Un corazón romano

Marvel Cinematic Universe The Avengers (Marvel Movies) Loki (TV 2021) Night at the Museum (Movies)
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Un corazón romano
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Summary
Octavius, el atrevido General Romano, luego de haber obtenido el corazón de su pareja, decide rectificar sus errores pasados ayudando a cierto Dios nórdico que ha perdido la suya.
Note
Esta obra está inspirada por "Heart Envy" escrita por BrokenLoss. (Obviamente, les recomiendo leerla aunque esté en inglés, aunque ya le pedí a BrokenLoss autorización para traducirla al castellano. La van a amar como yo lo hice: https://archiveofourown.org/works/32902042 ).La idea me pareció genial y, ustedes ya saben como soy, necesite armarle una continuación hilarante y adorable. Así que, como siempre en unas cuantas entregas, les traigo amor, les traigo a Loki en nuestro museo preferido.Como es usual, les recuerdo que no percibo ningún ingreso por esto, que escribo para divertirme yo y a otros y que todos los personajes les pertenecen a sus respectivos dueños.
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Mobius y Loki - Part 1

72 horas después

 

"Mobius te recuerda"

Le había dicho Jedediah y su corazón se había detenido allí mismo.

Momentos antes, Larry y el vaquero le habían pedido que los acompañará dejando la reunión del comité al que se había unido con el fin de mejorar las recaudaciones de ingresos del Museo en el que vivían.

Junto con sus clases en política y derecho romano, así como las audiencias y prácticas, esa era una de sus responsabilidades nocturnas, de acuerdo a la agenda que sostenía su ayudante de campo y asistente Marco Filipo, el que, aunque usualmente no lo dejaba ni a sol ni a sombra, en esa oportunidad, había sugerido que debería permanecer en la reunión para luego comunicarle las novedades que surgieran en la misma en su ausencia.

_¿Loki? ¿Estás bien? – le preguntó Larry ayudándolo a sostenerse de pie, porque el mundo le había empezado a dar vueltas.

_Si, si – le dijo apresuradamente, aunque sin rechazar la mano del guardia nocturno para poder mantenerse erguido – Solo… solo explíquenme de nuevo lo que me acaban de decir.

_Okay – volvió a tomar la palabra el vaquero - ¿Te acuerdas cuando Ockie no te trataba bien porque creía que andabas detrás de los huesos del viejo Jedediah?

Asintió medio riendo al escuchar las floridas expresiones de uno de sus padres adoptivos, respecto de los celos del otro.

_Bueno, mi romano cabeza dura, cuando cayó en que nada de eso estaba pasando se sintió fatal y, como es él, convenció a Nick de que le diera la contraseña para poder ver tu serie, porque como General, él no puede…

_Planificar sin tener conocimiento de aquello a lo que se enfrenta – terminó por el rubio recordando la charla que había tenido con su pareja – Me lo dijo. Me dijo que había visto la serie.

_Larry, tu turno – le indicó el vaquero al guardia nocturno.

_Hace cuatro días, Octavius vino a verme con Teddy, con la novedad de que había visto la serie y de que había ideado un plan para ayudarte en el que pretendía…

_Traer a Mobius al Museo – susurró sintiendo que el mundo volvía a girar a su alrededor – Pero… ¿cómo?

_Fácil – le dijo Jedediah – Los romanos son gente previsora, mucho más que cualquiera de las exhibiciones. Ellos recorren el museo todas las noches y se guardan todo lo que les parece de valor, luego lo cambian en el estante de regalos por billetes y hace un tiempo lo vienen colocando en la maquinita esa del banco que hay en uno de los pasillos.

_En cincuenta y tantos años – continuó Larry – Han obtenido y depositado mucho dinero. El suficiente como para adquirir una escultura de cera como la tuya, pero…

_De Mobius.

