
Entre la tablet y el Museo de Cera
_Buenas noches, Ahkmenrah
Saludó al faraón la exploradora nativa y este inclinó su cabeza con una sonrisa.
_Sacajawea. Buenas noches. ¿Estás buscando a Teddy?
La mujer negó con la cabeza y llevó una de sus manos a su cinturón de dónde sacó a un no muy contento Jedediah Smith.
_¿Qué pasa con todos ustedes los gigantones, eh? ¿Ninguno entiende que no me gusta que me manoseen?
Exclamó este agitando sus piernecitas en el aire y divertido extendió la palma de la mano para permitirle apoyarse en la misma
_Oh, amigo mío, ¿qué sucede? – le preguntó tratando de no sonreír en demasía, ya que sabía que para el pequeño hombre era un situación vergonzosa el que quienes lo superaban en tamaño lo levantasen - ¿Dónde está tu romano amante?
El vaquero empezó a toser ante su pregunta, mientras sus mejillas se llenaban de color.
Tanto él como Sacajawea rieron un poco al ver la vergüenza ajena, puesto que les recordaba a la de sus propias parejas. Tanto Teddy como Larry se ponían rojos cuando ellos se referían a sus personas por lo que eran.
Con la miembro de la tribu Lemhi Shoshone habían discutido en más de una oportunidad, luego de su retorno a Nueva York esta característica tan particular de los varones de ese país, encontrándola un poco ridícula. Uno amaba, era natural referirse a la pareja de uno de manera afectuosa delante de los demás. Ninguno de los dos le encontraba nada de raro. Más, como ambos también habían concluido, las suyas eran culturas muy diferentes de las de las personas con las que habían unido sus vidas y no podían pedirles que cambiarán su forma de ser.
Evidentemente al General Romano, que no tenía nada de vergonzoso respecto de expresar su afecto por el vaquero, afrontaba los mismos desafíos.
_Octavius está de práctica y ejercicio con sus legionarios. Aparentemente, los ha dejado solos para que estemos juntos y los muy aprovechados la han pasado de bacanal – explicó Jedediah cruzándose de brazos – Por lo que hoy tendré suerte si lo veo antes del amanecer.
Suspiró comprendiendo la contradicción de su compañero de exposición, mientras se sentaba sobre la piedra que tapaba su sarcófago e invitaba a Sacajawea a unírseles.
_Larry está… de similar manera ocupado. Debe llenar unos cuantos meses de papeles de sus guardias y el Dr. McPhee le ha dado una fecha límite para hacerlo, así que, ambos estamos en el mismo predicamento me parece.
_Los tres – añadió Sacajawea – Teddy tiene que completar una ronda completa por el museo y encargarse de vigilar a todas las exhibiciones de modo que Larry pueda completar los papeles que le faltan.
Suspiró profundamente y fue imitado en su reacción de manera instantánea por los otros dos, lo que les arrancó una risa a los tres.
_No tenemos remedio, ¿no? – les preguntó Jedediah.
_No, mucho me temo que no – le contestó riendo.
El vaquero se quitó el sombrero y se acomodó el cabello y, por un instante, en su expresión dubitativa y pensante, pudo entender el porque el General Romano estaba tan prendado de este pese a su exuberante actitud y energía inacabables.
Jedediah Smith era un caballero de belleza muy distinta a la de Larry y Teddy. De esas que se contaba que perdían a los romanos en épocas de su Imperio, al anexarse el norte de Europa.
En comparación el ex vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos y el Profesor de Historia recién recibido devenido en guardia nocturno de nuevo, parecían apagados a su lado.
Era lógico que un General que había volado tan cerca del sol bajo el estandarte del águila quisiera apropiarse de la luz que este emanaba.
En su caso y en el de Sacajawea, no habían tenido esas ambiciones. Ambos habían sido la luz más brillante de sus civilizaciones en su tiempo, por lo que su búsqueda de pareja se había inclinado por la de aquellos que les brindasen refugio y cuidado. Y, en todo el Museo y el mundo, dudaba que hubiese personas más atentas y dulces que las que habían elegido estar al lado de ambos.
