capaz de manejar eso…-

- Bueno, al menos eso no es el discurso ableista habitual.- dijo Will, al fin suavizándose.

- Ah?-

- Ya sabes… el “ no eres tú, soy yo, y además no se supone que tú no sales con gente, o sea con tu condición…”- Will hizo comillas con los dedos.- Como si no ser neurotípico te atrofiara todo lo demás. Mi “ condición” no me hace un eunuco…- bostezó Will.

Bruce hizo una mueca en simpatía y se sentó en la cama.- Eso no tiene nada que ver… y tampoco soy neurotípico, Will. Ciertamente no hay nada típico en mí…- agregó con una sonrisa bastante amarga.- Por Dios, qué par estamos hechos. Quieres una taza de té?-

- Que no tengas café como los hombres en tu cocina, Bruce…-

- Prueba mi mezcla de jengibre y luego me dices eso en la cara.-

 

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- Veterano de WWII, veterano de Vietnam, veteranos de Kuwait, uno de Afganistán… nada de esto tiene sentido. No hay forma que un solo desgraciado haya estado en TODAS estas guerras.- dijo Clint dejando caer el último informe sobre la mesa con un bufido. Jessica, con un único vaso de whisky en la mano, asintió con frustración en su bello rostro: Matt, que estaba cruzado de brazos apoyado en el mesón de la cocina, se veía igualmente frustrado. Sólo Nat, que revolvía urbanamente su taza de té acomodada en el sillón se veía más serena.

- Sería demasiado inquietante que un solo tipo hubiera sido testigo de siete criminales de guerra sin castigar. Significaría que el ejército está lleno de ellos.- dijo con un retintín, a lo que Jessica cerró los ojos.

- La rusa dice que mejor nos unimos a la fiesta, a matar americanos?-

- Ningún soldado es inocente.- dijo Matt con dureza, a lo que Jessica lo imitó con burla.

- Ya estás defendiéndola... si ya sabemos que te van las villanas, oh…-

- Podría ser personal clerical.- dijo Clint. El apartamento de Matt, en donde solían reunirse, tenía un enorme letrero luminoso fucsia frente a las ventanas, lo que hacía ideal el lugar solamente para una persona ciega: pero aunque le hacía doler los sensibles ojos a Clint, podía apreciar a sencillez del lugar, y lo agradable que debían ser el silencio en el día, si querías dormir tras una noche de patear criminales. Era un barrio bastante pobre, en donde todo el mundo trabajaba de 8de la mañana a 6 de la tarde. Gente demasiado pobre para permitirse niños, o mascotas. La gente a la que Matt le gustaba defender.

A todo horario.

Se volvió, y notó a Natasha mirando a Matt con probablemente el mismo pensamiento. Había algo en Matt, una dedicación, un olvido de sí mismo en su misión, que conmovía: a diferencia de Steve Rogers, que creía aún en la bondad de la humanidad aún a pesar de todo el horror que había visto, Matt creía muy poco en la gente, pero con un fervor casi místico seguía defendiendo a los inocentes. A pesar de su identidad secreta, no había mayor diferencia entre Matt y Daredevil: uno luchaba con los puños, el otro con sus conocimientos legales, pero era exactamente la misma lucha, día y noche. Por severo que fuera a veces, era difícil odiar a alguien tan guiado por su moral, porque era más duro consigo mismo que con ningún otro.

Y sin embargo, a Clint, aunque lo respetaba, lo exasperaba a veces. No por el talentoso artista marcial que era, ni por su rígida moral, sino porque su culpa católica lo hacía cruel a veces.

 

Cualquiera que fuera cruel con Nat ponía a Clint de los nervios, y tras que una aventura de una noche se transformara en un affair ardoroso, Matt había soltado a Nat sin explicación ni disculpas. Algo que ella era demasiado orgullosa para pedir, por supuesto. Pero como Clint era el mejor amigo que tenía que tolerar suspiros y insomnios de vodka, su humor al respecto no estaba super bien predispuesto a Matt Murdock, que había que ser Daredevil para insultar así a la Black Widow y seguir tan ancho por la vida.

