
Te estaré vigilando
Bip. Bip. Bip.
Michelle Jones, que estaba cómoda bajo su cálido edredón gris, levantó la cabeza hacia los gritos del despertador.
Gimiendo, golpeó con la mano el aparato, silenciándolo efectivamente. Unos minutos más de ese ruido y los vecinos se iban a quejar. Ya se quejaban lo suficiente de los gritos de sus padres; MJ no ha de agregar un despertador molesto a la lista cada vez mayor.
Al abrir los ojos se encuentra con el ardiente sol y tiene que entornarlos durante tres segundos antes de volver a cerrarlos y colocarse el edredón sobre los hombros, abrazando la tela contra su pecho.
MJ buscó ciegamente su móvil alrededor de su mesita de noche, pero sus manos tropezaron con un pequeño marco de madera y las comisuras de sus labios se levantaron.
Su equipo de decatlón académico había tomado una foto la semana pasada y MJ había acudido de inmediato a Rite Aid para revelar la foto y poder colocarla en el marco de madera sobre su mesita de noche.
MJ se puso derecho en su cama, pasando los dedos sobre el marco con la sombra de una sonrisa. Este marco una vez había sostenido una foto de su familia. Una vieja de la Navidad en la que su mamá y su papá la besaron bajo el muérdago, con MJ sumergida en una pila de regalos.
Pero eso fue antes de que sus padres comenzaran a pelearse todos los días. Eso fue antes de que los insultos hacia ella comenzaran a convertirse en algo habitual. Eso era cuando se hacía llamar Michelle en lugar de MJ. Eso era cuando sentía que realmente tenía una familia. Ahora, el equipo de decatlón académico era lo más cercano que tenía MJ a una familia, por lo que le había parecido apropiado reemplazar la foto de sus padres con la de sus amigos.
MJ salió arrastrándose de la cama, sintiéndose como un zombi mientras iba al baño a cepillarse el cabello increíblemente rebelde. Tenía vagos recuerdos de su madre haciendo esto por ella cuando era muy pequeña, pero en general, MJ se había estado cuidando a sí misma desde que era joven. Sí que era más joven que la mayoría de las chicas cuando comenzó a vestirse y peinarse sola.
Cuando se trataba de su cabello, aparte de mantenerlo limpio, a MJ no le importaba mucho cómo se veía.
Después de atascarse unos cepillos en su pelambre castaña oscura, se conformó con atarla en un moño desordenado. Su cabello se veía lindo. No perfecto como el de las chicas populares de la escuela, pero copado de todos modos. Además, MJ no quería ser como ellas. Era su propia persona, apegada a sus propios valores, incluso si a veces se sentía increíblemente sola por eso.
Antes de vestirse, MJ echó un vistazo despreocupado a la ventana.
De alguna manera sus ojos siempre encontraban a Peter Parker en el apartamento de arriba frente al de ella. MJ sonrió mientras lo miraba cepillarse los dientes y bailar alrededor de su habitación. Era un tonto.
MJ conocía a Peter desde el cuarto grado cuando se había sentado a su lado en la cafetería durante el almuerzo, a diferencia de todos los demás. Siempre había sido un geek, desde coleccionar figuras de acción de Star Wars hasta hablar sobre D&D con Ned y usar suéteres con chistes científicos y matemáticos todo el año. Pero también era una buena persona y eso era lo que había atraído a MJ hacia él.
Para un geek, era muy extrovertido. Le gustaba hablar y hablar y hablar. Cosa que a MJ no le importaba, porque era todo lo contrario. Prefería estar callada la mayoría de los días, pero por eso los balbuceos interminables de Peter eran agradables. Peter se aseguraba de que nunca hubiera un silencio incómodo, lo que generalmente ocurría cada vez que MJ hablaba con alguien más.
Pero eso no significaba que sus conversaciones no fueran increíblemente incómodas, porque sí lo eran. Peter simplemente era una persona torpe. Confundía sus palabras, hablaba de cosas raras como las uñas y nunca se sabía si algo que decía era una broma o serio. Pero por otro lado, MJ supuso que ella no era mucho mejor. Torpe era su segundo nombre.
Cerró las cortinas, con miedo de que si se quedaba mirando demasiado Peter pudiera atraparla. No era que estuviera interesada en él o algo así. No quería que Peter tuviera una idea equivocada. No, MJ no estaba enamorada. Simplemente era muy observadora. Eso era todo. Sin embargo, admitiría que estaba especialmente atenta al misterio que era Peter Parker.
