
Chapter 1
Kit
Kit salió de su apartamento sin un rumbo fijo, solo con las llaves, la cartera y el móvil encima a explorar la nueva ciudad en la que se encontraba.
Quería descubrir un poco el barrio en el que a partir de ahora residiría, necesitaba encontrar una buena cafetería, porque presentía que en su nueva etapa universitaria necesitaría mucha cafeína y no puede confiar en sus habilidades para prepararse ella misma un digno café.
Salió a la calle y se imaginaba la escena típica de película “romcom” donde la visión de lo desconocido la envolvía y cautivaba. Pero no fue así, la realidad la golpeó con fuerza, el ruido del tráfico era ensordecedor – ¿si ves que el semáforo está en rojo de que te sirve tocar el claxon como un desesperado? – la gente iba a mil por hora por la calle, la mayoría mirando su móvil y con caras largas. No es lo que ella tenía en mente pero que esperar de una gran ciudad.
Kit esta agradecida de este cambio de aires - aunque este esté un poco más cargado de contaminación – era una nueva aventura y a ella le encantan los retos. Ella proviene de Tir Asleen una ciudad grande y prospera, con muchas oportunidades, pero para realizar la especialización de su carrera ha tenido que mudarse a Angwyn, una ciudad no más grande, ni importante que la suya, pero resulta que el curso solo lo realizan aquí.
Kit puede decir que Tir Asleen es su ciudad no solo porque es donde ha crecido sino porque su familia, los Tanthalos, están muy vinculados a la política de la ciudad. Sin ir más lejos su madre es la alcaldesa de la ciudad, antes que ella lo fue su abuela y ahora se espera que Kit coja el relevo en el partido.
A ella la política y sobre todo seguir el legado familiar no le interesa, se siente presionada por su madre y el sequito de asesores que la persiguen arriba y abajo diciendo que y como ha de hacer las cosas. “No te puedes vestir de esa forma, Kit debes mostrar unos buenos modales, una chica como tú no puede mostrarse así en público, no da buena prensa que inicies una pelea en un bar, ¿qué pensará la gente si haces eso?, esto afectará al partido, …” Y así un largo etcétera de normas, medidas y pautas que para Kit hacían de su vida una prisión.
Así que en cuanto tuvo su oportunidad Kit escapo – prácticamente huyó – de la área de control de su madre. Esta bastante segura de que si hubiera buscado bien seguro que encontraría que la especialización que iba a hacer había algún centro más cercano a casa que también lo realizaba, pero esta información su madre no tenía por qué conocerla.
Con todo ello en mente, que la realidad de Angwyn no fuera como se lo había imaginado tampoco le importaba demasiado, porque lo que si había conseguido era ser libre.
Anduvo por la calle sintiendo un runrún en sus entrañas, la emoción de lo desconocido y las ganas de descubrir esta nueva ciudad. Aun ser una ciudad grande se podía pasear perfectamente por ella y desplazarse de un lado a otro a pie, a Kit no le importaba, es más le ayudaba a desconectar y relajarse. Sacó sus auriculares, sacó su móvil y busco en su reproductor de música alguna lista que encajara con su estado de ánimo, con su alegría.
Localizó un par de cafeterías que tenían buena pinta y mentalmente apuntó ir progresivamente probándolas todas hasta encontrar en cual se haría cliente habitual. Fichó los supermercados más cercanos a su apartamento y en su lista mental también añadió que tenía que hacer la compra o se alimentaria del aire. Kit recorrió el barrio empezando a conocer los locales cercanos y tomando nota de todo lo que es importante, como la farmacia que está a dos calles girando a la derecha y si por el contrario gira a la izquierda tiene una clínica dental – nunca se sabe si le será de utilidad -.
Se alejo de su zona y visitó por encima algunos lugares de interés, encontró una biblioteca y un gimnasio, más notas mentales de sitios que deberá volver a visitar. Había mucha gente por la calle y después de más de 3 horas deambulando decidió volver al apartamento. Las cajas que se amontonaban en su casa no desaparecerían por arte de magia.
De camino a casa volvió a pasar por delante del gimnasio, justo en ese momento vio como alguien entraba a paso apresurado en él, iba tan rápido que choco con ella.