Por supuesto, Jessica, a quien Nat la irritaba por haber sido una criminal muchísimo peor que ella, y ser ahora aclamada como un Avenger, y que opinaba que Matt tenía una secoya entera en el traste, le divertía mucho la situación.

- Muy astuto, Barton!- dijo Jessica palmoteando sarcásticamente.- Y ese personal clerical va y mata a la gente, arrastrando su burrito para poder caminar y su tanquecito de oxígeno, porque si están dando vueltas desde WWII…-

- Jessica tiene razón.- dijo Matt con amargura. – Aunque fuera personal clerical que conociera por casualidad a todas las víctimas, cómo podía enterarse de sus crímenes? Si existiera evidencia, porqué no ir a la prensa o a la justicia?-

- Y porqué ninguno de ellos estaría revelando esos secretos?- agregó Natasha, mordiéndose el labio. Ella, la persona más privada que Clint conociera, se veía sombría: sin duda, estaba pensando en sus propios crímenes, los que la atormentaban a diario. Clint hubiera ido a tomar su mano, pero sabía que Nat detestaba la intimidad en público.

- Hay personas a las que se les revelan los pecados.- dijo Matt en voz baja, la revelación haciendo que sus ojos apagados se vieran vivos por un momento.- Algo como una confesión… un sacerdote?-

- Eres tan medieval, Murdock.- dijo Jessica, apurando su vaso al seco y poniéndose de pie, sus largas piernas en jeans elásticas al levantarse.- Si es que es tan obvio. A una sola persona podían, todos esos veteranos, revelarle sus horrores, sin temor de represalias. – agregó, agarrando su chaqueta.- Quién va conmigo al hospital de veteranos, a encontrar al pobre desgraciado psicólogo militar de esos monstruos?-

 

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Cuando Will tenía pesadillas, muchas veces no estaba seguro si estaba durmiendo. Considerando su vida, en variadas ocasiones en la mitad de la pesadilla, se había dado cuenta que era real. Pero cuando soñaba con el estudio de Hannibal, el que había tenido en Baltimore y su elegante figura sentada enfrente suyo, piernas cruzadas, aspecto atento y cortés, sabía que era un sueño: sabía que esos libros y cuadros, que tras la huida de Hannibal nadie había reclamado ahora llenaban el segundo piso de su casa, básicamente porque no había podido soportar que esos mementos de las horas que pasaron juntos – pruebas tangibles de que esas horas, al fin, no habían sido un sueño- acabaran en la basura o empolvándose en una pieza de evidencia. En su sueño, todo estaba en su sitio, la cortina roja y blanca suavizando la luz del atardecer, el escritorio ordenado pero siempre lleno de tareas pendientes: el ciervo que rompiera el cráneo de Tobias Budge en su mesita, los óleos vibrantes y clásicos a la vez de paisajes hermosos traducidos al arte reflejando las lámparas. Quizá el haber experimentado esa sala en la mitad de su encefalitis hacía que la recordase tan claramente: no había el lomo de un libro en las estanterías que no pudiera recordar con detalle.

 

Ahora en su sueño, Hannibal lo escuchaba pacientemente, aunque no podía oír lo que estaban diciendo. Pero Hannibal asentía, y mientras Will se paseaba nerviosamente, él permanecía quieto, inmóvil. Anclándolo. Will tuvo la borrosa seguridad de que estaban atados por un cordón de carne palpitante, y que mientras él más se aseaba y gesticulaba, más se enredaba en ese cordón, obligándolo a acercarse más y más a ese hombre que era nada más que unas fauces inmensas antropomorfizadas: sin importar en qué dirección, cada vez que se movía estaba más cerca, más cerca, podía sentir su aliento, su calor…

