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Will se mordió los labios pensativamente, algo gris pasando por su rostro, envejeciéndolo, cansándolo. Luego, cuando la miró de regreso, Natasha se encontró mirando a un semejante: alguien duro como el pedernal, afilado como el acero. Alguien sumamente, sumamente peligroso.
Después de todo era el hermano de ser más imbatible de la tierra, que dormía allá adentro.
- No hay nada que decir.-
- Nada, excepto que hay un asesino serial obsesionado contigo y que se han perseguido por medio mundo por cinco años? –
- Se puede saber cuánto me has investigado?-
- Basta con leer a Freddie Lunds para enterarse de tu affair con tu murder husband.- dijo Natasha, manteniendo su distancia: pero aunque su voz era baja, era muy clara.- Voy a asumir que el FBI tuvo la gracia de decirte que se escapó hace cuatro meses.-
- Sigues normalmente las noticias de todos los escapes de prisión de América?- soltó Will.
Natasha asintió, no había sarcasmo en su rostro, y Will parpadeó tomado de sorpresa.
- De veras?-
- No vuelo, ni lanzo rayos, ni escudos de vibranium, ni puedo crear armaduras voladoras. Mi poder es… exactamente el inverso del tuyo, Will Graham. Todo lo que quiero saber, es qué te gustaría que pasara cuando ese animal vuelva a acercársete.-
- Qué te hace pensar que no ha huido a comer gente en Noruega?-
- El que los frenos de tu automóvil fueron cortados, por eso tuviste el accidente. El que te cuidó alguien que de * verdad* hizo milagros para que no te quedaran cicatrices . Y el hecho que estás fingiendo que nada de eso está relacionado, así que necesito asegurarme que no tengas a Lecter escondido durmiendo en la misma casa en donde está durmiendo mi Bruce.-
- Si lo encontrara, lo entregaría. Ya lo he hecho dos veces.- dijo Will secamente.- Y dudo que ni siquiera Hannibal pueda hacerle mucho a los Avengers…-
Hubo un silencio, y un segundo después, había un filo en la mano de Natasha, una daga corta y pesada, el borde tan fino que parecía desaparecer en el aire al girarla. Cuando ella habló, lo hizo mirándolo a los ojos.
- Tony, Steve, Thor. Gestos femeninos, sollozos, o sexo, y un corte rápido en la carótida. Clint, un dardo envenenado mientras duerme. Bruce, ciertas drogas y potasio en una jeringa directo al corazón.- dijo con voz desprovista de emoción.- Si yo puedo, él puede. Si él fue quien arregló que te encontraras con Bruce, me interesa el porqué.-
- Crees que él…?-
-Creo que hace bastante tiempo ya que el “ destino” en tu vida usa pantalones.-
Will se cruzó de brazos.- Qué es lo que estás ofreciendo? Te estás ofreciendo a solucionar el tema de mi… “ destino”…- Will hizo una mueca.- Permanentemente?-
- Desde que nos conocimos, tu cara dice que crees que no soy diferente a los asesinos seriales que persigues.- dijo Natasha, y sonrió sin humor, algo lejano en su mirada. De repente, el aire de la mañana de marzo parecía tan frío como campos de hielo en Siberia.- Mira qué fantástico en tu trabajo eres.-
- Por qué harías eso por mí?-
- Mi pregunta es, me dejarás hacerlo? O es tanto tu deseo de morir, que dejarás que se escape otra vez, y otra y otra, hasta que se te acabe la suerte?-
- Hannibal ha tenido cien oportunidades de matarme y no lo ha hecho.-
- Sí, la cobras también juegan con su comida.- dijo Natasha despreciativamente.- No es tu vida la que te importa. Lo encierras porque daña a otros. A ti, dejarías que te clave los colmillos.-
- Si tienes todo tan claro, anda y mátalo, ve si me importa.- se exasperó Will.
- Tienes mi teléfono. Si ves la más mínima pista de que te ronda, me avisas…-
Will rió.
- Qué?-
- Las veo todos los días. Incluso cuando estaba encerrado.- dijo Will en voz baja, antes de hundir lo dedos en su pelo y cerrar los ojos.- Incluso ahora, estoy completamente seguro de que está de pie detrás de mí. Lo huelo…- susurró.
Hubo una larga pausa, y Will sintió de repente los brazos de una mujer rodeando su cansada cabeza, oprimiéndolo contra un pecho suave y firme, y bajo el olor de la sangre, que podía detectar inmaterial en Natasha, un aroma dulce, tibio, cálido, que se sentía como delantales y cosas horneadas y besos en caritas recién despertadas. Levantó la cara, y vio tanta compasión, tanta voluntad de ayudar, y tanta, pero tantísima culpabilidad en los ojos verdes inmensos y gatunos, que el impulso de enderezar la cara y oprimir sus labios contra esos ojos fue irresistible.