Más, no podía perderse en su admiración del valiente guardia nocturno que le había entregado su mortal corazón. Ya habría tiempo para soñar con los ojos abiertos acerca de Larry. Jedediah parecía conflictuado, por lo que giró un poco su cabeza fijando sus ojos en los suyos, como dándole coraje para decir lo que había venido a decir.
_Octavius ha estado desapareciendo todas las noches – confesó este finalmente con un nuevo suspiro – Y quiero aprovechar esta noche, en la que está ocupado, para saber que ha estado haciendo.
Levantó una ceja.
_No estarás dudando…
_No, no, Akhmen, hombre, no estoy pensando que me está engañando – aclaró apresuradamente el vaquero – Pero lo que hace es algo que lo tiene muy preocupado y, obviamente, me preocupa a mí.
_Le dije que le preguntará – comentó Sacajawea – Pero él no quiere hacerlo.
_No quiero ofender a una dama, pero… - explicó Jedediah volviendo a colocarse su sombrero - ¿alguna vez su Teddy le contó sobre sus preocupaciones sin que haya tenido que sacarle la verdad como si enlazará a un bronco? Porque yo puedo asegurar que eso sería lo mínimo que le llevaría a Octavius sacarme la verdad a mí y es lo que me está costando obtener la suya también.
Se llevó una mano a la sien y se masajeo la misma con sus dedos.
El vaquero tenía razón.
Otra diferencia cultural importante que, aparentemente, compartían con el romano, sus parejas.
_Supongo entonces, que quieres que te ayudemos a averiguar que es lo que preocupa a Octavius – le cuestionó bajando su mano.
_No exactamente – le dijo el vaquero extendiendo sus manos hacia Sacajawea - ¿Me pasa el papel señora?
La exploradora nativa volvió a llevar su mano a su cinto y le extendió un cuadrado amarillo de papel que se encontraba cubierto de marcas de lápiz que dejaban ver un texto escondido.
_¿Qué es esto? - le preguntó a Jedediah.
_Esto, señor del sol, es un post-it. Una parte de un bloquecito de papel que los gigantores usan para anotar cosas – le contestó el vaquero.
_Sé lo que es un post-it, Jedediah. Larry lo usa en sus estudios. Lo que preguntó es porque está rayado así y qué significa lo que está escrito debajo.
_Francamente, kemosabe, tienes la misma idea que yo: ninguna – le dijo el vaquero – Sólo sé que Octavius tiene un papelito igual a ese guardado y doblado, que se ha llevado todas las noches por los pasados seis días a la oficina del Dr. McPhee, dónde desaparece por una hora más o menos, mientras sus legionarios le custodian la puerta, para luego volver conmigo con cara de muy pocos amigos.
_¿Y tú como obtuviste esta copia?
_Anoche le dije que necesitaba buscar unas cosas y me escapé un rato y revise la oficina del Director y me encontré con el bloquecito de notas amarillas sobre el que se notaba que habían escrito los legionarios porque usaron esa cosa que usan para marcar el teclado con un lápiz – explicó el rubio – Y si el viejo Jedediah conoce de algo, es de mensajes ocultos. Solíamos usarlos todo el tiempo en la construcción del ferrocarril para evitar que nos ubicarán los saboteadores, por lo que usé mi cuchillo y raspé grafito del lápiz del escritorio y lo refregué sobre el papelito dónde se notaban que habían escrito.
_Y así pudiste leer lo que Octavius había mandado a anotar – terminó por él sonriendo – Es una excelente estrategia.
_Gracias – le dijo el vaquero guiñándole un ojo – El caso es que no puedo ir a la oficina del Director porque esta tu gigantor llenando papeles, ni a la mesa de informes a averiguar en la computadora. Esta noche tienen los hunos turno para ver videos y no quiero tampoco que Octavius se enteré de que anduve de chismoso, por lo que…
_Vienes a que busque por ti en mi tablet, sobre que giran estas palabras misteriosas – terminó por este.
_Exacto mi egipcio amigo. Si eres tan amable, te lo agradecería.
_Es difícil lo que me pides, Jedediah. Octavius también es amigo mío. Siento que, estoy inmiscuyéndome en algo privado suyo.
