Blue Hyacinth

Spider-Man: Spider-Verse (Sony Animated Movies)
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Blue Hyacinth
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Peter solo buscaba algunas flores para confesarse a su amor de la infancia, pero no esperó encontrar algo más que eso en aquella florería. MiguelxPeter B.
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4

― De acuerdo, pasa. ─ Le invitó haciéndose a un lado. Estando los tres hombres dentro comenzaron a charlar sobre la razón del ramo, ya que debía regalar la flor correcta para la ocasión.

 

Peter miraba alrededor indeciso sobre que flores comprar, de qué color, que aroma, que tan grandes o pequeñas, se paseaba por la tienda ante la atenta mirada de ambos hermanos que se mantenían al margen mientras buscaba algo que le gustara.

 

 

― ¿Debería cuidar que no robe nada? ─ Murmuró el menor recibiendo una mirada molesta del más alto. ― Tienes razón. ¿Qué clase de loco robaría flores? ─ Terminó siendo enviado a la bodega a hacer inventario. Esa era su actividad menos favorita, contar flores y la manera en la que se contaban era tediosa. ― Bueno, por algo se llaman inventarios. ─ Escribió un numero en la hoja. ― Porque los inventas. ─ Dijo divertido para sí mismo.

 

 

El castaño seguía indeciso y cuando creyó encontrar lo apropiado, tragó saliva al ver el costo de aquello. No contaba con demasiado presupuesto y no creyó que las flores serían costosas.

 

 

― ¿Ya encontraste algo que te guste? ─ Lo vio negar con la cabeza y suspiró con impaciencia. ― Sería mejor si te recomiendo algo, ¿para qué ocasión es?

 

 

― Una confesión. ─ Murmuró un tanto avergonzado. Esperó burlas del otro, pero en cambio comenzó a explicarle sobre diferentes flores que serían perfectas para la ocasión.

 

 

― ¿Qué tan grande es lo que sientes por ella? ─ Cuestionó, no dejaría que regalara rosas rojas de pasión si acaso era su primer amor o algo similar. Le escuchó con atención mientras el menor balbuceaba, en algún punto dejó de escucharlo mientras imaginaba cual sería la mejor opción; quizá unos narcisos, quizá rosas pero de color rosa. Regresó su atención a quien le mostraba el dinero que traía consigo.

 

 

― Lo que pueda comprar con esto. ─ Miguel alzó una de sus cejas, con tan poco a lo mucho podría conseguirle un par de flores o un ramo con flores medio marchitas. Casi que quería burlarse de aquel muchacho que le había hecho perder su tiempo pensando en la mejor opción para que al final no pudiera pagarla, pero al mismo tiempo algo dentro suyo se removió. Se vio a si mismo en su adolescencia intentando conquistar a la que terminó siendo su esposa, en la manera que tenía que robar flores de los jardines para poder darle un obsequio a quien sabía amaba las flores, pero que no podía costearse.

 

 

― ¿No es suficiente? ─ Preguntó de pronto sintiéndose avergonzado y pequeño, el silencio del mayor le daba una respuesta sobre lo que podía comprar con eso; nada. ― Debería irme. ─ Se apresuró a decir, pero su escapada fue detenida por el otro.

 

 

― Si lo es, no te preocupes. Da la casualidad de que tenemos descuentos este día.

 

 

― ¿De verdad? ─ Preguntó ilusionado.

 

 

― Solo espera aquí.

 

Parker salió tarareando de aquella florería aspirando el aroma del ramo de jacintos azules que se le había entregado. Agradecía al cielo tener tan buena suerte para conseguir aquel descuento, casi que la caída había valido la pena. Se sentía más seguro que nunca para confesarse, estaba seguro de que la pelirroja sentía algo por él también, siempre era atenta y se conocían desde pequeños, no creía ser el único tontamente enamorado.

 

Sin embargo, la realidad le golpeó y lo hizo fuerte. Pudo ver como el amor desde su infancia unía sus labios con alguien que no era él, como le sonreía como nunca lo hizo con él. Pudo ver como en realidad, nunca tuvo algún tipo de oportunidad.

