Shooting your heart

Marvel Cinematic Universe Spider-Man - All Media Types Spider-Man: Spider-Verse (Sony Animated Movies)
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Shooting your heart
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Summary
Miguel O'Hara ahora ha huido y está en espera de poder encontrarse con aquél que le cautivó de arriba a abajo, su obsesión. Ahora con todo listo, se ha decidido en recibir a Peter Parker, el Omega que no se vió intimidado por él como otros.Pero quizá es esta vez Miguel quien debe insistir para verlo. Los papeles se invirtieron, y con ello, Miguel se ha dado cuenta que fue un completo error fingir que Parker estaría seguro lejos de él, solamente le ha dado más tiempo al enemigo para planear cómo asesinar al castaño.
Note
Primero que nada, debo agradecer a todos los que me apoyaron en querer hacer esta segunda parte, ya que no estaba para nada seguro de si debía hacerla. Sin embargo, entre varios comentarios aquí tanto como en Wattpad, me he decidido por hacerla y darles explicaciones y una historia más detallada, aunado a que había visto comentarios de que habían estado buscando algo con una temática de narcotráfico.Ahora, para una sana lectura y sobretodo para que nadie salga mal de acá, hay varias cosas que me son completamente necesarias expresar.𝐈. No planeo escribir las cosas con tintes suaves. Violencia es violencia. No planeo suavizar las cosas, y voy a ser gráfico en muchas ocasiones.𝐈𝐈. Esto va a ser dinámica ABO, de la forma más tradicional que pueda, pero no esperen mucho, me gusta cambiar cosas. En tal caso, siempre voy a incluir una explicación al final de cada capítulo. Lo haré al final porque planeo que experimenten sin saber y luego puedan comprender y haga clic.𝐈𝐈𝐈. Esto es un fic donde Peter va a tener momentos power bottom, es decir, que va a tener momentos de sumiso dominante. Pero Miguel será top, y no va a ser un Alfa suave, trataré de hacerlo lo menos Ooc posible.𝐈𝐕. Peter Parker y Mary Jane están divorciados, la segunda ya tiene pareja, y Mayday sigue existiendo en este universo.𝐕. Habrá CNC, es decir, consent non consent, si no sabes lo que es, prácticamente es sexo o situaciones sexuales donde hay consentimiento pero el juego trata del "no consentimiento".𝐕𝐈. No puedo expresar este punto lo suficiente: no tomen a la ligera los Trigger Warnings, si los estoy poniendo es por algo, no esperen que vaya a disculparme por ello. Siempre pondré al inicio del capítulo, el trigger warning del capítulo.𝐕𝐈𝐈. Por favor, tengan en cuenta que el narcotráfico, la trata de blancas y la venta de drogas y armas ilícitas es un problema que trataré de tomar con seriedad a pesar de escribir por diversión.𝐕𝐈𝐈𝐈. ¡Y recuerden! No porque escriba sobre estos temas, quiere decir que estoy de acuerdo con algunas ideologías o acciones de los personajes. Todo es para y por la historia.𝐈𝐗. Habrá alguno personajes de Call of Duty, no es necesario conocerlos, pero si desean investigarlos, serán König, Ghost y Soap, son parte semi importante de la historia, pero no habrá confusión alguna, en caso de que no los conozcan.Por último, me pueden encontrar también en Wattpad como ﹫moon_systemCuidar la sanidad mental nuestra y los demás también es de Punks, chicos.Disfruten mi delirio hecho letras.
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BALA NO. 4

Ahora es el momento demuestre que es violento

Que si le vale verga y que trae un armamento

Que su gente lo respalda pa' las drogas y las armas

Y que aparte trae un buen adiestramiento

—Si te vienen a contar, Cartel de Santa

Le acomodó la ropa a Junior por encima, quería saber si se miraba bien. Si bien no quería nada para sí mismo, no tenía ningún problema con elegir ropa para sus hijos. Si Miguel iba a pagar, él no se lo iba a impedir, era ropa para ellos.

Esta vez, no había sido König ni Simon quienes les habían seguido, en realidad le sorprendía que Miguel los hubiera dejado estar a solas en el centro comercial. Era extraño, y algo nuevo, dado los últimos días que habían tenido. Pero no lo cuestionó.

Se aseguró de llevarle al menos tres prendas y cambios a cada uno de los cachorros, con algo de pendiente, debe aclarar, pero como dijo, no desea que ellos pasen por ninguna dificultad en un momento dode ya era demasiado incluso para él.

—¡Papá, papá, mira!

Mayday llegaba con unos tenis en sus manos, y no tardó en ponerse de cuclillas para dejarlos caer, mostrándole las luces neón que se encendían desde la suela.

—Oh, qué bonito, cielo.

—¿Puedes comprarme unos? —le miró con sus preciosos ojos azules.

Peter alzó la ceja, negando suave.

—Elige otros.

—Pero yo quiero estos.

El mayor suspiró. Miguel estaba cerca, le estaba sosteniendo a Junior para probarle un poco de ropa, dejándolo elegir.

—¿Está bien si me das al niño? Creo que es todo.

Miguel negó suave.

—Ve con ella. Yo lo cuido.

Parpadeó confuso, pero no se quejó mucho cuando la niña terminó por jalarle, y él sólo dió un par de miradas atrás, algo inquieto pero optando por seguir a la niña.

No habían discutido desde el día anterior, aunque era un buen cambio, lo ponía nervioso, porque no sabe en qué momento pudiera volver a decir algo. Pero no lo hace, no esta vez.

El hombre es amable, le ha abierto tantas puertas puede, no abandona a Junior, en realidad se la pasa tratando de hacerlo reír muy a su manera. No le hace caras, pero le rasca suavemente el cuello, lo que provoca pequeñas quejas y sonrisas en el infante. Decidió evitar ver qué cara ponía Miguel respecto a eso.

Llevan un par de tiendas, de las cuales se asegura de solamente agarrar lo necesario. Una pequeña blusita para May, unos pantalones, un vestido, y varias ropas interiores que ella misma ha elegido; trenes y aviones, de la sección masculina de infantes.

—¿No son esos de niño?

—Déjala elegir lo que desee, tampoco es que afecte realmente en algo. Mientras le queden y le gusten. —se había alzado de hombros el padre.

El narcotraficante no dijo nada, ni cuando Mayday paseaba por ahí con algún juguete que hubiera encontrado, que por cierto, O'Hara terminó comprando un par, más para Junior, que para la pequeña pelirroja, en realidad. El padre lo había notado, que aunque May no, el hombre hacía una distinción marcada entre Jr y ella... entiende el por qué, pero no puede evitar una pequeña llama paterna que se le ha encendido en la nuca desde entonces.

No le gustaba esa marcada diferenciación. Sabe que el moreno no es padre de su niña, eso no significa que le gusta que la trate como si fuera un cero a la izquierda.

No la maltrataba, pero podía ver el sentido de posesión que le daba cuando May quería acercarse con su hermanito. La niña no se intimidaba tan fácil todo el tiempo, así que algunas veces le hacía caras para correr con su papá, otras veces sólo retrocedía.

Terminó por comprarle a May los mismos tenis que ella había querido.

Papá 0 - May 1.

Cuando se sentaron a comer, le pareció de lo más bizarro, una vez que lo pensó.

Aquél era un centro comercial, estaba con un narcotraficante, en un restaurante dentro del lugar y les estaba pidiendo de comer mientras esperaban. Era totalmente irreal, si lo pensaba a fondo.

El moreno regresó con dos papeles, dibujos para niños del restaurante.

Cuando se sentó, se quedaron en silencio un rato, pero el menor estaba entretenido tratando de enseñarle a Junior con un crayón a pintar en la hoja. Si bien el niño ya sabía hacerlo, al hombre no le importó estar interesado.

—Papá, yo no tengo crayón.

La pequeña vocecilla le hizo fruncir el ceño.

