
Chapter 2
- Cabaña perdida en el bosque? Seguro que no son gemelos?- dijo Nat mirando por el espejo retrovisor. Will dormitaba, drogado con los calmantes que el médico había insistido en meterle para viajar: Bruce, que lo había arropado en el asiento trasero, se giró para revisarlo por enésima vez, porque francamente el camino era literalmente una ruta en la tierra. Pero luego hizo un sonido de sorpresa, porque lo que Will había descrito como una “ cabaña” era una casa de campo no grande, pero sí hermosamente hecha, con terraza en el frente y luminosas ventanas, incluyendo dos de ático en pleno tejado. Su blancura destacaba entre los árboles oscuros: era la única casa en varios kilómetros a la redonda, el campo salvaje y sin cultivar en rededor.
Natasha se estacionó junto a la casa y descendió, su aliento creando vaharadas blancas. Habían restos de nieve bajo los árboles, pero una lluvia inesperadamente tibia se había llevado el resto: y ya se había secado, dejando a su rastro todo muy nuevo y limpio. Bruce estaba despertando a Will delicadamente y ayudándole a incorporarse en las muletas, cuando la puerta de la casa se abrió y Nat emitió un bufido.
- Qué?- dijo Bruce, viendo a Nat contener un gesto de exasperación, apoyándose en el Audi.
- Definitivamente son hermanos.- dijo ella con vocecita cantarina. Bruce levantó la vista mientras Will finalmente se tambaleaba avanzando en sus muletas, y una mujer curvilínea, de largo pelo oscuro ondulado y abundante corrió a su lado, sosteniéndolo por el costado con familiaridad, clavando en él preocupados ojos muy claros y hermosos. Cuando los dos le dieron la espalda y Nat le dio un codazo, Bruce rodó los ojos sintiendo que se sonrojaba: era cierto que esa mujer, Alana Bloom, podía pasar por hermana de Betty Ross sin esfuerzos.
- … gustos muy consistentes…-
- Nat, cállate.-
- Sólo pensaba que es muy bueno que no hayas visto la casa antes. Si no, quizá lo dejabas morir de gangrena, piensa que heredarías la casa y hasta la vecinita sexy quizás…-
- La Doctora Bloom trabaja con Will…-
- Y encima es doctora la amigovia? Ustedes dos debieron haber sido siameses, se acabó.- Nat hizo un sonido cuando una docena de perros hicieron avalancha en la terraza sobre Will, que se las arregló para acariciarlos a todos sin perder las muletas.- Oh, bojemoi. Estaba preocupada de que la casita en el bosque te tentara demasiado, pero si Clint ve esta casa y esa jauría lo perdemos, no habrá fuerza que lo saque de aquí.-
- Por favor, pasen a beber un poco de té caliente.- invitó Alana Bloom, en la escalinata de la terraza mientras Will los ignoraba y anadeaba haciendo zigzag con las muletas entre los perros para meterse en su casa.- Es un camino largo desde Baltimore…-
Bruce aguardó, pero no hubo confirmación de la sugerencia de parte de Will, que ya se había despatarrado en el sofá, el perro más pequeño recostado en su pecho inmovilizado. Estaba claro que Will quería que se largaran lo más pronto posible: y Bruce, perpetuamente inseguro, se friccionó los dedos nerviosamente, antes de asentir, apretando los labios.
- Tenemos que irnos. Tenemos… un largo camino que conducir, ahora. Le agradezco la invitación, Doctora Bloom. Vamos, Nat.-
- Los medicamentos e indicaciones están en la bolsita verde.- dijo Nat, intercambiando una mirada con Alana mientras Will se concentraba en sus perros y Bruce mantenía la vista en sus manos. La mirada de ambas era “ todos los hombres son idiotas” y también “ esto es lo que pasa cuando un autista choca con un savant”- Si protesta, te puedo aconsejar… tengo un amigo llamado Clint al que no le gusta tomarse sus medicamentos. Si no se los quieren tragar, la mayoría también sirve como supositorio. -
Alana soltó la carcajada mientras Nat se llevaba a Bruce de la manga. Los perros, que había estado muy callados, se pusieron a ladrar en cuanto Nat se subió al Audi: y entonces Will recién miró a Bruce, que se acomodaba en el asient del copiloto, poniéndose en cinturón de seguridad. Despacio, levantó una mano en un adiós tímido, agradecido pero distante, y Bruce asintió con una sonrisa, aunque había cierta sombra en sus ojos.
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- Lo llamaste para saber cómo está?-
- A quién?- Bruce mantuvo la vista fija en las pantallas en donde realizaba los rápidos cálculos de física.
Natasha agarró la taza de té de hierbas recién hecho que estaba a un costado del computador, y se la bebió.
- Nat!-
- Castigo por hacerte el estúpido conmigo. Will! No has llamado para ver si esos perros ya se lo comieron y eres el dueño de una flamante casita en Maryland?-
- Nat, claramente lo que lo haya impulsado a contactarme ya está olvidado. Él no necesita problemas en su vida…-
- y tú eres un problema?- dijo Nat con acidez. Bruce inspiró, antes de volverse para mirarla a los ojos por encima de los lentes con intención.
- Uno muy grande y verde a veces, que trató de arrancarte las piernas, por si se te ha olvidado.-
- Tsk. Eso ya está perdonado y olvidado…-
- Secreteándose en vez de trabajar? Para eso les pago? Ninguno de ustedes dos va a ser el empleado del mes, saben.- interrumpió Tony Stark, no tanto entrando como más bien valseando dentro del pequeño laboratorio de física.
- Y si no queremos ser el empleado del mes?- dijo Bruce, su rostro ensanchándose en una sonrisa sarcástica, pero incapaz de disimular cómo se le iluminaba la cara al ver de regreso al dueño de la Torre de los Avengers.
- Deberías querer, al empleado del mes le doy premios… muy especiales.- añadió Tony, metiéndose entre ambos para darle un sonoro beso y una sonrisa enamorada a Bruce, y luego continuar hablando aunque no sacaba su vista de la cara de Bruce.-También tengo premios para la peor empleada del mes, esos te gustarían a ti, perversilla.-
- Dile que te cuente sobre el regalo de cumpleaños que te tiene.- dijo Nat apoyando el mentón en el brazo de Tony, haciendo que los dos la miraran.
- Qué regalo?-
- Ahora puede hacer realidad tu fantasía de follar con gemelos Bruce Banner.-
- NAAAT!- bramó Bruce, pero ella ya iba huyendo por la puerta. – Tony, no me pongas esa cara, no hay nada que contar, es…-
- Me cuentas o voy a sacarle la versión Pornhub de la historia a ella.-
Tony…- dijo Bruce, nerviosamente, antes de suspirar e ir a una de las pantallas en las que JARVIS podía acceder a sus cuentas personales.- JARVIS, muéstrale a Will Graham. Mientras estabas en Japón, me enteré… bueno, resulta que tengo un medio hemano.- murmuró, enseñándole la imagen. Tony se cruzó de brazo, estudiando la fotografía, intensa curiosidad en la cara: y se quedó en silencio tanto rato que al fin Bruce, que se rascaba el cuello lamiéndose los labios, añadió con desesperación.- Bueno, dí algo?-
-… al final resulta que la indigencia es genética?-
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