
Risas
A veces caminabas a la tienda o a la oficina en las mañanas y escuchabas esas risas lejanas, como si hubiera un público en alguna parte, te detenías a buscar de dónde provenían cada que podías y te asomabas detrás de los autos o los jardines (¡porque todos los días tenías que ir a trabajar o hacer las compras de la semana!) pero después de aquel show de talentos donde se presentaron algunos vecinos (no dejaban de repetir "por los niños" ¿cuáles niños?) no lograbas encontrar el origen de esas risas. Lo curioso era que siempre las escuchabas en la oficina y nadie más podía oírlas o las escuchabas cerca a la casa de los Maximoff.
"Debe ser la televisión con el volumen altísimo, qué mala costumbre" Pensabas cada que pasabas por esa casa conformada por una pareja de esposos, Wanda y Vision, quienes estaban cerca de convertirse en padres.
Tenías la sensación de que algo no andaba bien contigo misma, con el vecindario donde vivías, Westview, o tal vez ambos. Habían cosas que creías tener muy claras pero a veces todo se ponía borroso en tu cabeza y las visiones horribles te parecían motivo suficiente para visitar al doctor cada cierto tiempo (¿tiempo? ni siquiera estabas segura si el tiempo corría y no podrías afirmar desde cuándo sentías esa inseguridad). Te habías acostumbrado a ver todo en blanco y negro y a vestirte de una forma muy modesta pero cada que pasabas por un espejo del centro comercial o las lunas de un auto, detestabas cómo te habías vestido y peinado, sentías que no estaba bien, de alguna forma.
"A ver...¿de qué estoy segura?"
te preguntabas cada mañana mientras caminabas por aquellos suburbios, cruzabas muchas calles, veías jardines, gente paseando a sus perros, al cartero dejando la correspondencia o un par de vecinas cotorreando en los jardines, todo era extrañamente normal. Tal vez demasiado para tu gusto.
"¿Mi nombre? Annie, así me llamo, pero ¿por qué suena tan raro cuando lo pienso?
¿...Qué más? Ah, sí...¿con quién vivo?...vivo sola. Soy soltera y no tengo hijos.
A qué me dedico...soy secretaria, trabajo en una oficina, ahora me dirijo a esa oficina
¿Cómo se llama la empresa donde trabajo? no tengo idea...
¿por qué no tengo idea? Agh, maldición"
No tenías claro desde cuándo llevabas ese estilo de vida y no tener las cosas claras te hacía querer salir corriendo desesperadamente hacia alguna parte.
La angustia te carcomía desde lo más profundo de tu cabeza cada que intentabas tener las cosas claras en tu vida, sólo sonreías a los extraños en la calle cuando te daban los buenos días o a tus compañeros de trabajo en la oficina. Trabajabas con Vision, el marido de Wanda Maximoff, y te parecía un sujeto raro. No sabías por qué pero algo en él te parecía sospechoso. Llegaba siempre a tiempo pero nunca parecía tener muy clara su función en la empresa (tú tampoco pero no lo hacías tan obvio), se la pasaba haciéndole preguntas a un sujeto llamado Norm sobre el envío de correos y siempre sonaban esas risas cada que él o alguno de sus interlocutores decían algo.
"¿Por qué las risas?"
"Ni siquiera fue tan gracioso...ese día sólo hizo una especie de chiste sobre el jefe"
- ¡Hola, querida!- Una voz femenina te sacó de las profundidades de tus pensamientos en plena calle - ¿Te encuentras bien? - Cuando volviste a la realidad estabas frente a tu vecina, Agnes, quien vivía frente a tu casa. No la habías visto aproximarse por estar perdida en tus pensamientos y su presencia frente a ti casi te hizo saltar del asombro, llevaba un vestido similar al tuyo pero un broche adornaba su chaqueta y el cabello oscuro estaba perfectamente peinado, parecía salida de algún comercial de aspiradoras que salían en televisión con la sonrisa impecable de oreja a oreja, tuviste que luchar contigo misma para prestar atención a lo que te decía.
