Frattweek - OS without sense

Daredevil (TV) The Punisher (TV 2017)
F/F
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G
Frattweek - OS without sense
author
Summary
welcome to seven chapters without connection to each other, but with quite interesting plots that only focus on the Fratt <3
Note
This has ANGST and painful things, go your way if you don't feel comfortable
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Park

 

Matilda sostenía con fuerza las manos de Francine. Estaba preparada, se sentía lista, pero por alguna razón solo podía ver una calavera suplantando el rostro de su amada.

—¿Acaso has visto a un muerto? —por primera vez en su vida se encontraba luchando con el miedo y los papeles lo único que hacían era intercambiarse; ahora era Francine quien la sujetaba, esa falsa calavera que parecía personificar todos sus miedos mientras ella estaba sumergida en la oscuridad. —Anda, sabes como va a terminar esto.

—¡Aléjate de mí, quienquiera que seas! —Matilda la golpeó con fuerza e intentó huir de aquella figura falsa, pero no pudo. El dolor se transformó en una marea de magnitud bíblica y fue azotada sin piedad para terminar arrojada en un lugar desconocido. El esqueleto de alguna forma logró tomar su tobillo y una vez que Matilda fue capaz de atravesar la superficie de aquel tormento con la cabeza este le jaló con un gélido instinto asesino; el olor ¡Dios bendito! Era hierro salado, eran sangre y lágrimas, las manos del miedo se metieron debajo de su ropa en un intento por inmovilizarla… A Matilda no le gustaba ese sentimiento, no le gustaba el temblor de su cuerpo o el desagrado sorbiendo su espina, era miedo: Se estaba muriendo de miedo.

Golpes empezaron a caer en su cara, uno de sus costados estaba abierto, pero ella seguía luchando. La campana que detenía el ring aún no había sonado, aún cuando Fisk le tenía retenida en una esquina y drenaba su consciencia a puñetazos bien dados. Francine volvió a aparecer.

—Sí, siéntelo en tus huesos. Eso es el miedo, ya no te sientes especial ¿Verdad? —Cambio de escenario, la frente de la mujer ciega impactó contra la acera de la calle cuyas alcantarillas parecían haber absorbido la solución de la vida y la pena. Tras vomitar todo su estómago en sus manos Matilda empezó a arrastrarse, pero no pudo hacerlo por mucho al sentir un gran peso en su espalda. Francine. —No vale la pena, detente.

Matilda gritó hasta el punto de sentir como su garganta se deshilachaba a sí misma.

—¡CALLATE, CARAJO, SOLO CIERRA TU MALDITA BOCA! —y siguió arrastrándose, más y más por lo que se sintieron varias horas hasta que sintió tierra fértil meterse entre sus uñas: Era Central Park. El esqueleto sostuvo su rostro en alto y le rasguñó las mejillas en el proceso.

—Perdiste la batalla, Roja mía. Te has vuelto tan débil y patética.

“Sé que el horario de visitas terminó, no me lo eches en la cara”

Matilda elevó su cabeza hacía los árboles encima de ellas, aun cuando todo lo que veía era oscuridad una parte de su cuerpo podía sentir a su mejor amigo. ¿Será verdad?

—¿Foggy?

—¡No te atrevas a ignorarme! —El esqueleto hundió su rostro en la tierra, tomándose una pausa para pararse sobre su espalda y así poder pisotear su cráneo de una forma más cómoda, hasta que al levantarle jalando sus cortos cabellos rojizos pudo ver dos gruesos hilos de sangre bajando de la nariz de Murdock. —Dilo.

—¿Qué? —Su cabeza volvió a chocar con la dura tierra varias veces, la voz de Foggy regresó como un salvavidas en esa situación tan lamentable en la que se encontraba.

“Tu ausencia de ahora se siente peor que la ausencia de antes. Sabes a lo que me refiero, Matty”

La pelirroja quiso reventar en llanto, había hecho tantas cosas mal en su vida y, sin embargo, no tenía una máquina del tiempo para enmendar aquellas acciones de las cuales se arrepentía tanto.