No lo malinterpreten, Peter ama a Junior, pero Miguel está comenzando a irritarlo con el tema de "le doy a uno y al otro no". Él no ha criado a sus niños con ese tipo de distinciones, que ahora pase y estén bajo una fina línea de peligro, no quiere decir que esté bien con eso.

—Disculpa, se me olvidó.

—Ya voy yo por ello, cariño, quédate aquí. —se levantó el mayor, besando la mata pelirroja de cabello antes de irse a buscar lo que deseaba.

Era raro darse cuenta que Miguel realmente incluso tal vez no lo hacía a propósito, pero los efectos seguían siendo lo mismos.

Durante lo que resta de la comida, por unos segundos y dejando lo anterior de lado, se sentía casi normal. Eran casi una familia casi normal, no le disgusta pensar en eso, puesto que no es la primera vez que ha tenido una, pero puede ver que Miguel se siente extraño, incluso actúa como tal.

Tienen un camino largo por recorrer si quiere pasarla al menos tranquilo con sus dos cachorros. Si Miguel quería tenerlos ahí, tendría que entender que Mayday es parte de ellos, no quiere que la dejen de lado. No pide que la trate como su hija, pero la obviedad del trato distintivo es algo que lo hace tener una mueca.

—¿Por qué querías cerrar todo el lugar? Se ve muy seguro, cuando entramos había guardias.

—Guardias. —murmuró el moreno mientras comía. —Yo quería a mis chicos detrás de nosotros. Aquí estamos muy expuestos, pero... bien, tengo de todas formas a un par alrededor en caso de que vean algo raro. Pero no me gustaba la idea de no darte todas las comodidades.

—Me querías dar un día entero, yo no necesito eso, sabes.

—Puede ser peligroso andar por ahí como si fueras cualquier civil. No puedes pretender que los traten como si fueran cualquiera.

—No estoy... —el mayor soltó un suspiro. —No es necesario.

—¿Por qué no?

Peter miró de reojo a May, que estaba demasiado distraída en estar con Junior como para ponerles atención realmente. Le dio palmaditas en el brazo para recordarle que siguiera comiendo, y pronto volvió a lo suyo, pero sin poner atención real a los mayores.

—¿Por qué crees que necesitaríamos todo un centro comercial?

—Cuando la gente hace eso, sabe que eres importante.

—¿Y de qué te sirve aquí? No es como si fueras a ganar algo con ello.

—La gente te trata con más cuidado, con más gentileza y están más al pendiente de ti. No quería que hubiera necesidades por cubrir, así que, todos los ojos sobre ustedes suena mucho mejor que ninguno. —explicó con casualidad.

—Así que nos querías encerrar ahora en una jaula más grande. —replicó.

—No. Quería que sólo ustedes tuvieran toda esa atención, y un mejor trato. La gente cambia por cómo te vistes y lo que perciben.

—Bueno, pero no es como si realmente fuera a hacer la diferencia. Estás siendo muy superficial, la gente normal no es así. —se alzó de hombros sonriendo, mientras encajaba su tenedor en un pedazo de comida antes de llevárselo a la boca.

Los dos venían de mundos muy distintos, Miguel estaba acostumbrado a ser el hombre que de alguna u otra manera, tuviera la atención de la gente, mientras que a Peter le gustaba saber de la vida de ese tipo de gente, le gustaba informarse y aprender.

Tal vez es un hombre que podría ser visto como chismoso dada la naturaleza de su trabajo, pero le gusta saber, le gusta la verdad. No mucha de esa verdad sale al mundo, y él cree que si puede ayudar a filtrarla, entonces ha hecho su trabajo bien.

Cuando supo de Miguel, no pudo evitar seguirle el rastro. Y claro, el hombre simplemente... había sido encantador desde el inicio.

El mexicano sabe muy bien cómo moverse para conseguir lo que quiere y que las cosas salgan como él lo desea.

Poco después, Miguel hizo a Parker usar unas cuantas prendas con la idea de que pudiera salir de ahí con al menos un cambio de ropa que no fuera casual.

El moreno había insistido en algo sencillo, un tuxedo que llevaba una faja plateada, que cuando el padre de familia se miró al espejo, se sintió extraño y ajeno. Ese no era él, pero tampoco es que fuera a quejarse, no estaba pagando él, y no es que realmente le molestara que gastara su dinero en ellos.

Cuando terminan, lo primero que hace Miguel es llevarlos a pasear directo a la tienda departamental, al área de joyería y perfumería. Peter lleva a May de la mano mientras observa a Junior en los brazos del más alto.

Como él se había acercado primero, había estado viendo la vitrina mientras una mujer rubia se acercaba a atenderlo. Y aunque tenía un brillo casi hostil en la mirada, le preguntó amablemente sobre lo que buscaba. Nada, la respuesta era nada, el padre solamente era curioso, dado que habían entrado a esa área y había estado esperando a Miguel que había estado observando perfumes junto con una mujer que parecía locamente ansiosa por complacerlo.

Miguel va... bien, como siempre. Creando buenas impresiones, sonrisas pequeñas pero de infartos y un cabello bien acomodado. Tiene una forma de mirar a la gente que te hace sentir desnudo, y por supuesto que eso iba a ser la debilidad de cualquiera que le dirigiese tan sólo un segundo de su atención al narcotraficante.

En cambio él... bueno, lleva ropa casual, lleva unos jeans, unos zapatos totalmente viejos y desgastados, por no hablar de que la camisa que lleva es muchas cosas pero no precisamente elegante. Miguel le había comprado, como a los niños, ropa limitada.

Este sería el abastecimiento de ropa de los tres. Así que ropas así no lo hacen ver como si él viniese del mismo mundo del que viene O'Hara. Al contrario. Es normal para él que la muchacha que lo atiende incluso lo mira como si tuviese que decidir si vale la pena intentar hacer una venta o no.

Así que durante unos segundos, se siente cohibido de lo observado que le tienen.

La mujer obviamente no está interesada en realmente venderle nada, es sólo una formalidad el verle mientras él y May hacen comentarios sobre la vitrina.

No es hasta que el moreno se acerca a ellos, que ella parece volver a hablarle a Peter.

El mayor siente la mano de alguien en su cadera, firme mientras Parker le mira.

—¿Podrías mostrarnos anillos y relojes, por favor? Anillos de su tamaño —apunta con la cabeza al mayor, quien se encoge un poco ante la atención, pero extrañamente el sentir que Miguel lo pega a él, le da una seguridad falsa. Quizá es que la rubia se guarda cualquier pensamiento que pudiera tener al respecto de su físico y vestimentas, que logra hacerlo relajarse momentáneamente antes de recapacitar en sus palabras. —, y yo quiero ver relojes, por favor.

Cuando salieron de ahí, Miguel iba con un semblante divertido. Peter llevaba al niño en brazos mientras salían, no había esperado que estuviera de mejor humor después de la pequeña disputa, pero no dijo nada mientras observaba que se acercaba con una sonrisa más abierta.

—¿Qué te picó ahora?

Miguel negó suave mientras les instaba a seguir caminando.

Para cuando estuvieron fuera del lugar, Miguel se quitaba un reloj de la muñeca para ponerle el artefacto en la palma con una sonrisa.

—¿Qué es esto?

Le tomó un par de segundos procesar hasta que entendió, soltando un jadeo ahogado.

—Es el reloj de la tienda. ¿Cuándo... por qué? Miguel. —le miró con el ceño fruncido, aunque no estaba realmente molesto.

El hombre había tomado sin que nadie se diera cuenta, un reloj frente a las narices de todos y en un lugar concurrido.

—¿Sigues pensando que la gente no te trata diferente por cómo te ven? —le retiró el reloj. —No soy idiota, Peter. Llevo tiempo en este negocio, y he aprendido varias cosas. La primera es no confiar totalmente en alguien, la segunda es que todo nuestro mundo se basa en apariencias.