_Exacto, amigo – le dijo el vaquero – Sólo que sufrió una demora por cuestiones de frontera, porque iba a llegar con los padres de Ahk y no llegó hasta hoy.

_¿Está aquí? ¿Mobius está aquí?

Le preguntó asombrado a ambos.

_Vivito y coleando, en la biblioteca – le indicó Jedediah – Octavius está acompañándolo mientras te buscábamos.

_¿Y él… él sabe quién soy?

_Sabe perfectamente. Parece que el hecho de que te construyen en determinado tiempo hace que tengas los recuerdos de ese tiempo y el autor de la escultura no había terminado de ver la serie cuando la finalizó, por lo que este Mobius no pasó por lo que pasó el Mobius que te encontraste al final de la serie – le explicó el guardia nocturno – Pero, Loki, es necesario que tengas algo de cuidado porque él recién despierta a la vida en el museo y eso puede ser desconcertante y…

Su cerebro se desconectó de lo que estaba diciéndole el guardia nocturno.

Mobius estaba en el Museo.

Mobius lo recordaba.

Mobius estaba en el Museo y lo recordaba.

Cerró los ojos y convocó a su seidr para cambiar las ropas asgardianas que había estado usando luego de cambiar su traje de gala por el uniforme de la TVA.

Si Mobius lo recordaba, la última vez que lo había visto, esa había sido su vestimenta.

No quería que lo volviese a ver portando su atuendo de otras épocas.

No.

Ese Loki sobre el que había aprendido tanto no existía.

El que ahora usaba las mismas prendas era distinto, pero Mobius no sabía lo que había vivido en el Museo y por ello no iba a interpretar lo que pasaba adecuadamente.

_Wow. Ese es un truco muy bueno. Así que así te cambias todos los días.

Comentó Jedediah cuando abriese los ojos.

Sonrió de costado.

Era un dios, ¿qué esperaba?

_¿La biblioteca?

Le preguntó al guardia nocturno y al verlo asentir, se giró sobre sus talones y salió despedido hacia el lugar.

 

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Oh, mierda.

Se dijo al ver al Dios salir corriendo hacia dónde le habían indicado que estaba su pareja.

_¡Larry! ¡Compadre! ¡Despierta! ¡Hay que seguirlo!

Le gritó al guardia nocturno, quien pestañeó sorprendido y empezó a correr detrás de Loki.

Naturalmente, la acción de este, lo hizo caerse en el bolsillo y tener que luchar para asomar la cabeza, colgándose de la tela de la chaqueta del uniforme.

Malditos gigantores.

Todos enormes.

_¡Loki! – gritó apenas pudo ver la espalda de su hijo adoptivo en el bamboleo que estaba viviendo - ¡Espera!

_¡Loki! ¡No puedes entrar así como así! ¡Entiende!

Exclamó Larry tratándolo también de hacer entrar en razón, pero cero. Nada. El nórdico estaba más enfocado en llegar a la biblioteca que un caballo cuando veía un terrón de azúcar.

Oh, idiotas.

Todos eran unos idiotas cuando se enamoraban.

Se dijo riendo entre medio de los gritos para que parará que ambos seguían emitiendo.

Loki no pensaba en esos momentos.

No les iba a hacer caso.

_Oh, no, no.

Murmuró Larry jadeando agitado al verlo abrir las puertas de la biblioteca con ambos brazos, revelando a un muy sorprendido Mobius, que se levantaba lentamente de su silla, acompañado por su esposo y, nada más, ni nada menos que por el padre de Ahkmenrah.

_Hicimos lo que pudimos, amigo. Ahora sólo nos queda esperar que suceda lo mejor – le dijo al guardia nocturno palmeando su chaqueta, mientras observaba como el ex Faraón se levantaba y le ofrecía su mano a Octavius, para salir ambos del cuarto cerrando la puerta.

 

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El romano se le había quedado mirando muy fijamente, al igual que lo hacía el egipcio.