_Lo sé, lo sé y créeme que si hubiese otra forma de averiguarlo no te involucraría, pero… ponte en mi lugar, faraón – le pidió el vaquero – Si tú fueses yo y Octavius fuese Larry, ¿qué esperarías que te respondiese un amigo?
Giró los ojos.
_Eso es extorsión, Jedediah – le dijo cruzándose de brazos.
_También lo sé – le contestó este sin ponerse colorado - ¿Funcionó?
Tanto Sacajawea como él, se largaron a reír ante la falta de modestia y decoro del líder del diorama del Lejano Oeste.
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_¿Qué tú quieres… qué?
Le preguntó al evidentemente recién bañado General Romano que actualmente se apoyaba en la palma de la mano de Teddy con su yelmo en la suya.
_Que actúes como intermediario en una petición al Director del Museo para integrar una nueva figura a una exhibición.
Escondió su rostro entre sus manos y negó con la cabeza.
Justo el día que tenía que completar su papeleo atrasado, se le aparecía uno de sus amigos con una de sus ideas locas.
Menos mal que, con la ayuda que Teddy le había dado, había podido alcanzar, a dos horas del amanecer terminar, por lo que bajó sus manos y suspirando le indicó al ex presidente que apoyase al General en la mesa y tomará asiento en la otra silla.
_A ver Octavius, ¿podrías explicarnos porque consideras que necesitamos una nueva figura en alguna de las exhibiciones?
Le preguntó con delicadeza.
_No en cualquiera. Específicamente solicito que se plantee añadir una figura a la exhibición de Loki.
_¿Cómo? – le cuestionó - ¿Por qué?
_¿Has podido averiguar algo Octavius? – le preguntó Teddy al General, el cual asintió y su amigo más viejo del museo suspiró levantando la vista para verlo a los ojos – No sé si lo has notado Larry, pero… nuestro nuevo habitante del museo, no está en las mejores condiciones.
Asintió.
El dios nórdico cinematográfico había sido un añadido sorpresivo, que lo había llevado a hablar inclusive con Nick al respecto, ya que este era fanático a un nivel que no era el suyo de los cómics y la narrativa en la que este se insertaba.
Su hijo lo había puesto a ver una serie de películas y la misma serie que le dio origen a la exhibición, antes de que esta arribase al museo y, si era honesto, había esperado toparse con un engreído que le iba a contestar y a generar problemas constantes; pero en su lugar se había encontrado con un hombre muy decaído, que había tomado con tranquilidad las noticias acerca de la tableta y que, la mayoría del tiempo, había evitado a las demás exhibiciones, salvo por la del Lejano Oeste.
Pobre tipo.
Le había dado una real pena verlo observar con tanta añoranza a Jedediah.
Ya antes de ponerse en pareja con Akhmenrah hubiese lamentado ver esa mirada que seguía al vaquero a escondidas, ahora que estaba unido al joven faraón le destrozaba verdaderamente el corazón observar como el pelinegro hombre de otro mundo, persistía en romperse el suyo un poco cada noche, buscando en su amigo vaquero algo que no podía tener, porque este estaba en pareja con Octavius y, por lejos, por mucho que hubiese un parecido físico, no era su Mobius.
Nadie en el museo había dejado de notar que, a medida que pasaban los días, Loki salía cada vez menos cada noche y que, prácticamente ninguno, en algunas de ellas, se cruzaba con este y, si lo hacía, todos hablaban de que se disculpaba, bajaba los ojos y se iba por otro lado.
_Lo he visto – admitió entonces – Pero, no sé que podemos hacer. Traer alguna de las otras exhibiciones de su universo cinematográfico es imposible. A diferencia de la mamá y el papá de Ahk, no hay otros más interesantes que quiera el Museo Británico y para los que necesite hacer espacio. Y los de la exhibición itinerante nos donaron su exhibición de resguardo de Loki, ya que ellos tenían una segunda que forma parte del elenco permanente. Pero no tienen una extra de Thor o de Los Avengers.
_He tomado eso en consideración, amigo Larry. Sé que no podemos traer al museo al padre, la madre y el hermano de Loki, por lo que he pensado en una solución alternativa.
“Sin mencionar que mejor no traíamos a ninguno de esos”
Pensó sonriendo.
