
Desvalido
—Así que, ¿cómo estuvo tu día?
May Parker masticó la hamburguesa de pollo, antes de cortar los brócolis con manteca en pedazos y clavar uno con el tenedor. Señaló con su tenedor al chico de pelo castaño y esponjoso sentado al otro lado de la mesa, quien estaba mordisqueando su hamburguesa, perdido en sus pensamientos.
—¿Peter? ¿Me has oído?
Aturdidamente alzando sus ojos hacia su tía, Peter murmuró algo que parecía un pequeño sí.
—Entonces, ¿me vas a responder? ¿Cómo estuvo tu día?
—Bien.
Peter no estaba tratando de ser grosero. Era que, a los quince años, estaba tan preocupado por la escuela y las actividades extracurriculares que necesitaba un tiempo a solas para procesarlo todo. May creía que tenía tiempo para procesar en su habitación después de la cena, pero lo que no sabía era que Peter se escabullía todas las noches para proteger la ciudad en la que vivían. Peter era, como la mayoría de los ciudadanos lo llamaban, Spider-Man, o en otras palabras, un vigilante. Pero Peter prefería el término superhéroe. Ese era el término que usaba Tony Stark.
El Sr. Stark.
Peter frunció aún más el ceño mientras repetía las palabras que su mentor le había dicho una y otra vez. «No hagas nada que yo haría, y definitivamente no hagas nada que yo no haría». Ay, ¿qué quiso decir con eso? Ni siquiera tenía ningún sentido. Peter atravesó enojado un brócoli con las puntas de su tenedor.
Habían pasado cuatro semanas desde que el Sr. Stark prometió que llamaría con noticias de la próxima gran misión y, sin embargo, Peter no había oído nada. Sin llamadas, sin mensajes, sin emails. Era como si se hubiera olvidado por completo de él.
—¿De verdad? Porque tu rostro me dice que fue un mal día —dijo May, lamiendo la mantequilla de sus dedos.
Peter se enderezó en su silla—. No, no. Perdón. Fue un buen día, en serio —No quería preocupar a May actuando triste, así que sonrió.
—Eso es bueno —May le devolvió la sonrisa—. A mí también me va bien.
—Bien, me alegra escucharlo —Peter colocó su hamburguesa de pollo a medio comer en el plato de papel y lo apartó. Estaba absolutamente muerto de hambre después de un largo día de escuela y corriendo por la ciudad, pero si tenía que comer una hamburguesa más, entonces iba a arrojar.
El dinero escaseaba en casa. Peter siempre había sabido que el dinero era un problema con su tía y su tío, pero juntos habían logrado que todo funcionara. Peter había pasado toda su vida en apartamentos pequeños, pero siempre comía bien, tenía muchos juguetes y recibía una cantidad decente de regalos de cumpleaños y de las fiestas todos los años. Nunca pidió mucho, pero cuando sí, se lo daban. Por esto, Peter respetaba muchísimo a sus tíos. Sin mencionar que lo habían tomado como propio y lo habían criado pese a que no tenían que hacerlo.
Pero aún así, los problemas de dinero significaban comer la misma comida barata todas las noches. Peter no quería quejarse, realmente no. Pero en Alemania con el Sr. Stark, lo habían expuesto a la comida más rica en todo el mundo, y volver a casa con la desabrida fue doloroso… y repetitivo. Peter miró su hamburguesa de pollo como si ella tuviera la culpa.
—El trabajo en la oficina ha sido lento —dijo May, intentando sin éxito mirarlo a los ojos.
—¿Es eso bueno? —Peter descansó la barbilla en la mano y fijó la vista en los bordes morados de su plato de papel. ¿Quizás debería llamar a Happy Hogan otra vez? O salir a patrullar una vez más antes de dormir.
—Sí y no —respondió May—. Es malo porque hace que el día se alargue y eso es aburrido para mí, pero es bueno porque tuve tiempo para hablar con otra gente en la oficina.
—Genial —Los remolinos morados formaban un patrón floral y las palabras «Dixie Ultra» eran parte del diseño.
—Pete, ¿puedes mirarme?
Levantó la mirada para encontrarse con los ojos cansados de su tía—. Perdón.
—Está bien. Es que quiero hablar contigo un rato. Desde que regresaste de ese viaje con Stark pareces distraído. ¿Qué pasa?
—Nada.
—Okey —May suspiró—. En realidad, tengo noticias que quiero compartir contigo.
Peter no dejó de mirarla y May tomó eso como una señal para continuar.
—Así que conocí a alguien hace un mes en la oficina y es muy simpático.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Peter y tomó un vaso de agua—. Oh, ya veo y ¿es atractivo?