Sabía a absolución.
- Gracias, Will.- dijo ella con voz ahogada.
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- Porqué nadie está apreciando mis generosos regalos? Porqué no hay nadie aprovechando los tickets de eventos que dejé en la frutera? Son todos unos gatos lacios que sólo quieren comer, dormir, repeat? Cómo es posible que un grupo de gente joven, tú no Capsicle, sea incapaz de arreglarse un poco y salir a disfrutar la vida nocturna? Aparte de Thor, que es mi favorito, por supuesto que eres mi favorito, mi vikingo precioso, tú sí sabes lucirte yendo a la ópera con Jane en un brazo y Darcy en el otro, qué no era Darcy? Pero dónde encuentras tantas copas D tú, eres un imán, te caen de los árboles… como decía, porqué nadie aprecia las invitaciones? A este paso la media se va a olvidar que somos los héroes de América, chop, chop, alguien al menos pónganse ropa decente y salga a lucirse hoy al festival ese en el Bronx… Brucey, porque no invitas a tu hermanito Mindhunter y vamos?-
- Para que sepas, yo tengo una CITA hoy con una CHICA.- enfatizó Clint, que en calzoncillo bebía su café sentado en la baranda del balcón piso 87 como si no hiciera nada de particular.- E iremos a ver a otro CHICO. Mira cómo varío.-
- Si la chica es Nat no cuenta.-
- No es Nat.-
- Tu otra chica es cadáver entonces.-
- Mi Otra Chica puede aguantar una pelea con Nat.- dijo Clint, haciendo manitas a los waffles en la mesa, que Steve le llevó con mucha amabilidad.
- Te vas a ver con Jessica hoy?-
- Jones tampoco cuenta, no es una chica, es una enfermedad!!- bramó Tony, que había estado en el extremo de una de las diatribas sarcásticas de Jessica más de una vez.-
- Vas a ir a trabajar.- dijo Steve, enternecido.- Vas a ir por el asesino de mi amigo. Clint, no puedo ir con ustedes?-
- Steve, lo siento, pero tu capacidad de pasar desapercibido en el Bronx es más bien baja.- dijo Clint meneando la cabeza.- Jessica tiene una pista, y me ofrecí ir a reunir info con ella. Te avisaré.-
- Nadie más va a mover el traste hoy? Ustedes de verdad quieren que nuestra reputación quede en entredicho? A la gente que la prensa no ve, le inventan cosas. Si les das unos cuantos escandalitos de vez en cuanto, no te inventan extras.- dijo Tony cruzándose de brazos.
- Will dice que puede acompañarnos hoy.- dijo Bruce, que había estado texteando todo el rato.- No le dije que era un festival, sí…-
- Me niego a ir sólo a ver cómo los gemelitos Banner se miran el uno al otro, se sonríe y se quedan calladitos con conversaciones telepáticas. Steve, estás nominado a ir a entretenerme. Lalalala, no escucho!-
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- Cuatro veteranos de guerra. Uno de Vietnam, uno de Kuwait, dos de WWII. Todos asesinados en modos diferentes. Pero todas las víctimas vivían solas, todas recibían pensión de soldados, y todos estaban condecorados.- contó Matt Murdock, sus gafas abandonadas junto con su bastón de disfraz en una silla, su verdadera figura atlética y tan diestra extendida mientras preparaba tres tazas de café, una extra fuerte para Jessica, que resacosa se había extendido en su sofá. Le alargó la suya a Clint, como siempre acomodado cerca dela ventana, y continuó hablando.- Diferentes asistentes sociales. Uno de ellos estaba lisiado, los otros tres no. Diferentes servicios médicos. Dos en el Bronx, uno en Hell’s Kitchen, uno en el North Side. Si hay una pista en común no la veo.-
- Siempre es un placer hacer chistes sobre tu visión, pero me duele la cabeza, maldito cegato.-
- No te dolería si no trataras de ser un pescado en una tina de bourbon barato.- comentó Clint, mientras Jessica hacía una mueca al café.
- Métete en tus asuntos, no todos podemos sorber oro líquido de los bolsillos de Stark, vendido de mierda.-
- Por el tequila que me sirve, creéme que le dejaría hacerme de todo, armadura puesta o no…-
- Se pueden concentrar en el caso?- exclamó Matt irritado.
