Un corazón romano

Marvel Cinematic Universe The Avengers (Marvel Movies) Loki (TV 2021) Night at the Museum (Movies)
F/M
M/M
Multi
G
Un corazón romano
author
Summary
Octavius, el atrevido General Romano, luego de haber obtenido el corazón de su pareja, decide rectificar sus errores pasados ayudando a cierto Dios nórdico que ha perdido la suya.
Note
Esta obra está inspirada por "Heart Envy" escrita por BrokenLoss. (Obviamente, les recomiendo leerla aunque esté en inglés, aunque ya le pedí a BrokenLoss autorización para traducirla al castellano. La van a amar como yo lo hice: https://archiveofourown.org/works/32902042 ).La idea me pareció genial y, ustedes ya saben como soy, necesite armarle una continuación hilarante y adorable. Así que, como siempre en unas cuantas entregas, les traigo amor, les traigo a Loki en nuestro museo preferido.Como es usual, les recuerdo que no percibo ningún ingreso por esto, que escribo para divertirme yo y a otros y que todos los personajes les pertenecen a sus respectivos dueños.
All Chapters Forward

Un vaquero nunca deja pasar una oportunidad

Inspiró profundo y cerró los ojos nuevamente, disfrutando de esos momentos en que, luego de caído el sol, la tableta de Ahkmenrah les permitía volver a la vida.

La mayoría de las veces esos instantes eran algo desconcertantes, porque habían pasado todo el día en una posición rígida y, aunque pareciera delirante, sus cuerpos sentían el cansancio de esa inmovilidad, aunque mutaran de materia.

Usualmente, cuando esto pasaba, rotaba con lentitud sus hombros y cabeza, luego de quitarse el yelmo, para después ordenarle a sus legionarios que tenían una hora para reposar y alimentarse, antes de que comenzará la rutina de ejercicios, indicándole a sus comandantes que, ellos tenían media hora, ya que él los recibiría uno a uno, para comprobar informes y responder demandas, mientras tomaba su propio alimento en su cuarto.

A partir de allí, desconcentraría la formación y arrastraría sus huesos hasta su hogar, dónde mutaría sus ropas de exhibición por una túnica de entre casa, hasta que llegase el momento del entrenamiento, dónde volvería a colocarse su vestimenta de combate ya gastada, de manera de no afectar la imagen de la exhibición, ya que, antes del amanecer volvería a ponerse su mejor ropa para que esta afrontará el día.

Como les había dicho a Larry y a Teddy, él era un General.

Y no cualquiera.

Él era un General de la gloriosa Roma.

A diferencia de los demás dioramas, su gente, había creado cosas para poder mejorar su vida entre medio del combate y el desconcierto. Una de ellas había sido el procurarse fondos, otra de ellas el procurarse víveres y elementos para vestimenta y calzado.

Como también había dicho: la gente dejaba cosas en el museo.

Pañuelos, bufandas y toda tela factible de ser convertida en vestimenta era usada por sus hombres, ya que ningún legionario que se preciara se negaría a coser. Esa habilidad era fundamental en las incursiones, ya que facilitaba el crear elementos y permitía la independencia. Además, por supuesto, del pequeño grupo de sastres que participaban de sus tropas y que les habían enseñado a todos ellos los detalles para auto confeccionarse túnicas simples y prendas de entrenamiento, que reemplazaban en el noche a noche, el uniforme de gala con el que se vestían para el día, del que ya tenían bastante ocupándose los mencionados sastres.

Esos pequeños detalles, les habían ayudado a mantener la cordura al principio, cuando veían en todos a un posible enemigo. Especialmente a los vaqueros del diorama del Lejano Oeste. Hacer sus túnicas. Confeccionar cuerdas, redes y otros elementos de protección y asistencia habían ocupado parte de sus noches.

Sin embargo, esos tiempos habían pasado y, ahora, podía sentir las órdenes de sus comandantes a la distancia, dando su mismo discurso, pero con una mayor extensión de tiempo para el reposo: dos horas.

Los legionarios tendrían dos horas de descanso antes de cualquier práctica y sus comandantes hora y media.

Naturalmente, a la noticia, le siguió una exclamación de festejo, lo que provocó que tanto él como su pareja rieran bajo.

_Tus tropas son peor que mis muchachos, Ockie.

Le dijo Jedediah con humor, mientras sus labios depositaban un beso en el hombro desnudo del vaquero que abrazaba en su cama.

_No los culpo – comentó – He estado en su lugar.

_¿El perfectamente responsable General Octavius festejó no hacer nada alguna vez?

Le preguntó Jedediah con asombro, girándose en la cama para verlo a los ojos.

