Un corazón romano

Marvel Cinematic Universe The Avengers (Marvel Movies) Loki (TV 2021) Night at the Museum (Movies)
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Un corazón romano
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Summary
Octavius, el atrevido General Romano, luego de haber obtenido el corazón de su pareja, decide rectificar sus errores pasados ayudando a cierto Dios nórdico que ha perdido la suya.
Note
Esta obra está inspirada por "Heart Envy" escrita por BrokenLoss. (Obviamente, les recomiendo leerla aunque esté en inglés, aunque ya le pedí a BrokenLoss autorización para traducirla al castellano. La van a amar como yo lo hice: https://archiveofourown.org/works/32902042 ).La idea me pareció genial y, ustedes ya saben como soy, necesite armarle una continuación hilarante y adorable. Así que, como siempre en unas cuantas entregas, les traigo amor, les traigo a Loki en nuestro museo preferido.Como es usual, les recuerdo que no percibo ningún ingreso por esto, que escribo para divertirme yo y a otros y que todos los personajes les pertenecen a sus respectivos dueños.
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La boda y los dirigentes - Parte dos

48 horas antes

 

Respiro profundo al sentir como sus miembros recuperaban la movilidad.

La tableta del joven Faraón volvía a darle vida al museo a su alrededor y, como todas las demás exhibiciones, la suya se tornaba realidad una noche más.

Llevó una mano a uno de sus hombros rotándolo con algo de incomodidad, mientras la otra se apoyaba en su estómago. La noche anterior, producto de la boda y la adopción había recibido demasiadas palmadas “amorosas” de parte de los hunos, los vikingos y los neandertales, quiénes además habían insistido en que bebiese con ellos y, pese a que no había sido nada alcohólico, puesto que el museo no contaba con bebidas de ese estilo, sino con cartones de jugo y latas de refresco con gas, la experiencia había sido algo complicada para su estómago que, por varios días en la semana previa, no había recibido sustento suficiente, a razón de que no le veía el sentido.

Suspiró pensando en que, realmente, había tocado fondo esos días.

Nunca, jamás, ni siquiera en las mazmorras de Thanos había pensado en terminar las cosas.

En el Museo sí y, lamentaba decir que, ese pensamiento, no sería algo que lograría evitar volver a pensar en el futuro cercano, pero ahora… ahora tenía otras variables a tener en cuenta y ello alejaba al menos un poco los lúgubres sentimientos previos.

_Si me disculpa, mi señor – sintió que una voz a sus pies le decía – Me gustaría presentarme.

Pestañeó algo confundido al principio, hasta que recordó a Octavius y bajo su mirada para encontrarse con una doble línea de soldados romanos, dirigidos por un oficial de mayor rango.

_Muy buenas noches – le dijo inclinándose para luego hincar una rodilla en el piso a fin de poder ver mejor al romano – Disculpe si no me dirijo a usted por su rango, no estoy aún familiarizado con la estructura de su armada.

_No hay porque pedir disculpas signore – le contestó el hombre – Mi nombre es Marco Filipo y soy uno de los tribuni angusticlavii (miembros administrativos y de combate de alto rango en las legiones) de nuestro General y, desde hoy, también ayudante de campo del heredero al trono.

Abrió los ojos sorprendido.

_Perdone, creo no haber entendido bien. ¿Podría explicarme en qué consisten sus funciones?

_Por supuesto signore. Mi principal función desde el día de hoy es la de asistirlo en sus actividades diarias, organizar su noche y preparar sus audiencias con nuestros ciudadanos, comandantes y, por supuesto, su padre el noble Augusto – explicó el caballero para luego señalar a los ocho hombres que lo acompañaban – El contubernium (grupo de ocho hombres) que me acompaña son su escolta personal.

Inspiró profundamente, para luego exhalar con lentitud.

Esto era algo totalmente nuevo para él.

Ni en Asgard, que, como uno de los mundos más antiguos, poseía una monarquía estricta había contado con un asistente personal y escolta.

Ese había sido el privilego de su hermano como… el primogénito de la casa. Odín, siempre le había asignado Einjar alrededor, hasta que los guerreros y Lady Sif, fueron lo suficientemente fuertes como para prescindir de la guardia real.

En su caso, nadie se había molestado por ello. Lo que se había explicado solo una vez que conociese su origen biológico. El señor de Asgard no iba a malgastar la sangre de su gente, en alguien que no pertenecía a su pueblo.