- Uhm, a alguien no le están dando su hostia regularmente?-
- Jessica!-
- La única cosa que tenían en común era haber sido soldados de renombre.- Clint cortó lo que iba a ser una pelea de primera categoría, porque Jessica y Murdock simpatizaban mucho, y como desaprobaban por completo el estilo de vida del otro, vivían tirándose los platos.- Todos tenían apodos, medallas… pero aparte de eso, no veo qué más tienen en común. No creo que eso fuera suficiente para convertirlos en blancos.- acabó con frustración.- Le prometí que Steve que resolveríamos este caso, pero no veo cómo aún.-
- Tarde o temprano el desgraciado va a cometer un error.- dijo Matt con severidad.- Siempre lo hacen.-
- Y hasta entonces, seguimos enterrando abuelitos?-
- Necesitamos ayuda con esto. Lamentablemente, excepto pedirle a Tony que deje a Jarvis analizar toda la información que tenemos en búsqueda de algún otro patrón, no se me ocurre nada. Ninguno de los Avengers tiene este tipo de habilidades. Todos podemos convertir al tipo en puré cuando aparezca, pero hasta entonces…- Clint guardó silencio un momento, un brillo especulativo en sus ojos, pero luego calló.
- Qué, Barton? Qué pensaste?- dijo Matt, que a veces parecía sobrenatural en su percepción.
- Nada!-
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Tony tenía un talento que era difícil de clasificar, pero si hubiera que ponerle un nombre, Steve lo habría llamado estilo. Buen gusto. No cuando pintaba sus autos de colores escandalosos o se pavoneaba rodeado de cheerleaders , cuando decidía ser tan escandaloso, llamativo y ruidoso como pudiera: pero cuando de verdad quería, podía ser un tipo con mucha clase. El festival que había elegido no era ruidoso, ni vulgar, y aunque había muchísima gente atiborrando una esquina de Central Park y las calles aledañas al museo de Historia Natural, había espacio, encantadores puestos callejeros con arte y curiosidades, abundantes camiones de comida con delicias temáticas, y varios escenarios con bailarines celebrando a la población puertorriqueña en New York, juntando dinero para ayudar a la isla tras su último huracán. La presencia de su grupo, que no pasaba desapercibido- era imposible pasar desapercibidos con Steve y Tony al frente- ayudaba a traer más atención al festival y su buena causa, y Tony y Steve se pasearon firmando autógrafos y posando para selfies mientras Bruce y Will se escabullían para observar con simpatía un flashmob de In The Heights desde una de las terrazas de Central Park.
- Nunca podría hacer… lo que hacen ellos. Estar completamente expuesto me haría sentir como estar… sin piel. Desnudo, pero desnudo de verdad.- susurró Will, viendo a Tony prestarse para emular el póster de Skin Deep con un grupo de mujeres que incluía una monja.
- Lo entiendo perfectamente. Ser una celebridad no es para todo el mundo.- dijo Bruce, que le daba la espalda al show y miraba en cambio a la fuente y sus saltos de agua dominando el paisaje.- Ya vivir en New York a veces es un esfuerzo, pero…-
- Cómo lo haces? No te sientes más seguro en espacios… oh. Olvidé que trabajas para los Avengers.-
- De la misma forma que tú trabajas para la Unidad de Psicología Criminal. No es algo que me guste, pero pesando el bien que hago frente a mi incomodidad, es difícil negarme.- agregó, antes de volverse para ver a Will observando a Steve alzando a un chica sobre su cabeza sin ningún esfuerzo, que hacía una pose de ballet.- Y ellos lo hacen… agradable.-
Will asintió, pero parecía especulativo. Los dos caminaron en confortable silencio, compraron vasos tradicionales de agua de jengibre con frutas, y se sentaron en una banca, desde donde se podían ver algunos carros alegóricos que daban vueltas paseando niños.
- Has tenido mucho trabajo?-
- Si tu pregunta se refiere a si he ayudado a atrapar a algún asesino interesante últimamente, Jack ya no me saca del establo a no ser que de verdad se esté ahogando. Lo único que he hecho de interesante es poner 11 D’s en mi última lista de ensayos sobre la relación entre hormonas de estrés y agresión en individuos susceptibles. Mis alumnos me detestan… tal vez alguno de ellos planee asesinarme de algún modo original.- rió al fin Will, su gesto tímido pero esforzándose en mantener la sonrisa.