-Y a ti que te pasa, ¿no tienes ojos en la cara? – bramó Kit dejándose llevar por su mal pronto
-No tengo tiempo para discusiones, perdón por el golpe – dijo la otra persona que llevaba un gorro de lana verde y unas gafas de montura fina de metal, hasta allí llego la información que pudo recopilar del atuendo de esa desconocida porque Kit no pudo apartar la mirada de ella, esos ojos y las pecas que cubrían toda su cara la cautivaron y los rizos pelirrojos rebeldes que intentaban escapar por debajo del gorro la acabaron de hipnotizar.
Tal fue el trance que no pudo responder, entro en fallo total del sistema y se quedó allí en medio de la calle de pie y prácticamente balbuceando. Dio gracias a cualquier ente divino porque la chica desconocida no se quedó a ver el gay panic más grande que había experimentado nunca, algo había dicho de que tenía prisa, mejor para Kit y su dignidad.
Al salir de su estupor volvió rápido al apartamento y decidió no volver a salir de allí al menos hasta el día siguiente así que para comer encargó a domicilio.
Su mente estaba vagando en el recuerdo de esa chica, de la cara de esa chica, que es en lo único que pudo llegar a fijarse, como las pecas cubrían toda la piel y esos rizos del color del fuego que llegaba apresados en una coleta pero alguno de ellos, rebelde y por las prisas adornaba su frente. Sus ojos con una expresión de vitalidad eran… espera, ¿de qué color eran?
Como puede ser que no se acuerde, de verdad que esa chica desconocida había conseguido fundirle los plomos de su cabeza. Cerró los ojos y alejo todos los pensamientos que tenía en ese momento para centrarse en hacer desaparecer la enorme cantidad de cajas que ocupaban todo el salón.
Jade
“Mierda, mierda, mierda” Un día matará a su compañera de piso, la ha tenido entretenida más tiempo del que pensaba y ahora llega tarde al trabajo. ¡Epa! No es lo que parece, su compañera de piso no la “entretuvo” de esa manera, ugh si es como su hermana.
El hecho es que la señorita despistada no encontraba sus llaves y claro, Jade no podía marchar hasta que las encontrara. Es por eso que ahora está corriendo con el corazón en mano para llegar a su destino.
Antes de entrar dio de bruces con una chica que está parada delante de la puerta, ¿Por qué la gente hace eso? No ven que es una puerta, un sitio de paso. Y encima la descarada tuvo la cara dura de culparla a ella, pero Jade no tenía tiempo de ponerse a discutir con ella, así que se disculpó y no esperó una respuesta de vuelta. Solo cuando ya estaba pasando el control de acceso del gimnasio se dio la vuelta y vio que la chica aún seguía en la misma posición en que la dejó. ¿Qué le pasa a esa chica? Aunque a de admitir que es mona, ¿espera que?
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Acababa de terminar su jornada en el gimnasio y estaba molida, después de darse una ducha y así ahorrarse gastar agua en casa, oye que el agua esta cara, se fue para casa haciendo una parada en el supermercado, se habían quedado sin huevos y conociendo a su compañera y su despiste constante no se habrá acordado de comprarlos.
Estaba equivocada, Elora había comprado huevos así que ahora tenían el doble de lo que consumían habitualmente, será cuestión de hacer muchas tortillas.
- ¿Y cómo ha ido tu día? - preguntó Elora después del episodio de los huevos
- Casi me haces llegar tarde al trabajo, por el resto bien – comentó Jade. En ese momento se acordó de la chica con la que tropezó en la entrada del gimnasio, ¿Por qué volvía a pensar en ella? ¿Será cliente del gimnasio? ¿La volverá a ver? ¡Basta! Sacudió esos pensamientos de su cabeza.
Elora no pasó por alto el humo que salía de la cabeza de Jade al tener su discusión interna
- ¿Todo bien?
-Si
No se la creyó, pero tampoco insistió, ambas estaban cansadas y no había nada que deseara ahora mismo que tocar cama y fundirse con las sábanas.
Kit
Por extraordinario que le parecía a ella misma, Kit se había levantado pronto esa mañana, eso es porque aún no se acostumbra al apartamento nuevo, solo necesita un par de semanas de adaptación y volverá a sus costumbres de siempre de no querer salir de la cama por las mañanas.