—Sí, muy atractivo —May se rió—. De hecho, vamos en serio en nuestra relación.
Peter se atragantó con su agua, tambaleándose hacia adelante para dejar su taza de golpe. Balbuceó, tosiendo un par de veces. Rápidamente, May secó las gotas de agua derramadas con su servilleta. Hizo ruidos simpáticos mientras tosía y escupía, pero todo lo que Peter pudo escuchar fue el sonido de campanas de boda en el fondo.
—¡¿Vas en serio?!
—Sí —dijo May con dulzura—. Estaba pensando que es hora de que él te conozca. Si eso está bien. Ahora, sé que no ha pasado mucho tiempo desde que Ben mu…
—No lo digas —gruñó Peter en voz baja, girando su cabeza hacia la ventana. Odiaba hablar de la muerte del tío Ben. Cualquier cosa sobre Ben era como rascarse una costra en su alma hasta que comenzó a sangrar.
—Sé que solo ha pasado un año… —susurró May, agarrándole la mano, pero Peter la retiró rápidamente. Enojado por la muerte de Ben y aún más enojado por sí mismo, Peter descargó toda esta rabia sobre su tía por sacarla a relucir en primer lugar. No fue justo. Sabía que no era justo para May, pero a veces Peter no podía evitarlo.
—Peter…, sé que lo extrañas, pero nadie con quien salga lo reemplazará.
—¡Sí! ¡Claro que lo reemplazará! Eso es lo que significa volver a casarse, May. Significa que has seguido adelante. Te has olvidado por completo de tu antiguo marido. No importa que estuvieron casados durante 31 años. Al diablo con eso, ¿verdad? No importa que solo haya pasado un año desde que murió, vas a salir e intentar estar con todos los hombres de Queens.
May golpeó su mano contra la mesa tan fuerte como pudo y Peter se estremeció ante el sonido.
—Basta —dijo, en voz peligrosamente baja. Pero sus ojos la traicionaron mientras se llenaban de lágrimas y Peter instantáneamente se sintió horrible.
—Lo… lo siento mucho. No quise… Lo siento, May.
Mientras la miraba girar la cara hacia otro lado, sus hombros temblando en su remera sin mangas naranja mientras trataba de llorar en silencio, Peter sintió que sus propios ojos se humedecían.
—Eso no estuvo bien… lo que dije. Lo siento. Es que me hace tanta falta. Pero mereces ser feliz y… y si este tipo te hace feliz, eso… eso es genial.
Sorbió, pasándose una manga por la cara antes de que sus lágrimas pudieran caer. Él era el que estaba siendo un idiota; no debería ser el que estaba llorando.
Lentamente, May se volvió hacia él de nuevo—. Está bien —susurró—. Sé que es difícil para ti verme con alguien que no sea él. Pero, Pete, tengo que tratar de seguir adelante.
—Lo sé… Lo entiendo —dijo Peter rápidamente—. Me reuniré con él.
—¿De verdad? —May se secó los ojos con la servilleta.
—Sí.
Se levantó y caminó hacia él—. ¿Prometes que serás amable?
—Sí, lo prometo.
May lo abrazó, besándole la mejilla húmeda y salada—. Gracias cariño. Creo que realmente te va a gustar.
—No puedo esperar —murmuró, sus ojos volviendo al plato de papel.
Dos semanas después, Peter se coló en su casa más tarde de lo que May prefería. Atravesó la puerta del apartamento, ya que su traje de Spider-Man estaba bien escondido en su mochila, y vio a May en el sofá.
—¡Hola! —Ella se rió, con los ojos pegados a una película divertida, Damas en guerra, en la tele.
—Hola —respondió Peter dócilmente, corriendo a su habitación y cerrando la puerta. Dejó escapar un suspiro de alivio ahora que estaba en casa y a salvo en su cuarto.
Derrumbándose sobre su suave cama, Peter cerró los ojos y se empapó de la sensación celestial de las suaves mantas y almohadas. Su cuerpo podría quedarse dormido al instante, pero su cerebro sabía que necesitaba esconder su traje de Spider-Man en su armario o, de lo contrario, May podría encontrarlo cuando revisó su mochila.
No se atrevía a moverse, con cada músculo gritándole que se quedara quieto y sucumbiera al sueño. Justo cuando Peter estaba a punto de caer en un sueño muy necesario, escuchó gritos desde el otro lado de la calle. Su sexto sentido no estaba hormigueando, pero sus instintos de superhéroe le dijeron que lo comprobara.