Probablemente Loki estaría encantado de que su mamá pasará a formar parte del museo, pero su relación con su padre y su hermano no era de las mejores y… en todos los casos, prefería evitar a dos dioses que portaban armas que podían hacer verdadero daño.
Ya tenía bastante con confiscar todas las noches los objetos punzo cortantes que portaban las exhibiciones con las que ya se llevaba bien.
_Estoy sorprendido Octavius – admitió con una sonrisa – Creí que Loki no te caía nada bien.
_Opino lo mismo que Larry, muchacho – añadió Teddy – Es una actitud loable la tuya.
El General Romano inspiró profundo y bajó la mirada.
_Debo confesar que… al principio no tuve la mejor de las reacciones para con Loki. Aún no lográbamos establecer una relación sentimental con Jedediah y lo sentí casi como una competencia por su amor.
Negó divertido al escuchar al usualmente orgulloso líder del diorama de nada más ni nada menos que el Imperio Romano, admitir que había estado celoso.
Entendía su postura.
No le había pasado aún con Ahk, porque el egipcio se había encargado especialmente de que comprendiese, como le decía casi todas las noches: “que, si él era el hijo del sol, su pareja era su luna y sus estrellas”. Lo que, obviamente, le subía los colores al rostro, pero lo hacia flotar en una nube de felicidad también. Que alguien hubiese aparecido, al comienzo de la cuestión o antes de que sucediera y hubiese tenido un atisbo de posibilidad de conquistar a su joven pareja, le hubiese provocado, quizá no al mismo nivel, reacciones muy cercanas a las de Octavius.
_Más – continuó el Romano – mi pareja decidió sacarme de mis dudas infantiles y pude ver su relación con Loki por lo que era: pena por su situación; que, debo añadir, Jedediah no conoce en toda su extensión.
Levantó una ceja al escucharlo.
¿El General estaba diciendo lo que creía que decía?
_¿Y tú si la conoces? – le preguntó para salir de dudas.
_No, hasta hace seis días. El joven Nick me ayudo con su contraseña y pude ver completa la serie en la plataforma de internet que la transmite.
Admitió el hombre y tuvo ganas de golpearse el rostro con la palma de la mano.
¿Nick le había dado su contraseña y usuario a uno de los dos buscaproblemas más notorios del museo?
Inspiró profundo, tratando de calmarse.
_Octavius, eso no estuvo bien – le dijo tratando de buscar el tono con el cual no ofender a su amigo, pero destacar que su actitud no había sido la correcta – La historia de Loki… si bien es cierto que se transmite por internet, es algo que no deberías haber visto sin su permiso.
_Lo sé. Estoy de acuerdo – admitió el General – Pero, como tú la viste para poder revisar que deberías saber antes de recibir una nueva exhibición, yo la vi para conocer que estrategia aplicar para ayudar a Loki. Soy Romano, Larry. Nosotros planificamos en base a conocimiento, no podemos avanzar a ciegas.
_Igual Octavius. No se relaciona. Yo la vi porque mi trabajo lo demandaba – le señaló – Pero, como dice el dicho, no se puede llorar sobre la leche derramada. Supongo que Jedediah vio la serie contigo.
Internamente, no pudo menos que sentirse algo constreñido.
El vaquero era un buen tipo. Bocón, pero altamente empático. Sí llegaba a haber visto una reproducción del analista de la TVA, iba a tener un muy mal momento, pensando en el daño que le estaba provocando al dios nórdico sólo con su presencia.
_No. Le prometí al joven Nick que observaría la serie en privado y lo he hecho. Jedediah no ha sospechado porque he utilizado a mis hombres y su falta de entrenamiento por nuestro romance, lo que por otro lado es cierto, y he utilizado la computadora de este cuarto para poder verla en privado.
Bueno, al menos, no todo se había ido por la borda.
No todo el mundo sabía lo que le pasaba a Loki, ni porque le pasaba.
Lo cual era positivo.
Que, encima de que despertabas a un nuevo mundo y existencia, descubriendo que la anterior había sido un sueño ficcional, con sentimientos muy profundos por alguien que no estaba contigo, tenías que sumarle que todas las exhibiciones que te rodeaban te trataran de pobrecito, no colaboraba en nada en la posible integración futura de Loki a la dinámica del museo.
