¿Y el whisky para después?
"... y por eso creo que, en realidad, eres el Loki menos inteligente. Pero, bueno, debí conformarme contigo." Dijo Mobius con un tono que simulaba ser razonable, sonriendo y analizando cada detalle del cuerpo del asgardiano.
El de cabello azabache solo asintió, apoyando la barbilla en la palma de su mano, fingiendo escuchar atentamente al Agente. Mirando algún punto perdido en el rostro ahora confundido.
"¡Loki!" La exclamación sacó al Dios de su ensoñación. "¿Se puede saber qué es tan interesante que no te deja escuchar una sola palabra de lo que digo?"
El rostro pálido se coloreo en un adorable rosa y un carraspeo fue acompañado de una negación. "No creo que realmente quieras saberlo."
Mobius, molesto por no haber sido escuchado en su razonamiento de por qué los jet ski son la mejor invención del hombre, bufó. "Oh, claro que quiero saberlo. Todo lo que ronde por esa cabecita tuya me interesa."
“En especial si me roba tu atención.” Pensó.
Loki sonrió, pero ya no era una sonrisa nerviosa, apenada por haber sido descubierta en medio de una travesura. Era una sonrisa devoradora, de esas que te quitan el aliento y hacen que la adrenalina te corra la espina dorsal.
Loki se paró del sofá y se encaminó en dirección de Mobius, que yacía parado junto a la barra de la cocina, apuntó de servirse un whisky. El de ojos cristalinos se inclinó sobre el más bajo, agarrando el vaso de la mano ajena para dejarlo sobre la madera, el aliento cálido cayó sobre sus labios. Mobius creyó que nunca se cansaría de ver como el de cabello azabache podía pasar de un estado a otro.
Disfrutando el estupor en la cara de Mobius, Loki se permitió guardar cada detalle de ese momento en su memoria, suspirando en el proceso. "Pensaba en que decir para molestarte y que no tuvieses más opción que ahorcarme y besarme como si me odiaras."
El silencio reinó unos segundos.
Y contrario a lo que esperaba, Loki sintió los dedos gruesos de Mobius comenzar a subir por sus brazos. Una sonrisa cómplice adornó su rostro y un brillo caótico bañó sus ojos.
Las manos danzaron sobre el pecho del Dios, que bajó su mirada al movimiento ajeno, las falanges movían la camisa medio abierta y tocaban con suma delicadeza las marcadas clavículas.
"Mobius…"
"Oh, Loki." el murmullo llegó a sus oídos de forma lenta, como si su nombre estuviese bañado en miel y el hombre no pudiese dejarlo escapar de sus labios con facilidad. "Solo tienes que pedirlo."
El dedo índice recorriendo su cuello con lentitud, terminado en el mentón. Presionando y obligandolo a tirar su cabeza hacía atrás, mostrando los músculos tensarse, dejándolo a su completa merced.
Loki lo miro desde arriba, sonriendo ladino."Consigna difícil."
"¿Tú crees?"
Los labios de Mobius dejaron un casto beso en la clavícula, que pronto subió a la base del cuello. La lengua traviesa delineó la vena marcada, mordió tranquilo la piel tirante y ascendió hasta el ángulo de la mandíbula, donde succionó.
He ahí, cuando un jadeo escapó de los labios rojizos, que Mobius se vio encantado por Loki una vez más.
El Dios, que siempre se mostraba un paso delante de todos, arrogante e indomable, dejándose ver sumiso y devoto ante el toque de un simple humano. A su completa merced, con real confianza.
"Mobius, por favor, ahorcame." Susurró Loki. El tono marcando necesidad y la mirada altanera, mostrándole que era él quien aún tenía el control.