Abatidamente, Peter salió arrastrándose del cómodo colchón y se acercó cojeando a la ventana. Le asombró lo dolorido que se sentía su cuerpo después de acostarse solo unos segundos. A la gente normal le dolían los músculos a la mañana siguiente, pero no a Peter. Le dolían los suyos inmediatamente después de descansar.
Mirando por la ventana manchada de su habitación, Peter vio el apartamento de MJ. Su dormitorio estaba debajo del suyo en el piso inferior del edificio frente a él.
MJ iba a la misma escuela que Peter desde el cuarto grado. Habían sido vecinos por un tiempo, pero en realidad nunca hablaban. A MJ le gustaba quedarse callada y cuando sí hablaba era para escupir hechos extraños que a nadie le importaban. Era rara, cierto, pero a veces a Peter le gustaba su rareza. Hacía que MJ fuera único. Además, si había algo que Peter podía entender, era ser diferente a los demás. Sacó su traje de Spider-Man de su mochila pensando para sí mismo: Sí, sí que entiendo ser diferente.
Los gritos provenían del apartamento de MJ. Pero no era MJ gritando, sino sus padres. Peter podía verlos a través de la otra ventana, enfrentándose y gritando de todo, desde dejar toallas mojadas en el suelo hasta la falta de sexo en sus vidas. Qué agradable.
—¡Todo lo que quería era una mamada después de mi siesta, y ni siquiera podías hacer eso!
—¡Hijo de puta! ¡Soy tu esposa, no un juguete sexual! —Cogió una botella de mermelada y la estrelló contra la mesa—. Ahí tienes. Ahí está tu «postre» que querías tanto que tuviste que conectarte con la rubia buena de arriba.
El rostro de Peter se retorció de disgusto. Realmente deseaba que se callaran para que los dos edificios de apartamentos no los escucharan. Pobre MJ. Estaba sentada en el suelo de su cuarto, con los cubriendo sus orejas, escribiendo algo en uno de sus cuadernos. MJ siempre estaba leyendo o escribiendo estos días.
Después de un rato, Peter apartó la mirada y se acercó a su armario. Metió su traje de Spider-Man en el compartimiento secreto en la parte de atrás y luego lo cubrió con su ropa que colgaba de las perchas.
—¿Qué haces?
Peter se sobresaltó, girando tan rápido que sintió que su corazón se detenía.
—May. Dios mío. No puedes sorprenderme así —Se agarró el corazón palpitante.
—Disculpa, cariño —May se desabrochó el largo cabello castaño, dejándolo caer libremente—. No quise asustarte.
May envolvió un brazo alrededor de su cuello y lo guió hacia la cama. Se sentaron uno al lado del otro, tranquilamente, sin decir nada durante un rato. Entonces empezó a sentirse incómodo. Peter metió los pies debajo de su trasero y envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas.
—¿Estás bien?
Ah. Así que eso es lo que quería saber.
—Apenas dijiste nada cuando llegaste a casa —May apartó un mechón de cabello de su cara.
—Oh, sí. Estoy… estoy bien. Pensé que tal vez tu novio estaba aquí y yo estaba interrumpiendo, eso es todo.
May le envolvió con los brazos, apretando con fuerza. Peter se inclinó hacia su toque. Fue agradable estar a solas con May. Estos días, rara vez llega a estar solo con ella.
—Extraño a mi hijo —May susurró, como si leyera su mente—. Vamos, habla conmigo un poco. ¿Cómo fue la pasantía de Stark?
Peter sonrió, recordando su noche como Spider-Man. Salvó a un niño de ser atropellado por un automóvil, así que fue una gran noche para él.
—Fue muy bueno. Pero estoy cansado, ¿sabes? Mucho trabajo y esas cosas.
May asintió—. Te esfuerzas mucho, cariño. Estoy muy orgullosa de ti.
Peter tragó saliva—. Gracias, May. Te quiero.
—Y yo a ti, muchachito —May se puso de pie, dejando un besito rápido en la parte superior de su cabeza—. Supongo que me voy a la cama. Mañana tengo que trabajar temprano.
Peter frunció el ceño—. Qué asco. Lo siento.
May se detuvo en el marco de su puerta—. Gracias, Pete. Probablemente me quede hasta tarde mañana también, así que puede que no esté aquí cuando llegues a casa, pero Beck estará aquí si necesitas algo. Apagó su luz—. Buenas noches, muchachito.
Con esas palabras, cerró la puerta dejándolo completamente despierto en la oscuridad total.
Beck iba a estar aquí mañana.
Peter echó la cabeza hacia atrás con todas sus fuerzas contra el colchón y se tapó la cara con una almohada.
Genial.