—No hemos terminado ¡Dilo! —Matilda hizo un amago de intentar levantarse, pero la mujer esqueleto le asestó una patada en el estómago que hizo sentir a Murdock como si su alma se le escapara por la boca. Entonces lo volvió a intentar y lo volvió a intentar, otra vez y otra vez hasta que la voz de Foggy volvió a aparecer, aunque en esta ocasión parte de la sombra que Matilda siempre se imaginaba que era la silueta de su mejor amigo se apareció enfrente de ella como un espejismo.

“Todos estamos preocupados por ti ¿No crees que has extendido demasiado tus vacaciones? Vamos, no puedo cubrirte por toda la eternidad”

Matilda respiró hondo y se concentró lo más que pudo; lo admitía, tenía miedo. Mucho de hecho, cada fibra de su ser temblaba en aquel campo de torturas que solo tomaba la forma del Central Park real así como aquella Castigadora tomaba la forma de su Francine. No obstante, jamás permitiría que le derrotara, como una Murdock sabía bien que la derrota no era perder el asalto y quedar tirada sobre la lona, sino en permanecer ahí y no pedir su maldita revancha.

—¡¿Qué esperas?! ¡Di lo que todos ya saben!

Matilda empezó a reír, arrastrándose una vez más y soportando las patadas hasta lograr plantar las rodillas en la tierra. Su cuerpo se convirtió en un tótem, un pilar inamovible que se irguió en medio del parque y aun con su dureza era capaz de respirar. La solución inmunda de sangre y lágrimas volvió a aparecer con rapidez y la risa de la Francine falsa se perdió en la marea del miedo mortuorio.

“Sé que en más de una ocasión te recrimine sobre todo esto de ser Daredevil y, créeme, aun lo mantengo. Me duele tanto verte de esta forma, pero sé que no es en vano”

El miedo que aparecía en su cabeza portando un poco creíble traje de Francine nadó hacia ella e intentó moverla, susurrando hechos lamentables en sus odios y esperando a que el oxígeno ficticio se acabara para poder meter su mano en la boca de Matilda y arrancarle la lengua.

—Claro, hay muchos que te lamen los pies por tus golpes de suerte ¿pero y Elektra? ¡¿Y MILLA?! —Matilda atrapó el cuello del esqueleto en un abrir y cerrar de ojos, la marea sangrienta volvió a bajar, el dolor de las personas volvió a bajar de intensidad. Cada gota de esas olas eran los gritos de auxilio y el dolor que atravesaron aquellos a quienes no pudo salvar, la pelirroja sintió un horrible sabor en su boca —¿A qué te sabe el dolor de Karen, Roja?

“Aun cuando no ganaste, el solo haberle plantado cara al problema hace que me sea imposible no admirarte. Ojalá vieras lo que tu presencia le hace al mundo ¡Ja! Lo siento, chiste de ciegos”

Matilda volvió a respirar hondo y, envés de tomar el cuello de Francine y reventarlo con sus propias manos como tanto deseaba, ella tan solo la tomó de los hombros y la abrazó. No podía destrozar a quien se parecía a alguien que atesoraba; no estaba en ella hacerlo y tampoco podía destruir de la nada una parte de sí misma.

—Estoy muerta de miedo, deseo tirar la toalla y regresar a esos momentos donde tenía el regazo de mi padre para llorar. —aceptó sintiendo como el bosque comenzaba a cambiar, la estructura oscura y perturbadora se estaba aclarando. —más aún así no pienso hacer nada de eso, voy a pelear y seguir el camino que elegí sin darme la vuelta. Voy a luchar contra todos esos bastardos y lo haré mientras también lo hago contigo.

El esqueleto comenzó a fracturarse, se estaba volviendo viejo y débil, tanto así que estaba próximo a volverse polvo.

—Voy a vivir para proteger a quien no puede hacerlo por sí mismo aunque tenga que sacrificar mi propia vida.

—¡Te estaré devorando en esos momentos!

—Y aun así no dudaré en hacerlo: mientras la justicia exista siempre me alzaré con la victoria. —Francine desapareció y Matilda se quedó en Central Park, así perduró por bastante tiempo hasta que una nueva voz se filtró en sus oídos; sus verdaderos oídos. ¡Oh, Dios! jamás olvidaría la voz de quien le puso en ese jodido coma.

“Murdock, tan solo mírate”

Era tan grande como una montaña, tan grande como el enigmático Empire State, tan grande como solo el mundo podía serlo, tan poderoso y tan hambriento de poder como solo Wilson Fisk podía serlo y estaba con ella en su habitación. Foggy ya no estaba, se había ido hace mucho.