No era estúpido, sabía que ambos lo estaban midiendo centímetro a centímetro.

Pero había algo extraño en el pequeño Emperador. Su mente parecía estar y no estar en el lugar. Como recordando algo también. Finalmente, tras una sonrisa, asintió en dirección del egipcio y este le entrego un rollo.

Pergamino.

Claro.

Eran personas de otros tiempos.

Desenrolló el mismo y descubrió que este era un texto simple, de escasos renglones, escrito en los idiomas de los presentes: jeroglífico, latín e inglés.

El mismo rezaba: “Bajo la protección de Marte y Ra, en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, el representante de Ahkmenrah, anterior Faraón de la sagrada tierra de Egipto, Merenkahre y el Emperador de la Gloriosa Roma, Octavius Augusto, junto al Guardian de Brooklyn y custodio del Museo Lawrence Daley, otorgan al conocido como Mobius el puesto de Legatus Legionis, con voz y voto, en el concierto de los líderes territoriales del Museo”

Al pie del edicto, figuraban la firma de los involucrados en este.

_Esto… esto es… - tartamudeo al tratar de cuestionar lo que pasaba – Yo no… entiendo.

_Es una designación oficial de parte de ambos para usted – le aclaró el ex Faraón.

_Pero… ¿por qué? ¿para qué? – volvió a preguntarles.

_En nada, porque dudo que Loki se quede mucho tiempo tranquilo cuando sepa que estas aquí, vamos a tener a mi hijo cruzando por esas puertas buscándote y, si he interpretado bien tu personalidad a partir de lo que se de la historia de ambos, el status de Loki fue una de las razones por las que no le dijiste que lo amabas cuando debías hacerlo.

Le dijo el romano y, pese al control que siempre había logrado sostener sobre la mayoría de sus emociones, como interrogador veterano, no pudo menos que sentir como su cuerpo se conmovía al haberle dado este tan bien en el clavo.

Loki era un Príncipe.

De 1500 años de antigüedad.

Un Dios, maldita sea, pensó tragando saliva.

Nunca se le debería haber cruzado por la cabeza el pensar en él como algo más a lo que era: una variante con la que había tenido que trabajar.

Pero, como ya había admitido cuando casi terminase asfixiado y con el vaquero, el corazón elige por uno, tanto si nos gustaba como si no, por lo que desistió de tratar de seguir discutiendo algo que todos ya sabían que pasaba y, simplemente, asintió, ya que no confiaba en su propia voz en esos momentos.

_Jedediah, ya debe habértelo dicho, porque mi esposo es un romántico, aunque él mismo no lo crea, pero aquí las cosas son diferentes – añadió el Emperador sonriendo.

_Sí – aceptó al escucharlo – Él mencionó que… él era un vaquero que se había casado con un Emperador y que el guardia y el presidente Roosevelt estaban en pareja con…

_Mi hijo, Ahkmenrah, Cuarto Rey del Cuarto Rey, Señor del Nilo y la exploradora y aventurera Sacajawea – completó Merenkahre – Y debo añadir que son parejas muy felices, una vez superados los prejuicios y miedos que todos ellos tuvieron, claro está.

Era de locos.

Ese lugar en sí era un evento nexus de particular magnitud.

En medio de toda una realidad distinta, había un grupo de seres de diferentes tiempos conviviendo e interactuando unos con otros, totalmente en paz y hasta conformando vidas en pareja en conjunto.

Y ahora, ahora le entregaban hasta una posición de importancia en ese grupo para que él pudiese hacer lo mismo.

Porque, aunque su historia romana estaba algo oxidada, tal y como había recordado quien era Octavius Augusto, creía poder definir que el cargo de Legatus Legionis, no era exactamente uno de escaso poder. Menos si le explicaban que tendría voz y voto entre los líderes del lugar.

Básicamente, ambos, lo estaban convirtiendo en una especie de segundo en comando.