Ese tonto torpe tenía un don extraño para desaparecer y reaparecer como un mago. Era más listo que el hambre, pero siempre entregaba tarde sus tareas. Culpó a su pasantía Stark y sus clases, pero MJ sintió que había algo más… algo que no le estaba contando a nadie.
Luego de vestirse y coger un Pop-Tart para desayunar, salió corriendo por la puerta para llegar a tiempo al colectivo.
Vivir en Queens, Nueva York, significaba que tenía que tomar el bus para ir a la escuela todas las mañanas.
—Hola —llamó Peter mientras salía disparado de su apartamento, trotando para alcanzarla.
La chica se tensó ante sus pasos. Empezó a aminorar el paso, permitiéndole alcanzarla.
—¿Qué haces, MJ?
—Voy a la clase —murmuró.
—Sí. Yo también. ¿Terminaste de leer ese libro? ¿Cómo se llama? ¿Servidumbre humana?
MJ se rió entre dientes—. No. Me queda la mitad. Necesito algo para mantenerme ocupada durante la clase de gimnasia, ¿sabes?
—Cierto —concordó Peter. El cuello de su camisa a cuadros se asomaba a través de su suéter azul medio. Qué atuendo tan geek. Pero se veía suave y cómodo y le quedaba muy bien. Espera, no estaba enamorada. Claro que no.
—Así que, ¿de qué se trata el libro? —preguntó Peter, jadeando un poco por correr.
—Oh, no quieres saber. Es demasiado maduro para ti.
—¡Ay! —dijo, mostrando todos los dientes. Era uno de esos chicos que tenían los dientes perfectamente alineados, pero había algo en los dientes de Peter que lo hacía parecer más joven. Era como si tuviera dientes de leche. O tal vez era solo su cara de bebé lo que los hacía parecer pequeños.
—Sabes, ya tengo quince años. Puedo ser maduro para ti si quieres —respondió el chico, esforzándose tanto por sonar seductor pero fracasando miserablemente.
—Una verdadera persona madura tomaría más en serio el tema del abuso sufrido por los sirvientes contratados —se burló MJ.
—Bueno… eh…
Se enorgulleció de hacerlo sonrojar. Dos manchas rosadas cubrían sus mejillas, y ella se palmeó la espalda, como si fuera su objetivo diario avergonzarlo.
—Es broma, es broma. En realidad, se trata de este tipo, Phillip, que conoce a una mesera irresistible y se sumerge en una espeluznante y tortuosa relación masoquista que casi lo arruina —explicó MJ.
Pero Peter dejó de sonreír. Sus manos se apretaron alrededor de las correas de su mochila hasta que se pusieron blancas, y MJ inmediatamente sintió que había dicho algo mal. Quería retirarlo rápidamente.
—No es copado ni nada, las relaciones masoquistas. Bueno, un poco copado. Es interesante. Como son los asesinatos reales —Hizo una mueca—. ¡Pero malo! —agregó, sintiendo que a su boca le gustaba fastidiarla.
Se acercaron a la parada de colectivo, pasando las MetroCards mientras caminaban por la terminal y esperaban en la atestada estación.
Peter intentó sonreír otra vez, pero sus ojos permanecieron oscuros—. Está bien. Sé lo que quieres decir. Suena interesante.
Debería preguntarle si estaba bien. Se dijo a sí misma que le preguntara, pero ahora estaba callada por demasiado tiempo. ¿Por qué Peter estaba tenso por una conversación sobre un libro? ¿Se acuerda siquiera de lo que estaban hablando? Tal vez sería raro decir algo al respecto ahora que el momento había pasado. No, debería decir algo. Pero, ¿qué pasaría si él empezara a hablar? Sería muy extraño. Mierda. Bueno. Iba a preguntarle.
—¿Crees que el Sr. Montez nos va a asignar otro ensayo? —preguntó Peter. Y el momento se perdió oficialmente. Buen trabajo, MJ. Oh, espera, Peter quería que respondiera. ¿Qué preguntó? Mierda.
—Eh… quizá —dijo, porque esa siempre era una buena respuesta. Cuando Peter asintió, sintió una punzada de alivio instantánea. Crisis evitada.
—Espero que no —murmuró Peter—. Ya tengo tanta tarea que necesito hacer este finde. Creo que me voy a morir si nos asigna un ensayo.