_No – le contestó acariciando la mejilla del rubio líder de los vaqueros – Yo también he sido un joven oficial, con muchas responsabilidades bajo las órdenes de un General muy estricto, que se enamoró perdidamente y disminuyó un poco la exigencia, porque se dio cuenta que estaba exagerando un poco si no le alcanzaba el tiempo para disfrutar con su pareja.

Jedediah negó con la cabeza y sujetó su mano con la suya.

_Juro que no sé cómo responder algunas veces a las cosas que dices – le dijo suspirando – En mi tierra no tenemos esa tendencia a la cuestión romántica que tienen ustedes los de Roma y siento que siempre me quedo un corto en comparación.

_Tu pueblo es un pueblo joven, Jedediah – le recordó – Ustedes no necesitan de palabras. Lo suyo es la acción.

_No siempre es mejor eso, compadre

Comentó el otro con un nuevo suspiro mientras se sentaba en la cama y le levantó una ceja al verlo dudar un par de veces, como buscando las palabras adecuadas para decir algo.

Así que finalmente iba a decirle el porque había llegado en los momentos previos al amanecer a su diorama, demandándole a sus tropas que se hicieran cargo de sus propios entrenamientos como los hombres crecidos que ya eran, que él precisaba al General y que al primero que se acercará a decirle que el amanecer ya venía, lo iba a sacar a patadas del cuarto.

Sus hombres rieron ante los comentarios explosivos del vaquero, pero a él le habían parecido algo extraños y lo habían preocupado.

Jedediah lo había arrinconado contra la puerta apenas llegados a sus aposentos en el centro de Roma y exigido que le hiciera el amor hasta el amanecer y que se quedara a su lado, abrazándolo hasta la siguiente noche.

La nota de urgencia y de necesidad en la voz de su amado, no se correspondía a aquella alegre y algo contrariada de que tuviera mucho que hacer del principio de esa misma noche, gracias a sus “vagos romanos que nos quitan tiempo, cariño”. Le sonó más bien desesperada.

Lo que era extraño ya que Jedediah no era una persona de placeres carnales sin preámbulos sentimentales. Tras las puertas de la habitación no se te abalanzaba normalmente. Sí, era una persona que amaba el placer y sí, tenía su lado totalmente juguetón en las sabanas, pero ese tipo de entrega que había presenciado, en el que prácticamente no había hablado, sino que se le había aferrado buscando sentir sin pensar, casi como necesitando no ocupar su mente más que con sus cuerpos, no le presagiaba nada bueno.

Pero, no lo había detenido.

Él entendía ese tipo de momentos.

Era un soldado.

Todos los soldados los tenían.

Uno confortaba primero y preguntaba después.

_Hice algo que no debí hacer, Ockie – le dijo finalmente Jedediah.

_¿Se puede saber qué es lo que hiciste que no debiste hacer, amore? – le cuestionó sentándose también.

_Todos estos días que pasaron, te vi irte con parte de tus legiones a la oficina del Doctor y encerrarte ahí dejando custodia. Y, te juro que no me hubiese metido en lo que estabas haciendo, si no hubieses retornado siempre con mala cara – le explicó el rubio – Aunque es mi culpa, como dicen el faraón y Sacajawea, yo me metí dónde no debía y metí la pata porque eso era algo que tú le habías pedido a Nick y por algo no me lo mostraste y se supone que debería tenerte más confianza pero… yo tengo de experiencia en esto que nosotros tenemos lo mismo que un ratón en serpientes y obviamente iba a hacer algo que no debía y… ahora no sé si me vas a perdonar y si no tiré lo nuestro al tacho, pero quiero que sepas que la pasé muy mal viendo lo que vi y que, tienes por supuesto, todo el derecho de castigarme y…

Giró los ojos y sujetó la nuca de su pareja para acercar su rostro al suyo y apoderarse de sus labios callándolo con efectividad.

Ahora lo entendía todo.

No le gustaba nada.

Pero lo entendía todo.

_Te perdonó Jedediah – le dijo juntando su frente con la suya luego del beso – Sólo prométeme que la próxima vez me vas a preguntar o vas a esperar a que te comente ciertas cosas.

_Te lo juro media naranja. Nada de hacer el avestruz con tus asuntos sin preguntar

Afirmó el vaquero respirando con tal alivio que le provocó risa. Era un tonto adorable.

_¡Ey! ¡Ockie! ¡No te rías! ¡Estaba en serio preocupado de que me dieras una patada como novio por metiche!

Exclamó su pareja entornando sus ojos claramente ofendido, tras lo cual se levantó de la cama y empezó a buscar su ropa.

_¿Qué haces? – le preguntó aún riendo un poco al verlo tratar de ponerse los pantalones.

_Me voy a mi diorama – le dijo este seriamente – Yo aquí disculpándome todo asustado y mal y tú riéndote de mí.

