
– Steven necesita la charla sobre el sexo seguro.
La declaración de Jake, dicha con tanta necesidad y seriedad, lo hace escupir la cerveza que ha metido de contrabando en la habitación; obligando a Marc a toser con torpeza para que un poco de oxígeno vuelva a entrar a sus pulmones y no muera ahogado.
– ¡¿Jake, qué demonios?!
Frente a él, Jake se cruza de brazos y alza una ceja en su dirección. Marc frunce el ceño mientras deja la botella escondida tras la cama y se enfrenta a su hermano.
– Steven necesita que alguien le dé la charla sobre sexo –vuelve a repetir en un tono de desden, como si Marc fuese alguna especie de estúpido.
Marc, por el contrario, niega con la cabeza mientras sus mejillas se vuelven rojas demasiado rápido. Las palabras Steven y sexo en la misma oración hace que su estómago se vuelva nudos de forma extraña y su corazón lata rápidamente.
– Papá debería darle la charla, Jake.
Jake ríe con sarcasmo, echando la cabeza hacia atrás sin temor a que su sombrero se caiga.
– Papá es demasiado cobarde como para hablar de relaciones con nosotros y sabes que mamá solo se preocupa por Randall ¿De dónde crees que lo aprenderá Steven?
– De la escuela, como un niño normal… –responde Marc de forma obvia, dos de sus dedos apretando el puente de su nariz para reunir un poco de tolerancia hacia la presencia de su hermano.
– ¿De la escuela? No seas idiota, Steven es demasiado tímido para ir a las clases de Educación Sexual. Tú le dirás sobre el sexo antes de que alguien más le de un trauma de por vida.
Marc resopla por lo bajo, aunque una parte primitiva de él se enfurece ante la idea de que alguien más pueda meterse con su dulce Steven. Convertirá a cualquiera que se meta con su hermano en pulpa con sus propias manos, eso lo jura.
– ¿Y tú por qué no le das la charla, eh? –pregunta Marc en un débil intento.
Jake sonríe mostrando los dientes.
– ¿En verdad quieres que hable de sexo con nuestro hermanito?
Marc abre los ojos horrorizado.
– ¡No!
Por supuesto que no va permitir que Jake hable de ello con Steven, solo Dios sabe qué clase de cosas podrá meterle Jake en la cabeza a su hermano menor. No, negando con firmeza con la cabeza, Marc no permitirá tal cosa.
En ese momento, la puerta de la habitación se abre con un sin sonido y una despeinada cabellera castaña se asoma por ella.
Marc contiene el aliento cuando los ojos tímidos de Steven se posan en él.
– ¿Muchachos? ¿Hay algún problema? –pregunta, su cuerpo poco a poco revelándose más y saliendo de la protección de la puerta de madera oscura.
Jake, porque es un maldito bastardo que solo gusta por molestarlo y llevar su paciencia a su límite, habla antes de que él pueda calmar a Steven y prometerle que todo está bien; que no hay nada por el cual preocuparse. Demonios. Si Marc no intentara ser un buen hermano mayor, estaría empujando a Jake por las escaleras.
– En realidad, hermanito, Marc aquí tiene algo importante que decirte. Y es mejor que le prestes mucha atención ¿Si? –dice Jake con una sonrisa de idiota, su mano posada sobre el hombro tenso de Marc. Su voz es un susurro cuando se inclina sobre su oído– No perviertas a nuestro hermanito, Marc.
Su mano se aprieta firme y dolorosa, pero Marc no sabe si tomarlo como un juego retorcido por parte de Jake o solo una amenaza latente. Tratándose de su hermano, cualquiera puede ser la respuesta a ello. Ya sea porque le parece divertido meterse con él, o porque le importa lo que Steven pueda pensar luego de ésto.
Pero Marc la ignora por el momento, solo observa a Jake caminar hacia Steven sin perder la tonta sonrisa, darle un pulgar arriba con ánimos como si fuese a servir de algo y salir de la habitación para fastidiar a alguien más.
Casi puede sentir recuperar el alimento, un soplo de tranquilidad que se pierde cuando su mirada se cruza con los ojos suaves de Steven.
Mierda.
– ¿Quieres hablar conmigo, Marc?
Doble mierda.
Traga saliva pesadamente mientras asiente con un gesto pesado, como si de pronto su cuerpo fuese el doble de pesado, sus piernas de gelatina y su voz se negara a salir de su garganta.
Frente a él, Steven sonríe con dulzura. Sus gafas de lectura y su suéter demasiado grande lo hacen ver adorable y suave. A sus dieciséis años, Steven sigue siendo una cosita linda y tierna.
Marc tiene la tentación de saltar por la ventana.
– Si, eh… Por favor, siéntate conmigo.
Steven obedece, dejándose caer con él en la cama. Hay cierta confusión en su mirada y parte de él está tentada a sólo cambiar de tema ahora que tiene la oportunidad de hacerlo, tal vez engatusar a su inocente hermano para salir de aquí y evitar a Jake hasta que llegue a la universidad.
Pero no puede hacer eso. Desea creer que no es un completo cobarde al respecto.
– ¿Qué sucede, Marc? –pregunta Steven inclinando la cabeza de lado como si se tratase de un cachorro confundido.
Marc traga saliva de forma pesada, hay un sudor frío corriendo en su nuca y sus manos comienzan a frotarse contra sus pantalones.
Respira de forma pesada antes de armarse de valor y mirar a su hermano a los ojos.
– ¿Sabes sobre las flores y las abejas, Steven? –pregunta, su ceño fruncido y la voz baja por la seriedad.
Frente a él, Steven sonríe abiertamente mientras asiente con entusiasmo.
– ¡Por supuesto que sí! –responde, su cuerpo inclinado hacía su hermano mayor mientras canturrea– La relación entre las flores y las abejas es un ejemplo del mutualismo. Una abeja traslada polen de una flor a otra, fertilizando las plantas. Es muy importante para el ecosistema del mundo ¿De eso querías hablar conmigo? ¡Oh, Marc! Ésto es muy divertido.
Marc está jodido.