La noche anterior consiguió ordenar la mayoría de las cajas de la mudanza y ese apartamento empezaba a parecer un lugar al que a futuro llamar hogar. Aunque su madre era quien era, y su familia tenía dinero y poder, había conseguido no dejarse influenciar demasiado por su madre. Sorsha quería que Kit se hubiera quedado con un apartamento en la zona alta de la ciudad, de esos que tienen todos los servicios imaginables incluidos, hay algunos que te ofrecen servicio de limpieza, gimnasio, incluso algunos que podías contratar masajes o un chef para que te cocine.
Kit puede admitir que se ha criado en un buen entorno, donde nunca le ha faltado de nada y realmente esta agradecida y es consciente del privilegio en el que ha crecido, pero su espíritu de aventura le pide que no se lo den todo tan fácil y tampoco es que le interesa una vida llena de ostentaciones.
Es por ello que no quería un apartamento repleto de habitaciones en las que perderse, estaba feliz con su apartamento, pequeño, pero en un barrio agradable, relativamente céntrico del núcleo urbano.
El apartamento nada mas llegar encuentras un salón-comedor, que a un lado da a la cocina y en el lado contrario da a una habitación, hay un baño y otra pequeña habitación que Kit plantea usar de despacho/cuarto de los trastos.
En lo que se notaba la ayuda de su madre es que era que podía permitirse vivir sola sin tener que recurrir a compartir piso. Espera no sentirse sola, sino a futuro buscara una compañía peluda, a lo mejor puede adoptar un gato. Ya esta pensando nombres aun sin saber si lo hará.
Con todo el día por delante, decide ir a entregar unos papeles para el curso para terminar unos trámites administrativos.
Al salir de allí volvió a pasar por delante del gimnasio, ya que esta allí le va a echar un vistazo, para nada es porque la imagen de cierta pelirroja le viene a la cabeza.
El gimnasio es bastante grande, tiene dos salas de fitness, con máquinas, y salas más enfocadas a ejercicios de cardio. Tiene una clase de spinning, varios espacios para actividades dirigidas, una piscina y un spa, eso le gusta, y también alguna pista de tenis y pádel.
Pero Kit se queda fascinada con la opción que tiene de hacer clases de boxeo, y ese es el motivo final por el que se encuentra ahora firmando su inscripción.
Con una motivación renovada decide que esta misma tarde vendrá a hacer ejercicio, no se queda ahora porque no lleva la ropa adecuada y además aun tiene que hacer la compra, tiene la nevera totalmente vacía.
Aunque su idea es hacer las clases de boxeo sabe que su condición física actualmente deja mucho que desear, así que primero quiere ponerse un poco a tono. Para Kit el deporte no es algo ajeno, ha practicado toda su vida esgrima. Es una afición que se la transmitió su madre, Sorsha de joven casi podría haberse dedicado profesionalmente a ello, pero en esa época la esgrima no era un deporte bien tratado por el publico y era muy complicado dedicarse completamente a ello de manera profesional sin ayudas, sobre todo la de su propia familia. Aun así, lo mantuvo como afición y esta la transmitió a sus hijos, aunque solo Kit pareció ponerle interés y siguió practicándolo.
Con esta idea en mente Kit volvió a casa y una vez allí recibió un mensaje de texto.
Airk: Pero bueno, ¿te mudas de ciudad y te olvidas de tu hermano? Desde que llegaste no has dado señales de vida, mamá también pregunta por ti
Airk: Oye cuéntame como ha ido y dime cuando puedo pasar por allí a ver a mi hermanita pequeña
Airk: Ya dirás y llama a mamá
Kit respondió rápido a los mensajes
Kit: Si te vas a venir a ocuparme el piso no hace falta que ahora te cuente con detalles como ha ido la mudanza, ya te contare, pero todo bien
Kit: Por solo un minuto no te pases
Kit: Hoy es miércoles, entonces pásate el viernes y así puedes quedarte el finde, solo si te aguanto, si te pones pesado te echo
Kit: Luego llamo a mamá
Kit poco a poco iba siendo consciente del cambio que se estaba produciendo en su vida, ahora estaba sola en una nueva ciudad, alejada de su familia y todo lo que conocía, tenia que buscar un trabajo, para poder vivir – su madre paga la casa, pero solo eso, y del aire no se come-.
Pese a toda esta nueva situación que llevaría a más de uno a un ataque de nervios, Kit se sentía relajada y hasta emocionada por este futuro incierto, pero que por fin ella había podido decidir que fuera así.