El moreno dejó el reloj de lado mientras le miraba. Había muchas cosas que la gente no iba a admitir, pero que él tenía el privilegio de poder hacerlo, y es que la gente se dejaría llevar por las apariencias, muchas veces llega a ser instinto básico. No es maldad inherente, incluso los niños comenzaban a aprender sobre esto en base a experimentos previas.

Cuando llegaron de nuevo, Miguel pidió que se llevaran a los niños, tenía que hablar con Peter y ya estaba la noche queriendo deslizarse.

Le indicó a Peter que le siguiera y no tardaron mucho en llegar a la biblioteca de la noche anterior.

—Espero que la ropa que hayamos comprado sea suficiente, pero no tengas miedo de pedir lo que necesites para los niños. Tenías razón, si los tendré aquí conmigo, tengo que comenzar a hacerme cargo de algunas cuestiones.

—¿Significa que nos dejarás ir en algún momento? —le mira desconfiado.

—Significa que estoy dispuesto a satisfacer tus necesidades, Parker. —le miró de reojo mientras tomaba algunos libros, limpiandolos primero antes de acercarse a dejarlos en una mesilla. —Pero también quiero poder satisfacer algunas de las cosas que quieras, y estoy consciente de que no todo podré dártelo, porque quieres cosas muy...

La quijada se mostró firme en el rostro moreno. Ambos sabían lo que el otro estaba pensando, pero se quedaron unos segundos en silencio antes de que el de tez clara hablara.

—No sé si realmente harías caso a mi deseo de volver a Estados Unidos, pero te pediría que lo consideraras. No sabes lo bien que podríamos estar ahí los niños y yo, con mi Tía...

—Con la señorita Watson. —siseó el moreno con recelo.

—Es la madre de Mayday, no puedo alejarla de su mamá, Miguel.

—No van a regresar de momento, Parker.

—Sólo quizá unos días... —insistió acercándose.

—Es peligroso.

—Tú eres peligroso. —le miró el castaño. Sus ojos revelaron un brillo desafiante antes de volver a hablar. —Y aquí estamos, realmente no te importamos, porque si fuera así, nos dejarías volver, dejarías que criara a mi hija y a nuestro cachorro, lejos de todo esto. Pero no... nos tienes aquí, porque eres un hombre egoísta y narcisista.

El Alfa se giró por completo para acercarse a zancadas hasta quedar de frente a él; el efecto fue casi inmediato cuando retrocedió pasos y sus manos delgadas se pusieron contra el pecho fornido del moreno.

Sintió un escalofrío lamerle la espalda.

—Tanto disgusto sientes por mí, pero siempre has sido muy cooperativo a todo lo que mis manos te hacen. Sientes desprecio por mi trabajo, pero te atreviste a llamarle profesión en aquella entrevista. Dices que no te agrado, pero estoy seguro de que es mentira.

—No es mentira. —soltó de golpe.

Su cuerpo se puso tenso. ¿No lo era? Porque era extraño, eran sentimientos conflictivos que lo hacían querer salir de ahí. No podría hacerlo, lo sabe, el hombre es capaz de meterle un tiro entre ceja y ceja cuando quisiera, lo mejor que podía hacer era tranquilizarse.

Tenía que mantener la calma, algo casi imposible dadas las circunstancias donde siente que sólo es un títere, un juguete para pasar el rato.

Eso no era lo que más le molestaba, si no, ¿qué iba a pasar el día que se aburriera de ellos? ¿Quién iba a cuidar a Mayday si lo asesinaba? Porque su aversión a su cachorrita pelirroja era más que palpable, y detestaba eso.

La mano del moreno se fue a su cuello, pero no apretó. Era cálida, y Peter cerró los ojos, encogiéndose, ¿iba a golpearlo?

Aunque sólo sintió su aliento golpear contra sus propios labios, ocasionando que se mordiera la punta de la lengua, abriendo los ojos con lentitud. Se había quedado tenso, totalmente envarado mientras sus brazos estaban a sus lados con las manos hechas puño.

—Dime, si tanto te disgusto, ¿Por qué ese cachorro tiene mi nombre?

Ah, la pregunta del millón, aquella que prefería no dar cuerda a su mente e ignorar por mucho tiempo. Incluso decidiendo por no contestar a su Tía, que era la única a la que podría decirle, que en su momento, a pesar de todo, pensaba que Junior no tenía por qué crecer tan lejano a Miguel, que podría de alguna forma dejar que quien era su padre, estuviera presente.

Pero justo ahora, no se siente con la fuerza para decírselo.

Agarró aire para responder, Miguel le cortó la acción al presionar su boca contra él, y por mucho que se odiaría más tarde, correspondió.

El beso no se sintió forzado, la mano de Parker se fue a la muñeca de la mano en su cuello mientras correspondía.

La lengua del menor no tardó en lamerle el labio inferior, y él correspondió abriendo la boca para darle paso, enredándose con la contraria, gimiendo bajo cuando su nariz percibió el olor del Alfa inundar su nariz.

Ni siquiera se queja cuando la mano le ha soltado para acariciarle ambos costados del cuerpo.

—Escúchame bien, Peter Benjamin Parker... justo ahora quieres irte, pero te juro que dejarás de quererlo, haré que cada parte de ti, ruegue por un pedazo de mí.

—Eres un imbécil.

—Y te puedo jurar que eso será de lo más adictivo en mí.

Le toma unos segundos recobrar el sentido para volverlo a tener sobre sus labios, más insistente, más brusco, quiere devorar todo lo que pueda ponerle en frente, o al menos así es como se siente. No duda en soltar un mordisco bruto y romperle el labio en el proceso al moreno, que se aleja con un grito.

A pesar de la queja, se toca con la yema de los dedos el labio superior para darse cuenta de que tiene algo de sangre, para relamerse entonces.

El moreno bufa, antes de indicarle que se vaya, y antes de que el padre pueda deslizarse fuera, no está seguro de si lo que vió en Miguel fue realmente una sonrisa de satisfacción o sólo una mueca debido a la mordida que le dió.

De regreso al cuarto, el muchacho que siempre llevaba la manta en el rostro, terminó por acercarse con una sonrisa.

—El jefe cambió de habitación a los niños, venga por acá.

El hombre ni se quejó, dejando que le guiase hasta llegar a la habitación de la cual hablaba.

En ella, había dos camas twin size donde en una de ellas, estaba con una pequeña valla para niños alrededor, que sería, supone él, la de Junior, mientras que la otra estaba cómodamente hecha para Mayday. A pesar de todo, no había nada que delatara más allá de quién era qué.

Ambas camas tenían cobijas sin temática, la habitación era de un color lila precioso; el techo estaba pintado como cielo estrellado, mientras que en las paredes había si acaso un par de espejos, y un escritorio color café claro.

Hay una televisión incrustada en una de las paredes, por donde parece que han estado viendo caricaturas, así que cuando llega, la pelirroja se sienta, pero sigue distraída por la TV, así que sólo se acerca a besarle la frente.

—¿Qué están viendo?

—Blancanieves. —respondió secamente la niña.

Peter se acomodó en la cama, dejando su torso en el respaldo de la misma para atraer a la niña a su pecho, en cambio ella se acomodó sólo a un lado, y el niño por otro lado se bajó de su cama con quejas, antes de irse corriendo a la otra para subirse.

Entre los tres se apretaron en aquel mueble para ver la televisión en silencio, mientras el brazo de Peter hacía de almohada para ambos niños, pero Junior al estar en medio, se acurrucaba contra su padre, escondiendo su rostro incluso en la axila del mayor.

¿Qué iba a hacer con ellos? No podía irse, no podía huir sin antes ponerlos a salvo, pero no había manera. Nadie se pondría de su lado, nadie iba a ayudarlo a sacar a sus hijos de ahí, y él no estaba dispuesto a poner en riesgo a sus niños por algo así. Lo mejor que podía hacer era esperar, y tratar de pensar en lo positivo, entre ellos, que Miguel les había comprado a sus hijos ropa, que no se había quejado en ningún momento de ellos (aún si no tenía contacto directo con May), y que estaba dispuesto a seguir cuidándolos a los tres.