_No me río de lo que hiciste – le aclaró sujetando su mano para impedirle marcharse – sino de que creas que voy a dejarte en algún momento, amore. Es… humanamente imposible que pudiese enojarme lo suficiente como para renunciar a ti. Así de atrapado me tienes.

_¿En serio? – le cuestionó el vaquero pestañeando.

_En serio – le dijo palmeando el colchón – Vuelve a la cama.

El líder del diorama del Lejano Oeste sonrió al escucharlo y soltó sus pantalones, dejándolos caer al piso de nuevo y retornó al lecho acomodándose entre sus brazos.

_¿Cómo supiste que el joven Nick me había ayudado? – le preguntó mientras acariciaba su espalda.

_Porque esa página te recibe con el nombre. Te pregunta quién está viendo.

_Cierto, lo había olvidado – observó – Y… presumo por lo que dijiste que Ahkmenrah y Sacajawea vieron la serie contigo.

_Necesitaba dónde averiguar que habías estado viendo y no podía usar ninguna de las computadoras disponibles, entonces…

_Le pediste la tablet que le regaló Tilly a Ahkmenrah – terminó por él sonriendo.

_Sí, el pequeño faraón no quería saber mucho con la cosa, pero le dije que si estuviese en mi lugar y Larry en el tuyo, él querría un amigo que le diese una mano.

_Jedediah, ¿extorsionaste a un faraón egipcio para que fuera tu cómplice en espiar a tu novio?

_Sí, no es como que se resistió mucho porque él también estaba muerto de curiosidad, pero sí.

Volvió a reír divertido y depositó un beso en sus cabellos, ya que la cabeza ajena estaba apoyada en su pecho.

Ese hombre, no tenía remedio.

Iba a ser un aventurero toda la eternidad.

_Se parece a mí – confesó en voz baja Jedediah.

_Es idéntico a ti. Supongo que el actor que lo interpreta debe ser un pariente lejano del Jedediah Smith de carne y hueso del Lejano Oeste – le comentó – Aunque, debo señalar que el parecido se reduce a dos aspectos: tu gemelo de la serie es físicamente tu calco y también demasiado bueno para que sea saludable. Pero en todo lo demás, tú y Mobius son como el día y la noche.

_Loki está enamorado de él.

_Lo sé.

_Y Mobius también de Loki.

_Lo sé.

_Odio a quien escribió esa historia.

_Supuse que si alguna vez veías la serie ibas a decir exactamente eso.

_Es que no es justo, cariño – le dijo su pareja levantándose un poco para verlo a los ojos – Ninguna historia debería ser así.

_Han planeado una segunda temporada de ella, amore. Creo que en ella el tono va a volverse más esperanzador – le señaló sonriendo.

_El Loki de aquí no va a vivir esa segunda temporada – observó Jedediah.

_No – admitió – pero creo que vamos a poder ayudarlo a crear su propia segunda oportunidad

_No sé si sea posible, Ockie – le dijo su pareja negando con la cabeza – Él ya no sale de su exhibición casi. Ni para verme. Y, sabiendo lo que sé ahora, no sé si quiero que me vuelva a ver, porque le va a seguir haciendo daño y…

_Con Larry y Teddy arreglamos para que envíen desde Londres al museo una escultura de cera de Mobius – le dijo colocándole un dedo sobre los labios – Sólo debemos asegurarnos que Loki se mantenga lo mejor posible hasta que esta llegue y que, cuando arribe, el Mobius que nos llegue tenga todas las herramientas para comprender lo que sucede.

_¿Cómo…? – le preguntó el vaquero bajando su mano - ¿Cómo lograron eso? Creí que el museo estaba en cero en los números. El otro día vi una discusión del Doctor con el moai porque tenía que reducirle la goma de mascar porque era muy cara y le dijo que no había un centavo y esas estatuas salen un ojo de la cara.

_La pagamos con dinero romano – admitió

_¿El de la maquinita que tú y tus muchachos están tan orgullosos de tener?

_Exactamente.

_¿Y estuvieron de acuerdo en que lo gastarás en eso?

Asintió.

_Tú lo dijiste Jedediah. Los romanos… somos románticos. No hizo falta que les contase la serie. Simplemente les dije que Loki estaba así porque había perdido a su gran amor y que si lo permitían usaría el dinero para recuperarlo y desde mi segundo al mando hasta el último legionario votaron estar de acuerdo.

Su novio pestañeó unos segundos y luego le sujetó el rostro para besarlo con intensidad y alegría, lo que le dibujo una sonrisa en el rostro.

El rubio había estado castigándose mentalmente por todo.

Por Loki.

Por él.

Por el pequeño engaño con la serie.

Por no poder resolver las cosas de modo que todos fuesen felices.