¿Por qué no se había puesto al día con su tarea? Todo lo que Peter hacía durante la sala de estudio y el almuerzo era la tarea. No debería tener mucho más que completar. ¿Qué? ¿No podría dedicar una hora en casa a escribir sus papeles?
—Vaya, odio los ensayos. Todavía tengo que completar la de historia —balbuceó.
—Sí… re paja por ti —bromeó. Probablemente eso no era lo que debería haber dicho. No es lo que hubiera dicho la chica más popular de la escuela.
Inhalando, MJ lo intentó de nuevo—. Bueno, si tenemos más tarea, siempre puedo ayudar si quieres. Soy muy buena escribiendo y sé que tienes dificultades para formar oraciones, así que…
MJ contuvo la respiración, esperando su respuesta. Cuando no dijo nada, sus mejillas ardían de humillación. Sabía que era rara. Pero momentos como este, cuando se ofreció a hacer algo amable pero fue rechazada por ello, mostraban vívidamente sus defectos. Y a MJ no le gustaba ser humillada.
Estaba a punto de burlarse de su ropa tonta y darse la vuelta cuando notó que ya no estaba a su lado. Escaneando todo el lugar, MJ no pudo encontrarlo en ninguna parte.
Peter había hecho otro Houdini, desapareciendo sin previo aviso como si nunca hubiera estado al lado de MJ. Le daba miedo lo rápido que podía desaparecer. ¿Quizás estaba loca? ¿Quizás estuvo hablando consigo misma todo el tiempo? Era probable porque no tenía sentido que Peter simplemente se hubiera escapado en medio de su conversación. ¿Adónde iría?
Pero cuando MJ llegó a la clase y Peter no estaba sentado en su pupitre, empezó a pensar que él era el loco. Podría haber tomado el colectivo a tiempo, con MJ, pero había elegido desaparecer por una razón desconocida, solo para llegar tarde a clase… otra vez.
Es la quinta vez esta semana, Sr. Parker —lo retó la profesora después de cantar el himno nacional, cuando Peter por fin asomó la cara por la puerta.
—Disculpe… Yo… me perdí —respondió mansamente.
A la profesora no le hizo gracia—. Bueno, consigue un mapa, Sr. Parker, y encuentra el camino al aula del Sr. Davis para tu castigo esta noche.
Peter frunció el ceño, su labio inferior ya sangrando por mordérselo constantemente. Escaneando el rostro de la profesora, trató desesperadamente de ignorar las burlas de sus compañeros de clase detrás de él.
—Ohhh, Pene Parker tiene castigo. El lameculos la cagó —Flash Thompson se echó a reír de su propia broma—. Que le demos un aplauso.
La mitad de los deportistas en la parte trasera de la sala comenzaron a aplaudir, y aunque MJ solo podía ver la parte posterior de la cabeza de Peter, podía ver que sus orejas se volvían de un tono rojo brillante.
MJ se dio la vuelta en su asiento y les echó una mirada despectiva a los amigos de Flash. Puso los ojos en blanco ante sus travesuras intimidatorias. Se había vuelto resistente a las críticas gracias a sus padres. Pero muchas veces descubrió que su resolución se rompía debido a la intimidación de Flash y, a cambio, la combatió con palabras crueles y bromas baratas.
Pero Peter no. Ese chico era anormalmente estoico. Mantuvo una actitud inocente e infantil para persistir a través de la intimidación. Esencialmente, su actitud fue ignorar los comentarios y no tomar represalias.
Era irritante para MJ la facilidad con la que Peter dejaba que otros lo pisotearan. Pero lo atribuyó a su comportamiento amable. MJ nunca veía a Peter Parker volverse hostil. Siempre estaba tartamudeando disculpas y optando por respuestas corteses.
—Disculpe —le susurró Peter a la profesora mientras tomaba la hoja de castigo azul brillante y rápidamente se sentó en su pupitre.
—Trata de llegar a tiempo, Peter —La respuesta de la profesora fue más suave ahora. Tal vez se sentía culpable por causarle tanta vergüenza a un buen y dulce chico como Peter. Debería.
—¿Qué te pasa, Peter? ¿Crees que estás por encima del castigo? Bueno, no te preocupes: he oído que admiten a las hadas princesas ahora, así que encajarás —bromeó Flash, chocando los cinco con este tipo llamado Tiny. Estaba en el equipo de fútbol, así que puede estar seguro de que su nombre contradecía su apariencia.