Octavius, por contrapartida, le demostraba su importancia al no dejar pasar un segundo sin hacerle notar que estaba en el otro extremo de la soga respecto a las actitudes de su anterior padre adoptivo.

_¿Cuáles… - empezó a decir mientras se aclaraba la garganta – cuáles son mis actividades del día entonces?

El ayudante de campo extrajo un rollo de papel de su cintura y empezó a detallar lo que en adelante suponía, serían sus responsabilidades diarias.

 

 

72 horas después

 

El tal Mobius era tal cual lo esperaba.

Un volcán a punto de erupcionar, cubierto por la fachada más ordenada y compuesta que existiera.

Sonrió de costado viendo como este organizaba sus pensamientos, alrededor seguramente de lo que empezaba a conocer de la vida de Loki entre ellos.

El padre de Ahkmenrah, por su lado, fingía una total inocencia y desenfado, mientras al igual que él, medía a este personaje de pies a cabeza, de la misma manera que en Londres, lo había hecho con Larry.

Negó pensando en lo inocente que habían sido el guardia nocturno y Ahkmenrah en esa ocasión.

En unos simples y cortos minutos, el sagaz egipcio había averiguado hasta el origen étnico del guardia en cuestión, pasando por dónde vivía, familia y, hasta el hecho de que su hijo lo consideraba lo suficientemente “importante” como para presentárselos el mismo.

Claro que el joven Faraón era algo obtuso y había demorado tres años en unir los puntos y darle nombre a la relación que sostenía con el nativo de Nueva York.

Pese a ello, Merenkahre había estado seguro que, más temprano que tarde, este decidiría volver a tierras norteamericanas y, antes de embarcarse en el vuelo de retorno, le había solicitado hablar en privado y le había confesado que sabía que su hijo regresaría a su museo y que, visto que él ya no podría acompañarlo, esperaba que alguien de su mismo rango se comprometiese a cuidarlo y velar por él.

Y había cumplido.

Durante el cortejo que había llevado a que el joven Faraón y el guardia nocturno estableciesen una relación, había mantenido un ojo avisor sobre esos dos. Al no encontrar ningún tipo de cuestión fuera de lugar no había intervenido. Larry Daley era la persona indicada para Ahkmenrah y su hijo Nick, quién era el único familiar que tenía derecho a opinar sobre una relación sentimental de este, estaba totalmente de acuerdo con la misma.

Ahora, en contrapartida, le tocaba al egipcio, darle una mano con su propia familia.

Lo admitía.

Era sobreprotector.

Con sus hombres, con las exhibiciones del Museo, con el guardia, con Jedediah, con Nick. Loki, era simplemente alguien más que se añadía a su círculo de protegidos.

Pero, a la vez, era alguien especial.

Legalmente, había pasado a ser su hijo. Heredero de su tierra. Y, como pareja de Jedediah, había aprendido a ver al asgardiano a través de la vulnerabilidad en la que aún se encontraba. Ambos habían respirado al verlo en los últimos dos días participar de la rutina de los dioramas del Lejano Oeste y Roma.

El Dios se había dejado guiar y había demostrado grandes habilidades, lo que no le extrañaba para nada, en su asesoría de conocimiento y práctica física. Lo que, tomando en consideración que sus soldados y evaluadores no eran para nada permisivos, había sido todo un logro.

Lo había asombrado entonces el orgullo que le había invadido el cuerpo al recibir las conclusiones de sus hombres en relación a las capacidades del asgardiano. Jedediah le había guiñado un ojo al retirarse estos y había negado con la cabeza pensando en como la historia de ambos había dado tantas vueltas en todos esos años para hallarse dónde se hallaban.

 

“Respiró profundo dejando que el incienso del altar los envolviese, mientras sostenidos de las manos, la Sacerdotisa principal del templo de Vesta relataba los deberes de los esposos correspondientes a su alcurnia. Tras lo cual, les entregó a ambos una vela de color anaranjado, que recibió soltando una de las manos de su pareja.

_No quiero sonar perdido ‘tavi, pero… ¿qué debemos hacer? – le susurró Jedediah y sonrió riendo bajo.

_La Sacerdotisa ha bendecido nuestra unión, relatando nuestros deberes matrimoniales. Luego de ello, depende de nosotros si queremos añadir algo antes de encender la vela de la diosa en el fuego sobre el altar.

