"Puedo Amarte Todo El Día"

Marvel Cinematic Universe DC Extended Universe Wonder Woman (Movies - Jenkins)
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"Puedo Amarte Todo El Día"
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Summary
Un avión cae inesperadamente en las amplias aguas de una discreta isla y la princesa de dichas tierras no pierde tiempo en ir a averiguar de qué se trata. Absolutamente no veía venir lo que le traería el destino al momento de acudir al rescate de un hombre.Dos extraños que se unen por una misma causa y los mismos ideales, descubrirán en su trayecto que en realidad no son tan diferentes como pensaban.La travesía llena de aventuras, emociones y sentimientos que ambos enfrentarán será inolvidable.
Note
Buenas, buenas.Bienvenidos, debo admitir que esta es mi primera historia de superhéroes y la quise hacer de mi segundo ship favorito uwu. Algo impopular lo sé pero los amo juntos y son superiores. <3333Quisiera decir que esto está inspirado más que nada en las primeras películas de cada uno de ellos, al igual que su aspecto.Y habrá partes que sufran cambios para que encaje con mi narrativa. :)Creo que el nombre es re cursi pero tiene la esencia de los dos tórtolos y a lo mejor lo cambio, quién sabe.En fin, espero que les guste y que salga como me lo imaginé porque en mi cabeza era épico xdd.Gracias por leer y disfruten del cuento este.
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Chapter 4

IV

La susodicha se alejó del hombre en el instante que logró mirar a su madre aproximarse hacia ellos cada vez más, tras ella seguía un pequeño séquito de lacayas, vistiendo ropas similares a las de Diana en estilo griego y colores bronce excepto que sus cabezas eran cubiertas por cascos y, todas ellas iban montadas en sus respectivos caballos, claro que también estaban armadas.

La mirada de un Steve paralizado iba de la Reina, una mujer grande e imponente de cabellera dorado oscuro que lucía una corona sobria a la Princesa buscando seguridad que no encontró cuando la última ni siquiera lo vió de vuelta, sólo retrocedía en pequeños pasos y dejó ver su evidente molestia poniendo los ojos en blanco, tal parece que la presencia de aquellas mujeres no la complacía en lo absoluto.
Hizo lo más sensato que pudo y se puso de pie, en cuanto lo hizo tenía al menos quince arqueras apuntándole listas para disparar a la orden de su líder, el soldado levantó ambas manos a la altura de su cabeza para demostrar que él no planeaba hacerles daño, lo que buscaba era acatar las leyes del lugar y estar a la disposición de ellas.

-Soy Steve Rog ...- intentó decir pero Hipólita no tardó en gritar. -¡Captúrenlo y traiganlo!- las guerreras sin perder tiempo llegaron hasta él y comenzaron a sujetar sus brazos y a atarlo con sogas, él no se resistió. -¡Alto madre!- esa voz provocó que Steven mirara atrás con las cejas levantadas. Diana deseaba interceder por él y hablar con la Reina para explicarle todo pero cambió de idea al ver la expresión que ella le dirigió así que nada más se calló y agachó la cabeza con impotencia.
Mientras tanto el Capitán era asegurado con fuertes nudos sin permitirle movilidad y cortándole la circulación en sus muñecas todo sin hablar porque presentía que ya tendría oportunidad de hacerlo. Al término de esto iba siendo jalado por dos mujeres a cada uno de sus flancos en dirección a un caballo, era gigante mucho más que los que ya conocía, de color blanco con los cabellos de su crin y cola en dorado.

El animal esperaba paciente y cuando las tres personas llegaron junto a el, la chica rubia comenzó a ajustar su montadura mientras la otra pelirroja prácticamente arrastró al hombre y lo arrojó con impactante fuerza arriba del equino, el pobre apenas se pudo acomodar pero sí quedó bien sentado aunque casi no se podía sostener por lo que se aferró con fuerza de las riendas que tenía cerca. Con la jinete montada y el control total dió al caballo la orden para ponerse en marcha siguiendo a los demás que ya habían partido segundos antes.
Steve alzó la vista al frente y ahí estaba ella, Diana, a la cabeza en un caballo café y cabellos negros que iba conduciendo la Reina.
No tuvo de otra que admirar sus alrededores en lo que llegaban a su destino, vaya que el lugar era bello, se atrevería a decir que lo más hermoso que ha visitado pero esta vez sin invitación. Enormes y frondosos árboles rodeaban el sendero, se escuchaban diversos cantos de aves que casi no se dejaban mirar y la flora era en verdad bonita y colorida, él esperaba encontrarse con algún animal originario de ahí porque se moría de ganas de dibujar ese paisaje, se aseguró de memorizar todo para poder plasmarlo al papel.