 

 

El día había llegado a su fin y con él la florería se encontraba cerrada mientras Miguel se cambiaba de ropa para ir a trotar al parque cercano, le agradaba ir de noche porque no había personas o a lo mucho un par que iban a correr también en la privacidad de la noche. Se despidió de quien al inicio le decía que lo acompañaría, pero terminó por quedarse dormido sobre la enorme cama de su hermano mayor.

 

Miguel disfrutaba aquel ejercicio nocturno, el que la calma de la noche le rodeara, el sonido de las hojas de los árboles moverse con la brisa de otoño, agradecía mentalmente el haberse abrigado porque era una fría. Trotaba con calma hasta que divisó una silueta conocida en una banca a penas iluminada bajo una farola. No era asunto suyo, así que no se detendría, claro que no. Maldijo en voz baja mientras se acercaba notando como el castaño mantenía la mirada en el suelo sin soltar el ramo.

 

 

― ¿No salió bien? ─ Se aventuró a preguntar viendo como negaba con la cabeza. Suspiró antes de sentarse a un lado suyo. ― No te preocupes, todo mejorará.

 

 

― ¿De verdad? ─ Talló sus hinchados ojos con la manga de su abrigo.

 

 

― No. ─ Confesó obteniendo la mirada avellana del menor. ― La verdad es que quizá se ponga peor, la vida suele ser mayormente una mierda, ¿Sabes? Solo tienes que aprender a vivir con eso. ¿Te rechazó porque no le gustaron las flores?

 

 

― Ella tiene a alguien más. ─ Miguel no sabía que decir, tenía pensando animarle a que lo volviera intentar, quizá contarle como con su difunta esposa no funcionaron las cosas la primera vez, pero si la chica tenía pareja entonces lo mejor era no entrometerse.

 

 

― Ya veo. ─ Se levantó. ― Buena charla, deberías regresar a tu casa, es bastante tarde.

 

 

― Ya no hay trenes a casa. ─ Dijo triste. Miguel sintió lastima por un momento, pero no era su problema, así que se despidió retomando el andar para seguir haciendo ejercicio.

 

Estaba seguro de que nada pasaría, seguro tendría amigos a los cuales llamar para que le apoyaran, pero tras dar dos vueltas al parque y verlo sentado en el mismo lugar comenzó a tener un gran remordimiento en su conciencia. Trotó más lento mirando de vez en cuando al castaño notando como un sujeto se acercaba sospechosamente. No es mi problema. Se repetía una y otra vez en su cabeza.

 

 

― Dame todo lo que traigas niño bonito. ─ Amenazó quien se encontraba pasado de copas y creyendo que sería una presa fácil, sin embargo, se vio sorprendido por un empujón que le hizo caer al suelo. ― ¡¿Qué mierda te pasa?! ─ Gritó molesto intentando asustar a quien se había animado a meterse en su camino, pero se quedó callado al notar lo grande que era aquel sujeto.

 

 

― Si no te largas te partiré la madre.

 

 

Miguel no se entrometía en los asuntos de los demás, sabía que eventualmente eso le traería problemas, siempre se mantenía al margen en medida de lo posible, por ello ahora maldecía una y otra vez mientras dejaba que el castaño entrara a la tienda cerrada antes de guiarlo al segundo piso. Se asomó a su habitación notando como su hermano menor seguía durmiendo, se sentía como cuando era un niño y metía a la casa a algún pequeño animal que encontró en la calle y que rogaba a sus padres por conservar. Atravesó su habitación para ir directamente a su armario y sacar un cambio de ropa antes de regresar en sus pasos hacía el menor que se había quedado en el pasillo.

 

 

― Puedes usar esto. ─ Le ofreció viendo como el otro dudaba antes de tomar la ropa. ― El baño está al final del pasillo. ─ Le señaló y le siguió con la mirada hasta que desapareció detrás de la puerta. Quizá aquello había sido una mala idea, pero no podía dejarlo solo en la calle durante la noche, menos al ver cómo le habían asaltado. ― Da igual, será solo una noche. ─ Dijo para sí mismo adentrándose a su habitación nuevamente.

 

 

 

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