- ¿Hola? ¿Tierra llamando a Annie?- Agnes sonreía con amabilidad mientras te escaneaba el rostro con la mirada, habías cruzado muy pocas palabras con tu vecina desde el show de talentos pero cada vez que la veías te causaba una intriga que preferías no resolver porque no querías quedar como una entrometida. No sabías si era la forma en la que soltaba bromas algo subidas de tono en público o la sonrisa que mostraba todo el tiempo frente a los demás vecinos, hasta su forma de dirigirse a los demás era diferente. Todo en ella lo era.
"Quedarse mirándola es de mala educación" te repetías mentalmente desde el show de talentos, no querías ser irrespetuosa, en Westview nadie lo era y lo último que querías era una escena vergonzosa o ser el hazmerreír del vecindario.
- Agnes...lo siento...- Tú y Agnes se habían presentado en ese show de talentos donde participó el matrimonio Maximoff. Apenas terminaron su acto, Agnes caminó hacia ti y te preguntó tu nombre, por suerte recordabas aquello porque sería raro que sepas su nombre sin haber hablado previamente con ella.
- Estaba un poco distraída, lo siento...- intentaste disculparte, Agnes te miraba y escuchaba con atención.
- Descuida cariño, sólo te vi un poco alterada y quería asegurarme de que todo esté bien, ¿te sientes bien?
- Si...bueno, sólo estaba pensando en...- Habías tenido otra especie de laguna mental, ¿en qué pensabas? te habías perdido, la mujer observaba tu rostro pensativo detenidamente como si fuese a darte un diagnóstico. Sus ojos parecían escanearte de pies a cabeza y podrías jurar que estaba realmente preocupada por tu estado de salud, algo curioso para ser alguien que te conocía tan poco.
"¿Tal vez es doctora?" el pensamiento cruzó rápidamente por tu cabeza.
- Debe ser el estrés del trabajo, cariño, ¿a qué te dedicas? - Preguntó Agnes colocando una mano sobre tu hombro, la mano fina y elegante con algunas venas sobresaliendo tenía un anillo de matrimonio en el dedo.
"Es casada" fue lo primero que pensaste. "Claro, si mencionó a su marido, un tal Ralph, creo que así se llamaba" Tus ojos seguían fijados en los suyos mientras tu mente trataba de funcionar correctamente "¿Por qué me siento abatida?"
No entendías nada pero no tenías tiempo para ponerte a sobre-analizar todo, tenías a alguien hablando contigo en ese preciso instante y sabías la respuesta a su pregunta, eso te causaba un poco de alivio.
- Oh...soy secretaria, trabajo en...- Estuviste a punto de tener otra laguna mental pero afortunadamente, tu vecina te interrumpió.
- Claro...Ya veo, cariño, ¿Estás libre en la tarde?- La mano de Agnes pasó de posarse en tu hombro a sostener suavemente tu brazo y sus intimidantes ojos seguían estudiando tu rostro confundido, sólo que con una tierna sonrisa. Asentiste con la cabeza casi automáticamente, le devolviste la sonrisa y Agnes soltó tu brazo. "Claro..." te escuchaste decir que sí pero fue como si tú misma no te hubieses ordenado a hablar a pesar de que estabas totalmente dispuesta a pasar tiempo con tu vecina, después de todo casi no socializabas en ese vecindario.
- ¡Excelente!- Exclamó Agnes, sin temor alguno que los vecinos hayan volteado a mirarla. - Ven a mi casa después del trabajo, un poco de té ayudará a relajarte. Ralph casi no está en casa así que no nos molestará con sus estúpidos partidos. - Agnes gesticulaba con las manos mientras hablaba y los movimientos que hacía con éstas te distraían, también la infinidad de expresiones faciales que la mujer podía hacer en tan corto tiempo.
Tal fue la distracción que ni siquiera notaste a las risas sonar nuevamente apenas Agnes mencionó los estúpidos partidos de su esposo.
- Genial... - Respondiste. - Muchas gracias Agnes, estaré encantada de visitarte. - Le devolviste la sonrisa lo mejor que pudiste. Acto seguido, tu vecina acercó una de sus manos justo hacia tu cabello para sacar una hoja seca y entregártela causándote escalofríos cuando sus manos se rozaron, todo aquello sin dejar de mirarte a los ojos.