 

Sabía que si se giraba, en vez de un hombre vería esas fauces animales, y allí, carne roja y palpitante siendo devorada, carne que había sido suya…

 

- Es su terapista.- dijo Will, los ojos completamente abiertos. Su voz fue tan clara y despierta que Bruce dio una sacudida y se despertó de golpe, casi cayéndose de la cama: pero cuando Will saltó del lecho y fue derecho al baño a lavarse la cara y agarrar su sweater que estaba en el suelo, Bruce dio otro respingo y se llevó la mano al corazón: al asomarse a la sala, Tony Stark estaba ahí sentado, una caja de donas artesanales a un lado y unos contenedores de café gourmet, de marca, calientes al otro.

- Ustedes dos me van a matar.- gimió Bruce, manos en la cara.- Yoga y té, no infartos, eso me gusta en la mañana.-

- Hay desayuno para los hermanitos Banner.- dijo Tony, y aunque su voz era cálida, había algo inquisitivo mientras dejaba a un lado su teléfono, en el que había estado leyendo noticias.- Y Nat te está esperando, baby Banner.-

- No me digas que le vas a dar en el gusto en lo de ir a hacerle un fashion emergency a Will. Nunca he entendido qué tienen ustedes dos contra los sweaters…-

-No tengo nada contra los sweaters puestos en los abuelitos donde corresponden. Cachemira y lana legítima sí, poliéster peludo sin elastizar no, es el mal.- gruño Tony, mientras sentían agua correr y Will aparecía lavado, con los mismos jeans y sweater del día anterior y las cortas botas que usaba en la mano.- Dijiste que era el terapista? Te das cuenta que en tu historia personal eso de “ fue el terapista!” es como el mayordomo de Clue?-

Will lo miró sin expresión, antes de pasarse una mano por la cara, y Tony hizo una sonrisa con hoyuelos antes de señalarle el café.- Mira, otro que es no verbal antes del café, como Clint y yo. Sírvete, pequeño Banner. Nat te espera para llevarte a los Hamptoms, porque tu asesino de militares atacó de nuevo, y esta vez lo hizo con entusiasmo.-

- Necesitas que vaya contigo?- se ofreció Bruce, el retintín en voz que decía que entendía lo mucho que Nat estresaba a Will. Pero Will meneó la cabeza, y se acabó el café, antes de hablar en voz ronca:

- Cuántos?-

- Cinco.-

- Jesús.- dijo Bruce.

- Gracias.- dijo Will, y salió al pasillo, en donde pacientemente envuelta en una parka negra con cierres, Nat lo esperaba.

- Will…- empezó Bruce, pero Will se metió con ella al ascensor, y Tony agarró a Bruce del polerón deforme que usaba para dormir.

- Nat y Buckyrrito van con él. Si ese tal Lecter se acerca va a acabar como comida de gato. Tú, te quedas conmigo, porque tengo varias preguntas…- dijo Tony, y los hombros de Bruce se encogieron.- Debo asumir que ese “ no me atrevo a dormir contigo, Tony, si tengo una pesadilla y te hago mermelada no podré perdonármelo Tony, no podemos correr el riesgo Tony” era puro verso o qué?-

Bruce se frotó la cara.

- No es lo que parece.-

- Lo que parece es dos lindos cachorritos rizados hechos una bolita durmiendo felices. No sabes el autocontrol que me tomó no desvestirme y meterme al medio, tuve que pensar en Barton en bikini para no entusiasmarme.-

- Hasta que Will no tuvo pesadillas y me necesitó, no sabía que era capaz de dormir junto a alguien. Con él no… tuve miedo, Tony.- dijo Bruce despacio, a lo que Tony Stark, en su elegante cortavientos sobre jeans de diseñador se cruzó de brazos, ojos tan vivos fijos en él.