- Mis alumnos igual me detestaban con pasión.- dijo Bruce asintiendo.- Pero amaba enseñar.-
- Por qué no vuelves? Busqué tu nombre, algunas de tus monografías aún se usan en las Universidades…-
- No puedo.- dijo Bruce, pero había tristeza en sus ojos. La expresión de Will se había vuelto curiosa, calculadora, y Bruce supo que el profiler estaba prob´ndole mentalmente como si de ropa se tratara diferentes teorías para saber porqué no volvía a la vida académica, pero cuando al fin habló, había una hebra insicera en su voz, que era una prueba.
- Supongo que si durmiera con Tony Stark, tampoco tendría interés en trabajar…-
- No me pinches, Will.- dijo Bruce, y el leve, subterráneo gruñido en su voz era inconfundible. La expresión de Will dijo que lo había oído y lo había interesado, pero ninguno de los dos tuvo tiempo de decir nada más, porque un BOOM hizo que Bruce se le cayera el vaso.
Humo beige y sucio se levantó en una oleada de una esquina de la calle, y los gritos no se hicieron esperar. Una multitud que se enfrenta a una bomba reacciona con comprensible pánico y huida: pero una multitud neoyorkina reacciona con el PTSD guardado y acumulado del 9/11, y la marea de gente huía con un espanto ciego, sin importarles lo que se llevaban por delante. Era una marea de gente: sin duda alguna, algunos morirían pisoteados, y eso sin contar las víctimas del bombazo que por el humo, podían juzgar había sido bastante grande.
Hay una medida en los héroes que hace que se muevan en esos segundos, sin pensar. Entre la marea de gente aterrada que huía del bombazo había un par de paramédicos y bomberos corriendo en sentido contrario, tratando de acercarse a ayudar: un par de policías de civil, alguien que no podía ser sino un soldado abriéndose paso. Pero nadie fue tan rápido como ellos, Steve saltando entre carros y puestos volcados, Tony elevándose con la ayuda de repulsores, y Bruce y Will detrás, corriendo a la par, chocando, soportando que los empujaran, abriéndose paso a como diera lugar.
- Vayan hacia la calle 14!!- gritó Steve, saltando encima de un food truck: y su voz se escuchó, clara y resonando.- Calle 14! Salgan por ahí, está desocupada por los carros, corran hacia el puerto!- agregó, y la parte de la marea de gente frenó, e hizo caso, huyendo en esa dirección. Tony, que ya había llegado al punto cero de la explosión, habló con voz clara en un comunicador a Bruce y Steve:
- Todo lo que hay es una mancha de sangre gigante, lo más probable es un bombardero suicida. Hay tres… cuatro muertos en la periferia, y al menos una cincuentena de heridos. JARVIS está mandando alerta a cuando hospital hay en la zona…-
- Ya hay más heridos!- dijo Bruce, que había levantado a un muchacho que al caer, la multitud histérica le había roto la pierna a pisotones, y con él en brazos corría para juntarlo con los demás heridos y empezar triage.- Will? Will!!-
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Will se había quedado atrás. Con el rabillo del ojo había oído un “Ouuf!” y había visto caer a una anciana muy pequeña en un reborde del pavimento cerca de la fuente, en pleno camino de la multitud que huía. La pisotearían, y Will sabía que si la levantaba lo más probable era que los arrollaran a los dos: así que se lanzó, rodó, la sujetó en los brazos y acurrucándose contra el borde de la fuente, la cubrió con su cuerpo cuando los huyentes les pasaron por encima. Se sentía como una estampida de animales: eran tantos que cubrían el sol, y aunque lo patearon y pisaron no soltó a su protegida, aunque un rodillazo en la cabeza lo mareó y lo hizo pensar que las sombras que le pasaban encima eran de alas, enormes y oscuras…
Podía oír el aleteo… y las pezuñas en el cemento…
Pezuñas?
Will levantó la cara, y entre toda la gente pudo ver al otro lado del parque a Hannibal, el único otro ser quieto en medio del caos. Llevaba un largo abrigo estampado en grises, y debajo un sweater oscuro de cuello vuelto y pantalones de vestir: pero a pesar de la diferencia de su aspecto, era imposible no reconocerlo. Miraba fijamente a Will, y como las figuras en una lámpara china parecen moverse a sacudones cuando en verdad es sólo las imágenes en movimiento lo que crea la ilusión, Will vio en breves segundos intercalados con los cuerpos a su alrededor a Hannibal sonreírle, agacharse, tomar en brazos a una pequeña niña de color que parecía desmayada en el suelo entre la multitud, y voltear llevándosela. Will estaba gritándole, gritándole que no se la llevara, que no le hiciera daño, que se detuviera: pero la multitud parecía cerrarse alrededor suyo como unas cortinas, y Hannibal desapareció, o su consciencia lo hizo: Will no supo que ocurrió primero cuando todo se oscureció.
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