Un rugido de risa surgió de algunos de los otros chicos y Peter se hundió aún más en su asiento, moviéndose nerviosamente. A MJ le dolía ver a Peter tan pequeño. Perdió el control.
—Oye, Flash —gritó MJ —desde el frente de la sala hasta el fondo—. ¿Qué haces este finde aparte de robarles a los bebés y abusar de los ancianos?
—Coger a tu mamá, puta.
—¡Eugene Thompson! —chilló la Sra. Winterhalter—. ¡Castigo!
—¡Qué! —Flash saltó de su asiento—. ¡Pero eso no es justo! ¡Fue broma!
—Tu broma va en contra de la política de la escuela —La Sra. agitó una hoja azul en su cara.
Peter sonrió—. No te preocupes, Flash, Es como dijiste, admiten a las hadas princesas, así que… —Peter terminó su comentario con un pulgar hacia arriba.
—¿Qué me dijiste? —Las venas del cuello de Flash estaban a la vista—. Te voy a sacar la mie…
—Eugene. ¿Te gustaría ir al director?
—Me importa una mierda.
—Pues vete.
Flash se reclinó en su silla y se cruzó de brazos, con una mirada de máximo desafío en su rostro.
—Oblígame.
—Vete ahora o llamaré a seguridad.
No fue broma. La seguridad en la Preparatoria Midtown no tenía miedo de recoger físicamente a los estudiantes y llevarlos al director; MJ lo había visto suceder en múltiples ocasiones. La Preparatoria Midtown era un colegio caro. Se enorgullecía de mantener una sólida reputación de estudiantes que se portaban bien. Esto también significaba una fuerte disciplina, aunque era mejor que ese colegio en la calle 46 donde el director llevaba una ballesta.
Refunfuñando, Flash saltó de su asiento, enviando la silla volando al suelo—. Esto es ridículo. Escucharás de mi padre —amenazó al salir por la puerta.
—Espero hablar con él —respondió la Sra. Winterhalter, cerrando la puerta detrás de Flash y dejándola dar un portazo.
Después de la mañana azarosa, el resto del día no pudo igualar esa emoción y MJ pasó la clase de español del quinto período aburrida e inquieta.
—Recuerden, estudiantes, usen su lista de palabras para ayudarlos a responder. ¿Listos? ¿Qué hicieron anoche?
La mano de Peter se alzó rápido como un cohete.
—¿Sí, Sr. Parker?
—Escuché música —respondió Peter con una sonrisa. Siempre sonreía, algo que MJ admiraba de él.
Hizo girar su lápiz entre sus dedos encallecidos, la madera amarilla raspando su piel. Mirando hacia abajo a su cuaderno de bocetos abierto, MJ movió ligeramente las cejas de su imagen. Dibujar personas en crisis era uno de sus pasatiempos favoritos. No estaba segura de por qué. Pero había algo en la profundidad de las emociones humanas que la fascinaba.
Hoy, su tema era Flash. Había regresado de la oficina del principal con un puchero pegado a su rostro por el resto del día. Era muy fascinante. Como dijo la autora Jeannette Walls en su libro Glass Castle: «A veces necesitas una pequeña crisis para que tu adrenalina fluya y te ayude a desarrollar tu potencial». Tal vez por eso a MJ le gustaba tanto dibujar personas. Era catártico para ella tratar de encontrar potencial en la gente.
—Muy bien, Sr. Parker —elogió la Sra. Montoia—. ¿Alguien sabe lo que dijo Peter? —Miró alrededor de la habitación y MJ rápidamente bajó los ojos a su cuaderno de bocetos, rezando para que la maestra no la llamara.
—¿Nadie quiere ser voluntario? Está bien. ¿Y tú, Liz?
La chica más popular de toda la escuela estaba sentada dos asientos frente a MJ, mirando fotos de vestidos en su computadora portátil. Estaba tan absorta comprando ropa que ni siquiera escuchó a la Sra. Montoia.
—¡Liz!
La chica de repente levantó la cabeza, como una tortuga saliendo de su caparazón.
—¿Sí?
—¿Qué dijo Peter?
Liz miró de soslayo a Peter como si le rogara calladamente que la ayudara. MJ puso los ojos en blanco porque parecía que Peter realmente estaba tratando de articularlo para ella.
—Este… ¿Luchar música? Oh, escuchar. Escuchar música.