Diana se mantuvo callada sumergida en sus pensamientos, mentiría si dijera que estaba tranquila. Temía por las consecuencias que los últimos acontecimientos les podrían traer no tanto a ella pero sí al Capitán, por lo poquito que habían interactuado se dió cuenta que era bueno y no había por qué temerle, si bien creía conocer a su madre y de lo que era capaz al recordar su forma de expresarse de los Hombres, cómo parecía despreciarlos y tener una desconfianza hacia ellos la ponía nerviosa. Como la razonable y comprensiva monarca que era seguramente escuchará lo que los involucrados necesiten decir y sobre eso basar cualquier desición en dichas declaraciones.
El camino se hacía más corto pues ya se distinguían los campos de entrenamiento, los hogares entre otras cosas, la Princesa miró atrás para checar en el único varón y aquel se encontraba mirando para todos lados; el asombro escrito en su rostro, contemplaba todo lo que sus ojos captaban y justo éstos se abrieron como platos cuando un grifo pasaba a su lado y eso la hizo sonreír de nuevo, actuaba como si un niño conociera el mundo por primera vez. -¿Todo en orden?- le preguntó Hipólita a lo que sólo asintió.

Ya estando en el reino el basto ejército se encaminó a donde se ubicaba el lugar predilecto de su soberana y compañía donde se llevaban a cabo eventos importantes y donde se discutían los temas de mayor importancia, se disponían a bajar ahí no sin antes de que todas desmontaran y entregaran sus caballos para llevarlos a su debido sitio. Las mismas mujeres que subieron al soldado ahora lo ayudaban a bajar y lo dirigían a la entrada, todavía faltaba bajar unos cuantos escalones; eso dió tiempo a que la extensa población de las Amazonas se reunieran a lo que parecía ser una arena, el espacio era bastante amplio. Cada una iba tomando su posición, nunca quitándole los ojos de encima al intruso y sostenían firmemente sus lanzas por lo que Steve apenado no se atrevió a alzar la cabeza hasta que estuvo seguro que había avanzado lo suficientemente como para que lo siguieran observando. Lo colocaron justo en el centro e hicieron que se arrodillara, frente a él estaba la reina como a dos metros de distancia arriba en los escalones que eran cubiertos por su capa hecha de pieles, a la derecha de ella había otra mujer que no recordaba haberla visto en la playa vestida en armadura completa con su respectivo arco y flechas en su espalda, se parecían mucho y podría decir que tenían lazos sanguíneos, a su otro lado Diana ya resignada adoptó una postura erguida y lo miraba directamente, el rubio sabía que quería comunicarle algo a través de sus ojos más no supo qué ...En la ausencia de las palabras este día por lo menos, todo se había transmitido con miradas.

-Reina Hipólita, Generala Antíope, Princesa Diana.- vociferó una de las guerreras y las demás levantaron sus lanzas y las azotaron en el suelo, el sonido fue estremecedor. La primera caminó hacia adelante preparada a hablar.
-La ley de Afrodita dicta a dar muerte a todo hombre que pise nuestro territorio; ellos no están permitidos aquí.- dijo mientras miraba a toda su tropa y Diana con un gesto alarmado con gran voluntad evitó interferir y continuó en su lugar. -Sin embargo es imposible que dichos mortales vengan a la isla o incluso que sepan de ella por lo que tenemos ante nosotras un caso sumamente especial ya que uno de los suyos logró entrar.- miró fijamente a Rogers pero no había terminado. -Hemos de dedicarnos a averiguar el por qué y el cómo, entonces tú- apuntó al prisionero. -vas a hablar y revelar todo.-
De una esquina llegaba una dama que en sus manos cargaba con una soga de color amarillo, la sostenía como si del Santo Grial se tratara y se detuvo justo al lado de él. Esperó y con un asentimiento de la Reina maniobró la cuerda y se enrrolló al rededor del torso del Súper Soldado, quien juró que había aumentado en longitud; segundos después, del objeto irradiaba en su totalidad un resplandor tan brillante que recordaba a la luz del sol.

Hipólita ya estaba avanzando hacia el joven hombre. -Este es el Lazo de Hestia, te obliga a decir la verdad. Habla, quién eres, cómo llegaste y qué es lo que quieres.
Steve algo aturdido y con expresión confundida le devolvió la mirada a la mujer y respondió sin más.

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