_Entonces ustedes me dan esto para…

Les empezó a preguntar sin aún poder creerlo.

Era, a todas luces, algo similar a ser nombrado caballero en la época medieval de la Tierra.

_Para que no dudes en hacer lo que tu corazón comanda cuando lo veas entrar – le dijo observándolo fijamente el Emperador – Para que no dejes que una duda sin sentido como tu posición social te impida ser feliz y hacer feliz a mi hijo. Especialmente después de todo lo que ha tenido que pasar.

Inmediatamente a terminar de expresar ello, una serie de gritos y pasos apresurados se sintió fuera del lugar.

Tanto el Romano como el Egipcio, giraron sus rostros con una sonrisa en los labios hacia la puerta.

_¡Loki! ¡Espera!

_¡Loki! ¡No puedes entrar así como así! ¡Entiende!

Escuchó que decían quiénes gritaban y su corazón se detuvo unos segundos, para empezar a correr una maratón en su pecho después.

Loki estaba allí.

Loki sabía que él estaba también allí.

Loki estaba en ese Museo y sabía que él estaba también dentro y… estaba viniendo a buscarlo.

Loki.

Su Loki.

El Dios más cabeza dura y complicado que conociera.

El peor dolor de cabeza en todos sus años como analista.

El ser más aventurero y delirante que conociera.

Y… la persona que amaba.

 

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Octavius había pasado a su lado, parado en la mano del padre de Ahkmenrah y le había palmeado el brazo susurrándole algo que sonaba a “coraje, hijo, todo saldrá bien”, no estaba seguro.

Sólo podía distinguir a Mobius en toda aquella situación.

Mobius.

Su Mobius.

Que lucía… algo diferente a como lo había dejado en la colina, pero cuyos ojos y expresión seguían siendo exactamente los mismos.

Las puertas de la biblioteca se cerraron a sus espaldas y se llevó una mano al pecho dándose cuenta que respiraba con agitación al haber corrido como endemoniado hacia el lugar.

_¡Loki! – exclamó Mobius apresurándose a su encuentro para sostenerlo de los brazos - ¿Estás bien?

Asintió al no poder emitir palabra.

El nudo que tenía en la garganta le impedía hablar.

¿Qué iba a decirle?

En serio.

¿Qué podía decirle?

Todos esos días en que había soñado con una reunión así, nunca se había puesto a pensar que iba a decirle al analista de volverlo a ver, cómo iba a explicarle lo que había sucedido, de qué manera iba a justificarse.

No era como que podía sonreírle como siempre, dentro del papel que siempre había actuado como el Dios de la Travesura y largarle un: “no lo vas a creer, pero me di cuenta de que estaba confundido con Sylvie y que en realidad estoy enamorado de ti, oops”.

El hombre tenía todo el derecho a recriminarle por días acerca de su testarudez, de su incapacidad de controlar a su otro yo, de como lo había dejado cuando era mucho más coherente que hubiese retornado con él y también podía decirle que no quería saber nada con estar a su lado y que no estaba convencido de querer vivir una vida en ese Museo a su lado.

Tragó saliva.

Él no tenía derecho.

Pero no importaba.

Mobius estaba allí.

Mobius sabía su nombre.

Mobius lo recordaba.

Y si tenía que conformarse con observarlo a la distancia, como le había sucedido con Jedediah, era… tendría que ser suficiente.

_¿Puedo… puedo abrazarte?

Le preguntó con la voz quebrada.

Aunque no tuviese derecho.

Aunque fuese como en la colina, un gesto de amigos.

Necesitaba tener a Mobius de esa manera.

Lo necesitaba.

 

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¿Qué si podía…?

Pestañeó unos segundos sorprendido, mientras su cerebro le recordaba las palabras del vaquero cuando lo rescatarán de la caja de madera: “Loki te necesita”, “Loki está sufriendo aquí. No la está pasando bien”.