- Miedo de qué? Supone que lindo Will no te hará nada mientras duermes? Te imaginabas que ibas a despertar conmigo sodomizándote sin decir buenos días?-

- Tony! No, claro que no pienso eso!-

- Entonces explícate, Banner, porque se me están acabando las teorías sobre esto y no tengo tanto menos IQ que tú!-

 

******************************************

 

Will no se había esperado que en vez de ir al sótano desde donde recordaba mantenían los vehículos, la silenciosa pelirroja lo guiara a la azotea, pero entendió todo al ver un helicóptero en marcha, en donde Bucky Barnes, casaca roja encima de un henley oscuro, ya tenía puestos los audífonos de piloto y estaba listo para despegar. El ruido del helicóptero lo golpeó como una pared, inundando su cabeza: pero Nat le alargó en cuanto se subieron unos canceladores de ruido increíblemente efectivos, que luego comprobó eran micrófonos también mientras se acomodaba en el asiento trasero. La verdad detestaba volar: pero de alguna forma el helicóptero, lleno de paneles transparentes y una vez sin el ruido, se sentía seguro.

- Clint llamó al amanecer, los encontraron unos surfistas.- dijo Nat en su oído: su voz era baja y sedosa mientras despegaban, volando sobre un Manhattan que amanecía.- Dijo que nos esperaría allá con Jessica. Matt y Steve están juntando información sobre las víctimas, pero es reciente… es un escuadrón humanitario que estuvo el 2010 en Haití.-

- Eso no era una guerra.- dijo Will con inquietud. Algo aquí no cuadraba. Bucky le dirigió un ojeada, detectando algo en su voz: pero el resto de la hora de vuelo fue silenciosa, mientras cruzaban un cielo que se volvía radiantemente azul en dirección al mar.

Cuando aterrizaron en un descampado salpicado de pastos altos y salvajes, una banda de verde entre las manicuradas casas del elegante Breakers Bay de los Hamptoms y la playa de arena gris, Will lo supo aún antes de que Bucky detuviese el helicóptero. Aún entre todos los autos de policía, del FBI; aún entre las tiendas de forenses, y el perímetro trazado con plásticos de vivos colores, bajo ese sol radiante y cielos azules que anunciaban un futura primavera, lo supo y se atambaleó, la mano de Bucky yendo a sostenerlo.

 

Este no era el asesino de veteranos.

 

Cinco hombres grandes y musculosos estaban en círculo, de rodillas, desnudos: sus cuerpos atléticos eran bellos aún en la muerte, como estatuas. Aún desde donde estaba podía ver el rojo vacío de sus pechos: no había costillas, corazón, pulmones, nada. En sus manos atadas y tendidas al frente en expresión de súplica, descansaban patéticos pedazos de carne: sus propios genitales, como goteantes ofrendas salpicadas de arena.

En el centro, Will por un momento pensó que veía a una mujer embarazada asesinada y se heló, antes de entender que veía un maniquí de ropa maternal, también abierto, instalado en el centro como ídolo o efigie. Pero el vientre abultado del maniquí había sido abierto: y podía ver el reguero de sangre, en donde todos esos órganos arrancados habían acabado, primorosamente arreglados.

No necesitaba cerrar los ojos para ver el diseño. Lo sabía con un golpe de vista. Éste no era el asesino de veteranos y su venganza de artesano. Este era un artista: era Hannibal.
Nat y Bucky estaban muy silenciosos a su lado. Clint, que estaba hablando con alguien del FBI y se veía terriblemente trasnochado corrió hacia ellos, y mirando a Will, habló con un gesto de disgusto a la escena.

- Alguna idea de qué es esto, Graham?-

Will dio unos pasos, y su voz sonó áspera, apagada.

- Es una tarjeta de agradecimiento por reunirnos.- dijo, antes de abrazar su propia cintura y cerrar los ojos levantando la vista al cielo, inspirando con dificultad. El viento olía a sangre y mar.

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