O te formas o te forman

Spider-Man - All Media Types Spider-Man: Spider-Verse (Sony Animated Movies)
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O te formas o te forman
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Summary
Miles, Hobie y Gwen se dirigen al Comando Central para informar sobre su última misión. Durante el camino, Miles y Hobie conversan sobre la familia, los sistemas morales, el corporativismo neoliberal y los caramelos de menta [escena ampliada de "Spider-Man: Across the Spider-Verse"]
Note
I think I just realized something. I don’t know why it took me so long to figure out. The only thing I’ve ever really wanted… was to be understood.Luz Noceda
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¿Un punk y un policía?

Hobie y yo nos quedamos callados unos segundos. Él no parecía incómodo con el silencio, pero yo enseguida empecé a pensar en nuevas maneras de reanudar la conversación, tal vez con un punto de ansiedad. Por algún motivo, el ofrecimiento del caramelo había enrarecido el ambiente. O me había enrarecido a mí.

-Bueno, ahora que lo pienso -bromeé con cierto temblor en la voz-, bien podrías haber puesto sustancias en el caramelo para que me comporte como un desquiciado delante de Miguel y me expulsen de la Sociedad antes siquiera de haber entrado.

-Bah, no inventes -repuso Hobie con una vaga sonrisa-. Yo no creo en las drogas.

-¿Ah, no? ¿Los punks no defienden el consumo libre de sustancias como un acto revolucionario?

-¿Y qué te hace pensar que soy punk? -Hobie se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la ventana, observándome con ojos inquisitivos.

Yo vacilé. Mi vista se detuvo momentáneamente en su ropa agujereada, en las cadenas que colgaban de su cinturón, en sus piercings, en su voluminoso y alborotado peinado afro. No quería parecer que me guiaba por estereotipos, así que opté por ser prudente:

-He oído que los demás te llaman «Spiderpunk».

Hobie hizo una mueca al oír esa palabra.

-Prefiero que utilicen mi verdadero nombre, o, si acaso, «Spiderman». Eso es lo que soy, al fin y al cabo.

-Entonces, ¿no eres punk? -inquirí con cierta confusión.

-Bueno, no me gusta que me encasillen en ningún movimiento social o político. Yo tengo mis propias ideas al margen de manifiestos y dogmatismos, aunque provengan de la cultura underground –Hobie sacudió la cabeza, y su inmenso peinado se bamboleó hacia ambos lados-. De hecho, mi rechazo a las drogas generaba bastante incomodidad en los ambientes contraculturales en los que me solía mover. Lo confundían con puritanismo. Con convencionalismo pequeñoburgués.

Hobie soltó un breve suspiro, se apoyó en la pared y miró a la lejanía. Yo seguía lamiendo el caramelo en mi boca, pendiente de cada palabra.

-Desde mi punto de vista, las drogas someten al individuo a una adicción que es de todo menos liberadora -su tono de voz se volvió curiosamente quedo, casi piadoso-. Lo aíslan del resto de la sociedad, lo vuelven inconsciente y alienado de la lucha de clases, y totalmente dependiente de sus suministradores, que suelen ser, a su vez, meros esclavos del sistema, igualmente condicionados por la brutal desigualdad económica. En su conjunto, el mercado de narcóticos no es más que otro recurso del capitalismo para idiotizarnos, para anestesiarnos, para volvernos dóciles y acríticos… ¿Quién te crees que organiza toda su producción y abastecimiento? Pues los mismos poderes ocultos, las mismas redes criminales que se aprovechan de la explotación de las clases obreras. Esos mismos que deberíamos perseguir y combatir en vez de centrarnos en no sé qué rollos cuánticos del Multiverso… -Hobie puso los ojos en blanco e hizo un gesto con la barbilla en dirección a las puertas rojizas cerradas-. En fin, hermano, perdóname, que estoy aquí perorando como un político en campaña electoral. ¿Qué opinas tú?

La preguntó me pilló desprevenido.

-Pues… Bueno, ya sabes que mi padre es policía, y él lucha a diario para desarticular las bandas y los cárteles de Brooklyn que extorsionan e intimidan a la población. Es muy querido en la comunidad por ello. Y me ha advertido toda la vida contra las drogas. Nunca he sentido la menor inclinación hacia ellas, la verdad.

-Pues muy bien hecho, hijo mío -dijo imitando el tono pomposo y condescendiente de un sacerdote o de un profesor de secundaria-. Haz caso a tu padre policía y mantente alejado de las drogas y del alcohol. No suelen traer nada bueno.

Su imitación logró arrancarme una carcajada.

-Lo cierto es que mi padre protege a los débiles -afirmé en tono más serio-. Siempre se pone del lado de los desposeídos, de los oprimidos, de los que no tienen nada -se me estaba empezando a contagiar el léxico revolucionario de Hobie, pero más sorprendente fue darme cuenta de que lo que decía era verdad. Nunca había pensado en el trabajo de mi padre en esos términos-. Creo que os llevaríais bien.

-¿Un punk y un policía? -Hobie soltó una risa sarcástica-. Bueno, cosas más raras se han visto, supongo.

-¿Te has peleado con muchos policías? -inquirí, sin saber muy bien si deseaba saber la respuesta o no.

-Ha, ha, Miles, dejemos el aspecto institucional para otro momento -Hobie me guiñó un ojo-. Pero tu padre parece un buen tipo. Alguien del que estar orgulloso.

-Sí… -murmuré-. Te había juzgado mal, Hobie -dije de repente, sorprendiéndome a mí mismo-. Creía que eras un macarra engreído que se cree por encima de todo el resto…

-Y lo soy.

-Pero… eres guay -sentía que volvía a ruborizarme. Hobie, para mi sorpresa, rio por lo bajo, bajó la vista y empezó a dar pataditas en el suelo.

-Bueno, no todo el mundo opina lo mismo -repuso sin levantar la mirada-. Ya te habrás dado cuenta que no soy el Spiderman más popular por aquí.

-A Pavitr le caes muy bien.

-Sí, bueno, Pavitr es un ángel del Señor. Hay que protegerlo a toda costa.

-Realmente parece una persona muy feliz -dije diplomáticamente. Es cierto que había luchado sin vacilar para salvar a la población de Munbattan, pero mentiría si dijese que su actitud prepotente y desenfadada no me había molestado un poco. Aun así, saltaba a la vista que él y Hobie eran grandes amigos.

-Tú hoy lo has protegido. En parte, por eso me caes tan bien.  

-¿Cómo? -inquirí sin entender.

-Hoy has salvado al inspector Sang de caer por el abismo. Al padre de su novia -aclaró ante mi mirada de extrañeza-. Ha sido una muestra genuina de valentía y de abnegación, que son las virtudes que distinguen a un verdadero Spiderman. A un verdadero revolucionario. No lo olvides cuando estés allí dentro.

-¿Quieres decir que no lo aprobarán? ¿He hecho algo malo?

-¡Claro que no! Kudos para ti, hermano -tras esas palabras, Hobie le echó una mirada a las puertas de acero rojo, todavía firmemente cerradas, y soltó un suspiro de exasperación-. En fin, parece que esto se va alargar.

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