O las del Emperador que lo había adoptado al darle ese nombramiento tan particular que, según este, le allanaba el camino: “Para que no dejes que una duda sin sentido como tu posición social te impida ser feliz y hacer feliz a mi hijo. Especialmente después de todo lo que ha tenido que pasar”

Recorrió con sus ojos la fisonomía tan conocida de Loki.

Se veía diferente.

Él también, lo concedía.

Había pasado tiempo se veía entre la última vez que atravesará uno de los portales temporales y ese entonces y le había crecido el cabello casi hasta el largo que lo tenía al momento de de su primer recuerdo en la TVA.

Pero lo del Dios, no era exactamente físico.

Se expresaba en ello, más era mucho más profundo.

Loki… Loki estaba asustado.

¿Desde cuándo algo asustaba a Loki?

El asgardiano, literalmente, le había dado la espalda al Monte Vesubio en plena erupción y le había abierto los brazos con una sonrisa lunática mientras a su alrededor caían las cenizas y la lava se veía aproximarse a la distancia, perdido en el éxtasis de haber tenido razón en su teoría que más tarde les permitiría capturar a Sylvie.

Sylvie.

Su variante femenina.

Oh, estaba tan enojado con esa muchacha.

No por haber traicionado a Loki. Eso, era triste decirlo, pero era esperable. Era una Loki, después de todo. Y, de todos los Lokis que había conocido, la que más factible era que lo traicionará. Sylvie no había tenido jamás una vida estable. Había sobrevivido gracias a que había llevado sus instintos de supervivencia al límite y, ninguno de ellos, se basaba en la confianza, el sacrificio o… el amor.

Estaba enojado con ella porque había decidido usar la vulnerabilidad de Loki en esos momentos. Sabiendo que se veía reflejado en ella. Que veía en sus acciones el enceguecimiento que había vivido cuando se enterase de la traición de Odín, de los verdaderos sentimientos de quién había considerado su padre tantos años. Que estaba desesperado por evitar que pasará por lo mismo. Que terminará siendo devorada por sus propios odios, cayendo en las manos de torturadores y asesinos, para que los héroes, desde el pedestal de auto complacencia en la que siempre se colocaban los héroes, lo señalarán con el dedo y le confirmarán que era el monstruo que siempre le habían dicho que era, sólo por hacer lo que tenía que hacer para sobrevivir.

Su Loki, se merecía mucho más.

Sylvie le debía mucho más que eso.

Entonces, ¿por qué el miedo Loki?

Tuvo ganas de preguntarle.

Y el aliento se le detuvo unos instantes al recordar que le había pedido.

“¿Puedo… puedo abrazarte?”

Le había susurrado el Dios como si estuviese pidiéndole algo inalcanzable, algo que no merecía, algo que iba a negarle.

Loki tenía miedo de que él no quisiera, como tantos otros antes de él no habían querido, tocarlo.

Loki. El táctil Loki que no había dejado de ponerle una mano encima todo el tiempo que trabajarán juntos. Ese Loki creía que él no quería acercarse y envolverlo entre sus brazos.

El Loki que no lo había olvidado luego de su destierro. Que había seguido al vaquero que después lo había adoptado por todo ese lugar porque se le parecía. Que no la había pasado nada bien. Por el que toda esa gente que había conocido en esos escasos minutos, había movido cielo y tierra para conseguir que retornase a su lado. Porque era evidente que todos ellos sabían de que él sería enviado a ese lugar y Loki no. Habían preparado todo inclusive para que cuando se encontrasen no hubiese obstáculos entre ambos.

“Para que no dudes en hacer lo que tu corazón comanda”

Le había dicho el Emperador.

Y por primera vez en toda la existencia que recordará, decidió que su corazón debía comandar.

Soltó uno de sus brazos y llevó su mano al rostro del Dios, para apartarle el cabello, sujetar su nuca con suavidad y acercar su rostro para poder besarlo sin obstáculos.

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