_No te excusa, quiero aclarar, pero fue una acción delicada y yo te la agradezco en su lugar. Loki merece estar en paz – le dijo – Ahora, volviendo al principio, tú quieres que, para solucionar el problema de la tristeza de este, traigamos una nueva figura, pero no su madre, su padre o su hermano. ¿Se puede saber quién?
_Mobius
Le contestó el romano sin inmutarse y, no tenía ninguna vergüenza en confesar que Teddy se había adelantado para levantarle con un dedo la barbilla.
“¿Es que acaso está demente?”
Pensó asombrado.
_A ver, pongamos esto en perspectiva. Tú viste la serie, ¿verdad? – el General le asintió - ¿Toda? ¿Hasta el final? – el hombre volvió a asentir - ¿Has hablado con Loki? – el romano negó con la cabeza – Entonces, ¿por qué crees que deberíamos traer a ese personaje y no a otro que, inclusive, él llegó a besar en el transcurso de la serie, a diferencia de Mobius?
_Porqué se distinguir entre un estado de confusión y la verdadera mirada de una persona enamorada – le aclaró el romano suspirando – Loki… ve a Mobius en Jedediah y sus ojos… se iluminan de la misma manera que los nuestros cuando vemos a nuestros amores… y se apagan de la misma manera de la que se apagarían los nuestros si alguna vez Ahkmenrah, Sacajawea y Jedediah, decidieran que no quieren estar más a nuestro lado y buscar reposo en otros brazos.
_Octavius – intervinó Teddy – Es una noble empresa la que persigues, pero no creo que esté al alcance del museo el contratar una figura nueva. El Dr. McPhee me explicó el otro día, lo que habían tenido que estrechar el presupuesto, para poder traer a los padres de Ahkmenrah y acondicionar la sala egipcia para recibirlos. Aún con la aceptación de Larry de no tener un aumento en cinco años, mientras le permitan usar los cuartos de servicio como vivienda por ese tiempo, es imposible que el museo pueda solventar un gasto así ahora.
Frunció los labios.
Era cierto.
Pasar todo por aduana, el traslado, las reformas, su contrato. Habían sido erogaciones complejas para el museo y el Dr. McPhee había hecho milagros para garantizarle a todos que pudiesen seguir juntos. Por eso había aceptado cobrar un sueldo muy mínimo, mientras le cedieran las habitaciones que antes habían pertenecido al encargado de mantenimiento.
No eran un departamento cómodo y amplio, como el que tenía antes, pero eran lo suficientemente acogedoras para poder recibir a Ahkmenrah durante las horas nocturnas y refugiarse allí ambos del resto del mundo, hasta que sus amigos venían a buscarlos.
_Una figura del tamaño de Loki – aportó a lo que decía Teddy – es muy cara Octavius. Cuesta de por sí casi una fortuna, porque para tener el detalle adecuado e integrar la exposición sin desentonar, debería ser igual a la de él, que es de cera y está esculpida. Y digo esto porque, aunque pudiésemos salir y encontrar una figura de acción de Mobius más pequeña, no sería lo mismo para el pobre Loki, ni podría ser añadida por el museo a la exhibición.
_Lo entiendo, por eso te vengo a pedirte que medies.
_No creo tener ese poder amigo – le dijo sonriendo con tristeza.
_¿Ni aún teniendo los recursos para hacerlo? – le preguntó el romano asombrado.
_Recur… Octavius, no estamos hablando de unas decenas de dólares, estamos hablando de cientos de miles de ellos – se volvió a ver a Teddy tratando de recordar una conversación que sobre el tema habían tenido cuando llegará Loki al museo - ¿En cuánto habíamos calculado que estaba valuada la escultura de Loki?
_Trescientos mil dólares – le respondió el ex presidente de los Estados Unidos – Eso es lo que decía la internet que valía aproximadamente una figura actualmente. Sin contar gastos de envío y seguridad.
_Sin contar gastos de envió y seguridad – resaltó asintiendo - ¿Entiendes Octavius? Casi medio millón de dólares cuesta una cosa así.
El romano se llevó una mano a la barbilla y pensó con detenimiento.