También tiene que tener en claro que Miguel en ningún momento ha tratado de forzarlo a quedarse toda una noche con él, o algo parecido. En realidad se siente agradecido de que ha podido dormir con los niños.

No debería quejarse, no por ahora cuando los peores escenarios no han ocurrido y están muy lejanos a ellos.

El hombre mexicano tenía demasiadas cosas en las que preocuparse, una de ellas era, por supuesto, su nuevo cachorro. Quería crear una impresión en él, así que se preocupaba por comprarle todo lo que necesitara.

Pero también estaba preocupado por Russo, y todo lo que había estado pasando últimamente estas semanas.

Dentro de poco, habría una gala a la que le gustaría asistir para poder reforzar lazos, uno puede aprender mucho de las personas con tan sólo leer su lenguaje corporal. Pero está consciente de que saber leer a la gente de esa manera surge usualmente debido a la paranoia. En su caso, debido a su trabajo y la violencia con la cual está en contacto día a día.

Suspira mientras entra a la habitación, cerrando tras de sí, mientras se comienza a deshacer de sus botones en las mangas. Tiene que cambiarse para dormir.

Es un cuarto amplio, con las paredes desnudas de un color opaco, mientras que la cama era lo suficientemente grande para al menos tres personas. No necesitaba tanto, pero le agradaba la estética de realeza fingida que le da a todo el asunto. Tiene sábanas de un gris oscuro con una colcha de rayas de distintas escalas de gris. A ambos lados hay dos mesas de noche con sus respectivas lámparas.

Todo parece tal como lo dejó, como un catálogo de revista, demasiado impersonal.

A pesar de los años, no ha comprado algo en sí para su habitación, duerme ahí, pero no es su hogar. Ahora que tiene a Peter con los cachorros, le gustaría pensar que puede haber una familia en ellos. Pero no es tan tonto. No podrían ser ni de cerca una familia.

Cuando por fin se pone prendas más cómodas, termina por tratar de dormir. Algo que no sucede, así que por horas está rodando en la cama.

Tiene muchas cosas en mente. Peter y él no estaban avanzando como él quería, y eso era frustrante, porque deseaba tocarlo, deseaba poder rasguñar su piel, marcarlo para susurrarle que era completamente suyo, que su cuerpo le pertenecía, pero haría todo para que con ello también eligiera regalarle el corazón.

O lo tomaría por la fuerza, también.

Parker es un hombre amable, claro, pero tiene su carácter cuando se trata de su familia. Una en la que no ésta incluido.

Al cabo de tres horas, se frustra para irse a su oficina. Si no puede dormir, más vale adelantar algunas cosas o ponerse a hacer algo productivo. Sirve que cansa su mente, quizá.

König le siguió de cerca en silencio mientras se deslizaban, aunque después de un rato con el de ojos castaños en mente, O'Hara terminó por mirar fijamente al soldado en su puerta.

—Si me miras así, pensaré que hice algo mal.

—Nada de eso. —suspiró Miguel. —El que lo está haciendo todo mal últimamente parece que soy yo.

König se quedó en silencio unos segundos, sin querer decirle más.

—Mucha gente se verá involucrada en la guerra que se vendrá si no logro que Russo se detenga. Muchos comienzan a hablar, después de tanto tiempo aquí. Además, ahora tengo a Parker para cuidar, ya no sé si soy considerado apto una buena inversión.

—¿Una buena inversión? Sigue siendo la mejor inversión. —aseguró el hombre de pie.

—Ya no pueden acercarse demasiado a mí, porque tengo alrededor a Parker. Y tampoco se verá bien si simplemente dejo que ese Omega resentido haga lo que quiera y como quiera. Ese tipo de actitudes no las tolero, me ponen de malas.

—El señor Parker es un buen hombre. Estoy seguro de que pueden llegar a un acuerdo.

—Eso me dejaría tranquilo. Tengo que pensar en cómo presentarlo a los demás. Será perder alianzas, pero...

—Con los Udaku eso no sucedió. No necesitó de una unión para que siguieran siendo fiel a usted. —le miró el muchacho de ojos azules. Era mucho más alto, y hasta cierto punto tenía grados de inocencia adherida a sí mismo, aún cuando era bastante bueno en su trabajo. —Quizá sería bueno presentarlo en la Gala.

La idea, en sí, no era mala. Estaría presentando al hombre que era padre de su cría.

Había gente que hubiese esperado formar alianzas con él por medio de una boda o un hijo en común. No era anormal pensar que Miguel también habría tomado el mismo rumbo de ideas, y que estaba buscando a un buen prospecto. Las cosas habían cambiado.

Ya no tenía ese lujo, así que sería apropiado presentar al fin y al cabo al hombre, de todas maneras prefería hacerlo con orgullo, que tenerlo de alguna manera escondido, o al menos así es como lo sentía, dado que los rumores eran tan sólo eso, rumores.

—Sería buena idea.

Usualmente no tomaba consejos tan fácilmente de la gente, pero era importante para él, y König no era la gente, era alguien que había estado desde que era muy joven, a su lado.

—El señor Parker ha dormido ahora, creo, pero puedo if a verlo, si desea que se lo comente.

—No. Se lo diré yo mañana.

Pasada la noche, no se había dado cuenta de cuánto le había pesado aquello, puesto que al día siguiente, despertó en cama y de buen humor, aún cuando no había dormido más de 6 horas.

Ni siquiera se preocupó por recordar cómo se había arrastrado poco después de la conversación con König, de vuelta a su habitación para esconderse entre las sábanas. Se dedicó a cambiarse al menos la camiseta para poder salir de la habitación.

Vió que el que estaba ahora custodiando la puerta era otro hombre.

—Soap.

—Señor. —le sonrió.

—¿Llegaste en la noche? Espero poder hablar contigo más tarde.

El hombre no hizo ademán de queja mientras veía a Miguel alejarse por uno de los pasillos.

Iba en pantuflas y con una bata de seda negra, bordada en oro, lo cual lo hacía ver mucho más serio de lo que realmente se sentía.

Cuando llegó a la habitación de los niños, vio que había dos mucamas a los lados, pero sólo unos Buenos días fueron suficientes para compartir, antes de que abriera la puerta para meter su cabeza y ver hacia dentro.

Estaba a oscuras, sin embargo se acercó a abrir, para darse cuenta de que el niño estaba en su cama, hecho bolita. En algún momento de la noche, Peter había logrado hacerlo un pequeño burrito y dejarlo descansando.

El moreno se dió cuenta que el niño estaba despierto, tranquilo mientras jugaba con un muñeco, estando acostado. Verlo detenidamente le cambiaba la perspectiva bajo el manto de oscuridad.

Tenía sus mismos ojos rojos. La mirada felina y desconfiada. Le acarició con un el dorso del dedo índice la mejilla regordeta, pero el niño se quejó alejándolo. Sonrió por eso.

—Lo siento, lo siento. Es sólo que te ves... impresionante. ¿Lo sabías? Nos parecemos mucho. —le susurró.

Era raro darse cuenta de que aquella criatura era suya, y significaba más de lo que podría decir. Por lo cual con cuidado deslizó sus palmas debajo de las axilas del menor para poder cargarlo.

Tuvo el miedo inicial de que el niño fuera a comenzar a llorar, pero no sucedió. Lo acomodó a su lado, dando media vuelta para encontrarse con una mata de cabellos fuego y unos ojos azules mirándole con desconfianza.

—Oh... hey. ¿Quieres ir a desayunar? Iba a hacer hot cakes. —sonrió suave.

Mayday salió con cuidado de la cama, dudosa de despertar a su padre, y se quedó a medias, cuando se dijo que era lo mejor. No era una chica tonta, su papá necesitaba saber dónde estaban para que los encontrara.

—No lo despiertes aún. Seguro está cansado. Necesitará energía si queremos ir más de rato al parque. —le miró el moreno cuando se dió cuenta que la niña dudaba.