Jedediah Smith, simplemente, era así de buen tipo.

_¿Tu asistente estará en su cuarto o se habrá ido a practicar? – le preguntó el vaquero al terminar el beso viendo a la puerta.

_Aún no ha pasado la hora y media, así que… debería seguir en sus aposen… ¿Amore? ¿Adónde vas?

Le preguntó al verlo descender del lecho para enrollarse una sabana en la parte inferior del cuerpo.

_A pedirle que me consiga un… ¿ustedes tienen sacerdotes o ministros? – le preguntó dudando.

_Sacerdotisas. Vestales. Es el único templo que hay en el diorama.

_Ah, ya, las señoras mayores esas.

_Sí, pero… ¿por qué las necesitas?

_Porque tú y yo Laredo – le dijo su pareja señalándolos con un dedo a ambos – Vamos a atar el nudo antes de que vuelva a meter la pata y la oportunidad me la aproveche cualquiera de estos romanos románticos que nos rodean.

_Jedediah, no es así, ya te dije que…

_Entonces, ¿no te quieres casar conmigo?

Tragó saliva al ver la mirada azul y profunda de su pareja al hacerle esa pregunta.

Hablaba en serio.

_Si quiero, pero… ¿ya? ¿ahora?

_No hay mejor momento que el presente

Afirmó Jedediah dándole un nuevo beso, para luego dirigirse a la puerta y salir al pasillo, desde dónde lo sintió golpearle su propia puerta a su asistente para decirle: “Necesito un par de favores, ¿Sergio? Sergio era, ¿verdad? Verás, chico, le acabo de proponer matrimonio a tu General y me dijo que sí y antes de que le conecte el cerebro quiero tenerlo enlazado. Así que preciso que les avises a las señoras esas del templo que necesitamos que alguien nos case y que alguien les lleve la novedad a tus muchachos y los míos y, si pueden mandarle un mensaje a Teddy y Larry para que vengan con Sacajawea y Ahkmenrah, sería genial”

Se llevó una mano al rostro riendo bajo mientras negaba con la cabeza al escuchar tartamudear el asentimiento de su asistente y recibir como recompensa una palmada sonora en la espalda del vaquero.

 

-----------------------------------------

 

El amante de su General volvió a retirarse al cuarto dejándolo por unos breves instantes estupefacto con la puerta abierta de sus aposentos.

¿Casamiento?

¿Ahora?

Abrió los ojos grande al escuchar las risas y el sonido de besos en el cuarto contiguo.

No porque lo afectase en lo más mínimo la vida privada del General. En el diorama las paredes eran demasiado delgadas porque estaban hechas de plástico hueco y el mismo líder de Roma había tenido que soportar el ruido cuando había traído parejas propias a sus aposentos, sin quejarse nunca o llamarle la atención por ello.

Sino porque Octavius Augusto había escuchado lo que dijo el vaquero y, era más que obvio que estaba de acuerdo con lo que sucedía. Su General había aceptado la propuesta del otro líder de diorama y había autorizado las peticiones que este le hiciera.

Cerró la puerta apresurado entonces y se quitó rápidamente la ropa para colocarse su ropa de gala y salir medio saltando del cuarto atándose las sandalias.

Una boda en el diorama de Roma era algo muy infrecuente y, usualmente, implicaba mucho trabajo.

Pero si el General quería casarse en horas y no en semanas, no iba a discutirlo. De hecho, coincidía con el vaquero, o apuraba las cosas o el jefe de las legiones podía recapacitar y cancelar todo. Y no porque no amara al rubio del diorama vecino, sino porque el deber lo guiaba y ello lo hacía perderse oportunidades a veces.

_¡Catulo! - le gritó al cocinero por la ventana - ¡Pon a tu gente a trabajar! ¡Necesitamos bebida y comida para todo el diorama nuestro y el de al lado! ¡Y una pieza de panis farreus para el altar! ¡El General se casa en un par de horas!

_¡¿Qué?! – le preguntó este acercándose a la ventana.

_Lo que oíste. Pide ayuda extra si necesitas, hoy no habrá prácticas.

El hombre asintió asombrado y se dio vuelta para empezar a bramar órdenes que no se quedó a escuchar.

Su mente, como asistente de campo experimentado, ya estaba puesta en los siguientes objetivos: las vestales presidiendo el matrimonio de urgencia y los comandantes convocando al campamento y mandando mensajes a los invitados.

De apuro, sí, pero no había cumplido su función por casi sesenta años, para que alguien le dijera que no iba a poder organizar hasta el más mínimo detalle para que nadie percibiera ni un grado de desorganización o improvisación.

Roma no se había construido en un día.

Pero los romanos habían aprendido a hacer milagros desde entonces.

Forward
Sign in to leave a review.