No iba a regañar a Octavius. Había tenido una idea bien intencionada. No era su culpa que no supiese a cuanto ascendía el monto de un trabajo artístico de esos. Él nunca había tenido que ganar un dinero semejante.
Su vida previa, había estado signada por la comodidad y holgadez económica de las clases dirigentes de Roma. Naturalmente estaba acostumbrado a obtener lo que deseaba sin tantos límites de gasto.
_Creo que… se puede solventar. Llegamos justo, pero llegamos.
Dijo este murmurando.
_¿Perdón? – le preguntó abriendo los ojos enorme.
_Que… puedo aportar el dinero para dicha empresa, si me ayudas a gestionarlo.
_Wow, wow, wow, momento – exclamó levantando las manos - ¿De dónde sacarías tú casi medio millón de dólares?
_Durante casi sesenta años, despertamos por las noches en este museo, Larry – le explicó el General – Durante todo ese tiempo, los visitantes, los empleados, uno descubre que se dejan cosas. Yo soy un General. Antes de Cecil y sus guardias, hubo otras personas que no nos tuvieron encerrados. Y aún con esos pudimos escaparnos en múltiples ocasiones. En esas ocasiones, enviaba a mis hombres a la búsqueda de provisiones y dinero. Todo el que pudiesen hallar. Algunas veces eran monedas, otras billetes, que ocultábamos bajo el diorama romano y que íbamos manteniendo actualizados todos los años al cambiarlos por billetes nuevos de la tienda de regalos.
Teddy se largó a reír ante la desfachatez del General de admitir que había aprovechado las noches para hacerse de una pequeña fortuna durante décadas.
_O sea que, si hoy voy contigo al diorama romano, ¿debajo de este vamos a encontrar medio millón de dólares en billetes? – le preguntó aún sin salir de su estupor.
_No, que va, ya no – le contestó riendo Octavius – La profesora Rebecca me ayudó a armar una cuenta bancaria. El dinero está allí depositado y, sólo lo hemos ido ampliando, aprovechando el cajero que instalaron…
_En la galería de acceso – terminó la sentencia divertido – Increíble. Un diorama entero tiene una cuenta bancaria accesible por cajero. Increíble.
_¿Y que pensabas hacer con el dinero si…? – comentó Teddy aclarándose la garganta – No que me interese si se usa o no, pero luego de Londres, sabiendo que no íbamos a… sobrevivir, ¿lo pensabas dejar allí sin más?
_No – confesó el romano – El contrato que firmé establecía un seguro, por el que, si en diez años no realizaba ningún movimiento en la cuenta, ese dinero fuese transferido al joven Nick para que lo utilizará. Suponía que, para ese entonces, al interés que estaba colocado, resultaría en un monto interesante para este poderlo usar en algo como sus futuras nupcias, que tengo entendido que son extremadamente costosas en estos tiempos que corren.
Sonrió enternecido.
Todas las exhibiciones adoraban a su hijo.
Era tremendamente honorable y un gesto gigante el que Octavius estaba comentando.
Iba a contárselo a Nick y estaba seguro que el romano terminaría encerrado en un abrazo por parte de su niño, ya no tan niño.
_Gracias Octavius – le dijo igualmente – Te agradezco que hayas pensado en ese gesto en nombre mío y de Nick.
_De nada, el joven Nick siempre ha sido un gran muchacho y todos lo apreciamos enormemente – señaló el romano – Ahora, ¿es posible o no encargar esa escultura?
Teddy y él se observaron atentamente.
Había un montón de cosas que podían salir horrendamente mal.
Pero, después de todo, ¿qué era la vida sin un poco de riesgo?
El tema Loki iba de mal en peor y, si no hacían nada, probablemente uno de esos días terminarían encontrando que este había dejado el museo a escondidas convirtiéndose en polvo al amanecer por no soportar la soledad.
Por lo que, no perdían nada intentándolo.
_Voy a ver si Tilly me consigue algún contacto con la gente del Museo de Madame Tussauds en Londres – les dijo levantando el teléfono – Si vamos a gastar esa cantidad de dinero y limpiarte la cuenta bancaria, más nos vale que sea por el Mobius más parecido y mejor hecho de todas las esculturas de cera que existen.