Niña lista.

Pero una niña, al fin de cuentas, porque eso pareció comprarle el silencio al bajar de la cama.

Junior le tocó el rostro, aunque ella en cambio, sólo los siguió de cerca, emocionada mientras salían de ahí.

Peter se quedó en la cama totalmente descansando. Si su cabeza lo quería torturar, sería otro día, oportunidad justo en esos momentos, lo que menos pasaba por la mente del hombre era su situación actual.

Se pregunta si la Tia May ya le ha dicho a Mary Jane dónde está, y si su departamento ya era algo que tenía que dar por perdido.

Habían muchas cosas que aún quería hacer, incluso si no se quedaba como reportero y nunca más volvía al mundo de la farándula, como hasta ahora había sucedido, siempre podía comenzar algún otro pequeño negocio. O sencillamente, ¿Por qué no podría intentar ser algún tipo de editor de columna de periódico?

Sabe que O'Hara tiene razón, no lo iban a tomar en serio. Pero cuánta rabia le daba. Quizá si fuera un Alfa, hubiese tenido una mínima oportunidad de que alguien tirará algún hueso viejo. Pero no es así, el mundo, por mucho que hubiera cambiado, aún tenía tintes que indicaban que los Alfas eran los que controlaban la política y la sociedad.

Quizá fue el hecho de que había estado descansando tan bien, lo que lo asustó. Él nunca duerme tanto. No tiene tiempo. Siempre está en algo con sus cachorros.

Así que no fue inusual levantarse de golpe en la cama con el miedo en cada poro de su cuerpo, que solamente se incrementó cuando no vió a ninguna de las crías.

Miguel tenía toda la pinta de aquello.

No dudó en levantarse descalzo para salir de ahí, chocando de inmediato con un hombre que nunca había visto.

—¿Dónde están mis hijos?

—Los cachorros están con el señor O'Hara, no se preocupe. ¿Quiere que lo lleve?

Parker ni siquiera le respondió. Se fue totalmente dando zancadas, sin darse cuenta de que solamente llevaba uno de los calcetines puestos.

¿Les estaba tratando de dar de comer a sus crías, por qué? No, detesta la idea de dejarlos a solas con él. Y así se gana un golpe, le haría saber que eran sus niños, no de Miguel, ni siquiera Junior le pertenecía, eran suyos. Y si tenían hambre, no tenía ningún problema con despertarse para llevarlos él mismo a darles de comer.

Pero la escena que se encontró fue totalmente distinta.

Cuando llegó al comedor, no había nadie, así que terminó por deslizarse hasta la cocina, observando que en la barra central, estaba Junior sentado al filo mientras su naricita morena estaba llena de un polvo blanco, estaba riendo, y feliz. La risa secundaria de su May le siguió de cerca mientras veía más polvo blanco salir disparado al aire.

—Ey, no... cuidado, que estamos haciendo un desastre, May.

Miguel bajó a Junior para darse media vuelta, a la estufa donde tenía varias cosas haciéndose.

—Quiero hacer un Elmo.

—Ya hicimos un Elmo.

—No, hiciste un monstruo. —se rió ella. —Elmo es rojo.

—¿De qué color lo hice?

—Azul.

—Es el monstruo come galletas, entonces. Todo fríamente calculado, ¿Viste? No había de qué preocuparse.

El castaño entró por completo, observando a Mayday que estaba con las manos manchadas en lo que ahora entendía que era harina.

Estaban haciendo hot cakes de figuritas.

Cuando se detuvo, se quedó unos segundos así.

No era capaz de ver a Junior, y apenas si lograba ver la mata pelirroja, pero la espalda de Miguel se veía ancha incluso con aquella bata negra, que suponía ahora tendría algunas manchas de mezcla.

El cabello de O'Hara ni siquiera estaba peinado, estaba seguro de que era lo más salvaje que lo había visto, pero aún así se veía un cabello sedoso. Le hubiese gustado pasar los dedos para comprobarlo, en cambio carraspeó.

Miguel se dió media vuelta con unas pinzas que tenían una salchicha en ellas, y el mango de la sartén en otra. Tenía restos de comida por el rostro, y le sorprendió ver que sus hijos no eran los únicos que estaban hechos un asco.

—¿Qué están haciendo?

—¡Papá!

Junior fue el primero en reaccionar para salir corriendo hacia él. El hombre no dudó en sonreír para darle la bienvenida entre sus brazos y dejar que sus labios le pegaran miles de besos, que ocasionaron que el pequeño pataleara riendo.

Mayday en cambio se acercó, mostrándole lo que llevaba en sus manos; un panqueque de un color verduzco con alguna figura extraña y una sonrisa torcida.

—Miguel trató de hacer a Elmo. —sonrió, mostrando su hoyuelo.

—Sí, bueno... pensé que sería bueno intentar algo de figuras en la comida.

—Pero hizo al monstruo come-galletas.

Pancake. —repitió Junior en sus brazos.

—Se supone que no te despertarían si no hasta dentro de unos veinte minutos más. —habló Miguel.

El moreno mayor no iba a aceptar que aquello era un vago intento de conectar con los niños. Si bien, llevaban ya dos horas, la mayoría de aquello, se lo habían estado comiendo en el proceso, o decidían que se lo darían a los criados, a petición de Mayday, que decía que no les daba de comer. Algo completamente falso, pero Miguel no tenía manera de comprobarle.

—Ah, no. Me levanté solo. No sabía dónde estaban los niños.

El menor se miró la muñeca, mirando la hora, seguro que tendría algo importante a lo que atender, por lo cual no le hizo demasiado caso.

—Quise hacerles algo de comer en lo que te despertabas.

—Entiendo. ¿Comiste bien, qué tal tú, Miguel? —le sonrió al menor.

El moreno se quedó en silencio, asumiendo que las palabras no iban dirigidas a él, si no al niño, así que terminó por dejar que las últimas salchichas se hicieran, esta vez en silencio.

De nuevo en un segundo se había sentido desplazado.

Esa no era su familia, pero podía pretender que podían llegar a serlo en algún momento. Sólo es cuestión de paciencia, algo de lo que carece, si es sincero.

Por extraño que le pareciese a Parker, decidió no preguntar demasiado, sólo asegurarse de que los niños estaban bien, era suficiente para relajarse, así que tampoco hizo un extenuante ademán de intentar saber qué es lo que quería. Si quería tiempo con sus cachorros, bien, ahí lo tenía, no iba a quejarse.

No esta vez, sabiendo que Mayday incluso tuvo una mañana divertida con el hombre.

—Ya va siendo hora. Ven.

El hombre de ojos rojos le tomó una de las manos de manera firme para poder llevarle de regreso al área de las habitaciones, para poder ingresar al área del balcón donde habían cenado la otra noche, conforme se acercaban, se escucharon algunos instrumentos.

Ya llegó tu enamorado

Al que nunca correspondes

Ya llegó hasta la ventana

Desde donde tú lo escuchas

Pero donde tú te escondes

Ya no sé ni que decirte

Ya ni tengo que cantarte

Yo quisiera maldecirte

Pero ya estoy convencido

Que nací para adorarte

Peter se acercó junto con los niños a ver por el balcón. Tan sólo ver que había un hombre con una guitarra, dos con ramos grandes de rosas rojas y totalmente mirando hacia el balcón, junto a dos trompetas y el que cantaba.

Para Peter era extraño tan siquiera tener un detalle, por no hablar ahora de algo así, sólo logró ponerse colorado mientras miraba que los hombres le cantaban a él. Esa canción estaba siendo cantada sólo para él mientras Miguel le miraba.

Ay-ay-ay, ay-ay, ay-ay-ay

La suerte me está fallando

Ay-ay-ay, ay-ay, corazón

La vida me estás cambiando

Ya llegó tu enamorado

El que te interrumpe el sueño

Ese pobre desgraciado

Que anda siempre desvelado

Porque quiere ser tu dueño

Aquello tenía que ser una broma, claro que sabía todo eso, Miguel había dejado claro desde el primer día que lo quería manso y cooperando. Y aunque no entendía todas las palabras de las cuales estaba hablando, no tal cual, puesto que su mente iba mucho más lento al querer ir traduciendo todo en su mente (sin mucho éxito).