—Eso es correcto. Sin embargo, dado que no estabas prestando atención, no creo que cuente eso como un punto para tu equipo. Guarda la computadora.
Liz asintió, cerró su portátil y se puso derecho con las manos cruzadas, haciéndose pasar por una buena chica. Sin embargo, pasaron unos minutos más y Liz estaba de vuelta en su portátil, buscando en el mismo sitio web.
Tal vez MJ debería comenzar a dibujarla, ya que está a punto de tener una crisis cuando la profesora la pille.
La Sra. Montoia se acercó y colocó una hoja azul en el pupitre de Liz y los labios de MJ se curvaron divertidos. Lo sabía. Lo acertó. Era un genio.
El rostro de Liz era graciosísimo. MJ desearía tener su teléfono para tomar fotos de este momento y luego dibujarlo más tarde.
El Sr. Murch no dijo ni una palabra cuando MJ entró en el aula del Sr. Davis para el castigo. Estaba acostumbrado a que viniera a la sala lúgubre incluso si no estaba en problemas. MJ entendía que luchaba por entender por qué eligió desperdiciar sus tardes sentada en un aula, pero al menos lo aceptó. Como un alma solitaria, estaba agradecido por su compañía. Quizás esa es una de las razones por las que a MJ le gustaba pasar tiempo aquí. En el fondo, ella también estaba agradecida por su compañía.
Pero hoy había más personas castigadas que de costumbre. Cinco, para ser exacto, incluída la misma MJ.
Había Peter Parker, el ratón de biblioteca tímido, geek y muy misterioso. Había Flash Thompson, el pelotudo mimado y rico que abusa a todos. También había Liz Allan, la diva de la escuela, votada como la más popular, en todos los comités y clubes de la junta escolar, con piel suave, pómulos altos y una sonrisa perfecta. Perfecta, perfecta, perfecta.
Y por último, había Ned Leeds. Era amigo de Peter, que parecía estar feliz de verlo, dándole uno de sus largos y locos apretones de manos.
—Tipo, ¿qué haces aquí? —preguntó Peter en voz baja.
—Falté clases para trabajar en la Estrella de la Muerte de LEGO. No fue mi intención. Es que perdí la noción del tiempo, ya sabes. Vaya, espero que mis papás no estén enojados.
El Sr. Murch golpeó el escritorio delantero con una regla—. Shhh. No habrá conversación. Todos, siéntense.
El pobre Ned estaba traumatizado, con los ojos desorbitados, mirando con expresión de disculpa al Sr. Murch. Peter lo guió suavemente a una silla, palmeando su espalda, dándole un apretón tranquilizador en el hombro, luego se sentó frente a Ned.
Mientras Peter colgaba su mochila detrás de él, el entrenador Murch reprodujo la cinta de lectura del Capitán América.
—Entonces, te castigaron —dijo el superhéroe fugitivo—. La embarraron.
MJ ignoró la cinta porque la había escuchado varias veces antes y comenzó a buscar en su mochila su cuaderno de bocetos.
Cuando el Capitán América terminó su diatriba, el Sr. Murch se puso de pie y sacó la cinta.
—Bueno, muchachos, voy a estar en el gimnasio al final del pasillo trabajando en estrategias para el juego de baloncesto. No quiero escuchar ninguna conversación y cuando regrese, es mejor que todos tengan sus traseros pegados a esos asientos, ¿está claro?
El grupo de sinvergüenzas asintió. El Sr. Murch salió de la habitación, dejando la puerta abierta.
Luego, silencio. Un silencio realmente incómodo. MJ hizo contacto visual con casi todos antes de que Flash decidiera hablar.
—Así que, ¿qué vamos a hacer ahora? —siseó—. ¿Quedarnos aquí y hablar sobre nuestros sentimientos?
—Dios, no —se burló Liz—. ¿Por qué diablos haríamos eso?
—Bueno, tenemos que pasar el tiempo de algún modo. No puedo quedarme quieto dos horas sin hacer nada.
—Uh, tipos… —dijo Ned tímidamente—. Se supone que no debemos hablar.
—Estás hablando ahora, perdedor —Flash sonrió satisfecho cuando Ned se tapó la boca. Le echó una mirada desamparada a Peter.
—Déjalo en paz —murmuró Peter, colocando una mano suave y reconfortante sobre el hombro de su amigo—. Ned, está bien. Estamos susurrando. Nadie puede oírnos.