_¿Podemos decir unas palabras? – le preguntó su casi esposo.

_Sí, si queremos – le aclaró sonriendo.

_Me gustaría hacerlo. Es… importante para mí.

_Pues hazlo.

Le dijo dejando su otra mano libre, tras lo cual el vaquero removió su sombrero y se aclaró la garganta.

_Durante… - comenzó girando su sombrero entre sus manos – Durante más de cincuenta años… fuiste un verdadero dolor de cabeza. La persona más infuriante y desafiante que conocía. Creo que debo haber perdido noches enteras gritándote desde el diorama del Lejano Oeste, cuando los guardias nos empezaron a encerrar, sólo porque no podía descargarme golpeándote el yelmo con mis pistolas y, chico, te merecías cada culatazo de Smith and Wesson.

No pudo evitar perder la compostura y largar una carcajada que fue imitada por sus tropas y los compañeros de su pareja, así como por todos los invitados.

Sí, había pasado exactamente como lo contará. Si no peleaban, se gritaban. Sino se gritaban, ambos ideaban y hasta soñaban como hacerle la vida imposible al otro.

_Pero – continuó el vaquero sonriendo nervioso – la verdad es que, en todas esas noches en las que nos molestábamos mutuamente por deporte, también aprendí a apreciar muchas de las cualidades de quien consideraba mi enemigo. Eres… la persona más ordenada que conozco, Ockie. En tu diorama, como pasa con la ropa que llevas siempre puesta, es casi imposible encontrar algo fuera de lugar. Tienes una disciplina de miedo. Juro que durante muchos días me ponía verde de envidia al escuchar como siempre al mismo tiempo, en el mismo horario de la noche, te escuchaba dirigir tus maniobras con tus soldados, como si fuera lo más normal del mundo. También eres un gran líder. Sabes escuchar a los tuyos y a los demás. Y desde que Gigantor nos hizo dejar de golpearnos… eres el amigo más valiente y abnegado que he tenido y como pareja sigues siéndolo. Y yo no soy una persona fácil con la que llevarse, Ockie. Mis tiempos no eran tiempos de ser amables. Los vaqueros somos directos. A veces sonamos crueles de tan directos que somos. Y yo soy el peor de todos en ese sentido. Y… te aviso que no voy a cambiar, compadre. Esto que ves es lo que te llevas. Así que, si quieres arrepentirte, este es el momento, porque si dices que sí, pienso atarme a ti más fuerte que un lazo a un ternero en época de rodeo.

Nuevamente un concierto de risas se escuchó alrededor de ambos. Lo había dicho instantes antes: era una persona directa. Por lo que, mientras fijaba la vista en los ojos celestes del vaquero, volvió a tomar una de sus manos.

_Nunca esperé contraer nupcias con alguien a quien verdaderamente amará – le confesó negando con la cabeza – Los romanos de mi posición social, no pueden elegir. Nuestros matrimonios son arreglos diplomáticos que cimentan el poder del Imperio y que fortalecen nuestras casas. Por lo que, vivir en este lugar, esta segunda vida que tenemos el privilegio de atravesar, me puso frente a un regalo que no esperaba: el de poder elegir a quien entregar mi corazón y compartir su vida. Eso… es algo que no tiene precio para mi Jedediah. Contigo soy una persona, no un General, no un Emperador en ejercicio. Soy alguien que comete errores, que se lleva regaños y que puede aceptar que se rían de él sabiendo que quien lo hace no está buscando provocar daño. Eres la roca que me ata a la tierra y agradezco cada día que estés en mi vida para recordarme que fallar está bien y que no debo ser perfecto a cada instante. Que puedo sentirme cansado, que no debo darles tan poco descanso a mis hombres y que tengo que relajarme y salir de aventura de vez en cuando. Eres directo, sí, duro en tus comentarios y afirmaciones, pero… no te querría de otra manera. Así que, compañero, el que tiene que pensar si quiere arrepentirse ahora eres tú, porque si dices que sí, tampoco pienso abandonarte lo que dure mi vida.

El vaquero volvió a colocarse el sombrero, con un rubor profuso en sus mejillas, que sabía que las suyas imitaban. Ambos eran reservados en sus demostraciones de afecto y estaban frente a un enorme público en ese momento que habían decidido exponerse de esa manera el uno con el otro.