Alguien me contó tu vida

Supe de tus ilusiones

Yo no sé si me equivoque

Pero casi estoy seguro

Que te gustan mis canciones

Ay-ay-ay, ay-ay, ay-ay-ay

La suerte me está fallando

Ay-ay-ay, ay-ay, corazón

La vida me estás cambiando

Ya se va tu enamorado

Ya se va de tu ventana

Ya ni debo despedirme

Porque sé que, aunque no quiera

Voy a regresar mañana

El moreno acarició su espalda baja mientras le pegaba a él, y por unos segundos, apretó a Junior contra su cuerpo para recordarse quién era, mientras veía a May acercarse con cuidado al balcón, viendo a través de los barrotes de piedra a los hombres abajo.

Y aunque ella reía y parecía estarla pasando bien, sintió los dedos del moreno acariciar su espalda baja mientras su rostro se acercaba a él para besar con cuidado la mejilla blanca, siendo lento mientras escucha al fondo que la música sigue. Las manos le giran para estar a frente, agradece de nuevo que Junior está entre ellos, pero no es suficiente para ignorar el olor del Alfa que parece tranquilo, pero sus feromonas lo delatan.

Aquello está mal, se aferra a Junior mientras se miran; sabe que el niño ni siquiera está prestándoles atención.

—¿Y esto por qué es? —murmura, inhalando lento las feromonas. Son agradables a pesar de todo, así que no puede evitar corresponder con un empujón suave, para saber que los olores se mezclan.

—Es para invitarte a ir conmigo a una Gala.

—Una Gala. —repitió no muy convencido. —Con gente.

—¿Querías una Gala a solas? —rió suave el moreno, las manos grandes le toman de las caderas para pasearse hacia arriba. —Una Gala, Parker, quiero llevarte a una fiesta importante, esta es mi invitación.

Por unos segundos, el olor lo hace perderse, quiere decirle que puede hacer lo que quiera, que puede pedirle lo que sea, le dirá que sí. Es un olor demasiado reconfortante, aún cuando no entiende por qué está tan tenso, peor aún, sin entender cómo es que el toque del menor logra casi obligarlo a relajarse.

—Iremos a la Gala, Parker. —susurra sobre la piel de la mejilla, frotando su nariz contra él, inhalando lento.

El moreno aprieta la piel debajo de sus manos, el cuerpo del hombre mayor se estremece, lo cual le provoca un gruñido desde el fondo de su garganta al Alfa, que abre los labios a pesar de la canción.

Mientras la pasión me dure

Y tu voluntad me aguante

No habrá noches de tu vida

Que no vengan mis mariachis

Y mi voz a despertarte

Ay-ay-ay, ay-ay, ay-ay-ay

La suerte me está fallando

Ay-ay-ay, ay-ay, corazón

La vida me estás cambiando

Ya se va tu enamorado

Miguel no es idiota, no está enamorado... ¿cierto? Es sólo que Parker es tan... Es sencillo, en realidad. Y es que Benjamin tiene la habilidad para saber por dónde moverse sin irritarlo al punto de no retorno, pero también, cuando suelta el olor cítrico y dulce que lo hace encajar sus uñas en él.

No, el moreno no está enamorado, lo sabe, es una obsesión, una muy particular al hombre.

Sus dientes rozan el cuello, provocando que la piel blanca se erice, eso sólo lo hace desear estar solamente con él, probar, quiere sofocarse de él.

¿Cómo puede llamarle a esa necesidad enfermiza que tiene de que aquel Omega lo llene de su olor para tenerlo siempre encima? Como si eso pudiera de alguna forma calmar la parte bizarra y dolorosa que rompe cada esquema de su interior.

Todo este tiempo había creído que podría ser demasiado para él, pero se da cuenta que es lo justo. Parker es todo suyo para cuidar, junto con los cachorros, tomaría todo de ellos, los haría de él también. Nadie podría quitarle lo que ahora estaría comenzando a proclamar. Porque hacerlo de golpe es algo que no desea, igual sabe que con el castaño aquello no funciona, le negaría todo tan pronto se diera cuenta.

Con Peter, las cosas deben ser más sutiles, comenzaría a aprender.

Cuando la canción acabó, estuvieron algunos minutos más de aquella forma hasta que Mayday rompió el sueño.

De todas maneras, Miguel Junior le siguió de cerca.

Para dentro de un par de horas, ya estaban arreglados, Miguel se había asegurado de que fuera así para salir, por lo cual Parker nunca esperó que fuera a llevarlos a un parque.

Y uno donde hubiera civiles.

Claro, podía ver a lo lejos que estaban de alguna u otra forma siendo custodiados, pero eso no era tan preocupante. Era la segunda vez que los dejaba salir, aún si era con Miguel detrás suyo, era mejor que nada.

Habían dejado que los dos niños Parker jugaran a sus anchas, sobretodo viendo que la mayor no había tardado demasiado antes de unir a otros dos niños a sus juegos.

Peter se quedó sentado a la sombra de un árbol, sonriendo, Miguel no se veía alrededor, pero no quiso intentar salir corriendo de ahí. En primera, los niños parecen estar disfrutando demasiado de estar jugando al aire libre en aquel lugar.

Era de esos parques con arena gruesa por el suelo. Habían juegos para cualquiera de sus dos pequeños, así que no le preocupaba estar en un lugar expuesto, pudiendo ver todos los alrededores. Se sentía casi normal. No quería romper eso.

En segundo, suponiendo que saliese corriendo, no entiende el idioma, aunque quisiera comunicarse, terminaría en algún otro lugar gubernamental, y Miguel volvería a encontrarlos. Porque no es idiota, el padre de familia sabe que el narcotraficante los encontraria tan pronto algún policía o alguien "de la ley" supiera sus nombres. Incluso no sería raro que sólo sus descripciones físicas fueran suficientes para mantenerlos presos hasta que llegara el traficante.

Y tercero, ¿realmente quería volver a arriesgarse a que los mataran? La última vez ha sido pura suerte, pero no puede confiar en que eso no volvería a suceder.

La única opción que le queda es estar ahí con sus niños, y tratar de protegerlos. Y es lo que planea hacer.

Una mujer pequeña se acercó hasta él para sentar a la bebé en sus propias piernas.

La niña que llevaba en brazos, que sería una bebé de algunos meses, parecía de malas.

—Ya, ya... no pasa nada, está todo bien.

La madre parecía preocupada, y por unos segundos, Peter dudó en decir algo.

—¿Qué le pasa?

Hizo bien, se dice, porque la mujer tan pronto tuvo entrada para hablar al respecto, se le asomaron las lágrimas a los ojos.

—No sé, ya la cambié, ya le di de comer, ya la hice eructar, no entiendo.

Se veía exhausta, a decir verdad, así que no dudó en acercarse un poco más.

—¿Puedo cargarla? —el acento horrible salió de sus labios.

La madre dudó, como lo haría cualquier mujer que amara a sus hijos, si es sincero, por lo cual no se lo tomó personal, pero terminó por darle el bebé, y él no dudó en agarrarla.

La acomodó, su pequeña espalda contra él, para sentarla mientras le movía suave las piernas.

—Ya, ya. Tienes que dejar a tu madre descansar, pequeña. ¿Qué pasa? Háblame.

La bebé se removió mientras las piernas eran dobladas y pegadas a su cuerpecito, soltando gases y gimiendo en discomfort conforme se fue cambiando hasta que se tranquilizó lo suficiente, pasados los minutos.

—¿Cómo se llama?

La madre le miró, mucho más tranquila. Le sonrió tranquilo. No era la primera vez que se encontraba en apuros con un bebé, por lo cual estaba bastante acostumbrado.