“Una triste, rota, torcida mujercita. Uno podría llegar a pensar que aprendiste tu lección después del primer choque ¿Hmmm? Pero entonces tú, Mártir Murdock, tuviste que arrojarte a ti misma frente a una fuerza imparable. Bueno, eso describe nuestra relación de una forma bastante asertiva ¿Verdad?”

Matilda elevó su cabeza hacia el cielo ficticio que no podía ver. Ella se permitió sentir la deprimente llovizna mojar su cuerpo etéreo mientras Fisk solo hablaba y hablaba, era un peligro y era más que consciente de aquel hecho. ¿Así era como terminarían las cosas?

“Amo las noches como esta, lo he hecho desde que tu amiga se nos unió”

¿A qué se refería? ¡¿lo sabía?! Claro que no, no tenía forma: No había manera de que esa catástrofe estuviera pasando. Fisk siguió hablando y cada palabra fue como un golpe desde afuera de su ataúd.

“¿No hay palabras? ¿No golpes? ¿No patadas? ¡Tu más grande enemigo está sentado a tu lado y en el monitor puedo ver como tu corazón está a punto de reventar! JAJAJAJAJA”

Murdock se levantó del suelo, su cabeza seguía en alto y presionaba sus puños con todas sus fuerzas sin importarle que sus uñas se clavaran en la carne de sus palmas hasta abrirlas. No importaba, lo necesitaba. Era gracioso: A veces el odio se movía más rápido que el amor, si no ¿de qué otra forma podría explicarse que los dientes de Matilda se apretaran en la vida real y dos de sus dedos se contrajeran? Todo esto en frente de un rey de la corrupción demasiado hundido en su estúpido discurso como para darse cuenta de ello.

“Podría matarte aquí, Murdock, asesinarte en tu cama mientras duermes profundo y ninguna consecuencia vendría a mí”

Murdock abrió sus ojos justo en el momento en que el gran hombre se inclinaba en su dirección y la puerta del cuarto era abierta con brusquedad.

—¿Una de mis balas rebotando en tu cráneo no te parece una consecuencia, Fisk? —Esa voz, esa figura, ese olor a muerte y pólvora, ese tono irritante que invitaba a dar inicio a una pelea sucia y llena de triquiñuelas. Era Francine, la real: Su Francine. Fisk retrocedió y abandonó su asiento a la vez que una sonrisa se atravesaba en la expresión de Matilda, era lindo regresar al mundo real. —Aléjate de la abogada.

—Castigadora, tú no tienes nada que hacer aquí.

—Estoy aquí para notificarte que el horario de visitas se acabó, vete a la mierda de aquí.

El hombre no le prestó atención, solo les hundió a ambos en una pelea de miradas. Ojalá Matilda pudiera unírseles, pero era más madura… y ciega. Pero ninguno de los dos parecía notarlo, por lo que la voz de Murdock tuvo que abrirse paso a través del denso ambiente.

Estoy molesta.

—Vamos, Fisk. Hazlo. —ella fue lo más clara que pudo, tanto así que intentó mover sus irises en dirección al Kingpin para que apreciara la decisión de sus ojos muertos. Ambos latidos se dispararon en distintas emociones: Miedo y alivio, ambos eran sentimientos bastante ajenos a sus portadores. Pero Matilda no se detuvo ahí, ella se presionó lo suficiente como para erguirse y sufrir en silencio el disparo de dolor agudo que la atravesó —¡Hazlo o lárgate de mi habitación!

Wilson quedó pasmado y, tras cortos segundos, se dispuso a retirarse con una simple oración, la batalla que no había iniciado había finalizado —Mejórate pronto. —y apenas Francine escuchó la puerta ser azotada guardó sus armas y se acercó a Roja quien se derrumbó en sus brazos a la primera oportunidad.

—¿Estás bien, Roja?

—Estoy rota, estoy destrozada, estoy arruinada y peor que eso, tengo miedo. — Matilda se aferró a quien amaba y aun no perdía, concentrándose en los pasos y el pulso de su enemigo que rápidamente iba volviéndose el más fuerte de todo el hospital para distraerse de la punzada que la estaba sofocando —Tanto miedo.

Pero no soy la única y eso es algo.

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