- ¡Nos vemos, cariño!- A Agnes no le importaba en absoluto que todos los vecinos se hayan quedado observándolas y arqueando cejas por toda la calle, pero las opiniones de esas personas extrañas pasó a un segundo plano después de su invitación, no dejaste de sonreír camino a la oficina y ni siquiera prestaste atención a las risas alrededor de Vision en toda la jornada.
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Jamás habías esperado tanto el final del día y ni siquiera sabías por qué. Pensaste que tu vida era tan triste y monótona que nada fuera del trabajo te podría causar un entusiasmo que te haga mirar el reloj cada diez minutos, luego Agnes te invitó a tomar el té y ya estabas perdiendo la cabeza. Redactaste mal cinco correos y el jefe te lanzaba miradas asesinas cada que pasaba por tu escritorio a pesar de que los correos no tenían destinatario.
"Debe ser por la falta de socialización, Annie"
"Espera, ¿por qué estoy escribiendo correos sin destinatario? bueno, qué más da..."
Te decías mientras guardabas tus cosas rápidamente para salir volando del edificio, casi no hablabas con tus compañeros más que por temas laborales y las palabras eran exactamente las mismas todo el tiempo (¡Buenos días, Annie!, ¿Tengo una junta importante hoy, Annie" "va a venir un cliente muy importante, Annie") se veían absortos en sus propias funciones repetitivas y así era día tras día, ni siquiera sentías la necesidad de interactuar con ellos, sólo querías saber qué andaba mal con todo el entorno.
- ¡Hasta luego!- Volteaste y viste a Vision dirigiéndose a ti. Era extraño, Vision nunca te había dirigido la palabra y estaba a punto de caminar hacia tu dirección pero tú sólo contestaste lo mismo y te retiraste sin seguir la conversación. Ya investigarías lo que te preocupaba más adelante, mucho más adelante.
Bajaste las escaleras rápidamente y caminaste apresurada, no querías llegar tarde aunque Agnes y tú ni siquiera fijaron una hora exacta, sólo seguiste el impulso de llegar a su casa lo más rápido que podías, la imaginaste sentada en un sofá con una taza de té en la mano y la misma sonrisa con la que se presentó en la mañana, cuando te diste cuenta estabas corriendo en tacones por la calle vacía y si algún vecino llegaba a verte no tendrías una explicación coherente.
"¡Ya basta!, ¿Cuál es tu problema?"
La casa de Wanda y Vision quedaba justo al frente de la de Agnes y al pasar por ahí pudiste notar que la luz del piso de arriba se apagaba, una escena acompañada de unos vítores de los cuales no sabías su procedencia. Se te cruzó por la cabeza que tal vez Agnes sepa algo de esos ruidos y esas risas, pero primero tenías que saber cómo rayos abordar el tema sin distraerte con algún gesto o mirada intimidante de la mujer. Te detuviste cuando te empezaron a doler los pies, los zapatos te hicieron heridas en los tobillos y empezaste a preocuparte, llegaste casi cojeando a la casa de tu vecina.
"Nunca había tenido heridas, ¿por qué me está pasando esto justo ahora?"
Tomaste aire y trataste como pudiste de ocultar la expresión de dolor por las heridas de tus pies, no entendías el motivo de tus palpitaciones, era sólo una visita a la vecina de la casa de al lado y lo más probable era que se acabe antes de su telenovela de las ocho o la cena con su marido, ¿Cuál era el problema? tragaste saliva, intentaste enderezarte y decidiste tocar la puerta, tu mano temblaba y necesitabas dejar de hacer eso.
"Esto de no hablar con nadie me está afectando demasiado, debo acostumbrarme"
No habías tocado la puerta ni tres veces y ésta se abrió de pronto para ver a una sonriente Agnes recibiéndote directamente con dos besos en la mejilla y dejándote paralizada de los nervios, pero con una sensación extrañamente agradable y cálida en el rostro.
- Te he estado esperando, cariño, llegaste justo a tiempo...