Con aquella simple pregunta, surgieron palabras, dando lugar a una charla extraña. Por parte del padre, se sentía en las nubes, había ayudado a alguien, y había logrado entablar conversación a pesar de todo. Ella entendía poco inglés, y él no entendía demasiado español, por lo cual era bastante genial que a pesar de la barrera del lenguaje, lograran decirse lo que querían.

—¿Y tu esposa? —preguntó la mujer.

—Divorciado.

Ella asintió comprensiva.

—Yo también. Aunque ahora, tengo a alguien especial.

La mujer había explicado corto, el padre del bebé no estaba en la escena y había comenzado a conocer a alguien nuevo, por lo cual Peter simplemente escuchó.

A veces las charlas que solo eran chismes banales sin sentido eran mucho mejor que pensar que estaba ahí por razones distintas a lo que era lo vacacional.

Ella parecía feliz, no le hizo preguntas sobre él, lo agradeció, porque estaba bastante confundido incluso sobre sí mismo.

Al menos una hora estuvieron platicando y riendo hasta que llegó la hora de que la mujer se retirara, que con pesar, le despidió. En ningún momento hizo intento de hacer que May o Junior se acercaran a ellos, y comenzó a preguntarse si de alguna forma aquello estaba afectando más de lo que le gustaría admitir.

No le gustaba la idea de decir que se deja afectar por las cosas, pero a veces se pregunta si no es sólo que logra taparlo todo.

Pero bien dicen que no pueden tapar el sol con un dedo, y él duda que alguna vez lo haya hecho a propósito.

Observó que tan pronto se quedó solo, el vacío extraño regresó.

Aquella era su nueva realidad, le gustara admitirlo o no.

Ya no era un civil, en eso el traficante tenía razón, ya no era cualquier persona. Era una persona de interés, y sus hijos también se volverán de ahora en más un objetivo para la gente que quisiera llegar hasta el moreno.

Mayday llegaría a crecer en una mujer preciosa, se pregunta si podrá alejarla de todo esto. Quizá tendría que empezar a pensar en enviarla con Mary Jane, no es una idea descabellada, ella estaría más segura si estaba lejos de ellos, ¿no?

Lástima que no puede decir lo mismo de Junior, sabe que O'Hara nunca permitiría eso.

Cuando escucha unos pasos a su lado, no dice nada, mucho menos cuando el olor le llega, es tranquilo, a alcohol, pero no le pica en la nariz, sólo sonríe un poco mientras lo deja sentarse a un lado en aquella banca.

Uno al lado del otro, por unos segundos se pregunta si así es como sería ahora.

Se sentirán lejanos y cercanos al mismo tiempo, mientras los dos ven a los cachorros crecer. Miguel no tiene intención de dejarlos ir, Parker no tiene idea de cómo podría huir sin que hubiera una repercusión que no fuera violenta. Hasta ahora, no puede quejarse de un hombre que lo único que ha hecho ha sido protegerlo.

Y abusar de él. Lo tiene presente, no es idiota.

Pero sus hijos estaban bien. Y si ellos están bien, ¿por qué va a intentar que eso sea arrebatado de sus manos? Les estaba ofreciendo una vida y seguridad, aún cuando ha sido culpa de Miguel que todo aquello esté sucediendo.

El lugar tiene un tono bastante colorido, los matices rojizos de la tarde mientras el moreno le tiende algo de comer, se da cuenta de que es un churro, y no duda en tomarlo, antes de alzar la voz para mostrarle de lejos la comida chatarra a los niños.

El único que se acerca es Junior, y le da un pedazo, sonriendo.

—Es churro, mi amor, a ver si te gusta.

Le da un pedacito, que el menor come vorazmente antes de pedir más.

Le da dos pedazos, y le indica que se regrese a donde está su hermana en la tierra tirada jugando, para que ambos puedan tener un poco de aquel alimento.

Cuando se queda solo con el hombre a un lado, suspira, mirando al cielo. Las hojas de los árboles aún son verdes, pero no tardará en que el invierno haga lo suyo, si no se equivoca.

Ambos se relajan, por primera vez, Parker se acerca, deslizándose suave para dejar que sus piernas se rocen, mientras miran a los niños jugar. Hay cierta añoranza en él, quizá de que fuera todo como cuando son pequeños, que lo hace sentir extraño, triste.

—Hay algo que aún no entiendo.

—Dime. —mordió el hombre su churro.

—¿Por qué yo?

—¿Te refieres a por qué te traje?

—Bueno... —se relamió con duda, no quería que aquello sonara agresivo, porque tampoco estaba de mal humor, en cambio sólo tenía muchas dudas. —Parecías sorprendido cuando viste a Miguelito, por ende, eso quiere decir que no sabías que tenías un hijo. Te sorprendió, sí no es por él que estoy aquí, ¿por qué?

El moreno tuvo que pensar muy bien las palabras.

Esas eran las preguntas del millón. Cada uno tenía una de ellas.

Para el menor, era por qué es que había elegido a Peter.

Para el mayor, era, como había preguntado Miguel, si tanto lo despreciaba, ¿por qué había tenido a Miguel Junior, por qué ponerle su nombre?

Tal vez Parker nunca pensó que habría repercusiones, tal vez se relajó al saber que no estaba por ahí a su alrededor para decirles algo sobre qué hacer o no con el crío.

—Antes creía en las parejas destinadas. —admitió repentinamente el menor, mirando el cielo con los ojos entrecerrados.

—Pf, claro, en los 70s cuando aún no teníamos supresores, y terminaban muchas veces con una marca no deseada. Era la mentira que le decían a los Omegas para que no se sintieran tan mal por haber sucumbido, y una forma de que los Alfas también dejasen de intentar huir del vínculo. —se alzó de hombros.

—Mi madre creía en la marca.

—¿Y? —le miró esta vez, O'Hara no pudo apartar los ojos.

Se veía salvaje en esos momentos, y estaba seguro de que cualquier cosa que deseara, se la hubiera dado. Cuando tenía aquellos momentos, es cuando más dudaba de su sanidad.

Él, siendo totalmente dominado por un hombre que nunca ha tenido que tocar un arma en su vida, que nunca lo ha forzado a nada, a diferencia de como ha sido él con el padre de tez clara.

Son tan distintos.

—¿Acaso pensaste ya por eso que yo era tu pareja destinada o algo así?

Hubiese deseado eso, le hubiese encantado, si es sincero.

Porque significaba que había alguien allá afuera que lo amaría de pies a cabeza con todo lo que implicaba ser Miguel O'Hara.

Los besos fueron dulces, le acariciaron la mejilla mientras se pegaban ambas frentes, podía escuchar las risas masculinas y el apretón en su cuerpo. Le dolía tanto recordar, pero se aferró a ello.

Sus labios pegados a unos sumamente dulces, las mordidas juguetonas, las caricias que no llegaban a lo sexual, tan sólo los mimos mientras se miraban.

Aquellos ojos que eran un estanque sin fondo, lleno de estrellas sólo para él.

—Te amo. —sonrió el muchacho; tenía los rizos alborotados y le tomó del rostro, obligándole a bajar para darle un beso en la nariz con dulzura. —Siempre te amaré, a cada inicio del día, y al dormir cada noche.

—Te amo. De aquí, hasta que la noche caiga, y cuando el sol vuelva, seguiré amándote. —susurró de vuelta con melosidad.

—No. En realidad, no. —pero no es así, el moreno no cree en cuentos de hadas.

No uno en el que él fuera quien pudiera vivir su felices para siempre.

—No te entiendo. —admitió Parker.

Y quizá no tenía que hacerlo.

Tal vez tenían que aprender que nunca podrían comprenderse de la forma en la que otras parejas lo hacen, o que de momento, eso era imposible. Tendría que bastarle a ambos.

Ninguno de los dos es perfecto, tampoco pueden fingir que tienen todas las respuestas, pero por esa tarde, ese día ya había tenido suficientes cosas extrañas. No podían pedir nada más.