Flash se levantó de su asiento—. Sabes, es la segunda vez que me dices algo grosero, Pene. Mañana te voy a sacar la mierda por eso, ¿me escuchas?
Peter lo fulminó con la mirada, moviéndose incómodo en su asiento de nuevo—. Prueba hacer tu tarea —dijo en voz baja—. Ayuda a pasar el tiempo.
Flash resopló, cruzando los brazos sobre el pecho—. No me digas qué hacer, Pene.
—Deja de llamarlo eso —espetó MJ, odiándose por no ser tan resistente como Peter cuando se trataba de insultos. Pensó que tenía una piel más gruesa que esta. Tal vez sí cuando dirigían los insultos hacia ella, pero cada vez que alguien insultaba a Peter, no podía quedarse quieta.
—¿Qué tienes ahí, Michelle?
Un segundo después, Flash arrancó su cuaderno del pupitre.
—¿Qué es esto, eh? —preguntó burlón—. ¿Algún tipo de diario?
—Dámelo —MJ se puso de pie de repente y parecía que Ned iba a vomitar si se ponía más verde.
—Tipos, se supone que debemos quedarnos sentados. Traseros en los asientos, ¿recuerdan? —gritó, tirando de la manga de Peter y señalándolos.
Flash ignoró a Ned y le lanzó el cuaderno a Liz—. Toma, mira si hay algo picante.
—No quiero mirar en su cuaderno —dijo Liz, por lo que Flash se lo arrebató.
—Está bien. Yo lo leeré.
MJ enganchó sus manos alrededor de la muñeca de Flash y comenzó a tirar de su cuaderno, pero le preocupaba que se rompiera cuando él no la soltaba, así que se detuvo. Su vida y su alma estaban ahí. No solo dibujaba personas, sino que también escribía cosas. Cosas personales y cosas falsas. Cosas sobre la gente de la escuela y cosas sobre ella misma. Se moriría si alguien lo leyera.
Peter se levantó en este momento y Ned casi perdió la cabeza, tirando de la manga azul de Peter repetidamente, instando a su amigo a sentarse.
—Ohhh, miren. Peter Parker va a tratar de ser un niño grande.
—Dale el cuaderno —mandó Peter, con toda la seriedad en su rostro y en su tono.
—¿Oh, sí? ¿O qué? —preguntó Flash, poniéndose directamente frente a la cara de Peter.
Fue como un rayo. La mano de Peter se estiró y arrebató el cuaderno del agarre de Flash en dos segundos antes de que Flash se diera cuenta. Liz parecía tan impresionada como MJ, pero Flash parecía listo para matar.
—Toma —Peter le entregó a MJ el cuaderno. Apenas lo agarró, con sus manos torpes por el estado de shock, y luego lo apretó con fuerza.
Flash se puso peligrosamente cerca detrás de Peter, pero antes de que pudiera lanzar un puñetazo, Peter se apartó del camino como si sintiera que se aproximaba.
Flash se quedó boquiabierto, pero rápidamente volvió a su postura de boxeo.
—¿Quieres jugar, Pene?
—¡Todos, basta! —gritó Liz.
—¡Shhh! —regañó Ned—. Nos vas a meter en líos.
—Oh, me da igual —dijo MJ—. Ya estamos en líos y uno de estos idiotas va a salir lastimado.
La expresión ya parecía lastimada—. ¿Crees que soy un idiota? —susurró con tristeza.
—Todos lo creemos —gritó Flash—. Ahora, vamos, Parker. Intenta golpearme. Te reto.
—No te voy a golpear, Flash.
Las palabras de Peter no impidieron que Flash se arrojara hacia adelante y empujara con éxito a Peter un centímetro.
—¡Basta ya! —chilló Liz, pero Flash se abalanzó sobre Peter, esta vez tirándolo al suelo.
Ned y Liz salieron disparados de sus sillas, corriendo para ayudar, pero Peter ya había empujado a Flash fuera de él. Desafortunadamente, el Sr. Murch entró en este momento.
—¿Qué sucede? —gritó el profesor.
MJ buscó a su alrededor, mirando a cada uno de sus compañeros, tratando de evaluar cuál iba a responder, pero todos se miraban de la misma manera. Nadie dijo nada.
—Eso es todo. Todos ustedes acaban de ganarse un castigo el sábado.
¿Eso incluía MJ, ya que se suponía que no debía estar detenida en primer lugar?
Creía que sí.