_¿Tenemos que encender esto y listo?

Le preguntó el rubio y asintió procediendo a juntos hacerlo. Con el encendido de la vela de la diosa y las ofrendas ya sobre la mesa, no había más que decir. Los registros serían llenados por su gente y su vaquero figuraría de ahora en más como su esposo.

_Disculpen, caballeros – sintieron una voz que les hablaba y se giraron para encontrar a Loki que acercaba en una de sus manos a uno de los compañeros del Lejano Oeste de Jedediah.

_Para su primer aniversario vamos a hacer algo mejor – le dijo el jinete sonriendo mientras les extendía un pañuelo anudado – pero con el apuro esto fue lo mejor que pudimos hacer y va de parte de todos nosotros, Jed.

Su pareja recibió el pañuelo y lo abrió para luego sonreír.

_Gracias, chicos – le dijo palmeándole el hombro a su hombre – En serio.

_De nada. Que sean muy felices – le contestó este saludándolos con una leve inclinación de su sombrero para volver a subir a la mano de Loki que o depositó nuevamente entre la gente del otro diorama.

_¿Qué es? – le preguntó a su pareja acercándose.

_Algo que creí que no íbamos a tener por falta de tiempo – le contestó este enseñándole los dos anillos dorados que se encontraban envueltos en el pañuelo.

Extendió entonces una de sus manos y tomó una de las piezas de joyería que tanto significado tenían en esa parte del mundo y la colocó en el dedo de su pareja que siempre había visto que portaban los casados. Jedediah guardó el pañuelo e hizo lo mismo con la suya.

_Creo que estamos casados finalmente – le dijo al vaquero sonriendo.

_No. Aún queda una cosa me parece – comentó este, levantando con una mano su sombrero.

_¿Qué? – le preguntó extrañado al verlo avanzar hasta estar muy cerca suyo.

_Esto – le dijo su esposo sujetando su cintura para darle un sonoro beso que despertó los aplausos y risas de todos los que los rodeaban”

 

Ahora le tocaba a Loki y Mobius. Los que no habían tenido tantos años, ni habían pasado por tanto, pero que, evidentemente, se necesitaban como él y Jedediah lo hacían.

Le asintió al egipcio y este le extendió un documento al analista quién lo recibió abriendo el extenso pergamino que llevaba la pulida letra de Merenkahre.

_Esto… esto es… - empezó a decir el hombre al leer lo que estaba escrito – Yo no… entiendo.

_Es una designación oficial de parte de ambos para usted – le aclaró el ex Faraón.

_Pero… ¿por qué? ¿para qué? – volvió a cuestionarlos el analista.

_En nada, porque dudo que Loki se quede mucho tiempo tranquilo cuando sepa que estas aquí, vamos a tener a mi hijo cruzando por esas puertas buscándote y, si he interpretado bien tu personalidad a partir de lo que se de la historia de ambos, el status de Loki fue una de las razones por las que no le dijiste que lo amabas cuando debías hacerlo.

Mobius tragó saliva al escucharlo, inspiró profundamente y, al darse cuenta de que no podía engañarlos, asintió.

_Jedediah, ya debe habértelo dicho, porque mi esposo es un romántico, aunque él mismo no lo crea, pero aquí las cosas son diferentes.

_Sí – aceptó al escucharlo el analista – Él mencionó que… él era un vaquero que se había casado con un Emperador y que el guardia y el presidente Roosevelt estaban en pareja con…

_Mi hijo, Ahkmenrah, Cuarto Rey del Cuarto Rey, Señor del Nilo y la exploradora y aventurera Sacajawea – completó Merenkahre – Y debo añadir que son parejas muy felices, una vez superados los prejuicios y miedos que todos ellos tuvieron, claro está.

_Entonces ustedes me dan esto para…

_Para que no dudes en hacer lo que tu corazón comanda cuando lo veas entrar – le dijo observándolo fijamente – Para que no dejes que una duda sin sentido como tu posición social te impida ser feliz y hacer feliz a mi hijo. Especialmente después de todo lo que ha tenido que pasar.

Y como, naturalmente, sus lecturas sobre los sucesos futuros solían ser acertadas, se sintieron pasos apresurados que se acercaban, con las voces más alejadas de Larry y Jedediah que llamaban a un Loki que evidentemente venía en busca del dueño de su corazón.

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