Ese día transcurrió sin peleas, hasta que llegó la noche, donde les esperaría la cena, o eso le había hecho saber el moreno al de tez clara, por lo cual realmente no se quejó.

Ninguno de los dos quería pelear más.

Cuando llegaron, ambos niños estaban exhaustos. Así que el hombre de tez más oscura le ayudó a poner a los niños en sus camas, antes de que se dirigieran al comedor.

Una vez que se acomodaron para cenar, ninguno de los dos habló por unos minutos, tal parecía que la atmósfera era lo suficientemente amena, y Miguel entendía muy bien de indirectas, porque había dejado que música se escuchara de fondo, aún cuando el castaño no supo de dónde es exactamente que venía.

—Hay algunas cosas que me gustaría hacerte saber sobre la Gala, antes.

—Aún no he aceptado a ir.

El moreno suspiró pesado antes de terminar de masticar, limpiándose. Esta vez, no hubo ira alguna en su mirada, muy al contrario, parecía más que nada, preocupación pura.

—Sabes que era más una petición de que no te resistieras.

—Tal vez no quiero ir. —anunció Parker.

—Esta Gala es importante. —aseguró Miguel.

—¿Por qué? ¿Es a donde llevas a todos los demás con los que sueles estar? Creéme, puedes saltarme, nadie va a extrañar a un simple Omega, Miguel. No necesitas llevarme como trofeo.

El traficante hizo una mueca.

—No eres cualquier Omega para mí. —le tomó firme del brazo, para que dejara de comer. No le soltó, hasta que le miró, el chocolate de sus ojos parecía de nuevo a la defensiva, lo suficiente para sentirlo tenso, en cambio, él sólo le sonrió suavemente. —Eres el padre de mi hijo. Estoy aquí para hacerme cargo de cualquier cosa que ustedes necesiten.

El de tez clara dejó los cubiertos, pensativo durante unos segundos. Aunque tampoco había demasiado qué pensar, Miguel se sentía obligado a cuidarlos, a cuidarle porque había quedado encinta, era un tipo de obligación moral, ¿no es cierto?

—Te dije que estaba bien así.

—A mí no me basta.

—No tienes que llevarme a esa Gala. No soy uno más. —siseó bajo.

Él no deseaba ser otra conquista del moreno, otro más en una lista que seguramente llegaría al suelo, no planeaba ser la comidilla local de esa manera.

—No sé bien qué crees que he hecho cuando he ido a Galas, pero no eres un cualquiera, Parker. Quiero que me tomes enserio, y quiero que todos conozcan al padre de mi cachorro. No eres un Omega cualquiera para mí.

No se atrevió a recalcar que era el suyo, incluso sin marca, aún cuando oficialmente para Benjamin Parker, las cosas no eran de esa manera.

Ese debería ser el momento en el que Parker le pida algo, lo que sea, pero sólo le evita la mirada.

Peter sabe que no es un modelo, no es perfecto para nada. Es patoso, es bastante desalineado, no tiene un cuerpo de infarto, no que le hubiese importado cuando tuvieron sexo hace años, y no que a Miguel pareciera haberle molestado cuando le tocó hace poco.

Pero no es ciego.

La gente siempre habla cuando algo nuevo llega, esta vez sería él, se pregunta qué clase de Gala sería.

Seguro sería gente adinerada, gente de la cual no conocía nada, pero que ellos sí que podrían conocerlo todo de él por unos cuantos dólares de búsqueda en internet. Definitivamente, aquello era exponerse.

No sería la primera vez, se dice que no debería tenerle miedo a ser la comidilla de gente así, pero no puede evitarlo.

Porque si Miguel es uno de los invitados, ¿Cuántos más como Miguel estarían ahí?

Cuánta gente que fuera peligrosa, que estuviera en una condición extraña en lo laboral.

Se estaría metiendo a la cueva de animales salvajes, y no puede ni siquiera con el moreno, ¿qué le hace pensar que podrá contra todos los demás cuando sea el punto de atención?

—No puedes estar hablando enserio. Diciendo todo eso de querer que todos me conozcan simplemente porque soy el padre de Miguelito.

—¿Por qué no? —le miró el moreno con fiereza.

¿Qué había de malo con querer presentarlo de esa forma?

—Soy un padre cualquiera, bueno, era un padre cualquiera. Antes de que aparecieras en mi vida, yo era una persona común, Miguel. No puedes creer que todo eso no va a hacer que te miren distinto, ¿cierto?

—¿Quién dijo que deseo que me sigan mirando igual?

Parker se quedó en silencio.

No pudo expresar el pequeño nudo que se había querido instalar en su garganta.

Cuando estaba con MJ, ella siempre había estado orgullosa de llevarlo a todos lados, pero su relación fracasó debido a sus miedos, y ahora, ni siquiera es que quiera que otros le vean como algo que no es, en realidad no es que le importe demasiado cómo lo miran otros o lo que piensan pero... no puede evitarlo.

Se sentirá desnudo, y solo.

—No estarás solo, y todos van a adorarte. Tienes una habilidad para hacer idiota a cualquiera, te lo aseguro. —sonrió Miguel.

—No podrás estar todo el tiempo pendiente de mí.

—No, pero no necesitaré hacerlo. La pasarás bien, ya lo verás.

Eso no podía saberlo, ni él, ni nadie.

Parker tenía inseguridades, pero estar en un lugar como ese, sería cómo potenciarlas y lanzarlas a su cara. No estaba seguro de querer soportar algo así.

—¿Qué es lo que te preocupa? Es una de las celebraciones más seguras. Te prometo que Junior y Mayday se quedarán en buenas manos, se quedarán con hombres en los que confío. Si lo que no quieres es hacer una entrada dramática, descuida, jamás fue el plan.

Parker le miró de reojo.

¿Realmente estaba bien querer confiar?

—No puedo hacer eso, no pertenezco aquí, Miguel.

El moreno tomó sutilmente su mano, envolviendo la más grande con la más pequeña en una sonrisa casi con socarronería.

—Entiendo muy bien lo que significa creer que no perteneces a un lugar. Y por eso te digo, a mi lado, estarás bien. Puede que tenga que saludar a algunos aparte, pero no significa que te dejaré solo toda la noche.

Parker estaba listo para decir que no, hasta que Miguel sacó un pequeño artefacto.

—A cambio de que vayas, por supuesto, dejaré que hables con tu tía al terminar la Gala, ¿te parece? Dejaré que May y Junior hablen con ella.

Aquello cambiaba de inmediato todo, el de cabellos castaños le miró, esta vez frunciendo el ceño, era una manipulación obvia, pero sobre todo un trato que le parecía demasiado bueno para no aceptarlo.

—¿Más de cinco minutos?

—Te dejaré chatear con ella, incluso, ¿eso te parecería bien? Este teléfono estará bien con mensajes de texto, así que... te lo daré ese día, después de la Gala, ¿te gusta eso? ¿tenemos un trato?

Como dijo, demasiado jugoso para no decir que sí.

—¿Toda esa manipulación la aprendiste con tu puesto de trabajo o ya venías por default cuando naciste así?

Miguel sonrió, tratando de no reír mientras rodaba los ojos.

—Aprenderás con el tiempo que siempre obtengo lo que quiero, y si no, siempre tendré lo que necesito.

Sí, Parker hasta el momento, ya había probado lo suficientemente de eso, no está seguro de querer seguir probando, pero tampoco tiene opción.

De momento, lo único que atina a pensar, es que hay cosas más importantes que hacerse el orgulloso y seguir un juego de gato y ratón, donde es probable que siempre sentirá que pierde.

—Sólo una cosa más.

El moreno le miró.

—Yo digo a qué hora nos vamos.

—Después de dos horas, puedes elegir el horario.

—Bien.

El moreno sonrió amplio, Peter supo que aquello era un trato con el diablo, pero no pudo sentirse así, incluso con todo lo que seguro se vendría encima. 

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